La
verdad del mito.
A
la cacería del imaginario.
In
memoriam del cazador Raúl Dorra (San Pedro de Jujuy, Argentina, 5 de
Septiembre de 1937-Puebla, México, 13 de septiembre de 2019)
José
Antonio Robledo y Meza
Colegio
de Filosofía, FFyL-BUAP
Facultad
de Filosofía y Letras
wa:
2223703233
Hace
152 años en la plaza pública de Guanajuato el poblano Gabino
Barreda Flores Barreda pronunció en septiembre de 1867 la “Oración
cívica”; el documento contiene los aspectos ideales o simbólicos
que permitieron la justificación y legitimación del vigente Estado
nacional mexicano y la acción gubernamental. Es un documento que
amalgama un conjunto de representaciones manifestadas en imágenes,
símbolos y conceptos con un núcleo: el mito fundador del Estado
nacional.
Las
representaciones buscaron apoyo en conceptos o teorías racionalmente
construidos que sirvieron para argumenta a favor de la heroica
fundación del Estado nacional, contando como se llegó a él a
partir de la quiebra del orden Colonial por obra de la crisis
revolucionaria.
Las
representaciones dan cuenta de determinada estructura histórica que
son las que más convienen a la persuasión discursiva.
Las
representaciones construidas por Barreda tienen como trasfondo
acontecimientos históricos los cuales están perfeccionados con
arreglo a un patrón propio, abstraídos de su condicionamiento
histórico hasta darle una realidad intemporal, conectados
persuasivamente, totalizados, o simplificados, alternativa o
conjuntamente.
El
texto de Barreda ofrecen puntos herméticos –su mundo ¿hasta dónde
es el nuestro?- y sugerentes -su mundo es todavía el nuestro,
enigmático y desgarrado-. Esa dualidad es ya un espacio de
inquisición, es ya un objeto de búsquedas; tal vez no un punto de
partida sino esa clase de impresiones que lleva, acaso por
vericuetos, a tratar de precisar cómo se puede investigar. Por
dónde; de todos modos es un indicio: lo que está
fantasmagóricamente lejos y cerca simultáneamente... Lo que si
podemos establecer es que su autor, Gabino Barreda, fue un hombre
dedicado a la escritura.
Es
necesario que los esfuerzos de una lectura actual de la Oración
cívica además de histórica debe ser guiada por la actitud de hacer
un esfuerzo para percibir, desde aquí y ahora, una instancia de
sentido para el discurso. En el fondo el problema central del
análisis está vinculado a la cuestión de cómo un hombre –Barreda-
representó un proceso histórico que se ha alojado en la conciencia
histórica de los mexicanos. No es nuestro interés preguntarnos
sobre la validez o no de la información contenida en el discurso.
Nos interesa explicar de qué manera Barreda articuló con protocolos
lingüísticos su discurso y cómo éste se constituyó en un mapa de
creencias de los mexicanos.
Advierto
que siempre que se sale de cacería se corre el riesgo de volver con
las manos vacías. Espero no sea el caso.
Centraré
la atención en algunos de los mitos contenidos en el discurso
conocido como “Oración cívica” y cuyo autor, Gabino Barreda,
pronunció en Guanajuato el 16 de septiembre de 1867, en la primera
ceremonia que la república realiza para conmemorar la gesta de
Hidalgo y celebrar el triunfo sobre el II Imperio. Tanto la fecha
como el lugar están vinculados al rito político más antiguo
asociado a la construcción del Estado nacional.
La
celebración.
La
fiesta nacional más importante para los mexicanos es la del 16 de
septiembre. Se celebra el inició de un proceso asociado con la
Independencia de México y desde 1811 se han realizado ritualmente
eventos para celebrarlo. Popularmente a la celebración se le conoce
como “el grito”. Brevemente me referiré a la historia de dicha
celebración.1
Ignacio
López Rayón organizó en Zitácuaro la Junta Gubernativa del 16 de
septiembre de 1812, quien extendió un manifiesto con el título de
“Aniversario”, para recordar el Grito de Dolores. Al año
siguiente Ignacio López Rayón dirige una Proclama, en el poblado de
Huichapan, hoy estado de Hidalgo,2
para rendir el primer homenaje a los iniciadores de la Independencia
Nacional. Este mismo año, el 14 de septiembre de 1813, José María
Morelos en su ideario sociopolítico “Sentimientos de la Nación”
-que fue leído ante el Congreso de Chilpancingo-, destaca la
importancia de solemnizar esta fecha: “Que
igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años,
como el día aniversario en que se levantó la voz de la
Independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues ese día fue en
el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus
derechos y empuñó la espada para ser oída; recordando siempre el
mérito del gran héroe, el señor don Miguel Hidalgo y su compañero
don Ignacio Allende.”3
En
1822 el Primer Congreso Mexicano decretó en febrero que el 16 de
septiembre, aniversario del inicio de la Independencia, sería en
adelante una festividad nacional, la cual debía celebrarse con
salvas de artillería, una misa de acción de gracias a la que debían
asistir todas las autoridades y, en agosto del mismo año, bajo el
primer Imperio, el Congreso vuelve a señalar que se celebre el
“glorioso grito de la Independencia en la América del
Septentrión”.
Guadalupe
Victoria es el primer presidente en celebrar el “grito” de manera
oficial en 1825.4
Por tal motivo se organizó una junta patriótica para solemnizar de
forma conveniente el día de la patria. Se celebró una misa en la
Catedral de la ciudad de México, a la cual asistió el presidente de
la República y las más altas autoridades. Se trasladó después de
la diputación hasta un tablado ex
profeso
frente a las puertas de Palacio a un grupo de esclavos que iban a
recibir la libertad y a los huérfanos de los patriotas; acto
seguido, el primer jefe de la nación liberó a estos esclavos y
encomendó a los niños a un maestro acreditado para su educación.
En la noche, los principales edificios se encontraban iluminados
dando marco festivo a los vistosos fuegos artificiales que se
realizaron en la plaza principal. El elemento más importante que
encontramos en éste y en los subsecuentes discursos conmemorativos,
es la unión
de todos los mexicanos como condición para progresar en todos los
ámbitos.5
En
1857 debido a la promulgación de la Constitución y al espíritu de
las Leyes de Reforma se elimina el sentido religioso para darle un
tono completamente laico. En 1864 Maximiliano celebra por primera vez
el grito en Dolores Hidalgo. A las once de la noche, en la casa de
Hidalgo salió al balcón y vitoreó a los héroes de la
Independencia. En el álbum depositado por Juárez en la casa de
Hidalgo, Maximiliano dejó inscrita la siguiente frase: “Un
pueblo que bajo la protección y con la bendición de Dios funda su
Independencia sobre la Libertad y la Ley tiene una sola voluntad, es
invencible y puede elevar su frente con orgullo. Maximiliano”.
Después
de la derrota del II Imperio y la muerte de Maximiliano, el 15 de
septiembre de 1867, Juárez celebra las fiestas en el Teatro
Principal. Se leyó el Acta de Independencia formulada por el
Congreso de Chilpancingo en 1813, y se pronunciaron después los
discursos oficiales. A las once de la noche el presidente vitoreó a
los héroes, a la Independencia y la República, y las bandas y
músicos militares tocaron dianas. Al mismo tiempo, en los otros
teatros de la ciudad y en el Zócalo se realizaron diversos actos,
encabezados por representantes oficiales. Por la noche se prendieron
fuegos pirotécnicos en la Plaza de la República. Al día siguiente
en la ciudad de Guanajuato Barreda leería su discurso.
