domingo, 22 de septiembre de 2019

La verdad del mito. A la cacería del imaginario.


La verdad del mito.
A la cacería del imaginario.

In memoriam del cazador Raúl Dorra (San Pedro de Jujuy, Argentina, 5 de Septiembre de 1937-Puebla, México, 13 de septiembre de 2019)

José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
Facultad de Filosofía y Letras
wa: 2223703233

Hace 152 años en la plaza pública de Guanajuato el poblano Gabino Barreda Flores Barreda pronunció en septiembre de 1867 la “Oración cívica”; el documento contiene los aspectos ideales o simbólicos que permitieron la justificación y legitimación del vigente Estado nacional mexicano y la acción gubernamental. Es un documento que amalgama un conjunto de representaciones manifestadas en imágenes, símbolos y conceptos con un núcleo: el mito fundador del Estado nacional.

Las representaciones buscaron apoyo en conceptos o teorías racionalmente construidos que sirvieron para argumenta a favor de la heroica fundación del Estado nacional, contando como se llegó a él a partir de la quiebra del orden Colonial por obra de la crisis revolucionaria.
Las representaciones dan cuenta de determinada estructura histórica que son las que más convienen a la persuasión discursiva.

Las representaciones construidas por Barreda tienen como trasfondo acontecimientos históricos los cuales están perfeccionados con arreglo a un patrón propio, abstraídos de su condicionamiento histórico hasta darle una realidad intemporal, conectados persuasivamente, totalizados, o simplificados, alternativa o conjuntamente.

El texto de Barreda ofrecen puntos herméticos –su mundo ¿hasta dónde es el nuestro?- y sugerentes -su mundo es todavía el nuestro, enigmático y desgarrado-. Esa dualidad es ya un espacio de inquisición, es ya un objeto de búsquedas; tal vez no un punto de partida sino esa clase de impresiones que lleva, acaso por vericuetos, a tratar de precisar cómo se puede investigar. Por dónde; de todos modos es un indicio: lo que está fantasmagóricamente lejos y cerca simultáneamente... Lo que si podemos establecer es que su autor, Gabino Barreda, fue un hombre dedicado a la escritura.
Es necesario que los esfuerzos de una lectura actual de la Oración cívica además de histórica debe ser guiada por la actitud de hacer un esfuerzo para percibir, desde aquí y ahora, una instancia de sentido para el discurso. En el fondo el problema central del análisis está vinculado a la cuestión de cómo un hombre –Barreda- representó un proceso histórico que se ha alojado en la conciencia histórica de los mexicanos. No es nuestro interés preguntarnos sobre la validez o no de la información contenida en el discurso. Nos interesa explicar de qué manera Barreda articuló con protocolos lingüísticos su discurso y cómo éste se constituyó en un mapa de creencias de los mexicanos.

Advierto que siempre que se sale de cacería se corre el riesgo de volver con las manos vacías. Espero no sea el caso.

Centraré la atención en algunos de los mitos contenidos en el discurso conocido como “Oración cívica” y cuyo autor, Gabino Barreda, pronunció en Guanajuato el 16 de septiembre de 1867, en la primera ceremonia que la república realiza para conmemorar la gesta de Hidalgo y celebrar el triunfo sobre el II Imperio. Tanto la fecha como el lugar están vinculados al rito político más antiguo asociado a la construcción del Estado nacional.

La celebración.

La fiesta nacional más importante para los mexicanos es la del 16 de septiembre. Se celebra el inició de un proceso asociado con la Independencia de México y desde 1811 se han realizado ritualmente eventos para celebrarlo. Popularmente a la celebración se le conoce como “el grito”. Brevemente me referiré a la historia de dicha celebración.1

Ignacio López Rayón organizó en Zitácuaro la Junta Gubernativa del 16 de septiembre de 1812, quien extendió un manifiesto con el título de “Aniversario”, para recordar el Grito de Dolores. Al año siguiente Ignacio López Rayón dirige una Proclama, en el poblado de Huichapan, hoy estado de Hidalgo,2 para rendir el primer homenaje a los iniciadores de la Independencia Nacional. Este mismo año, el 14 de septiembre de 1813, José María Morelos en su ideario sociopolítico “Sentimientos de la Nación” -que fue leído ante el Congreso de Chilpancingo-, destaca la importancia de solemnizar esta fecha: “Que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída; recordando siempre el mérito del gran héroe, el señor don Miguel Hidalgo y su compañero don Ignacio Allende.”3

En 1822 el Primer Congreso Mexicano decretó en febrero que el 16 de septiembre, aniversario del inicio de la Independencia, sería en adelante una festividad nacional, la cual debía celebrarse con salvas de artillería, una misa de acción de gracias a la que debían asistir todas las autoridades y, en agosto del mismo año, bajo el primer Imperio, el Congreso vuelve a señalar que se celebre el “glorioso grito de la Independencia en la América del Septentrión”.

Guadalupe Victoria es el primer presidente en celebrar el “grito” de manera oficial en 1825.4 Por tal motivo se organizó una junta patriótica para solemnizar de forma conveniente el día de la patria. Se celebró una misa en la Catedral de la ciudad de México, a la cual asistió el presidente de la República y las más altas autoridades. Se trasladó después de la diputación hasta un tablado ex profeso frente a las puertas de Palacio a un grupo de esclavos que iban a recibir la libertad y a los huérfanos de los patriotas; acto seguido, el primer jefe de la nación liberó a estos esclavos y encomendó a los niños a un maestro acreditado para su educación. En la noche, los principales edificios se encontraban iluminados dando marco festivo a los vistosos fuegos artificiales que se realizaron en la plaza principal. El elemento más importante que encontramos en éste y en los subsecuentes discursos conmemorativos, es la unión de todos los mexicanos como condición para progresar en todos los ámbitos.5

En 1857 debido a la promulgación de la Constitución y al espíritu de las Leyes de Reforma se elimina el sentido religioso para darle un tono completamente laico. En 1864 Maximiliano celebra por primera vez el grito en Dolores Hidalgo. A las once de la noche, en la casa de Hidalgo salió al balcón y vitoreó a los héroes de la Independencia. En el álbum depositado por Juárez en la casa de Hidalgo, Maximiliano dejó inscrita la siguiente frase: “Un pueblo que bajo la protección y con la bendición de Dios funda su Independencia sobre la Libertad y la Ley tiene una sola voluntad, es invencible y puede elevar su frente con orgullo. Maximiliano”.

Después de la derrota del II Imperio y la muerte de Maximiliano, el 15 de septiembre de 1867, Juárez celebra las fiestas en el Teatro Principal. Se leyó el Acta de Independencia formulada por el Congreso de Chilpancingo en 1813, y se pronunciaron después los discursos oficiales. A las once de la noche el presidente vitoreó a los héroes, a la Independencia y la República, y las bandas y músicos militares tocaron dianas. Al mismo tiempo, en los otros teatros de la ciudad y en el Zócalo se realizaron diversos actos, encabezados por representantes oficiales. Por la noche se prendieron fuegos pirotécnicos en la Plaza de la República. Al día siguiente en la ciudad de Guanajuato Barreda leería su discurso.

