viernes, 24 de enero de 2020

La identidad mexicana después de la Revolución

Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, Diego Rivera, 1948.

La identidad mexicana después de la Revolución
José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL, BUAP
robledomeza@yahoo.com.mx
2223703233

Si nos preguntaran a los aquí presentes qué somos, cuál es nuestra nacionalidad prontamente responderíamos: ¡Mexicanos!

Si posteriormente se nos preguntara que es ser mexicano ¿qué responderíamos? 

Si todavía más nos preguntaran que características son las propias de un mexicano, probablemente tendríamos que pensar mucho para dar una respuesta.

Y todavía más ¿cuál es la diferencia entre el mexicano de antes de la revolución y el mexicano después de la revolución?

Pero a pesar de la dificultad de responder estas últimas preguntas, nadie dudaría que los que estamos aquí estamos unidos por una identidad: ser mexicanos porque según Octavio Paz A todos, en algún momento, se nos ha revelado nuestra existencia como algo particular, intransferible y precioso (El Laberinto de la Soledad). Esto nos da pié a preguntarnos: ¿qué nos significa ser mexicano? Porque ser mexicano implica una identidad.

Pero ¿qué significa tener una identidad? Identidad, viene del latín identĭtas, -ātis. Y se refiere al conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. Y nosotros, decimos, tenemos rasgos propios que nos distinguen frente a los demás. Pero ¿qué es ser mexicano?

Concepto de mexicano

Es un concepto de origen prehispánico. 

Existen varias hipótesis sobre el significado de la palabra “México”. Setrata de un vocablo de origen náhuatl, con el que los mexicas designaban la capital de su Estado. Lo más comúnmente aceptado es que el nombre proviene de los vocablos mētztli= luna, xictli= ombligo o centro, y -co= sufijo de lugar. De esta forma, el nombre de México significa Lugar en el centro de la luna, o más precisamente, en el centro del lago de la luna, que era uno de los nombres con que los mexicas conocieron el Lago de Texcoco.

La toponimia  náhuatl, además de describir algunas características de los lugares geográficos, estaba cargada de sentido esotérico , como señala Bernardino de Sahagún en su Historia de las cosas de la Nueva España. En su interpretación mística, el nombre concedido a México puede significar Centro del mundo, y de esta manera es representada la capital mexica en varios códices, como el lugar en donde concluyen todas las corrientes de agua que atraviesan el Anáhuac (que en náhuatl significa el mundo, o Tierra rodeada por los mares).

Otra hipótesis es la que relaciona el nombre del país con el del dios Mexi (pronunciado en náhuatl ['me∫i]), dado por los mexicas a su dios tutelar Huitzilopochtli, el colibrí siniestro. De esta forma, México es el lugar donde habita Huitzilopochtli. Según cuentan las crónicas mexicas, Huitzilopochtli sacó a esta tribu de Aztlán (un sitio mítico, que algunos creen localizado en Nayarit lugar conocido como tierra de la Mexicanidad) con el propósito de llevarlos a una tierra donde serían los señores. Para llegar a ese lugar, la tribu debió peregrinar durante doscientos años. Al encontrar en el islote de Mexihco la señal dada por su dios -Tenochtitlan]], en recuerdo de su dios y de su principal sacerdote, llamado Ténoch.

Cuando los conquistadores se encontraron con este pueblo y transcribieron su idioma, naturalmente lo hicieron siguiendo las reglas del idioma castellano de aquel tiempo. La lengua náhuatl tiene un sonido /sh/ (como shop en inglés), y este sonido fue representado con la letra x en castellano tal como se hacía en aquella época (compárese: Ximénez). Aunque la pronunciación cambió, la grafía de México conservó la equis por razones etimológicas e históricas, como otros tantos nombres de sitios y objetos cuyos nombres tienen origen en alguna lengua indígena mesoamericana. Por otro lado, las palabras en náhuatl son graves, es decir, se acentúan en la penúltima sílaba. La tilde en el nombre México fue agregada debido a un cambio en la pronunciación por parte de los conquistadores. La pronunciación original del nombre de la nación es Mexíco (con acentuación en la i y pronunciado la x como sh en inglés).