Mayor información aquí: Historia y Significado del 16 de Septiembre. Las cinco partes.
El
autor
El
autor de este discurso, Gabino Barreda Flores, fue un personaje
controvertido en su época al grado de que se le describía de esta
manera:
¿Quién
era, pues, ese hombre, que amenazaba
prostituir la generación naciente?
ese hombre singular fue el Dr. D. Gabino Barreda... como médico
práctico
aparecía relacionado
en todas las clases de la sociedad,
testigos de su acierto. Numerosos médicos
de todos los partidos lo reconocían como maestro ó compañero.
Educado en el estudio de las ciencias exactas y positivas era también
un práctico muy profundo en el método... A la rectitud
de su juicio iba unido el talento de la palabra. Era filósofo y
el arte que profesaba para vivir le ofreció numerosas oportunidades
para practicar la benevolencia.
Su fortuna adquirida por el trabajo y la exquisita finura de sus
modales, hacía
suponerlo en la clase aristocrática
cercana a la opulencia. A su carruaje penetraban los saludos de
orgullosas damas, de hombres sabios y de vanidosos ministros. Decíase
que algunos príncipes de la Iglesia lo honraban con su amistad ó
con sus visitas. Barreda tenía, en fin, hasta las cualidades
físicas, la gracia varonil, el exterior simpático y hasta los
pormenores con que se rodea la elegancia y que imponen los
iguales el respeto y la admiración y casi el temor en la vanidad
indigente.6
Agustín
Aragón, uno de sus discípulos, lo recordaba así:
Atraía
por la bondad
y afabilidad de sus maneras
y fue siempre grande la popularidad
de su persona. Quizás su cualidad más característica fue su
imparcialidad
singular para juzgar los demás hombres,
pues no obró nunca con prejuicio. Difirió muchas veces de las ideas
de personas que él quería y estimaba y expresó muchas ocasiones su
disentimiento en términos vigorosos, pero nunca ofensivos para sus
adversarios ni para nadie.
Su
alma fue una de las más bellas
que han existido, y la atracción que ejercía en los espíritus que
se le acercaban, era espontánea‚ hija de la espiritual impresión
que causaba el conjunto de su persona. Aunque no era orador y sí
profundo
filósofo y sabio consumado,
había en él al hablar, además del encanto de su persona, la
solemnidad
natural de los grandes
y la solicitud constante por todo lo que tendiese la virtud y por
ende la felicidad de los hombres.7
Un
tercer testimonio –el de Juan Palacios-, lo describe:
Barreda
era un sabio,
y la vez poseía un admirable sentido de la realidad; era el
constructor
que realizaba
con lógica inflexible las concepciones
del filósofo.
Barreda, en fin, sereno,
abnegado, altruista,
pensador, y hombre de acción, era un verdadero
apóstol,
más un apóstol inmaculado,
diáfano
como el cristal y puro como el diamante: los apóstoles de las ideas
religiosas han de ser fanáticos como Pablo, ó alucinados como
Cristo; Barreda,
apóstol de la Ciencia,
era un temperamento
absolutamente equilibrado.8
Un
último reconocimiento, más cercano a nosotros es el de Ernesto
Lemoine quien se expresa de Barreda argumentado:
[Para
1867 Barreda]
disfrutaba de una bien
ganada fama
como médico
clínico
y era muy conocida
su preocupación por los problemas educativos del país [...]
Mente
bien organizada y dominante,
[...]
don
de mando, energía, paciencia, serenidad, pasión por su escuela,
capacidad para sacar recursos casi de la nada, resistencia
física y moral ilimitadas
[...]
espíritu
tolerante y liberal,
y de amplitud
de miras
[...]
Don Gabino,
médico
de carrera, dueño
de un envidiable curriculum,
así por el ejercicio de su profesión como por su labor docente en
la Escuela de medicina, era
famoso,
además, por
su
cultura
enciclopédica
y por la variedad de sus inquietudes intelectivas [...]9
Pero
en fin ¿quién fue este hombre?
Gabino
Eleuterio Juan Nepomuceno Barreda Flores nació en Puebla el 19 de
febrero de 1818. Antes de estudiar medicina realizó estudios de
leyes y de química. En el Establecimiento de Ciencias Médicas (la
Escuela de Medicina) realizó brillantemente sus estudios –siempre
obtenía el primer premio-. Participó en la guerra contra los
Estados Unidos en los servicios de sanidad.10
En 1847 sirvió como cirujano en el “Batallón Independencia”.11
Por sus servicios fue condecorado en
1878 con la medalla de la guerra de México contra los Estados
Unidos.12
Barreda
parte hacia París en 1848 para perfeccionar sus conocimientos en
medicina y regresa a México en 1851. Desde entonces empezó a
ejercer su profesión de médico y a participar activamente en varias
sociedades médicas y científicas. Este mismo año inicia sus
escritos y el 30 de noviembre de 1851, en la casa del doctor Leopoldo
Río de la Loza, Barreda se reúne con un grupo de médicos y fundan
la Academia de Medicina de México. En el año de 1854 inicia su
carrera como docente en la Escuela de Medicina. Dicta las cátedras
de física Médica13
y filosofía médica,14
historia natural, anatomía15
y patología natural.16
Durante los años de 1856-1858 Barreda dirige La
Unión Médica de México,
órgano publicitario de la Academia de Medicina.
El
3 de mayo de 1862 –dos días antes de la famosa batalla de Puebla-,
a la edad de 44 años, Barreda se casa con Adela Díaz Covarrubias
con quien tuvo cuatro hijos: una
mujer y tres hombres: Horacio, Octavio y Ernesto.17
La
vida política de Barreda empieza a ser más evidente con su
casamiento. Así, apenas trascurrida una semana de éste, el
9 de mayo de 1862 Barreda suscribe junto con Francisco Díaz
Covarrubias, José de Jesús Díaz Covarrubias, Antonio Martínez de
Castro y otros 12 miembros del Ayuntamiento de la ciudad de México
un Manifiesto celebrando la victoria del cinco de mayo y exhortando a
la población a guardar la compostura frente a los prisioneros de
guerra, a mostrar que los mexicanos forman “un pueblo
verdaderamente culto y civilizado”.18
En
1863, el 3 de mayo, publica en El
Siglo Diez y Nueve
un artículo titulado “De la Educación Moral” el cual fue leído
en el seno de una sociedad científica19
posiblemente la Academia de Medicina de México.20
Este artículo fue una respuesta a la urgente necesidad de legitimar
nuevas relaciones políticas. Estas nuevas relaciones quedan
perfiladas en este documento en el que se sustituye a la autoridad de
la Iglesia y la religión por las nuevas autoridades seculares.
Es
así como el
16 de septiembre de 1867 Barreda pronuncia en Guanajuato, a petición
del Ayuntamiento, la “Oración cívica” con motivo de la
conmemoración de la Independencia.21
La importancia de este documento está asociada al mitologema
político que permitirá la definición de una nueva legitimidad del
poder político mexicano. A
la semana siguiente de leída la “Oración cívica” Barreda se
traslada a la ciudad
de México para integrarse a la comisión General del Plan de
Estudios de la Instrucción Pública.
