Paradoja de la tolerancia
En la biblioteca de México el árbol de los mil frutos puedes consultar los siguientes
libros:
Ambos autores reflexionan en torno a
la llamada Paradoja de la Tolerancia.
El filósofo Karl
Popper definió la paradoja en 1945 en La sociedad abierta y sus enemigos (volumen 1).
La tolerancia ilimitada debe conducir
a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a
aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una
sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será
la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Con
este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos
impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos
contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la
opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente. Pero debemos
reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien
puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los
argumentos racionales, sino que, por el contrario, comiencen por acusar a todo
razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que prestan
oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les
enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas.
Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no
tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique
la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier
incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el
caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos.
Tenemos por tanto que reclamar, en el
nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia.
En 1971, el filósofo John
Rawls concluye en su Teoría de
la justicia que una sociedad justa tiene que tolerar al intolerante, o
si no, la sociedad podría volverse intolerante, y por ello injusta. Aun así,
Rawls también insiste, como Popper, que la sociedad tiene un derecho razonable
a la supervivencia, que prima sobre el principio de tolerancia:
Mientras una secta intolerante no sea
señalada como intolerante, goza de libertad, la que debe ser restringida solo
cuándo los tolerantes, sinceramente y con razón, crean que su propia seguridad
y la de las instituciones que garantizan la libertad están en peligro.
En 1997, Michael
Walzer preguntó «¿Debemos tolerar al intolerante?». Resalta que la mayoría
de los grupos religiosos minoritarios que se benefician con una sociedad
tolerante son, ellos mismos, intolerantes, al menos respecto a algunos temas.
En un estado de derecho, las personas pertenecientes a esos grupos pueden
aprender a tolerar, o al menos a comportarse «como si poseyeran esa virtud».
Thomas Jefferson trató la idea
de una sociedad tolerante en su primer discurso inaugural, preocupándose por
quienes pueden desestabilizar el país y su unidad.
Dejemos que sus opiniones sean
monumentos a la seguridad de que dichas opiniones erróneas pueden ser
toleradas, así la razón es libre de combatirlas.
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