lunes, 13 de abril de 2020

Trabajadores de todo el mundo uníos


Trabajadores de todo el mundo uníos.

José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
wa: 2223703233

Trabajo-labor después del covid-19.

Todo problema cuando el intelecto se halla en una situación intermedia entre la ignorancia y el saber. No hay problema para el ignorante, como tampoco lo hay para el sabio. El primer paso del método consiste en concebir claramente los problemas…

Hay claridad de la existencia de diferentes tipos de fenómenos laborales y globales que han aparecido y se acentuarán –creando una catástrofe económica- si no se plantea correctamente el problema a resolver. La OIT (https://www.ilo.org/global/lang--es/index.htm) reconoce que más de cuatro de cada cinco personas (81 por ciento) de las 3.300 millones que conforman la fuerza de trabajo mundial están siendo afectadas por cierres totales o parciales de su lugar de trabajo.

Los fenómenos laborales a nivel global son básicamente tres:
1) despidos;
2) disminución de salarios;
3) disminución de horas de trabajo;

La debacle económica será global si no se revierten estos tres fenómenos. No hay soluciones nacionales.

Revisemos sintéticamente uno a uno cada uno de estos fenómenos. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a nivel mundial existen dos mil millones de personas trabajan en el sector informal; 1.250 millones de personas trabajan en los sectores considerados de alto riesgo y que pueden sufrir “drásticos y devastadores” aumentos en los despidos y disminución de los salarios y horas de trabajo.

1) Despidos.
La OIT prevé dos escenarios:

a) que la crisis por el COVID-19 hará desaparecer 6,7 por ciento de las horas de trabajo en el segundo trimestre de 2020, lo que equivale a 195 millones de trabajadores a tiempo completo;
b) recortes a gran escala están previstos en los Estados Árabes (8,1 por ciento, equivalente a 5 millones de trabajadores a tiempo completo), en Europa (7,8 por ciento, o 12 millones de trabajadores a tiempo completo) y en Asia y el Pacífico (7,2 por ciento, 125 millones de trabajadores a tiempo completo).

Los sectores más expuestos al riesgo incluyen los servicios de hospedaje y restauración, la manufactura, el comercio minorista y las actividades empresariales y administrativas.

Existe un riesgo elevado de que para final de año la cifra será significativamente más alta que la previsión inicial de la OIT, de 25 millones de desempleados.

Más de cuatro de cada cinco personas (81 por ciento) de las 3.300 millones que conforman la fuerza de trabajo mundial están siendo afectadas por cierres totales o parciales de su lugar de trabajo.

Resultado: catástrofe económica.

2) Disminución de salarios.
Se prevén enormes pérdidas en los distintos grupos de ingresos, en particular en los países de ingresos medios altos (7 por ciento o 100 millones de trabajadores a tiempo completo). Esto supera con creces los efectos de la crisis financiera de 2008-2009.

Resultado: catástrofe económica.

3) Disminución de horas laborales.
Esto implicaría la disminución de la producción y el consumo global y de todo lo que deriva de estas actividades económicas.

Resultado: catástrofe económica.

Como puede verse de producirse alguno de estos tres fenómenos que en realidad es la emergencia de los tres simultáneamente conducen a un problema: la catástrofe económica global.

Aritmética básica e ingenua a partir de los datos ofrecidos por la OIT.

De un total de 7.722.731.490 habitantes se tiene en un día de 24 horas 185.345.555.760 horas disponibles; al mes el sistema económico global tiene en 30 días un total de 556.036.667.280 horas disponibles.
Si solo consideramos al total de trabajadores asalariados reconocidos tenemos 3.300.000.000 asalariados, de los cuales se reconoce que 2.673.000.000 asalariados resultarán afectados quiere decir que en 30 días resultarán afectadas 80.190.000.000 horas.

Total
7.722.731.490 habitantes
X 24 horas = 185.345.555.760 horas
X 30 días = 556.036.667.280 horas

7.722.731.490 habitantes
X 8 horas = 61.781.851.920 horas
X 30 días = 1.853.455.557.600 horas

3.300.000.000 trabajadores
2.673.000.000 trabajadores afectados
X 30 días = 80.190.000.000 horas

¿Qué política global implementar para no solo mantener las horas afectadas -80.190.000.000 horas-sino incluso aumentarlas?

Y aquí formulo el problema ¿Cómo aprovechar esta crisis para no solo conservar sino, por el contrario, crear más empleos? La respuesta es distribuir las horas disponibles entre más personas reduciendo la presencia de los robots globalmente y creando y respetando los ambientes de trabajo surgidos de la cuarentena.

La crisis sanitaria y su cuarentena modificaron sustancialmente la inversión del tiempo y las energías de los ciudadanos del mundo. Se excluyó casi por completo el tiempo de labor y se abrió la posibilidad de invertirlo en otros quehaceres humanos. Muchos descubrieron que hay otras posibilidades de inversión del tiempo en otras actividades que requirieron de determinada disciplina o autodirección orientadas a la reproducción no necesariamente de un artículo de consumo o una posesión negociable. Descubrieron que pueden realizar actividades dirigidas hacia un propósito definidos por ellos mismos, que pueden realizarlas invirtiendo tiempo y que pueden mejorar su competencia al realizarlas repetidamente y si se empeñan en ello. Los productos son obras que no requieren rudos empeños y esfuerzos penosos. Las obras cumplidas son las finalidades del trabajo realizado. Muchos habrán desarrollado el amor por la actividad desarrollada y las obras logradas; habrán modificado sus criterios para valorar lo hecho y lo logrado.

El trabajo realizado produjo el placer inherente al valor intrínseco a lo hecho y lo logrado. Junto con lo anterior habrá surgido la necesidad de la excelencia tanto de las actividades realizadas como a sus resultados, a sus obras.; no están orientadas por la propensión a procurar satisfacción a consumidores.

Lo hecho y realizado están vinculados conceptualmente con la excelencia, alejados a la alienación o enajenación habituales. El concepto subordinante de esta experiencia es “trabajo” concebido como acción no enajenada.

El trabajo no tiene que producir placeres, es un placer realizarlo. El placer consiste en hacer el trabajo y hacerlo bien no en alguna consecuencia, ni estado mental producido por el trabajo.La felicidad consiste en realizar actividades: no la constituyen placeres producidos por las actividades.
El trabajo no está relacionado contingentemente con su producto. La descripción del proceso y la descripción del producto son parte de un mismo esquema conceptual; la calidad del trabajo y la excelencia de su producto se juzgan juntas, se dan necesariamente.

El objetivo del trabajo lo define el trabajador y, por lo tanto, con él se identifica.

Así las cosas el trabajo será un empeño en que se produzca una obra de alguna clase, sujeta a normas de excelencia para esa clase de obra, y tal, que el trabajador desee producir esa clase de obra conforme a una descripción tal, que esas normas de excelencia sean las propias del caso y las cuales acepte él, en todas circunstancias.

El trabajador siente amor por su obra, y tendrá una razón para proceder en ésta y no en otra manera, en términos de las cualidades y excelencias hacia las que apunta en el producto acabado.

Algunas labores nos producen placeres. El placer de laborar (en caso de que exista) es siempre extrínseco a la labor.

Se trata en el futuro próximo de reducir las labores que están relacionadas contingentemente con su producto, donde el proceso de producción y el producto son conceptualmente distintos. Muchos de quienes laboran en un proceso ni siquiera saben para qué producto sirve su labor. Se deben eliminar las relaciones económicas donde el laborante no está necesariamente de acuerdo y con cuyo propósito no puede identificarse. Se trata de promover las normas de excelencia a que pueda aspirar el trabajador y divulgar los verdaderos objetivos del sistema económico.

Conclusión.

Es necesario adoptar medidas políticas integradas, de cooperación internacional, y a gran escala, centradas en cuatro pilares: utilizar el diálogo social entre trabajadores gobiernos y empleadores, proteger a los trabajadores en el lugar del empleo y fuera de él, apoyar a los trabajadores mejorando sus ingresos, Incrementando los empleos y apoyando a las empresas que apoyen todo lo anterior. El resultado no solo evitará la catástrofe económica sino estimulará la economía.

El objetivo de los trabajadores es incrementar la calidad de vida de toda la humanidad por medio de un sistema económico más justo y sostenible porque no atenta contra el medio ambiente.

El sistema económico debe modificar las relaciones de explotación y enajenación por relaciones más amistosas que reduzcan al máximo la violencia existente.

Puebla, Pue. 13 de abril de 2020
En días de cuarentena.



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