En
esta etapa Barreda colabora en sus estudios de la cátedra de
fisiología experimental con Ignacio Alvarado y juntos elaboran el
nuevo plan de estudios de la Escuela Nacional de Medicina,22
que
empezó a regir en 1868, encargándose de la cátedra de patología
general, creada entonces y cubierta por él durante nueve años y la
cual abandonó por la disposición legal que determinó que no se
podía tener dos empleos en instrucción Pública. Entre
los años de 1872 y 1875, Barreda ofreció clases gratuitas de
biología todos los domingos,23
también fue autor de importantes ensayos sobre filosofía, educación
y medicina.24
Como
fundador y primer director de la Escuela Preparatoria, Barreda
realizó un intenso y sostenido trabajo político. El
2 de noviembre del mismo año de 1867 sale a la luz pública la Ley
de Instrucción Pública.
El 24 de diciembre realiza sus primeras intervenciones en la Cámara
de Diputados bajo la presidencia de Ezequiel Montes.
Como
hemos podido ver, Barreda transita por una etapa como médico y
académico que va de 1851 a 1862. En esta etapa pública textos
médicos participa con responsabilidades en la Academia de Medicina
de Mégico, la Unión Médica de México, en la comisión de
hospitales, etc. Después de 1862 sólo publica un trabajo
relacionado con la medicina en 1866. Su casamiento coincide con el
inicio de una participación abiertamente política que durará hasta
1876 año en que polemiza con Sierra y llega al poder el grupo de
Díaz. Durante esta etapa Barreda tiene una intensa actividad
política: es diputado (en 1862 y 1868) es representante del grupo
juarista en eventos como el del 16 de septiembre de 1867. Salen a la
luz diversos documentos jurídicos donde la participación de Barreda
fue tal que muchos autores consideran que es el autor. Tiene también
una considerable participación en la prensa de la época. Su
prestigio le permite seguir participando en distintas instituciones
como academias y sociedades académicas y culturales a las cuales
representa leyendo discursos. Es notable también la energía
invertida para organizar la Escuela Preparatoria. Durante los 10 años
que fungió como director leyó tres informes sobre su gestión
(1869, 1873 y 1877) publica una larga y extraordinaria carta a
Mariano Riva Palacio, dicta conferencias dominicales y después de la
muerte de Juárez, desempeña una fuerte campaña defensiva contra
los que querían anularlo atacando a la Escuela Preparatoria. Es en
esta época en la que Barreda produce más documentos educacionales
intentando legitimar sus reformas educativas.
Con
la fundación de la “Sociedad Metodófila Gabino Barreda”, en
1877, empieza el ocaso de Barreda quien después de ser separado de
la dirección de la Preparatoria el 28 de febrero de 1878, y ser
enviado a Europa como embajador plenipotenciario en abril del mismo
año.
Cuando
Barreda dejó el cargo de Alemania en 1880, viajó a París donde
conoce a Pierre Laffitte, el heredero intelectual de Comte y líder
de los positivistas ortodoxos. Durante su regreso a México Barreda
tenía planeado dar una serie de cursos sobre la Religión del
Hombre, pero la enfermedad que lo llevó a la muerte se lo impidió.25
Pasó sus últimos días recluido en la tranquilidad de su casa de
Tacubaya, donde murió el 10 de marzo de 1881.26
Alberto
Cárdenas, Andrés Almaraz y Luis E. Ruiz estuvieron a cargo de las
pompas fúnebres que se llevaron a cabo en la biblioteca de la
Escuela Nacional Preparatoria.27
El gobierno del presidente Díaz sufragó los gastos del funeral,28
y en la ceremonia se presentaron Justo Sierra representando a la
Escuela Nacional Preparatoria y el doctor Manuel Domingues
representando a la Escuela de Medicina. En las paredes de la
biblioteca habían grandes estandartes con los nombres de las
numerosas organizaciones a las cuales Barreda perteneció: Geografía,
Historia Natural, Liceo Hidalgo, Academia de Medicina, La Sociedad
Metodófila “Gabino Barreda” y las Asociaciones Larrey, Pedro
Escobedo y Andrés del Río.29
Como
parte del funeral, sus amigos colgaron su retrato en la parte
posterior de la biblioteca y colocaron encima de éste las palabras
“Orden y Progreso” con grandes letras doradas, al pie de su
féretro pusieron un volumen abierto de la obra de Comte.30
En
el epitafio de su tumba, en la rotonda de los hombres ilustres, se
lee lo siguiente: “Familia, Patria y Humanidad. Pensar para actuar
y actuar con amor”.31
El
texto. Características de la “Oración cívica”.
El
texto íntegro está compuesto por dos epígrafes y 94 párrafos
con 10,677 palabras. El documento aborda innumerables temas siendo
los dominantes el de la emancipación de México, la caracterización
del periodo de 1810 a 1867, el papel del partido progresista, el
papel de la ciencia en la historia y la política. Incluye también
temas futurológicos entre los que destaca la utopía mexicana de la
plena emancipación. A través de este discurso encontramos
referencias específicas a figuras políticas heroicas (Hidalgo,
Juárez), enemigos (Napoleón III, Maximiliano, Francia), principios
políticos (soberanía, igualdad), partidos políticos (nacional,
liberal, progresista, moderado, conservador, tiranía), fechas
históricas (16 de septiembre de 1810, 27 de septiembre de 1821, 5 de
mayo de 1862), formas de gobierno (república, monarquía), procesos
espirituales (ciencia, filosofía, educación), símbolos patrios (el
pabellón nacional, la Constitución de 1857, las Leyes de Reforma),
autoridades políticas (presidentes, monarcas, Papas), principios (de
demostración, de autoridad), valores (emancipación, libertad,
orden, progreso, paz, patriotismo), disvalores (opresión, anarquía,
traición, crisis) y, lo que aquí sobre todo nos interesa resaltar
mitos; mitos políticos (del jefe ejemplar, del progreso, de la
continuidad histórica y de la revolución, de la polarización de
las fuerzas del Bien y del Mal, de la creación de una nueva Edad de
Oro, y el de los orígenes del Estado mexicano.
El
término oración es sinónimo de discurso y como tal podemos
identificar las tres partes siguientes: una introducción, la
argumentación y las conclusiones.
La
introducción abarca los primeros párrafos donde el autor significa
el evento de conmemoración. Por ejemplo, en el primer párrafo se
lee:
Conciudadanos:
En presencia de la crisis revolucionaria que sacude al país entero
desde la memorable
proclamación
del 16 de septiembre de 1810; a la vista de la inmensa
conflagración
producida por una chispa, al parecer insignificante, lanzada por un
anciano sexagenario en el oscuro pueblo de Dolores;
al considerar que después de haberse conseguido el que parecía fin
único de ese fuego
de renovación
que cundió por todas partes, quiero decir, la
separación de México de la Metrópoli Española,
el incendio ha consumido todavía dos generaciones enteras y aún
humea después de cincuenta y siete años, un deber sagrado y
apremiante surge para todo aquel que no vea en la historia un
conjunto de hechos incoherentes y estrambóticos, propios sólo para
preocupar a los novelistas y a los curiosos; una necesidad se hace
sentir por todas partes, para todos aquellos que no quieren, que no
pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias
providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan
por ver en ella una ciencia, más difícil sin duda, pero sujeta,
como las demás, a las leyes que la dominan y que hacen posible la
previsión
de
los hechos por venir, y la explicación de los que ya han pasado.