Mayor información aquí: Historia y Significado del 16 de Septiembre. Las cinco partes.


El autor

El autor de este discurso, Gabino Barreda Flores, fue un personaje controvertido en su época al grado de que se le describía de esta manera:

¿Quién era, pues, ese hombre, que amenazaba prostituir la generación naciente? ese hombre singular fue el Dr. D. Gabino Barreda... como médico práctico aparecía relacionado en todas las clases de la sociedad, testigos de su acierto. Numerosos médicos de todos los partidos lo reconocían como maestro ó compañero. Educado en el estudio de las ciencias exactas y positivas era también un práctico muy profundo en el método... A la rectitud de su juicio iba unido el talento de la palabra. Era filósofo y el arte que profesaba para vivir le ofreció numerosas oportunidades para practicar la benevolencia. Su fortuna adquirida por el trabajo y la exquisita finura de sus modales, hacía suponerlo en la clase aristocrática cercana a la opulencia. A su carruaje penetraban los saludos de orgullosas damas, de hombres sabios y de vanidosos ministros. Decíase que algunos príncipes de la Iglesia lo honraban con su amistad ó con sus visitas. Barreda tenía, en fin, hasta las cualidades físicas, la gracia varonil, el exterior simpático y hasta los pormenores con que se rodea la elegancia y que imponen los iguales el respeto y la admiración y casi el temor en la vanidad indigente.6

Agustín Aragón, uno de sus discípulos, lo recordaba así:
Atraía por la bondad y afabilidad de sus maneras y fue siempre grande la popularidad de su persona. Quizás su cualidad más característica fue su imparcialidad singular para juzgar los demás hombres, pues no obró nunca con prejuicio. Difirió muchas veces de las ideas de personas que él quería y estimaba y expresó muchas ocasiones su disentimiento en términos vigorosos, pero nunca ofensivos para sus adversarios ni para nadie.

Su alma fue una de las más bellas que han existido, y la atracción que ejercía en los espíritus que se le acercaban, era espontánea‚ hija de la espiritual impresión que causaba el conjunto de su persona. Aunque no era orador y sí profundo filósofo y sabio consumado, había en él al hablar, además del encanto de su persona, la solemnidad natural de los grandes y la solicitud constante por todo lo que tendiese la virtud y por ende la felicidad de los hombres.7

Un tercer testimonio –el de Juan Palacios-, lo describe:
Barreda era un sabio, y la vez poseía un admirable sentido de la realidad; era el constructor que realizaba con lógica inflexible las concepciones del filósofo. Barreda, en fin, sereno, abnegado, altruista, pensador, y hombre de acción, era un verdadero apóstol, más un apóstol inmaculado, diáfano como el cristal y puro como el diamante: los apóstoles de las ideas religiosas han de ser fanáticos como Pablo, ó alucinados como Cristo; Barreda, apóstol de la Ciencia, era un temperamento absolutamente equilibrado.8

Un último reconocimiento, más cercano a nosotros es el de Ernesto Lemoine quien se expresa de Barreda argumentado:
[Para 1867 Barreda] disfrutaba de una bien ganada fama como médico clínico y era muy conocida su preocupación por los problemas educativos del país [...] Mente bien organizada y dominante, [...] don de mando, energía, paciencia, serenidad, pasión por su escuela, capacidad para sacar recursos casi de la nada, resistencia física y moral ilimitadas [...] espíritu tolerante y liberal, y de amplitud de miras [...] Don Gabino, médico de carrera, dueño de un envidiable curriculum, así por el ejercicio de su profesión como por su labor docente en la Escuela de medicina, era famoso, además, por su cultura enciclopédica y por la variedad de sus inquietudes intelectivas [...]9

Pero en fin ¿quién fue este hombre?

Gabino Eleuterio Juan Nepomuceno Barreda Flores nació en Puebla el 19 de febrero de 1818. Antes de estudiar medicina realizó estudios de leyes y de química. En el Establecimiento de Ciencias Médicas (la Escuela de Medicina) realizó brillantemente sus estudios –siempre obtenía el primer premio-. Participó en la guerra contra los Estados Unidos en los servicios de sanidad.10 En 1847 sirvió como cirujano en el “Batallón Independencia”.11 Por sus servicios fue condecorado en 1878 con la medalla de la guerra de México contra los Estados Unidos.12

Barreda parte hacia París en 1848 para perfeccionar sus conocimientos en medicina y regresa a México en 1851. Desde entonces empezó a ejercer su profesión de médico y a participar activamente en varias sociedades médicas y científicas. Este mismo año inicia sus escritos y el 30 de noviembre de 1851, en la casa del doctor Leopoldo Río de la Loza, Barreda se reúne con un grupo de médicos y fundan la Academia de Medicina de México. En el año de 1854 inicia su carrera como docente en la Escuela de Medicina. Dicta las cátedras de física Médica13 y filosofía médica,14 historia natural, anatomía15 y patología natural.16 Durante los años de 1856-1858 Barreda dirige La Unión Médica de México, órgano publicitario de la Academia de Medicina.

El 3 de mayo de 1862 –dos días antes de la famosa batalla de Puebla-, a la edad de 44 años, Barreda se casa con Adela Díaz Covarrubias con quien tuvo cuatro hijos: una mujer y tres hombres: Horacio, Octavio y Ernesto.17

La vida política de Barreda empieza a ser más evidente con su casamiento. Así, apenas trascurrida una semana de éste, el 9 de mayo de 1862 Barreda suscribe junto con Francisco Díaz Covarrubias, José de Jesús Díaz Covarrubias, Antonio Martínez de Castro y otros 12 miembros del Ayuntamiento de la ciudad de México un Manifiesto celebrando la victoria del cinco de mayo y exhortando a la población a guardar la compostura frente a los prisioneros de guerra, a mostrar que los mexicanos forman “un pueblo verdaderamente culto y civilizado”.18

En 1863, el 3 de mayo, publica en El Siglo Diez y Nueve un artículo titulado “De la Educación Moral” el cual fue leído en el seno de una sociedad científica19 posiblemente la Academia de Medicina de México.20 Este artículo fue una respuesta a la urgente necesidad de legitimar nuevas relaciones políticas. Estas nuevas relaciones quedan perfiladas en este documento en el que se sustituye a la autoridad de la Iglesia y la religión por las nuevas autoridades seculares.

Es así como el 16 de septiembre de 1867 Barreda pronuncia en Guanajuato, a petición del Ayuntamiento, la “Oración cívica” con motivo de la conmemoración de la Independencia.21 La importancia de este documento está asociada al mitologema político que permitirá la definición de una nueva legitimidad del poder político mexicano. A la semana siguiente de leída la “Oración cívica” Barreda se traslada a la ciudad de México para integrarse a la comisión General del Plan de Estudios de la Instrucción Pública.

