jueves, 14 de noviembre de 2019

Paradoja de la tolerancia


Paradoja de la tolerancia

En la biblioteca de México el árbol de los mil frutos puedes consultar los siguientes libros:



Ambos autores reflexionan en torno a la llamada Paradoja de la Tolerancia.


El filósofo Karl Popper definió la paradoja en 1945 en La sociedad abierta y sus enemigos (volumen 1).​

La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente. Pero debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, sino que, por el contrario, comiencen por acusar a todo razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que prestan oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos.
Tenemos por tanto que reclamar, en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia.



En 1971, el filósofo John Rawls concluye en su Teoría de la justicia que una sociedad justa tiene que tolerar al intolerante, o si no, la sociedad podría volverse intolerante, y por ello injusta. Aun así, Rawls también insiste, como Popper, que la sociedad tiene un derecho razonable a la supervivencia, que prima sobre el principio de tolerancia:

Mientras una secta intolerante no sea señalada como intolerante, goza de libertad, la que debe ser restringida solo cuándo los tolerantes, sinceramente y con razón, crean que su propia seguridad y la de las instituciones que garantizan la libertad están en peligro.


En 1997, Michael Walzer preguntó «¿Debemos tolerar al intolerante?». Resalta que la mayoría de los grupos religiosos minoritarios que se benefician con una sociedad tolerante son, ellos mismos, intolerantes, al menos respecto a algunos temas. En un estado de derecho, las personas pertenecientes a esos grupos pueden aprender a tolerar, o al menos a comportarse «como si poseyeran esa virtud».


Thomas Jefferson trató la idea de una sociedad tolerante en su primer discurso inaugural, preocupándose por quienes pueden desestabilizar el país y su unidad.
Dejemos que sus opiniones sean monumentos a la seguridad de que dichas opiniones erróneas pueden ser toleradas, así la razón es libre de combatirlas.


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