Este deber y esta necesidad, es la de hallar el hilo que pueda
servirnos de guía y permitirnos recorrer, sin peligro de
extraviarnos, este intrincado dédalo de luchas y resistencias, de
avances y de retrogradaciones, que se han sucedido sin tregua en este
terrible pero fecundo periodo de nuestra vida nacional: es la de
presentar esta serie de hechos, al parecer extraños y excepcionales,
como un conjunto compacto y homogéneo, como el desarrollo necesario
y fatal de un programa latente, si puedo expresarme así, que nadie
había formulado con precisión pero que el buen sentido popular
había sabido adivinar con su perspicacia y natural empirismo; es la
de hacer ver que durante todo el tiempo en que parecía que
navegábamos sin brújula y sin norte, el partido progresista, al
través de mil escollos y de inmensas y obstinadas resistencias, ha
caminado siempre en buen rumbo, hasta lograr después de la más
dolorosa y la más fecunda de nuestras luchas, el grandioso resultado
que hoy palpamos, admirados y sorprendidos casi de nuestra propia
obra: es, en fin, la de sacar, conforme al consejo de Comte, las
grandes lecciones sociales que deben ofrecer a todos esas dolorosas
colisiones que la anarquía, que reina actualmente en los espíritus
y en las ideas, provoca por todas partes, y que no puede cesar hasta
que una doctrina verdaderamente universal reúna todas las
inteligencias en una síntesis común.
El
planteamiento de la cuestión o la argumentación puede resumirse de
la siguiente manera: al proclamarse la Independencia de México de
España ha continuado una etapa de crisis revolucionaria que es
necesario superar. La manera de hacerlo es participando de una
doctrina verdaderamente universal para que en lo sucesivo una
sociedad plenamente liberal haga imposibles nuevas revoluciones.
Barreda
concluye que esto es posible debido a la correcta interpretación de
la historia y la puesta en práctica de las acciones que se derivan
de ella.
Leyendo
con cuidado la composición de la “Oración cívica” es un
documento rico en formas discursivas que permitió a su autor tocar
tanto al intelecto como a la imaginación de sus escuchas; por
ejemplo, en ella encontramos:
a)
exposiciones como las siguientes:
[...]
un deber sagrado y apremiante surge para todo aquel que no vea en la
historia un conjunto de hechos incoherentes y estrambóticos, propios
sólo para preocupar a los novelistas y a los curiosos; una necesidad
se hace sentir por todas partes, para todos aquellos que no quieren,
que no pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias
providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan
por ver en ella una ciencia, más difícil sin duda, pero sujeta,
como las demás, a las leyes que la dominan y que hacen posible la
previsión de los hechos por venir, y la explicación de los que ya
han pasado. (Párrafo 1)
Pero
si la soberanía popular es contraria al derecho divino de la
autoridad regia y al derecho de conquista, la igualdad social es,
además, incompatible con los privilegios del clero y del ejército.
De suerte que con estos dos axiomas, se encontraba, en lo político,
minado desde sus principios el edificio social que España venía a
construir. (párrafo 22)
Conciudadanos:
hemos recorrido a grandes pasos toda la órbita de la emancipación
de México; hemos traído a la memoria todas las luchas y dolorosas
crisis porque ha tenido que pasar, desde la que lo separó de España,
hasta la que lo emancipó de la tutela extranjera que lo tenía
avasallado. Hemos visto que ni una sola de esas luchas, que ni una
sola de esas crisis, ha dejado de eliminar alguno de los elementos
deletéreos que envenenaban la constitución social. Que el conjunto
de esas crisis, dolorosas pero necesarias, ha resultado también,
como por un programa que se desarrolla, el conjunto de nuestra plena
emancipación y que es una aserción tan malévola como irracional,
la de aquellos políticos de mala ley, que demasiado miopes o
demasiado perversos, no quieren ver en esas guerras de progreso y de
incesante evolución otra cosa que aberraciones criminales o delirios
inexplicables. (párrafo 88)
b)
Argumentaciones:
Pero
no puedo menos de recordar, en pocas palabras, la famosa condenación
de Galileo hecha por la Iglesia católica que, fundada en un pasaje
revelado, declaró herética e inadmisible la doctrina del movimiento
de la Tierra... la doctrina que se les oponía no estaba realmente
apoyada en ninguna prueba irrecusable, sino que era hasta entonces
una simple hipótesis científica, con la cual la explicación de los
fenómenos celestes adquiría una notable sencillez; Galileo no había
hecho otra cosa que prohijarla y allanar algunas dificultades de
mecánica, que se habían opuesto hasta entonces a su generalización;
pero lo repito, ninguna prueba positiva podía darse hasta entonces
de la realidad del doble movimiento que se atribuía a la Tierra; la
primera prueba matemática de este importante hecho no debía venir
sino un siglo después, con el fenómeno de la aberración
descubierta por Bradley. (párrafo 12)
Negando
a Maximiliano el indulto que solicitó, ha podido creerse por
algunos, principalmente de fuera del país, que el gobierno y la
nación entera, que unánimemente aprobó su conducta, obraban con
mayor severidad de la que su estricto deber exigía; ha podido
sostenerse por algunos escritores más brillantes que profundos,32
que México pudo y debió perdonar al archiduque, sin que por esto se
comprometiese su tranquilidad, ni se diese mayor aliento al partido
vencido. Sin duda, señores, el triunfo ha sido más grandioso y
espléndido de lo que era preciso para que toda idea de un nuevo
trono erigido en México sea desde luego desechada como una empresa
de orates: sin duda, los Gutiérrez Estrada y los Almonte acabaron
para siempre su infame papel y no serían ya escuchados aun cuando se
propusiesen empezar de nuevo; sin duda el clero y los restos del
antiguo ejército están suficientemente desarmados para que la paz
pública no tenga mucho que temer de estos irreconciliables pero
impotentes enemigos; sin duda el corazón de los mexicanos es
bastante grande para que en él pueda caber, sin rebasarlo, el perdón
generoso otorgado a un hijo de cien reyes, por más que éste se haya
manifestado indigno de esa noble prosapia y se haya prestado a ser,
sino el principal autor, por lo menos el principal instrumento de
execrables atentados. Pero cuando se trata de autonomía de la
nación, de su porvenir y de su independencia, cuando ha llegado el
momento de sentar la clave de esa delicada construcción que se
elabora desde hace ya 57 años, toda idea que no conduzca al fin
deseado debe abandonarse, todo movimiento del corazón que nos desvíe
del sendero y nos haga perder nuestro punto de mira, debe sofocarse.