En esta etapa Barreda colabora en sus estudios de la cátedra de fisiología experimental con Ignacio Alvarado y juntos elaboran el nuevo plan de estudios de la Escuela Nacional de Medicina,22 que empezó a regir en 1868, encargándose de la cátedra de patología general, creada entonces y cubierta por él durante nueve años y la cual abandonó por la disposición legal que determinó que no se podía tener dos empleos en instrucción Pública. Entre los años de 1872 y 1875, Barreda ofreció clases gratuitas de biología todos los domingos,23 también fue autor de importantes ensayos sobre filosofía, educación y medicina.24

Como fundador y primer director de la Escuela Preparatoria, Barreda realizó un intenso y sostenido trabajo político. El 2 de noviembre del mismo año de 1867 sale a la luz pública la Ley de Instrucción Pública. El 24 de diciembre realiza sus primeras intervenciones en la Cámara de Diputados bajo la presidencia de Ezequiel Montes.
Como hemos podido ver, Barreda transita por una etapa como médico y académico que va de 1851 a 1862. En esta etapa pública textos médicos participa con responsabilidades en la Academia de Medicina de Mégico, la Unión Médica de México, en la comisión de hospitales, etc. Después de 1862 sólo publica un trabajo relacionado con la medicina en 1866. Su casamiento coincide con el inicio de una participación abiertamente política que durará hasta 1876 año en que polemiza con Sierra y llega al poder el grupo de Díaz. Durante esta etapa Barreda tiene una intensa actividad política: es diputado (en 1862 y 1868) es representante del grupo juarista en eventos como el del 16 de septiembre de 1867. Salen a la luz diversos documentos jurídicos donde la participación de Barreda fue tal que muchos autores consideran que es el autor. Tiene también una considerable participación en la prensa de la época. Su prestigio le permite seguir participando en distintas instituciones como academias y sociedades académicas y culturales a las cuales representa leyendo discursos. Es notable también la energía invertida para organizar la Escuela Preparatoria. Durante los 10 años que fungió como director leyó tres informes sobre su gestión (1869, 1873 y 1877) publica una larga y extraordinaria carta a Mariano Riva Palacio, dicta conferencias dominicales y después de la muerte de Juárez, desempeña una fuerte campaña defensiva contra los que querían anularlo atacando a la Escuela Preparatoria. Es en esta época en la que Barreda produce más documentos educacionales intentando legitimar sus reformas educativas.

Con la fundación de la “Sociedad Metodófila Gabino Barreda”, en 1877, empieza el ocaso de Barreda quien después de ser separado de la dirección de la Preparatoria el 28 de febrero de 1878, y ser enviado a Europa como embajador plenipotenciario en abril del mismo año.

Cuando Barreda dejó el cargo de Alemania en 1880, viajó a París donde conoce a Pierre Laffitte, el heredero intelectual de Comte y líder de los positivistas ortodoxos. Durante su regreso a México Barreda tenía planeado dar una serie de cursos sobre la Religión del Hombre, pero la enfermedad que lo llevó a la muerte se lo impidió.25 Pasó sus últimos días recluido en la tranquilidad de su casa de Tacubaya, donde murió el 10 de marzo de 1881.26

Alberto Cárdenas, Andrés Almaraz y Luis E. Ruiz estuvieron a cargo de las pompas fúnebres que se llevaron a cabo en la biblioteca de la Escuela Nacional Preparatoria.27 El gobierno del presidente Díaz sufragó los gastos del funeral,28 y en la ceremonia se presentaron Justo Sierra representando a la Escuela Nacional Preparatoria y el doctor Manuel Domingues representando a la Escuela de Medicina. En las paredes de la biblioteca habían grandes estandartes con los nombres de las numerosas organizaciones a las cuales Barreda perteneció: Geografía, Historia Natural, Liceo Hidalgo, Academia de Medicina, La Sociedad Metodófila “Gabino Barreda” y las Asociaciones Larrey, Pedro Escobedo y Andrés del Río.29

Como parte del funeral, sus amigos colgaron su retrato en la parte posterior de la biblioteca y colocaron encima de éste las palabras “Orden y Progreso” con grandes letras doradas, al pie de su féretro pusieron un volumen abierto de la obra de Comte.30 En el epitafio de su tumba, en la rotonda de los hombres ilustres, se lee lo siguiente: “Familia, Patria y Humanidad. Pensar para actuar y actuar con amor”.31

El texto. Características de la “Oración cívica”.

El texto íntegro está  compuesto por dos epígrafes y 94 párrafos con 10,677 palabras. El documento aborda innumerables temas siendo los dominantes el de la emancipación de México, la caracterización del periodo de 1810 a 1867, el papel del partido progresista, el papel de la ciencia en la historia y la política. Incluye también temas futurológicos entre los que destaca la utopía mexicana de la plena emancipación. A través de este discurso encontramos referencias específicas a figuras políticas heroicas (Hidalgo, Juárez), enemigos (Napoleón III, Maximiliano, Francia), principios políticos (soberanía, igualdad), partidos políticos (nacional, liberal, progresista, moderado, conservador, tiranía), fechas históricas (16 de septiembre de 1810, 27 de septiembre de 1821, 5 de mayo de 1862), formas de gobierno (república, monarquía), procesos espirituales (ciencia, filosofía, educación), símbolos patrios (el pabellón nacional, la Constitución de 1857, las Leyes de Reforma), autoridades políticas (presidentes, monarcas, Papas), principios (de demostración, de autoridad), valores (emancipación, libertad, orden, progreso, paz, patriotismo), disvalores (opresión, anarquía, traición, crisis) y, lo que aquí sobre todo nos interesa resaltar mitos; mitos políticos (del jefe ejemplar, del progreso, de la continuidad histórica y de la revolución, de la polarización de las fuerzas del Bien y del Mal, de la creación de una nueva Edad de Oro, y el de los orígenes del Estado mexicano.

El término oración es sinónimo de discurso y como tal podemos identificar las tres partes siguientes: una introducción, la argumentación y las conclusiones.