Algunos autores (especialmente en España) escriben el nombre del país o la capital como Méjico. Aunque ambas formas eran consideradas como correctas por la Real Academia Española (RAE), ahora esta misma institución sugiere como preferible la forma México y el uso de la x en todos sus derivados, según el Diccionario panhispánico de dudas de la RAE (primera edición, octubre de 2005).

Ya en 1604 Bernardo de Balbuena lo alude en su texto titulado Grandeza Mexicana y ratificado en 1780 por Francisco Xavier Clavijero en su texto Carácter de los mexicanos y demás naciones de Anáhuac. 

México tal y como hoy se conoce es una entidad política que nació en el siglo XIX. Como una curiosidad diremos que algunos precursores de la Independencia llamaban al país que todavía no había nacido de muchas maneras:

Hidalgo (1810) en sus manifiestos y proclamas habla de la nación americana.

López Rayón (1812) en sus Elementos constitucionales habla de “la América”.

José María Morelos (1813) habla de “la América” en los Sentimientos de la nación.

El último debate sobre el nombre del país fue el sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), donde algunos diputados propusieron que el nombre del país fuera Anáhuac, nombre con el que los mexicas denominaban a los territorios bajo su dominio (Cem Anáhuac Tenochca Tlalpan = El Mundo, Tierra Tenochca).
Sin embargo en el Acta de la declaración de la independencia (6 de noviembre 1813) se habla de “la América Septentrional”.

En la carta política de Apatzingan el 22 de octubre de 1814 se habla de “la América Mexicana”.

En la Constitución de Cádiz (1812) se habla de “las Españas”.

En el Plan de Iguala (1821) se habla de “América Septentrional”.

En los Tratados de Córdoba (1821) se habla de “esta América”.

Desde su conformación como federación, el nombre oficial del país es Estados Unidos Mexicanos, aunque la constitución de 1824 usaba indistintamente las expresiones Nación Mexicana y Estados-Unidos Mexicanos. La constitución de 1857 oficializa el uso del nombre República Mexicana, aunque indistintamente en el texto utilizaba la forma Estados-Unidos mexicanos. La constitución vigente, escrita en 1917, confirma el nombre oficial del país como Estados Unidos Mexicanos.

Sin embargo, popularmente los mexicanos llamamos a nuestra nación como México. Y consideramos tener la capacidad de libertad y autonomía para dotarnos de leyes y en nuestro libre albedrío, la voluntad autónoma para decidir sobre nuestros actos.

La celebración del bicentenario y centenario de lasrevolucionesmexicanas es un buen paréntesis para reflexionar sobre los acontecimientos delos siglos XIX y XX y de lo que va de este nuevo milenio que nos han marcado, que nos han influido para ser lo que somos. Como se sabe, en lasrevoluciones de nuestro País se replantearon los ideales, las leyes, nuestra noción de justicia y libertad; consecuentemente se replanteó nuestra mexicanidad.

México, o mejor dicho, los mexicanos, no hemos podido superar nuestros rezagos educativos, de producción y económicos. Las crisis se suceden, y ya no son más momentos álgidos, sino una realidad permanente que en ocasiones se alivia un poco y en otras se agudiza todavía más. Las crisis sociales provocaron una revolución a principios delos siglosXIX y XX, ¿se suscitará otra? Parece que es necesario. Pero ¿qué tipo de revolución? Una revolución que recapitule nuestros valores y destierre los lastres que han minado la salud de nuestro pueblo. No olvidemos que se entiende por revolución; significa un cambio radical, drástico y polarizante (extremo) en la manera de pensar, concebir, proyectar y ejecutar lo que se cree es justo para un país. Comúnmente este cambio se consigue a través del movimiento armado debido a la lucha por privilegios entre las diferentes clases sociales, aunque esta no es la característica que define a la revolución. Hay de hecho revoluciones sin derramamiento de sangre. No podemos dejar de mencionar el párrafo 94 de la Oración cívica pronunciado por Gabino Barreda en septiembre de 1867: Que en lo sucesivo una plena libertad de conciencia, una absoluta libertad de exposición y de discusión, dando espacio a todas las ideas y campo a todas las aspiraciones, deje esparcir la luz por todas partes y haga innecesaria e imposible toda conmoción que no sea puramente espiritual, toda revolución que no sea meramente intelectual. Que el orden material, conservado a todo trance, por los gobernantes y respetado por los gobernados, sea el garante cierto y el modo seguro de caminar siempre por el sendero florido del progreso y de la civilización.