(párrafo 78)
c)
Descripciones:
En
efecto, ¿cómo impedir que la luz que emanaba de las ciencias
inferiores penetrase a su vez en las ciencias superiores? ¿Cómo
lograr que los mismos para quienes los más sorprendentes fenómenos
astronómicos quedaban explicados como una ley de la naturaleza, es
decir, con la enunciación de un hecho general, que él mismo no es
otra cosa que una propiedad inseparable de la materia, pudiese no
tratar de introducir este mismo espíritu de explicaciones positivas
en las demás ciencias, y, por consiguiente, en la política? ¿Cómo
los encargados de la educación pueden, todavía hoy, llegar a creer
que los que han visto encadenar el rayo, que fue por tantos siglos el
arma predilecta de los dioses, haciéndolo bajar humilde e impotente
al encuentro de una punta metálica elevada en la atmósfera, no
hayan de buscar con avidez otros triunfos semejantes en los demás
ramos del saber humano? ¿Cómo pudieron no ver que a medida que las
explicaciones sobrenaturales, y la intervención humana creciendo en
proporción en todas las ciencias, la ciencia de la política iría
también emancipándose, cada vez más y más, de la teología?
(párrafo 8)
d)
Narraciones:
Es
inútil insistir aquí sobre la importancia de este espléndido
triunfo del espíritu de demostración (la ciencia) sobre el espíritu
de autoridad (el dogma); baste saber que desde entonces los papeles
se trocaron, y el que antes imperaba sin contradicción y decidía
sin réplica, marcha hoy detrás de su rival, recogiendo con una
avidez que indica su pobreza, la menor coincidencia que aparece
entre ambas doctrinas, sin esperar siquiera a que estén demostradas,
para servirse de ella como un pedestal sobre el cual se complace en
apoyar su bamboleante edificio.33
Pero lo que sí hace a mi propósito y debo, por lo mismo hacer notar
en este punto, es que tal era el estado de emancipación científica
en Europa cuando la corporación que se encargó aquí de la
instrucción pública por orden del gobierno de España, acometió la
titánica empresa de parar el curso de este torrente que sus
predecesores no habían podido contener, porque de este loco empeño
debía resultar más tarde el cataclismo que, con más cordura,
hubiera podido evitarse.
Hay
momentos culminantes donde Barreda utiliza digresiones que le
permiten ganar simpatía:
Once
años de continua lucha y de sufrimientos sin cuento, durante los
cuales las cabezas de los insurgentes rodaban por todas partes, y en
que para siempre se inmortalizaran los nombres de Morelos, de
Allende, de Aldama, de Mina, de Abasolo y tantos otros, dieron por
resultado que en 1821, el virtuoso e infatigable Guerrero y el
valiente y después mal aconsejado Iturbide, rompieran por fin la
cadena que durante tres siglos había hecho de México la esclava de
la España. El pabellón tricolor flameó por primera vez en el
palacio de los virreyes y la nación entera aplaudió esta
transformación, que parecía augurar una paz definitiva. Pero por
otra parte, los errores cometidos por los hombres en quienes recayó
la dirección de los negocios públicos y, por otra, los elementos
poderosos de anarquía y de división que como resto del antiguo
régimen quedaban en el seno mismo de la nueva nación, se opusieron
y debían fatalmente oponerse, a que tan deseado bien llegase
todavía. ¡No se regenera un país, ni se cambian radicalmente sus
instituciones y sus hábitos, en el corto espacio de dos lustros! ¡No
se acierta del primer golpe con las verdaderas necesidades de una
nación que, en medio de la insurrección no había podido aprender
sino a pelear y que antes de ella sólo sabía resignarse! ¡No se
apagan ni enfrían, luego que tocan la tierra, las ardientes lavas
del volcán que acaba de estallar! (párrafo 26)
o
despertar animosidad hacia la oposición
Conciudadanos:
la palabra traición ha salido involuntariamente de mis labios. Yo
habría querido en este día de patrióticas reminiscencias y de
cordial ovación, no traer a vuestra memoria otros recuerdos que los
muy gratos de los héroes que se sacrificaron por darnos patria y
libertad; yo habría querido no evocar en vuestro corazón otros
sentimientos que los de gratitud, ni otras pasiones que las del
patriotismo y de la abnegación de que supieron darnos ejemplo los
grandes hombres que hoy venimos a celebrar; y he visto en estos
momentos pintada en vuestros rostros la indignación y he visto salir
de vuestros ojos el rayo, que quemando la frente de esos mexicanos
degradados, dejar sobre ella impreso el sello de la infamia y
de la execración... (párrafo 31)
Pero
al salir de la espantosa crisis suscitada por su criminal error; al
tocar afanosos y casi sin aliento la playa de ese piélago
embravecido que ha estado a punto de sepultarnos bajo sus olas, no
hemos podido menos que volver el rostro atrás para mirar, como
Dante, el peligro que nos hemos librado y tomar lecciones en ese
triste pasado, que no puede menos que horrorizarnos... (párrafo 32)
o
debilitar los argumentos contrarios.
La
calumnia y la maledicencia se han apoderado de este hecho, en el que
si los Estados Unidos prestaron un servicio a México, también éste
se lo hizo a ellos, prolongando la lucha y conservando un gobierno
con quien pudiesen mantener relaciones que les permitieran, luego que
hubiesen dominado su guerra civil, tomar la iniciativa en una
negociación cuyo resultado debía ser: acabar con la influencia
europea en América y aumentar la suya propia. (párrafo 58)
La
calumnia, digo, se ha apoderado de este hecho queriendo presentarlo
como deshonroso para nosotros. Se ha supuesto que fuimos a mendigar
la intervención armada de los Estados Unidos y que el gobierno
nacional, personificado en Juárez, no buscaba otra cosa sino que el
país cambiase de señor. (párrafo 59)
Esta
infame calumnia, como las demás de que sin cesar ha sido el blanco
México, ha sido desmentida con hechos irrefragables.
(párrafo 60)
La
“Oración cívica” hoy se presenta como un lugar en el que
confluyen un sinnúmero de determinaciones como texto:
De
su autor se percibe cierta cultura personal (lecturas médicas
“Barreda ha realizado un estudio científico de la historia que lo
ha capacitado para ofrecer un diagnóstico de la enfermedad y ofrecer
un remedio para la cura definiendo el proceso que habría que seguir
para ello), filosóficas (menciona a Comte y Condorcet), literaria
(menciona a Dante), científicas (menciona a Bradley y a Galileo),
religiosas (menciona a judas, san Pablo), políticas (principios
políticos: derecho divino, monárquico y republicano, teocrático;
tipos de libertad: de conciencia, de exposición, de discusión; de
orden; política; de progreso; religiosa; personajes: Hidalgo,
Morelos, Juárez, Napoleón,), historia de la humanidad ( ).
También
encontramos alusiones a ciertas experiencias (académicas, bélicas,
náuticas, científicas), el uso de cierta lengua (el castellano rico
en matices y donde hay acto de presencia de galicismos), cierta
cultura de la época (cívica no cortesana, americana y europea;
republicana y laica), ciertas circunstancias políticas y sociales,
(políticas y de fluencia social: el II imperio, el triunfo
republicano, la anarquía que expuso la unidad de la nación y su
propia existencia; ciertas tradiciones –celebrar el “grito de
Independencia”- pronunciando un discurso apologético.
La
“Oración cívica” es un panegírico-diatriba que establece las
condiciones y garantías de su fragmentación, su proliferación y su
destitución que protege su semiosis originaria y su conservación en
la memoria.