La introducción abarca los primeros párrafos donde el autor significa el evento de conmemoración. Por ejemplo, en el primer párrafo se lee:

Conciudadanos: En presencia de la crisis revolucionaria que sacude al país entero desde la memorable proclamación del 16 de septiembre de 1810; a la vista de la inmensa conflagración producida por una chispa, al parecer insignificante, lanzada por un anciano sexagenario en el oscuro pueblo de Dolores; al considerar que después de haberse conseguido el que parecía fin único de ese fuego de renovación que cundió por todas partes, quiero decir, la separación de México de la Metrópoli Española, el incendio ha consumido todavía dos generaciones enteras y aún humea después de cincuenta y siete años, un deber sagrado y apremiante surge para todo aquel que no vea en la historia un conjunto de hechos incoherentes y estrambóticos, propios sólo para preocupar a los novelistas y a los curiosos; una necesidad se hace sentir por todas partes, para todos aquellos que no quieren, que no pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan por ver en ella una ciencia, más difícil sin duda, pero sujeta, como las demás, a las leyes que la dominan y que hacen posible la previsión de los hechos por venir, y la explicación de los que ya han pasado. Este deber y esta necesidad, es la de hallar el hilo que pueda servirnos de guía y permitirnos recorrer, sin peligro de extraviarnos, este intrincado dédalo de luchas y resistencias, de avances y de retrogradaciones, que se han sucedido sin tregua en este terrible pero fecundo periodo de nuestra vida nacional: es la de presentar esta serie de hechos, al parecer extraños y excepcionales, como un conjunto compacto y homogéneo, como el desarrollo necesario y fatal de un programa latente, si puedo expresarme así, que nadie había formulado con precisión pero que el buen sentido popular había sabido adivinar con su perspicacia y natural empirismo; es la de hacer ver que durante todo el tiempo en que parecía que navegábamos sin brújula y sin norte, el partido progresista, al través de mil escollos y de inmensas y obstinadas resistencias, ha caminado siempre en buen rumbo, hasta lograr después de la más dolorosa y la más fecunda de nuestras luchas, el grandioso resultado que hoy palpamos, admirados y sorprendidos casi de nuestra propia obra: es, en fin, la de sacar, conforme al consejo de Comte, las grandes lecciones sociales que deben ofrecer a todos esas dolorosas colisiones que la anarquía, que reina actualmente en los espíritus y en las ideas, provoca por todas partes, y que no puede cesar hasta que una doctrina verdaderamente universal reúna todas las inteligencias en una síntesis común.

El planteamiento de la cuestión o la argumentación puede resumirse de la siguiente manera: al proclamarse la Independencia de México de España ha continuado una etapa de crisis revolucionaria que es necesario superar. La manera de hacerlo es participando de una doctrina verdaderamente universal para que en lo sucesivo una sociedad plenamente liberal haga imposibles nuevas revoluciones.

Barreda concluye que esto es posible debido a la correcta interpretación de la historia y la puesta en práctica de las acciones que se derivan de ella.

Leyendo con cuidado la composición de la “Oración cívica” es un documento rico en formas discursivas que permitió a su autor tocar tanto al intelecto como a la imaginación de sus escuchas; por ejemplo, en ella encontramos:

a) exposiciones como las siguientes:

[...] un deber sagrado y apremiante surge para todo aquel que no vea en la historia un conjunto de hechos incoherentes y estrambóticos, propios sólo para preocupar a los novelistas y a los curiosos; una necesidad se hace sentir por todas partes, para todos aquellos que no quieren, que no pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan por ver en ella una ciencia, más difícil sin duda, pero sujeta, como las demás, a las leyes que la dominan y que hacen posible la previsión de los hechos por venir, y la explicación de los que ya han pasado. (Párrafo 1)

Pero si la soberanía popular es contraria al derecho divino de la autoridad regia y al derecho de conquista, la igualdad social es, además, incompatible con los privilegios del clero y del ejército. De suerte que con estos dos axiomas, se encontraba, en lo político, minado desde sus principios el edificio social que España venía a construir. (párrafo 22)

Conciudadanos: hemos recorrido a grandes pasos toda la órbita de la emancipación de México; hemos traído a la memoria todas las luchas y dolorosas crisis porque ha tenido que pasar, desde la que lo separó de España, hasta la que lo emancipó de la tutela extranjera que lo tenía avasallado. Hemos visto que ni una sola de esas luchas, que ni una sola de esas crisis, ha dejado de eliminar alguno de los elementos deletéreos que envenenaban la constitución social. Que el conjunto de esas crisis, dolorosas pero necesarias, ha resultado también, como por un programa que se desarrolla, el conjunto de nuestra plena emancipación y que es una aserción tan malévola como irracional, la de aquellos políticos de mala ley, que demasiado miopes o demasiado perversos, no quieren ver en esas guerras de progreso y de incesante evolución otra cosa que aberraciones criminales o delirios inexplicables. (párrafo 88)

b) Argumentaciones:

Pero no puedo menos de recordar, en pocas palabras, la famosa condenación de Galileo hecha por la Iglesia católica que, fundada en un pasaje revelado, declaró herética e inadmisible la doctrina del movimiento de la Tierra... la doctrina que se les oponía no estaba realmente apoyada en ninguna prueba irrecusable, sino que era hasta entonces una simple hipótesis científica, con la cual la explicación de los fenómenos celestes adquiría una notable sencillez; Galileo no había hecho otra cosa que prohijarla y allanar algunas dificultades de mecánica, que se habían opuesto hasta entonces a su generalización; pero lo repito, ninguna prueba positiva podía darse hasta entonces de la realidad del doble movimiento que se atribuía a la Tierra; la primera prueba matemática de este importante hecho no debía venir sino un siglo después, con el fenómeno de la aberración descubierta por Bradley. (párrafo 12)

Negando a Maximiliano el indulto que solicitó, ha podido creerse por algunos, principalmente de fuera del país, que el gobierno y la nación entera, que unánimemente aprobó su conducta, obraban con mayor severidad de la que su estricto deber exigía; ha podido sostenerse por algunos escritores más brillantes que profundos,32 que México pudo y debió perdonar al archiduque, sin que por esto se comprometiese su tranquilidad, ni se diese mayor aliento al partido vencido. Sin duda, señores, el triunfo ha sido más grandioso y espléndido de lo que era preciso para que toda idea de un nuevo trono erigido en México sea desde luego desechada como una empresa de orates: sin duda, los Gutiérrez Estrada y los Almonte acabaron para siempre su infame papel y no serían ya escuchados aun cuando se propusiesen empezar de nuevo; sin duda el clero y los restos del antiguo ejército están suficientemente desarmados para que la paz pública no tenga mucho que temer de estos irreconciliables pero impotentes enemigos; sin duda el corazón de los mexicanos es bastante grande para que en él pueda caber, sin rebasarlo, el perdón generoso otorgado a un hijo de cien reyes, por más que éste se haya manifestado indigno de esa noble prosapia y se haya prestado a ser, sino el principal autor, por lo menos el principal instrumento de execrables atentados. Pero cuando se trata de autonomía de la nación, de su porvenir y de su independencia, cuando ha llegado el momento de sentar la clave de esa delicada construcción que se elabora desde hace ya 57 años, toda idea que no conduzca al fin deseado debe abandonarse, todo movimiento del corazón que nos desvíe del sendero y nos haga perder nuestro punto de mira, debe sofocarse. (párrafo 78)

c) Descripciones:

En efecto, ¿cómo impedir que la luz que emanaba de las ciencias inferiores penetrase a su vez en las ciencias superiores? ¿Cómo lograr que los mismos para quienes los más sorprendentes fenómenos astronómicos quedaban explicados como una ley de la naturaleza, es decir, con la enunciación de un hecho general, que él mismo no es otra cosa que una propiedad inseparable de la materia, pudiese no tratar de introducir este mismo espíritu de explicaciones positivas en las demás ciencias, y, por consiguiente, en la política? ¿Cómo los encargados de la educación pueden, todavía hoy, llegar a creer que los que han visto encadenar el rayo, que fue por tantos siglos el arma predilecta de los dioses, haciéndolo bajar humilde e impotente al encuentro de una punta metálica elevada en la atmósfera, no hayan de buscar con avidez otros triunfos semejantes en los demás ramos del saber humano? ¿Cómo pudieron no ver que a medida que las explicaciones sobrenaturales, y la intervención humana creciendo en proporción en todas las ciencias, la ciencia de la política iría también emancipándose, cada vez más y más, de la teología? (párrafo 8)

d) Narraciones:

Es inútil insistir aquí sobre la importancia de este espléndido triunfo del espíritu de demostración (la ciencia) sobre el espíritu de autoridad (el dogma); baste saber que desde entonces los papeles se trocaron, y el que antes imperaba sin contradicción y decidía sin réplica, marcha hoy detrás de su rival, recogiendo con una avidez que indica su pobreza, la menor coincidencia que aparece entre ambas doctrinas, sin esperar siquiera a que estén demostradas, para servirse de ella como un pedestal sobre el cual se complace en apoyar su bamboleante edificio.33 Pero lo que sí hace a mi propósito y debo, por lo mismo hacer notar en este punto, es que tal era el estado de emancipación científica en Europa cuando la corporación que se encargó aquí de la instrucción pública por orden del gobierno de España, acometió la titánica empresa de parar el curso de este torrente que sus predecesores no habían podido contener, porque de este loco empeño debía resultar más tarde el cataclismo que, con más cordura, hubiera podido evitarse.

Hay momentos culminantes donde Barreda utiliza digresiones que le permiten ganar simpatía:

Once años de continua lucha y de sufrimientos sin cuento, durante los cuales las cabezas de los insurgentes rodaban por todas partes, y en que para siempre se inmortalizaran los nombres de Morelos, de Allende, de Aldama, de Mina, de Abasolo y tantos otros, dieron por resultado que en 1821, el virtuoso e infatigable Guerrero y el valiente y después mal aconsejado Iturbide, rompieran por fin la cadena que durante tres siglos había hecho de México la esclava de la España. El pabellón tricolor flameó por primera vez en el palacio de los virreyes y la nación entera aplaudió esta transformación, que parecía augurar una paz definitiva. Pero por otra parte, los errores cometidos por los hombres en quienes recayó la dirección de los negocios públicos y, por otra, los elementos poderosos de anarquía y de división que como resto del antiguo régimen quedaban en el seno mismo de la nueva nación, se opusieron y debían fatalmente oponerse, a que tan deseado bien llegase todavía. ¡No se regenera un país, ni se cambian radicalmente sus instituciones y sus hábitos, en el corto espacio de dos lustros! ¡No se acierta del primer golpe con las verdaderas necesidades de una nación que, en medio de la insurrección no había podido aprender sino a pelear y que antes de ella sólo sabía resignarse! ¡No se apagan ni enfrían, luego que tocan la tierra, las ardientes lavas del volcán que acaba de estallar! (párrafo 26)

o despertar animosidad hacia la oposición

Conciudadanos: la palabra traición ha salido involuntariamente de mis labios. Yo habría querido en este día de patrióticas reminiscencias y de cordial ovación, no traer a vuestra memoria otros recuerdos que los muy gratos de los héroes que se sacrificaron por darnos patria y libertad; yo habría querido no evocar en vuestro corazón otros sentimientos que los de gratitud, ni otras pasiones que las del patriotismo y de la abnegación de que supieron darnos ejemplo los grandes hombres que hoy venimos a celebrar; y he visto en estos momentos pintada en vuestros rostros la indignación y he visto salir de vuestros ojos el rayo, que quemando la frente de esos mexicanos degradados, dejar  sobre ella impreso el sello de la infamia y de la execración... (párrafo 31)

Pero al salir de la espantosa crisis suscitada por su criminal error; al tocar afanosos y casi sin aliento la playa de ese piélago embravecido que ha estado a punto de sepultarnos bajo sus olas, no hemos podido menos que volver el rostro atrás para mirar, como Dante, el peligro que nos hemos librado y tomar lecciones en ese triste pasado, que no puede menos que horrorizarnos... (párrafo 32)

o debilitar los argumentos contrarios.

La calumnia y la maledicencia se han apoderado de este hecho, en el que si los Estados Unidos prestaron un servicio a México, también éste se lo hizo a ellos, prolongando la lucha y conservando un gobierno con quien pudiesen mantener relaciones que les permitieran, luego que hubiesen dominado su guerra civil, tomar la iniciativa en una negociación cuyo resultado debía ser: acabar con la influencia europea en América y aumentar la suya propia. (párrafo 58)

La calumnia, digo, se ha apoderado de este hecho queriendo presentarlo como deshonroso para nosotros. Se ha supuesto que fuimos a mendigar la intervención armada de los Estados Unidos y que el gobierno nacional, personificado en Juárez, no buscaba otra cosa sino que el país cambiase de señor. (párrafo 59)

Esta infame calumnia, como las demás de que sin cesar ha sido el blanco México, ha sido desmentida con hechos irrefragables. (párrafo 60)

La “Oración cívica” hoy se presenta como un lugar en el que confluyen un sinnúmero de determinaciones como texto:

De su autor se percibe cierta cultura personal (lecturas médicas “Barreda ha realizado un estudio científico de la historia que lo ha capacitado para ofrecer un diagnóstico de la enfermedad y ofrecer un remedio para la cura definiendo el proceso que habría que seguir para ello), filosóficas (menciona a Comte y Condorcet), literaria (menciona a Dante), científicas (menciona a Bradley y a Galileo), religiosas (menciona a judas, san Pablo), políticas (principios políticos: derecho divino, monárquico y republicano, teocrático; tipos de libertad: de conciencia, de exposición, de discusión; de orden; política; de progreso; religiosa; personajes: Hidalgo, Morelos, Juárez, Napoleón,), historia de la humanidad ( ).

También encontramos alusiones a ciertas experiencias (académicas, bélicas, náuticas, científicas), el uso de cierta lengua (el castellano rico en matices y donde hay acto de presencia de galicismos), cierta cultura de la época (cívica no cortesana, americana y europea; republicana y laica), ciertas circunstancias políticas y sociales, (políticas y de fluencia social: el II imperio, el triunfo republicano, la anarquía que expuso la unidad de la nación y su propia existencia; ciertas tradiciones –celebrar el “grito de Independencia”- pronunciando un discurso apologético.

La “Oración cívica” es un panegírico-diatriba que establece las condiciones y garantías de su fragmentación, su proliferación y su destitución que protege su semiosis originaria y su conservación en la memoria.

La presencia de ciertos mitos (el origen de determinados ritos cívicos como el 16 de septiembre; el origen de preceptos jurídicos las Leyes de Reforma y Constitución de 1857; del origen del Estado mexicano; del Jefe ejemplar: Juárez; de la revolución; del progreso; de la continuidad histórica; de la polarización de las fuerzas del Bien y del Mal; de la reducción del mundo conocido a unas pinceladas; del período de renovación y creación de una nueva Edad de Oro).

Esta trama de mitos establece las condiciones de una escritura que a su vez engendra una “interpretación” acorde al objetivo del discurso. Es realmente extraordinario el esfuerzo de Barreda por sustituir ciertos “modelos” de acción escrituraria íntimamente vinculados con la providencial visión de la historia y que servían de aparato de interpretación preliminar para referir el mundo, por otro nuevo que empieza a sustituirlo: la visión laica de la historia.

Este cambio de acción escrituraria fue fecunda en la forma que los mexicanos han adoptado para vivir. Este modelo de escritura les sirvió para cambiar los fundamentos de interpretación de la realidad, fundamentalmente política. Ello plantea problemas de interpretación ya que la “Oración cívica” cancela y abre al mismo tiempo usos en los modelos de escritura profana. Barreda abre una nueva racionalidad al plantear nuevos objetivos vinculados con la nueva autoridad secular. Las creencias de los mexicanos como sus conductas ya no deberían ser evaluadas en relación a la Biblia o la autoridad religiosa sino conforme a la racionalidad científica y la autoridad civil. Dicha racionalidad debió desconcertar a muchos y derivado de éste una conducta de aceptación o rechazo.

Los mitos

Como lo hemos dicho arriba, varios son los mitos políticos que se amalgaman en la “Oración cívica” barrediana. Como mitologema atiende a héroes (Hidalgo, Allende, Morelos, entre otros), jefes (Juárez), conceptos abstractos (soberanía popular, igualdad de derechos, libertad, orden, progreso, patria, nación, pueblo), y la utopía de la plena emancipación.

Que en lo sucesivo una plena libertad de conciencia, una absoluta libertad de exposición y de discusión, dando espacio a todas las ideas y campo a todas las aspiraciones, deje esparcir la luz por todas partes y haga innecesaria e imposible toda conmoción que no sea puramente espiritual, toda revolución que no sea meramente intelectual. Que el orden material, conservado a todo trance, por los gobernantes y respetado por los gobernados, sea el garante cierto y el modo seguro de caminar siempre por el sendero florido del progreso y de la civilización. (párrafo 94)

el culto a la patria y a los muertos, el culto a las instituciones.

Es con estos cultos que el discurso revela con toda fuerza su modernidad. Si bien hay héroes individuales éstos adquieren sentido como representantes de la personalidad colectiva de una élite -el partido progresista y el Partido Liberal- o del pueblo. Ejemplifiquemos esto. Al hablar Barreda del partido progresista lo hace así:

[...] una necesidad se hace sentir por todas partes, para todos aquellos que no quieren, que no pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan por ver en ella una ciencia, más difícil sin duda, pero sujeta, como las demás, a las leyes que la dominan y que hacen posible la previsión de los hechos por venir, y la explicación de los que ya han pasado. Este deber y esta necesidad, es la de hallar el hilo que pueda servirnos de guía y permitirnos recorrer, sin peligro de extraviarnos, este intrincado dédalo de luchas y resistencias, de avances y de retrogradaciones, que se han sucedido sin tregua en este terrible pero fecundo periodo de nuestra vida nacional: es la de presentar esta serie de hechos, al parecer extraños y excepcionales, como un conjunto compacto y homogéneo, como el desarrollo necesario y fatal de un programa latente, si puedo expresarme así, que nadie había formulado con precisión pero que el buen sentido popular había sabido adivinar con su perspicacia y natural empirismo; es la de hacer ver que durante todo el tiempo en que parecía que navegábamos sin brújula y sin norte, el partido progresista, al través de mil escollos y de inmensas y obstinadas resistencias, ha caminado siempre en buen rumbo, hasta lograr después de la más dolorosa y la más fecunda de nuestras luchas, el grandioso resultado que hoy palpamos, admirados y sorprendidos casi de nuestra propia obra: es, en fin, la de sacar, conforme al consejo de Comte, las grandes lecciones sociales que deben ofrecer a todos esas dolorosas colisiones que la anarquía, que reina actualmente en los espíritus y en las ideas, provoca por todas partes, y que no puede cesar hasta que una doctrina verdaderamente universal reúna todas las inteligencias en una síntesis común. (Párrafo 1)

[...] después de tres siglos, repito, de una situación semejante, imposible parece que súbitamente, y a la voz de un párroco obscuro y sin fortuna, ese pueblo, antes sumiso y aletargado, se hubiese levantado como movido por un resorte, y sin organización y sin armas, sin vestidos y sin recursos, se hubiese puesto frente a frente de un ejército valiente y disciplinado, arrancándole la victoria sin más táctica que la de presentar su pecho desnudo al plomo y al acero de sus terribles adversarios, que antes lo dominaban con la mirada. (párrafo 4)

El mito de la polarización del Bien y del Mal queda de manifiesto en el tratamiento de dos clases de figuras humanas: los héroes y los apátridas.

Los héroes:
Miguel Hidalgo y Costilla: anciano sexagenario; héroe; párroco oscuro y sin fortuna; hombre de genio y de corazón, para decidirse a sacrificar su vida y su reputación; mártir; primera grada de la escala de mártires.
José María Morelos y Pavón: héroe; inmortal.
Vicente Guerrero: héroe; virtuoso e infatigable.
Agustín de Iturbide: héroe; valiente y mal aconsejado; caudillo seducido que cometió un inmenso error que pagó con su vida, y hundió a la nación en la guerra civil.
Ignacio Zaragoza: héroe; Temístocles mexicano, republicano, patriota.
Melchor Ocampo: héroe.
Ignacio María de Allende: inmortal.
Juan Aldama: inmortal.
Francisco Javier Mina: inmortal.
José Mariano Abasolo: inmortal.
José María Arteaga: héroe; inmaculado.
Carlos Salazar: héroe.
Benito Juárez García: benemérito e inmaculado; constante, personificación del gobierno Nacional; adalid.

De entre todos estos personajes destaca el del heroico jefe ejemplar: Juárez.

Los apátridas
Juan Nepomuceno Almonte: infame, orate.
José María Gutiérrez Estrada: infame, orate.
Antonio López de Santa Anna: bandera de todos los descontentos, la esperanza continua de los vencidos, el amago constante de la tranquilidad pública y el pábulo que mantuviese viva la llama secreta de la rebelión.
Leonardo Márquez: la hiena de Tacubaya.

Ellos son los hombres de la traición identificados claro está con la última batalla por la independencia.

Los traidores no son otra cosa que “mexicanos degradados”.