La identidad nacional es un concepto de difícil definición, pero desde luego sólo puede entenderse a partir del entramado histórico que vincula a la nación con el Estado, estando a su vez relacionado con el proceso evolutivo que ha sufrido éste desde su formación.

Pero ¿Cuál fue la identidad que se pretendió crear a partir de las luchas contra el régimen de Porfirio Díaz? Es importante recordar que la bandera de Francisco Madero fue: sufragio efectivo y no reelección... El lema de Emiliano Zapata: Tierra y Libertad, o el formulado en el Plan de Ayala el 25 de noviembre de 1911: 
“Reforma, Libertad, Justicia y Ley!”.Y dentro de esos los 20 años convulsivos, México se dio en 1917 una Constitución.

¿Qué valores se perseguían en dicha Constitución?

1. Sentido de justicia reivindicativa
No se refiere a un tipo de venganza, sino a la búsqueda de la justicia que es para todos. Eran intolerables las condiciones sociales en las que vivían la mayoría de los mexicanos. El pueblo había sufrido a esas alturas de la historia. La Conquista, el Colonialismo y el período de la Reforma con un liberalismo económico que pesaba mucho.

2. Sentido de fraternidad nacional
Hay una toma de conciencia nacional a la luz de la dignidad cristiana, es decir, México se convenció de que era un País y la Revolución lo dejó ‘más México’. Fue dramático descubrirnos hermanos en una guerra fratricida. Se reafirmó una identidad nacional al luchar juntos por ideales comunes.

3. Nos legó una reflexión sobre la crueldad de la sangre derramada
Aprendimos a valorar la paz y a valorar los motivos de lucha. Muchos mexicanos no sabían por qué peleaban o a qué intereses respondían sus caudillos.

4. Sentido histórico de la conquista de la libertad y la justicia
La Revolución nos dio un proceso que ahora podemos observar, es decir, un camino hacia la conquista de la paz y la justicia. El periodo de la Reforma estuvo más definido por las ideologías o los planteamientos intelectuales; pero la Independencia y la Revolución son momentos históricos donde el pueblo toma conciencia de su situación, del País al que pertenece y actúa en consecuencia.

5. Sentido de Patria y de identidad nacional
Se da con mucha fuerza, la integración de esos «muchos Méxicos’ que conformaban nuestra Nación. La Nación se dirige al destino que ‘por el dedo de Dios’ se escribió. Hay una conciencia histórica de peregrinaje y una confianza que resurge en la lucha, en que hemos de alcanzar el bienestar de la Patria.

6. Ejemplos de generosidad y compromiso
Los ejemplos de congruencia entre el pensar, al actuar y el decir, abundan en los auténticos líderes de la Revolución, Villa, Zapata y otros muchos que llevaron hasta sus últimas consecuencias su compromiso con los ideales que perseguían. Nos legó la Revolución ejemplos de nobleza y de lealtad a toda prueba.

7. Reflexión profunda del sentido cristiano de la paz
La Revolución fue muy cruenta. La búsqueda de la justicia se pagó con mucha sangre. La Revolución nos dio un anhelo y una utopía de fraternidad. El pueblo mexicano buscó una paz con sentido cristiano, esto es, una paz cimentada en la verdad, en el amor y en la justicia.