La
presencia de ciertos mitos (el origen de determinados ritos cívicos
como el 16 de septiembre; el origen de preceptos jurídicos las Leyes
de Reforma y Constitución de 1857; del origen del Estado mexicano;
del Jefe ejemplar: Juárez; de la revolución; del progreso; de la
continuidad histórica; de la polarización de las fuerzas del Bien y
del Mal; de la reducción del mundo conocido a unas pinceladas; del
período de renovación y creación de una nueva Edad de Oro).
Esta
trama de mitos establece las condiciones de una escritura que a su
vez engendra una “interpretación” acorde al objetivo del
discurso. Es realmente extraordinario el esfuerzo de Barreda por
sustituir ciertos “modelos” de acción escrituraria íntimamente
vinculados con la providencial visión de la historia y que servían
de aparato de interpretación preliminar para referir el mundo, por
otro nuevo que empieza a sustituirlo: la visión laica de la
historia.
Este
cambio de acción escrituraria fue fecunda en la forma que los
mexicanos han adoptado para vivir. Este modelo de escritura les
sirvió para cambiar los fundamentos de interpretación de la
realidad, fundamentalmente política. Ello plantea problemas de
interpretación ya que la “Oración cívica” cancela y abre al
mismo tiempo usos en los modelos de escritura profana. Barreda abre
una nueva racionalidad al plantear nuevos objetivos vinculados con la
nueva autoridad secular. Las creencias de los mexicanos como sus
conductas ya no deberían ser evaluadas en relación a la Biblia o la
autoridad religiosa sino conforme a la racionalidad científica y la
autoridad civil. Dicha racionalidad debió desconcertar a muchos y
derivado de éste una conducta de aceptación o rechazo.
Los
mitos
Como
lo hemos dicho arriba, varios son los mitos políticos que se
amalgaman en la “Oración cívica” barrediana. Como mitologema
atiende a héroes (Hidalgo, Allende, Morelos, entre otros), jefes
(Juárez), conceptos abstractos (soberanía popular, igualdad de
derechos, libertad, orden, progreso, patria, nación, pueblo), y la
utopía de la plena emancipación.
Que
en lo sucesivo una plena libertad de conciencia, una absoluta
libertad de exposición y de discusión, dando espacio a todas las
ideas y campo a todas las aspiraciones, deje esparcir la luz por
todas partes y haga innecesaria e imposible toda conmoción que no
sea puramente espiritual, toda revolución que no sea meramente
intelectual. Que el orden material, conservado a todo trance, por los
gobernantes y respetado por los gobernados, sea el garante cierto y
el modo seguro de caminar siempre por el sendero florido del progreso
y de la civilización. (párrafo 94)
el
culto a la patria y a los muertos, el culto a las instituciones.
Es
con estos cultos que el discurso revela con toda fuerza su
modernidad. Si bien hay héroes individuales éstos adquieren sentido
como representantes de la personalidad colectiva de una élite -el
partido progresista y el Partido Liberal- o del pueblo.
Ejemplifiquemos esto. Al hablar Barreda del partido progresista lo
hace así:
[...]
una necesidad se hace sentir por todas partes, para todos aquellos
que no quieren, que no pueden dejar la historia entregada al capricho
de influencias providenciales, ni al azar de fortuitos accidentes,
sino que trabajan por ver en ella una ciencia, más difícil sin
duda, pero sujeta, como las demás, a las leyes que la dominan y que
hacen posible la previsión
de
los hechos por venir, y la explicación de los que ya han pasado.
Este deber y esta necesidad, es la de hallar el hilo que pueda
servirnos de guía y permitirnos recorrer, sin peligro de
extraviarnos, este intrincado dédalo de luchas y resistencias, de
avances y de retrogradaciones, que se han sucedido sin tregua en este
terrible pero fecundo periodo de nuestra vida nacional: es la de
presentar esta serie de hechos, al parecer extraños y excepcionales,
como un conjunto compacto y homogéneo, como el desarrollo necesario
y fatal de un programa latente, si puedo expresarme así, que nadie
había formulado con precisión pero que el
buen sentido popular
había sabido adivinar con su perspicacia y natural empirismo; es la
de hacer ver que durante todo el tiempo en que parecía que
navegábamos sin brújula y sin norte, el partido
progresista,
al través de mil escollos y de inmensas y obstinadas resistencias,
ha caminado siempre en buen rumbo, hasta lograr después de la más
dolorosa y la más fecunda de nuestras luchas, el grandioso resultado
que hoy palpamos, admirados y sorprendidos casi de nuestra propia
obra: es, en fin, la de sacar, conforme al consejo de Comte, las
grandes lecciones sociales que deben ofrecer a todos esas dolorosas
colisiones que la anarquía, que reina actualmente en los espíritus
y en las ideas, provoca por todas partes, y que no puede cesar hasta
que una doctrina verdaderamente universal reúna todas las
inteligencias en una síntesis común. (Párrafo 1)
[...]
después de tres siglos, repito, de una situación semejante,
imposible parece que súbitamente, y a la voz de un párroco obscuro
y sin fortuna, ese pueblo,
antes sumiso y aletargado, se hubiese levantado como movido por un
resorte, y sin organización y sin armas, sin vestidos y sin
recursos, se hubiese puesto frente a frente de un ejército valiente
y disciplinado, arrancándole la victoria sin más táctica que la de
presentar su pecho desnudo al plomo y al acero de sus terribles
adversarios, que antes lo dominaban con la mirada. (párrafo 4)
El
mito de la polarización del Bien y del Mal queda de manifiesto en el
tratamiento de dos clases de figuras humanas: los héroes y los
apátridas.
Los
héroes:
Miguel
Hidalgo y Costilla: anciano sexagenario; héroe; párroco oscuro y
sin fortuna; hombre de genio y de corazón, para decidirse a
sacrificar su vida y su reputación; mártir; primera grada de la
escala de mártires.
José
María Morelos y Pavón: héroe; inmortal.
Vicente
Guerrero: héroe; virtuoso e infatigable.
Agustín
de Iturbide: héroe; valiente y mal aconsejado; caudillo seducido que
cometió un inmenso error que pagó con su vida, y hundió a la
nación en la guerra civil.
Ignacio
Zaragoza: héroe; Temístocles mexicano, republicano, patriota.
Melchor
Ocampo: héroe.
Ignacio
María de Allende: inmortal.
Juan
Aldama: inmortal.
Francisco
Javier Mina: inmortal.
José
Mariano Abasolo: inmortal.
José
María Arteaga: héroe; inmaculado.
Carlos
Salazar: héroe.
Benito
Juárez García: benemérito e inmaculado; constante, personificación
del gobierno Nacional; adalid.
De
entre todos estos personajes destaca el del heroico jefe ejemplar:
Juárez.
Los
apátridas
Juan
Nepomuceno Almonte: infame, orate.
José
María Gutiérrez Estrada: infame, orate.
Antonio
López de Santa Anna: bandera de todos los descontentos, la esperanza
continua de los vencidos, el amago constante de la tranquilidad
pública y el pábulo que mantuviese viva la llama secreta de la
rebelión.
Leonardo
Márquez: la hiena de Tacubaya.
Ellos
son los hombres de la traición identificados claro está con la
última batalla por la independencia.
Los
traidores no son otra cosa que “mexicanos
degradados”.