Colofón

En todo este maremagnum de mitos el núcleo central lo encontramos en el mito fundacional del Estado mexicano:

Más hoy esta labor está  concluida, todos los elementos de la reconstrucción social están reunidos; todos los obstáculos se encuentran allanados; todas las fuerzas morales, intelectuales o políticas que deben concurrir con su cooperación, han surgido ya. (párrafo 90)

La base misma de este grandioso edificio está  sentada. Tenemos esas leyes de reforma que nos han puesto en el camino de la civilización, más adelante que ningún otro pueblo. Tenemos una Constitución que ha sido el faro luminoso al que, en medio de este tempestuoso mar de la invasión, se han vuelto todas las miradas y ha servido a la vez de consuelo y de guía a todos los patriotas que luchaban aislados y sin otro centro hacia el cual pudiesen gravitar sus esfuerzos; una constitución que, abriendo la puerta a las innovaciones que la experiencia llegue a demostrar necesarias, hace inútil e imprudente, por no decir criminal, toda tentativa de reforma constitucional por la vía revolucionaria. (párrafo 91)

Hoy la paz y el orden, conservados por algún tiempo, harán por sí solos todo lo que resta. (párrafo 92)

Conciudadanos: que de aquí en adelante sea nuestra divisa: LIBERTAD, ORDEN Y PROGRESO; la libertad como medio; el orden como base y el progreso como fin; triple lema simbolizado en el triple colorido de nuestro hermoso pabellón nacional: de ese pabellón que en 1821 fue, en manos de Guerrero e Iturbide, el emblema santo de nuestra independencia; y que, empuñado por Zaragoza el 5 de mayo de 1862, aseguró el porvenir de América y del mundo, salvando las instituciones republicanas. (párrafo 93)

Dicho futuro es un “referente” que va a dominar nuestro imaginario y es perfecto como nuestros legisladores lo han avizorado en nuestra Constitución y en las Leyes de Reforma. Sólo así se explica lo que algunos sociólogos han marcado como incoherencia entre la realidad jurídica y la verdadera realidad. Y aquí surge el principio laico a la mexicana: divorcio con respecto al poder de la iglesia, maridaje con respecto al poder estatal.

Para persuadir de que la razón le asiste y canalizar la sorpresa hacia la aceptación Barreda se mueve de los planos del “representar” y “designar” hacia la “expresión” que exige de los oyentes “adhesión” y “entusiasmo” frente a la adversidad.

De la “representación” a la “expresividad” es una vía clave del modelo narrativo de Barreda; los modelos se fusionan y confunden y alcanzan los niveles de dramatismo necesario para identificarse con los personajes que han actuado con heroísmo.

Puebla, Pue. Paseo de las Fuentes, 22 de septiembre de 2019


La obra de Raúl Dorra
1. Aquí en este destierro, 1967, Rosario: Biblioteca Popular Constancio.
2. 20 nuevos narradores argentinos, 1971, Antología de Nestor Sánchez. Caracas, Venezuela: Monte Ávila.
3. Sermón sobre la muerte, 1977, México: Universidad Autónoma de Puebla.
4. La pasión, los trabajos y las horas de Damián, 1979, México, D. F.: Premià.
5. La canción de Eleonora, 1981, México, D. F.: Joaquín Mortiz (Serie del Volador).
6. Los extremos del lenguaje en la poesía tradicional española, 1981, México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México (Cuadernos del Seminario de Poética; 5) / Instituto de Investigaciones Filológicas (UNAM) / Seminario de Poética.
7. De la lengua escrita, 1982, México: Universidad Tecnológica de Aguascalientes.
8. La literatura puesta en juego, 1986, México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México.
9. Hablar de literatura, 1989, México: Fondo de Cultura Económica.
10. La hoguera y el viento. José Emilio Pacheco ante la crítica, 1994, Vv aa.
Selección y prólogo de Hugo J. Verani 2458. México: Universidad Nacional Autónoma de México / Era.
11. Profeta sin honra : memoria y olvido en las narraciones evangélicas, 1994, Siglo XXI Editores (Teoría) / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla [BUAP].
12. Conjuntos. Teoría y enfoques literarios recientes, 1996, Vv aa. Edición de Alberto Vital. México, D. F.: Universidad Veracruzana / Universidad Nacional Autónoma de México / Instituto de Investigaciones Filológicas (UNAM) (Ediciones especiales; 4) / Instituto de Investigaciones Literarias y Semiolingüísticas.
13. Entre la voz y la letra, 1997, Puebla, Puebla: Plaza y Valdés / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
14. El cuerpo ausente (Sor Juana y el retrato de Lisarda), 1997, México: El Colegio de México.
15. La tierra del profeta, 1997, México, D. F.: Universidad Autónoma Metropolitana / Dirección de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (Molinos de Viento; 118).
16. Ofelia desvaría, 1999, Córdoba, Argentina: Alción.
17. Cuento y figura: la ficción en México, 1999, Vv aa. Edición, prólogo y notas de Alfredo Pavón. Tlaxcala, Tlaxcala: Instituto Nacional de Bellas Artes / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Universidad Autónoma de Tlaxcala (Serie Destino Arbitrario; 17).
18. La retórica como arte de la mirada, 2002, México, D. F.: Plaza y Valdés / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
19. Con el afán de la página, 2003, Córdoba, Argentina: Alción.
20. Semiótica y estética, 2003, Dorra, Raúl, Filinich, María Isabel. Puebla, Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
21. Alfonso Reyes: perspectivas críticas: ensayos inéditos, 2004, Vv aa. Coordinación de Pol Popovic Karic, Fidel Chávez Pérez, Monterrey, Nuevo León: Plaza y Valdés / Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
22. La casa y el caracol. Para una semiótica del cuerpo, 2005, Puebla, Puebla: Plaza y Valdés / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla / Dirección General de Fomento Editorial [BUAP].
23. José Emilio Pacheco: perspectivas críticas, 2006, Vv aa. Coordinación de Pol Popovic Karic, Fidel Chávez Pérez, México, D. F.: Siglo XXI Editores / Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
24. El problema de los géneros al filo del nuevo siglo: IV Congreso Internacional de Literatura Latinoamericana, 2006, Vv aa. México, D. F.: Universidad Autónoma Metropolitana (Cultura Universitaria. Serie Ensayo).
25. Lecturas del calígrafo, 2011, México, Siglo XXI Editores (La Creación Literaria).
26. ¿Leer está de moda?, 2014, Córdoba Argentina: Alción.

Bibliografía indirecta de Raúl Dorra
1. De la imperfección, 1990, Greimas, Algirdas Julien. Traducción de Raúl Dorra. Puebla, Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla [BUAP].
2. Gloria Gervitz, 1992, Gervitz, Gloria. Selección e introducción de Raúl Dorra. México: Universidad Nacional Autónoma de México / Coordinación de Difusión Cultural [UNAM].
3. La enunciación en el relato literario, 1995, Filinich, María Isabel. Colaboración de Raúl Dorra. México: Universidad Nacional Autónoma de México (Filosofía y Letras).
4. Pierre Jean Jouve, 1996, Jean Jouve, Pierre. Selección, traducción y nota de Raúl Dorra. México: Universidad Nacional Autónoma de México (Material de Lectura. Serie Poesía Moderna; 184) / Coordinación de Difusión Cultural [UNAM].
5. Imaginarios del grotesco: teorías y crítica, 2011, Prólogo de Raúl Dorra. México, D. F.: Universidad Iberoamericana / Juan Pablos Editor / Universidad Autónoma del Estado de Morelos.


1 Plascencia, de la Parra, Enrique, 1991, Independencia y nacionalismo a la luz del discurso conmemorativo (1825-1867), México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 21; y Priego Ojeda, Arturo, 1985, Celebración del grito de Independencia. Recopilación Hemerográfica 1810-1985, México, INEHRM.
2 Plascencia, 1991, 17.
3 José María Morelos , 1813, en Chilpancingo 14 de septiembre. Ver Celebración..., 1985, 16 y 21. De ahora en adelante todas las negritas son de JARM, a menos que se diga otra cosa.
4 Plascencia, 1991, 13.
5 Plascencia, 1991, 24.
6 Juan N. Mateos. “Discurso pronunciado por su autor la noche del 19 de febrero de 1902 en la solemnidad conmemorativa del 83 aniversario del natalicio de D. Gabino Barreda”, Revista Positiva, núm. 15, 1 de marzo de 1902, 67.
7 Agustín Aragón. “El Sr. Dr. D. Gabino Barreda”, Revista Positiva, ts. III (1903) y IV (1904), 155, 396.
8 Juan Palacios. “Un filósofo mexicano”, Revista Positiva, núm.. 31, junio 18 de 1903, 307.
9 Lemoine, 1870, 16, 19, 49, 52, 76.
10 Musacchio, 1990 (1989), t. II.
11 Recuerdos de la inauguración de la estatua erigida en Puebla al Dr. Gabino Barreda, eminente maestro y reformador de la instrucción de la república mexicana: 1903. Puebla, Escuela de Artes y Oficios del Estado; Fuentes, en Barreda, 1992 (1941), vii.
12 Aragón, 1898, 9-11, en Amos, 1969, 27.
13 Escobar, xi y Álvarez, 1978.
14 Diccionario Porrúa..., 1986, t. I; Diccionario Enciclopédico Espasa, 1989 (1978), t. II; y Cordero, 1972. Según éste último esta cátedra la dicto hasta 1863 año en que salió a Querétaro acompañando a Benito Juárez.
15 Escobar, xi.
16 Diccionario Porrúa..., 1986, t. I Porrúa; Diccionario Enciclopédico Espasa, 1989 (1978), t. II.
17 Rosemary Bennett, “Positivism and the Escuela Nacional Preparatoria of Mexico” (M.A. Thesis, University of Texas, Austin, August, 1950), 37, en Amos, 1869, 30. .
18 Juárez, 1973, vol. 6, 483-484.
19 Valverde, Bibliografía...)
20 Versiones:
Además de la utilizada por Barreda existen:
1.- artículo publicado en el núm.. 839 de SDN: 03.05.63. *
3.- En Opúsculos, 1877, 107-117. *
4.- Vertido al francés, en Revue Occidentale... París. *
5.- Revista Positiva, t. I, no. 5, 01.05.1901, 169-200.
6.- Barreda, Gabino: 1992 (1941). Estudios. México, UNAM, 107-118 (no contiene los párrafos 6, 7, 8, 12, 16, 17, 19, 20, 21).
7.- Barreda, Gabino: 1978. La educación positivista en México. México, Porrúa, 5-12. Col. Sepan Cuantos... 335". Tomado de la Revista Positiva.
* Noriega, Alfonso: 1969. Vida y obra del Dr. Gabino Barreda. México, Porrúa, Instituto Mexicano de Cultura (Biblioteca Mexicana, núm.. 41).
21 De este documento existen más de una decena de versiones:
1) La pronunciada por su autor el 16.09.67 en la ciudad de Guanajuato.
2) Barreda, Gabino: 1877. Opúsculos, discusiones y discursos. México, 81-105.
3) Revista Positiva: 1901. t. I, 381-452.
4) Barreda, Gabino: 1992 (1941). Estudios. México, UNAM, 67-104.
5) Gaos, José: 1945. Antología del pensamiento de lengua española en la edad contemporánea. Séneca, Col. “Laberinto”.
6) Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal 1867: 1967. México. UNAM. (con una nota introductoria de Jorge L. Tamayo, incluye El Reglamento a la propia Ley, y la Oración Cívica).
7) Zea, Leopoldo: 1968. Antología de la filosofía americana contemporánea. Pensamiento de América. México, B. Costa-Amic.
8) Villegas, Abelardo: 1972. Positivismo y porfirismo. México, Sepsetentas, 41-75. Reproduce la versión de Estudios.
9) Barreda, Gabino: 1997 (1978). La educación positivista. México, Porrúa, 17-34.
10) Villegas, Abelardo y Gustavo Escobar: 1983. Filosofía española e hispanoamericana contemporánea. Antología. México, Extemporáneos.
11) Gaos, José: 1993 (1945). “Antología del pensamiento de lengua española en la edad contemporánea”, en Obras Completas. México, UNAM, 447-461.
22 Muriel, “Las reformas educativas”, p. 9.
23 Aragón, Essai sur l'histoire, p. 15.
24 Aunque Barreda se dedicó más a enseñar que a escribir, las colecciones más completas de sus obras se encuentran en: Barreda, Estudios, y Gabino Barreda, Opúsculos, discusiones y discursos, coleccionados y publicados por la Asociación Metodófila de Gabino Barreda (México: Imprenta del Comercio de Dublán y Chávez, 1877). En lo sucesivo, citado como: Barreda, Opúsculos, discusiones y discurso.
25 66. Aragón, Essai sur l'histoire, pp. 18-19. Y en Moisés González Navarro, “Los positivistas mexicanos en Francia”, Historia mexicana, tomo IX, núm. 1 (julio-septiembre, 1959), 119-129
26 Castillo, El médico, año 10, núm. 4, p. 60.
27 Ibid.; y en Gaceta médica de México; Periódico de la Academia de Medicina de México, tomo XVI, núm. 6 (15 de marzo de 1881), 100. En lo sucesivo, citado como: Gaceta médica de México.
28 La libertad, México, año IV, núm. 54 (12 de marzo de 1881), p. 2.
29 Gaceta médica de México, tomo XVI, núm. 6, 99, en Amos, 1969, 38.
30 Castillo, El médico, año 10, núm. 4, p. 60.
31 Aragón, 1898, 48, en Amos, 1969, 20.
32 Nota de opúsculos: Víctor Hugo entre otros.
33 El ahínco de los escritores ortodoxos por fundar el Génesis en la geología y la física, puede verse en De Bonald: Moisés y los geólogos. - Marcet de Serres: Cosmogonía de Moisés. - J. Gaume: Catecismo de perseverancia, principalmente en la lección IV.

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