Ser mexicano es...

Hay muchas formas de ser mexicano
— ¿Cómo está formado el Estado mexicano?
— Está formado por el pueblo, por su territorio y el gobierno.
— ¿La gente es el pueblo?
— Sí. El pueblo somos todos los mexicanos, tú y yo, y los que nacimos en territorio mexicano.
— Entonces, ¿mi hermanito que nació durante un viaje, no es mexicano?
— Sí, porque nacer en México no es la única forma de ser mexicano. La Constitución dice que si naciste en otro país, pero eres hijo de madre o padre mexicano, también eres mexicano.
— ¿Cómo es posible que mi vecina que nació en Paraguay diga que es mexicana?
— Porque también hay mexicanos por naturalización. Son los extranjeros que deciden ser mexicanos y que cumplen los requisitos que establece la Constitución.
— Los extranjeros que se casan con mexicanos y viven en México también adquieren la nacionalidad mexicana.
— También es mexicano el que nace en un avión o barco mexicano, aunque en el momento de nacer se encuentre sobre territorio o mares extranjeros.
— ¡Ah, ya entendí! Hay muchas formas de ser mexicano.

Diversidad cultural
— Mis primos de Veracruz tienen costumbres distintas a las mías, ¿también son mexicanos?
— Sí, como también son los oaxaqueños, los regiomontanos, los michoacanos y los de todos los Estados y el Distrito Federal
— ¿Varían las costumbres entre una región y otra?
— Sí, varían tradiciones, platillos, ropas y hasta lenguas.
— ¿Por qué?
— Porque México es una nación formada por muchas culturas.
— ¿Y por qué?
— Porque el origen de nuestra nación está en los pueblos indígenas.
— ¡Ah, ya entendí!, y todos esos pueblos tenían costumbres y lenguas distintas.
— Es más, el Estado mexicano debe proteger y fomentar las lenguas y tradiciones de los distintos pueblos.
— A mí me gusta viajar para conocer todas esas tradiciones distintas.
— Voy a pedirles a mis papás que me lleven de viaje por todo México para conocer muchas, muchas tradiciones.
— Parte importante de la riqueza de México está en su gran diversidad cultural.
— ¡En sus distintas tradiciones, en sus platillos distintos y en sus lenguas diferentes!

La muerte de Artemio Cruz
Carlos Fuentes

Sin la posibilidad del movimiento, en su lecho final, hombre recuerda su pasado de soldado revolucionario y los oscuros caminos que lo llevaron a convertirse en un personaje de inmensa influencia y fortuna. Horas de agonía que enfrentan los recuerdos a la inevitable inminencia del destino final. En La muerte de Artemio Cruz, asistimos al retrato de una vida corrupta por la que desfilan como nunca antes en nuestra narrativa la historia imaginada de la Revolución, el intrincado sistema político mexicano y la forma de pensar e idiosincrasia de quienes dirigen los destinos del país. Haciendo uso de una maestría narrativa insuperable, Carlos Fuentes nos presenta una novela que es ya un clásico en la historia de la literatura mexicana.

Desde su lecho de muerte Artemio Cruz recuerda y recrea la época cuando luchó en la Revolución Mexicana.

Posteriormente a esa lucha, poco a poco, fue perdiendo sus ideales a la par que perdió el amor de la única mujer que de verdad lo amó. Se casó entonces con la hija de un terrateniente y utilizó los nexos de su familia política para comenzar a amasar una inmensa fortuna. Malhablado, audaz, corrupto, oportunista, Artemio Cruz representa las paradojas de la historia reciente de México. Esta novela se inserta en la tradición literaria mexicana de la visión decepcionada y desmitificadora de la Revolución, que inicio con Los de abajo de Mariano Azuela. 

 1 Estudio del origen y significación de los nombres propios de lugar.
 2 Oculto, reservado.

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