Colofón
En
todo este maremagnum de mitos el núcleo central lo encontramos en el
mito fundacional del Estado mexicano:
Más
hoy esta labor está concluida, todos los elementos de la
reconstrucción social están reunidos; todos los obstáculos se
encuentran allanados; todas las fuerzas morales, intelectuales o
políticas que deben concurrir con su cooperación, han surgido ya.
(párrafo 90)
La
base misma de este grandioso edificio está sentada. Tenemos
esas leyes de reforma que nos han puesto en el camino de la
civilización, más adelante que ningún otro pueblo. Tenemos una
Constitución que ha sido el faro luminoso al que, en medio de este
tempestuoso mar de la invasión, se han vuelto todas las miradas y ha
servido a la vez de consuelo y de guía a todos los patriotas que
luchaban aislados y sin otro centro hacia el cual pudiesen gravitar
sus esfuerzos; una constitución que, abriendo la puerta a las
innovaciones que la experiencia llegue a demostrar necesarias, hace
inútil e imprudente, por no decir criminal, toda tentativa de
reforma constitucional por la vía revolucionaria. (párrafo 91)
Hoy
la paz y el orden, conservados por algún tiempo, harán por sí
solos todo lo que resta. (párrafo 92)
Conciudadanos:
que de aquí en adelante sea nuestra divisa: LIBERTAD, ORDEN Y
PROGRESO; la libertad como medio; el orden como base y el progreso
como fin; triple lema simbolizado en el triple colorido de nuestro
hermoso pabellón nacional: de ese pabellón que en 1821 fue, en
manos de Guerrero e Iturbide, el emblema santo de nuestra
independencia; y que, empuñado por Zaragoza el 5 de mayo de 1862,
aseguró el porvenir de América y del mundo, salvando las
instituciones republicanas. (párrafo 93)
Dicho
futuro es un “referente” que va a dominar nuestro imaginario y es
perfecto como nuestros legisladores lo han avizorado en nuestra
Constitución y en las Leyes de Reforma. Sólo así se explica lo que
algunos sociólogos han marcado como incoherencia entre la realidad
jurídica y la verdadera realidad. Y aquí surge el principio laico a
la mexicana: divorcio con respecto al poder de la iglesia, maridaje
con respecto al poder estatal.
Para
persuadir de que la razón le asiste y canalizar la sorpresa hacia la
aceptación Barreda se mueve de los planos del “representar” y
“designar” hacia la “expresión” que exige de los oyentes
“adhesión” y “entusiasmo” frente a la adversidad.
De
la “representación” a la “expresividad” es una vía clave
del modelo narrativo de Barreda; los modelos se fusionan y confunden
y alcanzan los niveles de dramatismo necesario para identificarse con
los personajes que han actuado con heroísmo.
Puebla,
Pue. Paseo de las Fuentes, 22 de septiembre de 2019
La
obra de Raúl Dorra
1.
Aquí en este destierro,
1967, Rosario: Biblioteca Popular Constancio.
2.
20 nuevos narradores argentinos,
1971, Antología de Nestor Sánchez. Caracas, Venezuela:
Monte Ávila.
3.
Sermón sobre la muerte,
1977, México: Universidad Autónoma de Puebla.
4.
La pasión, los trabajos y las horas de Damián,
1979, México, D. F.: Premià.
5.
La canción de Eleonora,
1981, México, D. F.: Joaquín Mortiz (Serie del Volador).
6.
Los extremos del lenguaje en la poesía tradicional española,
1981, México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México
(Cuadernos del Seminario de Poética; 5) / Instituto de
Investigaciones Filológicas (UNAM) / Seminario de Poética.
7.
De la lengua escrita,
1982, México: Universidad Tecnológica de Aguascalientes.
8.
La literatura puesta en juego,
1986, México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México.
9.
Hablar de literatura,
1989, México: Fondo de Cultura Económica.
10.
La hoguera y el viento. José Emilio Pacheco ante la crítica,
1994, Vv
aa.
11.
Profeta sin honra : memoria y olvido en las narraciones evangélicas,
1994, Siglo XXI Editores (Teoría) / Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla [BUAP].
12.
Conjuntos. Teoría y enfoques literarios recientes,
1996, Vv
aa.
Edición
de Alberto
Vital. México,
D. F.: Universidad Veracruzana / Universidad Nacional Autónoma de
México / Instituto de Investigaciones Filológicas (UNAM) (Ediciones
especiales; 4) / Instituto de Investigaciones Literarias y
Semiolingüísticas.
13.
Entre la voz y la letra,
1997, Puebla, Puebla: Plaza y Valdés / Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla.
14.
El cuerpo ausente (Sor Juana y el retrato de Lisarda),
1997, México: El Colegio de México.
15.
La tierra del profeta,
1997, México, D. F.: Universidad Autónoma Metropolitana / Dirección
de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana
(Molinos de Viento; 118).
16.
Ofelia desvaría,
1999, Córdoba, Argentina: Alción.
17.
Cuento y figura: la ficción en México,
1999, Vv
aa. Edición,
prólogo y notas de Alfredo Pavón. Tlaxcala, Tlaxcala:
Instituto Nacional de Bellas Artes / Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes / Universidad Autónoma de Tlaxcala (Serie Destino
Arbitrario; 17).
18.
La retórica como arte de la mirada,
2002, México, D. F.: Plaza y Valdés / Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla.
19.
Con el afán de la página,
2003, Córdoba, Argentina: Alción.
20.
Semiótica y estética,
2003, Dorra,
Raúl, Filinich, María Isabel.
Puebla,
Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
21.
Alfonso Reyes: perspectivas críticas: ensayos inéditos,
2004, Vv
aa. Coordinación
de Pol Popovic Karic, Fidel Chávez Pérez, Monterrey,
Nuevo León: Plaza y Valdés / Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey.
22.
La casa y el caracol. Para una semiótica del cuerpo,
2005, Puebla, Puebla: Plaza y Valdés / Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla / Dirección General de Fomento Editorial [BUAP].
23.
José Emilio Pacheco: perspectivas críticas,
2006, Vv
aa. Coordinación
de Pol Popovic Karic, Fidel Chávez Pérez, México,
D. F.: Siglo XXI Editores / Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey.
24.
El problema de los géneros al filo del nuevo siglo: IV Congreso
Internacional de Literatura Latinoamericana,
2006, Vv
aa. México,
D. F.: Universidad Autónoma Metropolitana (Cultura Universitaria.
Serie Ensayo).
25.
Lecturas del calígrafo,
2011, México, Siglo XXI Editores (La Creación Literaria).
26.
¿Leer está de moda?,
2014, Córdoba Argentina: Alción.
Bibliografía
indirecta de Raúl Dorra
1.
De la imperfección,
1990, Greimas,
Algirdas Julien.
Traducción
de Raúl Dorra. Puebla, Puebla: Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla [BUAP].
2.
Gloria Gervitz,
1992, Gervitz,
Gloria.
Selección
e introducción de Raúl Dorra. México: Universidad Nacional
Autónoma de México / Coordinación de Difusión Cultural [UNAM].
3.
La enunciación en el relato literario,
1995, Filinich,
María Isabel.
Colaboración
de Raúl Dorra. México: Universidad Nacional Autónoma de
México (Filosofía y Letras).
4.
Pierre Jean Jouve,
1996, Jean
Jouve, Pierre.
