Los nutrientes del fruto. Segunda parte.
José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
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“Los hombres hacen su historia, pero no la hacen libremente, bajo las circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas con que se han encontrado directamente bajo las condiciones dadas. La tradición de todas las generaciones muertas gravita como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos. Y cuando éstos parecen ocuparse precisamente de subvertir las cosas, de realizar algo nunca visto, precisamente en esas épocas de crisis revolucionarias, conjuran medrosamente a su servicio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas, sus disfraces, para abrir con este viejo y venerable vestuario y con este lenguaje prestado la nueva escena de la historia universal.”
Carlos Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte.
En la 4T hay una amalgama de mitos: fundacionales, revolucionarios, paradigma de la continuidad histórica, de la ruptura seguida de un Nuevo Comienzo (el acrecentamiento del poder movilizador de los valores de cambio).
En la 4T se dan dos cosas estrechamente unidas: la proclamación del mito como fundamento del poder y su integración en un discurso abstracto, teórico, de alcance sociológico o científico.
Las nociones de crisis final del neoliberalismo (no del capitalismo), el antagonismo del conservador (no del burgués) y el nuevo ciudadano para construir una Nueva República, forman parte de una reflexión teórica y “científica” sobre la sociedad presente y su evolución previsible. El mito de la 4T está laicizado, fragmentado, incluso desvanecido, tal y como ocurre con la noción del nuevo ciudadano que corresponde al de hombre nuevo en otras mitologías como la norteamericana de los siglos XVII y XVIII, las doctrinas socialistas y la ideología nacionalsocialista.
Dejaré para otra ocasión tres cosas: a) el estudio comparativo de las variantes de este mito “fragmentado”, b) la reconstrucción del relato original (o intermediario); c) el estudio de las diferentes etapas de la transformación del modelo inicial.
Los mitos fundacionales -o mitos de los orígenes- se refieren a los hechos fundadores del Estado, a las leyes dictadas por un legislador de poderes casi sobrenaturales. La presencia de Hidalgo, Morelos, Juárez, las leyes de Reforma y la Constitución de 1857 son ejemplos de mitos fundacionales. Estos mitos valorizan la unidad recuperada del cuerpo social, así como la universalidad de las leyes dictadas por el héroe-fundador de la comunidad (Juárez).
Junto con los anteriores personajes aparecen Madero y Cárdenas como elementos de los mitos revolucionarios (incluidos los mitos del progreso, y de la esperanza) están estrechamente asociados a la reorientación de la sensibilidad moderna desde el siglo XVII, y apuntan hacia el futuro -lo desconocido, la creatividad prometeica de un hombre futuro- por su sola trascendencia real.
Es innegable la habilidad de quienes conducen la 4T para apropiarse delos mitos y actualizarlos. Poco a poco producen el efecto de superación de la condición presente delos mexicanos. La acentuación de las divisiones de una sociedad decadente y fragmentada (los mexicanos versus los conservadores-fifis-neoliberales) empiezan a crear las condiciones de una unidad nueva: tal es la función de la 4T como mito revolucionario, cuyas etapas están calcadas de las de los mitos escatológicos y apocalípticos: mitos del Fin del Mundo que hablan de la destrucción del mundo decadente y postulan un Nuevo Comienzo –Nueva República- después del caos que la destrucción habrá engendrado.
El mito de la 4T ofrece y ofrecerá a los gobernantes una “palanca de comando”, con ayuda de la cual pueden “operar sobre los egoísmos individuales” para asociarlos a la acción colectiva. La 4T como fuente de autoridad confiere la legitimidad sin la cual el poder de hecho no se convertiría jamás en “poder de derecho”. De aquí la importancia de una Constitución y educación democráticas.
El elemento democrático hace de la 4T un mito peculiar; tiene al Pueblo Soberano por héroe que opaca al individuo triunfante. No un hombre universal (Burckhardt) no el jefe carismático cuyos hechos y gestos son objeto de veneración.
La evolución mítica de la sociedad mexicana tiene por héroe -en la 4T- a la personalidad colectiva del Pueblo Soberano; no una élite, no un partido, no una clase, no el pueblo (invariablemente limitado a un sector parcial de la sociedad) o la raza.
El poder de la 4T radica en buena parte en su convocatoria; invita a todos a participar en la construcción del camino hacia la Nueva República y en la medida de que la participación sea democrática la representación de la acción colectiva como “batallas” asegura el triunfo de la causa. Esta representación tiene un valor estratégico tan importante pero resultarán efímeras si las propuestas son alcanzables. Paradójicamente si se alcanza el objetivo hacia el que se movilizan las voluntades, esos mitos pierden su razón de ser, se debilitan, ya no operan sobre el acontecimiento. Esto nos permite señalar otra ventaja de la 4T como mito revolucionario sin violencia. El objetivo de la Nueva República ¿cuándo podrá concretarse? En el corto tiempo no habrá hechos consumados que den cuenta de la conquista de la Nueva República.
El mito de la 4T como revolución y la revolución exitosa son realidades heterogéneas. El mito es un medio “de operar sobre el presente” reúne en un haz de imágenes “irrefutables” e “indivisibles” -lo que lo emparenta innegablemente con la fe-, a una causa social tomada en su conjunto que puede ser evocada por esas imágenes “en bloque y por intuición”, es decir, independientemente de toda reflexión teórica.
La 4T como mito de la esperanza es por esencia colectivo en ellos participan todos los mexicanos no solo del pasado sino también los del porvenir. La epopeya dela esperanza supera, por lo demás, el marco estrecho de la vida individual, y abarca la actividad creadora de todas las generaciones de hombres que se pasan “la antorcha” a la manera de los corredores que integran un equipo deportivo. También aquí el mito se adapta al espíritu democrático, igualitario de la época actual.
La colectivización de la 4T está indisolublemente asociada a la democracia, al concepto de Pueblo Soberano. El mito de la 4T ofrece a los individuos una visión social donde se superponen el pasado, el presente y el futuro y la integración de sus aspiraciones en una finalidad colectiva transfigurada por lo “maravilloso” de una vasta empresa común que permite a gobernantes y gobernados establecer una jerarquía de hechos, valores, acontecimientos-; separar lo accidental y lo trivial de lo vital y básico; transformar en absoluto la relatividad efímera de lo contingente. El mito es una esperanza.
La función histórica del mito de la 4T será magnificar las “nuevas luchas”, ponderar en “la imaginación la tarea por cumplir” recuperar el espíritu de la revolución sin el uso de la violencia. Se trata de producir la poesía no en torno al pasado solamente sino fundamentalmente del porvenir.
El valor operacional del mito en la historia consistirá en el empleo del mito para expresar el verdadero objetivo de la 4T: la Nueva República. Se trata de un cambio de época, no de un cambio más en la época neoliberal.
De esta manera los mitos revolucionarios contenidos en la 4T han adquirido una coloración política radical, una estructura “provisional tripartita”:
a) polarización de las fuerzas del Bien y del Mal;
b) reducción del mundo conocido a una masa amorfa;
c) periodo de renovación, de creación de una nueva Edad de Oro.
La 4T como mito de la esperanza es, simultáneamente, un creador de destrucción y de orden.
Puedes leer la primera parte aquí.
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