Selección,
traducción y nota de Raúl Dorra. México: Universidad
Nacional Autónoma de México (Material de Lectura. Serie Poesía
Moderna; 184) / Coordinación de Difusión Cultural [UNAM].
5.
Imaginarios del grotesco: teorías y crítica,
2011, Prólogo de Raúl Dorra. México, D. F.: Universidad
Iberoamericana / Juan Pablos Editor / Universidad Autónoma del
Estado de Morelos.
1
Plascencia, de la Parra, Enrique, 1991, Independencia
y nacionalismo a la luz del discurso conmemorativo
(1825-1867),
México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 21; y Priego
Ojeda, Arturo, 1985, Celebración
del grito de Independencia. Recopilación Hemerográfica 1810-1985,
México, INEHRM.
2
Plascencia, 1991, 17.
3
José María Morelos , 1813, en Chilpancingo 14 de septiembre. Ver
Celebración...,
1985, 16 y 21. De ahora en adelante todas las negritas son de JARM,
a menos que se diga otra cosa.
4
Plascencia, 1991, 13.
5
Plascencia, 1991, 24.
6
Juan
N. Mateos. “Discurso pronunciado por su autor la noche del 19 de
febrero de 1902 en la solemnidad conmemorativa del 83 aniversario
del natalicio de D. Gabino Barreda”, Revista
Positiva,
núm. 15, 1 de marzo de 1902, 67.
7
Agustín Aragón. “El Sr. Dr. D. Gabino Barreda”, Revista
Positiva,
ts. III (1903) y IV (1904), 155, 396.
8
Juan Palacios. “Un filósofo mexicano”, Revista
Positiva,
núm.. 31, junio 18 de 1903, 307.
9
Lemoine,
1870, 16, 19, 49, 52, 76.
10
Musacchio,
1990 (1989), t. II.
11
Recuerdos
de la inauguración de la estatua erigida en Puebla al Dr. Gabino
Barreda, eminente maestro y reformador de la instrucción de la
república mexicana:
1903.
Puebla,
Escuela de Artes y Oficios del Estado; Fuentes, en Barreda, 1992
(1941), vii.
12
Aragón, 1898, 9-11, en Amos, 1969, 27.
13
Escobar, xi y Álvarez, 1978.
14
Diccionario
Porrúa...,
1986, t. I; Diccionario
Enciclopédico Espasa,
1989 (1978), t. II; y Cordero, 1972. Según éste último esta
cátedra la dicto hasta 1863 año en que salió a Querétaro
acompañando a Benito Juárez.
15
Escobar,
xi.
16
Diccionario
Porrúa...,
1986, t. I Porrúa; Diccionario
Enciclopédico Espasa,
1989 (1978), t. II.
17
Rosemary Bennett, “Positivism and the Escuela Nacional
Preparatoria of Mexico” (M.A. Thesis, University of Texas, Austin,
August, 1950), 37, en Amos, 1869, 30. .
18
Juárez,
1973, vol. 6, 483-484.
19
Valverde,
Bibliografía...)
20
Versiones:
Además
de la utilizada por Barreda existen:
1.-
artículo publicado en el núm.. 839 de SDN: 03.05.63. *
3.-
En Opúsculos,
1877, 107-117. *
4.-
Vertido al francés, en Revue
Occidentale...
París. *
5.-
Revista
Positiva,
t. I, no. 5, 01.05.1901, 169-200.
6.-
Barreda, Gabino: 1992 (1941). Estudios.
México, UNAM, 107-118 (no contiene los párrafos 6, 7, 8, 12, 16,
17, 19, 20, 21).
7.-
Barreda, Gabino: 1978. La
educación positivista en México.
México, Porrúa, 5-12. Col. Sepan Cuantos... 335". Tomado de
la Revista
Positiva.
*
Noriega, Alfonso: 1969. Vida
y obra del Dr. Gabino Barreda.
México, Porrúa, Instituto Mexicano de Cultura (Biblioteca
Mexicana, núm.. 41).
21
De este documento existen más de una decena de versiones:
1)
La pronunciada por su autor el 16.09.67 en la ciudad de Guanajuato.
2)
Barreda, Gabino: 1877. Opúsculos,
discusiones y discursos.
México, 81-105.
3)
Revista
Positiva:
1901. t. I, 381-452.
4)
Barreda, Gabino: 1992 (1941). Estudios.
México, UNAM, 67-104.
5)
Gaos, José: 1945. Antología
del pensamiento de lengua española en la edad contemporánea.
Séneca, Col. “Laberinto”.
6)
Ley
Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal 1867:
1967. México. UNAM. (con una nota introductoria de Jorge L. Tamayo,
incluye El Reglamento a la propia Ley, y la Oración Cívica).
7)
Zea, Leopoldo: 1968. Antología
de la filosofía americana contemporánea.
Pensamiento de América. México, B. Costa-Amic.
8)
Villegas, Abelardo: 1972. Positivismo
y porfirismo.
México, Sepsetentas, 41-75. Reproduce la versión de Estudios.
9)
Barreda, Gabino: 1997 (1978). La
educación positivista.
México, Porrúa, 17-34.
10)
Villegas, Abelardo y Gustavo Escobar: 1983. Filosofía
española e hispanoamericana contemporánea. Antología.
México, Extemporáneos.
11)
Gaos, José: 1993 (1945). “Antología del pensamiento de lengua
española en la edad contemporánea”, en Obras
Completas.
México, UNAM, 447-461.
22
Muriel, “Las reformas educativas”, p. 9.
23
Aragón, Essai
sur l'histoire,
p. 15.
24
Aunque Barreda se dedicó más a enseñar que a escribir, las
colecciones más completas de sus obras se encuentran en: Barreda,
Estudios,
y Gabino Barreda, Opúsculos,
discusiones y discursos,
coleccionados y publicados por la Asociación Metodófila de Gabino
Barreda (México: Imprenta del Comercio de Dublán y Chávez, 1877).
En lo sucesivo, citado como: Barreda, Opúsculos,
discusiones y discurso.
25
66. Aragón, Essai
sur l'histoire,
pp. 18-19. Y en Moisés González Navarro, “Los positivistas
mexicanos en Francia”, Historia
mexicana,
tomo IX, núm. 1 (julio-septiembre, 1959), 119-129
26
Castillo, El
médico,
año 10, núm. 4, p. 60.
27
Ibid.;
y en Gaceta
médica de México;
Periódico de la Academia de Medicina de México, tomo XVI, núm. 6
(15 de marzo de 1881), 100. En lo sucesivo, citado como: Gaceta
médica de México.
28
La
libertad,
México, año IV, núm. 54 (12 de marzo de 1881), p. 2.
29
Gaceta
médica de México,
tomo XVI, núm. 6, 99, en Amos, 1969, 38.
30
Castillo, El
médico,
año 10, núm. 4, p. 60.
31
Aragón,
1898, 48, en Amos, 1969, 20.
32
Nota de opúsculos: Víctor Hugo entre otros.
33
El ahínco de los escritores ortodoxos por fundar el Génesis en la
geología y la física, puede verse en De Bonald: Moisés y los
geólogos. - Marcet de Serres: Cosmogonía de Moisés. -
J. Gaume: Catecismo de perseverancia, principalmente en la
lección IV.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario