José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
WA: 2223703233
Mural de Arturo García Bustos en las
escalinatas del Palacio de Gobierno de Oaxaca
En 1871 Juárez celebró
las fiestas en el Teatro Nacional de la ciudad de México. Las ceremonias se
realizaron como venía haciéndose años antes: después de escucharse discursos y
poesías, así como algunas piezas de música y canto, el presidente a las once de
la noche vitoreó la Independencia, retirándose ante los acordes del Himno
Nacional. Las bandas de música recorrieron las calles tocando el himno hasta la
Plaza de la Constitución, en donde se quemaron fuegos artificiales.
Detalle del mural de José Clemente
Orozco, Juárez, el clero y los imperialistas, ubicado en el Museo Nacional de
Historia - Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Escucha la quinta parte de la obra de teatro Coatl
y Cuatli de Felipe Galván.
En 1887 Porfirio Díaz trajo
a la ciudad de México la campana de Dolores y en Palacio Nacional se convirtió
en el primer presidente en tocarla. Convocó a que el 15 por la noche se celebrara
la Gran Fiesta Nacional, día de su cumpleaños.
En 1910 Con Porfirio
Díaz se realizan la fiesta con mayor fastuosidad y pomposidad de la historia y
en1912 con Francisco I. Madero la celebración vuelve a tener la sencillez
original.
En 1940 Lázaro Cárdenas
del Río encabeza la ceremonia en Dolores Hidalgo.
En 1960 Adolfo López
Mateos ordenó la construcción de 31 réplicas idénticas a la campana original,
las cuales se hacen tañer en todas las capitales de la República Mexicana cada
15 de septiembre.
Detalle del mural de Diego Rivera “Sueño de
una tarde dominical en la Alameda Central”
Barreda y el 16 de septiembre
El día 16 de septiembre
de 1867 en la ciudad de Guanajuato un personaje de primera importancia en
nuestra historia, aunque un poco olvidado, y líder ideológico del juarismo
pronuncio la famosísima “Oración cívica” que en sus dos primeros párrafos pinta
el significado de la conmemoración que una vez vamos a celebrar. Sus palabras
adquieren un significado político muy relevante en los días que corren en este
año de 2019.
Conciudadanos: En
presencia de la crisis revolucionaria que sacude al país entero desde la
memorable proclamación del 16 de septiembre de 1810; a la vista de la inmensa
conflagración producida por una chispa, al parecer insignificante, lanzada por
un anciano sexagenario en el oscuro pueblo de Dolores; al considerar que
después de haberse conseguido el que parecía fin único de ese fuego de
renovación que cundió por todas partes, quiero decir, la separación de México
de la Metrópoli Española, el incendio ha consumido todavía dos generaciones
enteras y aún humea después de cincuenta y siete años, un deber sagrado
y apremiante surge para todo aquel que no vea en la historia un conjunto de
hechos incoherentes y estrambóticos, propios sólo para preocupar a los
novelistas y a los curiosos; una necesidad[1] se
hace sentir por todas partes, para todos aquellos que no quieren, que no
pueden dejar la historia entregada al capricho de influencias providenciales,
ni al azar de fortuitos accidentes, sino que trabajan por ver en ella una ciencia,
más difícil sin duda, pero sujeta, como las demás, a las leyes que la dominan y
que hacen posible la previsión de los hechos por venir, y la explicación
de los que ya han pasado. Este deber y esta necesidad, es la de hallar el hilo
que pueda servirnos de guía y permitirnos recorrer, sin peligro de
extraviarnos, este intrincado dédalo[2] de
luchas y resistencias, de avances y de retrogradaciones, que se han sucedido
sin tregua en este terrible pero fecundo periodo de nuestra vida nacional: es
la de presentar esta serie de hechos, al parecer extraños y excepcionales, como
un conjunto compacto y homogéneo, como el desarrollo necesario y fatal de un
programa latente, si puedo expresarme así, que nadie había formulado con
precisión pero que el buen sentido popular había sabido adivinar con su
perspicacia y natural empirismo; es la de hacer ver que durante todo el tiempo
en que parecía que navegábamos sin brújula y sin norte, el partido progresista,
al través de mil escollos y de inmensas y obstinadas resistencias, ha caminado
siempre en buen rumbo, hasta lograr después de la más dolorosa y la más fecunda
de nuestras luchas, el grandioso resultado que hoy palpamos, admirados y
sorprendidos casi de nuestra propia obra: es, en fin, la de sacar, conforme al
consejo de Comte, las grandes lecciones sociales que deben ofrecer a todos esas
dolorosas colisiones que la anarquía, que reina actualmente en los espíritus y
en las ideas, provoca por todas partes, y que no puede cesar hasta que una doctrina
verdaderamente universal reúna todas las inteligencias en una síntesis
común.[3]
El orador a quien se ha
impuesto el honroso deber de dirigiros la palabra en esta solemne ocasión,
siente, como el que más, el vehemente deseo de examinar, con ese espíritu y
bajo ese aspecto, el terrible período que acabamos de recorrer, y que políticos
mezquinos o de mala fe, pretenden arrojarnos al rostro como un cieno infamante
para mancillar así nuestro espíritu y nuestro corazón, nuestra inteligencia y
nuestra moralidad, presentándolo maliciosamente como una triste excepción en la
evolución progresiva de la humanidad; pero que, examinado a la luz de la razón
y de la filosofía, vendrá a presentarse como un inmenso drama, cuyo
desenlace será la sublime apoteosis de los gigantes de 1810, y de la continuada
falange de héroes[4] que se han sucedido, desde
Hidalgo y Morelos,[5]hasta Guerrero e
Iturbide;[6] desde
Zaragoza y Ocampo,[7] hasta Salazar[8] y
Arteaga,[9] y
desde éstos hasta los vencedores de la hiena de Tacubaya[10] y
del aventurero de Miramar.[11]
CONCLUSIONES
El ritual de la
celebración del 16 de septiembre tiene la carga de la reiteración de la
reconciliación nacional y a lo largo de su historia ha permitido definir
distintos tipos de intencionalidades políticas conjugando los tiempos de la
historia.
Se reitera la unidad
nacional recordando los hechos históricos constituyentes de la nación y se
formulan objetivos a alcanzar.
El condimento esencial
de la ceremonia es la recreación emotiva de los mejores momentos de la nación
cuyos protagonistas son los héroes realizando acciones heroicas, especialmente
se recuerda a Hidalgo –Padre de la Patria- conduciendo al pueblo a su
emancipación política con respecto a España.
¿Pero cómo se ha
realizado este ritual? Dar respuesta a esta pregunta remite a la historia de la
visión que las generaciones pasadas han tenido sobre los hechos que nos
constituyeron y constituyen como nación.
La peculiaridad de la
conmemoración está definida por rasgos harto significativos:
1) Es la única
conmemoración civil de carácter popular que sintetiza en un solo momento
aspectos de la identidad nacional. El sentir popular está apegado a los ideales
de soberanía, libertad e independencia.
2) Engrana, incorpora y
resuelve en un solo momento aspectos que se le han ido agregando a lo largo de
la historia. El rito revela las formas en que el país ha celebrado su historia.
Uno de los simbolismos más sobresalientes en el ceremonial es la reunión masiva
y espontánea de la población en el Zócalo.
3) Combina diversos
elementos históricos.
4) Incorpora, en forma
de arenga, el llamado a la sedición que hace Miguel Hidalgo y Costilla para
levantarse contra el régimen colonial. Este llamado es origen y esencia de la
más importante fiesta patria y es el elemento central de la festividad y es lo
que hace único a este festejo en el mundo.
5) La arenga es la
comunión entre el gobierno y el pueblo que reproduce la adhesión, el consenso,
el acuerdo de defender la Independencia nacional.
6) Asimila el proceso
por el cual Agustín de Iturbide promueve la jura del acta de Independencia en
todas las regiones del país.
7) Reproduce las formas
características que distintos estratos de la sociedad adoptan para festejar:
los carros alegóricos, las representaciones teatrales, los recitales poéticos,
los convivios y banquetes, la algarabía popular.
8) El rito se ha llevado
a cabo desde 1812 hasta nuestros días.
Escucha la sexta y última parte de la
obra de teatro Coatl y Cuatli de Felipe Galván.
También te invito a leer el libro:
Gabino Barreda y el mitologema liberal
Descarga Barreda y el Mitologema Liberal Aquí
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[1] Este deber y necesidad marca la visión histórica de Barreda.
[2] Laberinto.
[3] Esta síntesis común no alude a la serie de fracasos políticos a
los que Rabasa hace mención: “Así fue cómo por dos actos sucesivos –(disolver
el Congreso y la creación de la Junta Instituyente), y cuando se iniciaba en el
espíritu público el respeto a la autoridad investida de los poderes de la
nación, Iturbide destruyó todo principio de autoridad suprema y quitó los
fundamentos de la suya propia, primero atentando contra la representación
investida del poder nacional y después usurpando ese poder para la investidura
de una asamblea sin origen legal ni autoridad alguna. La idea democrática fue
así destruida en germen; la fe en los principios que la alimentan vaciló desde
entonces.
Cinco meses después tocó su turno de desprestigio a la autoridad
fundada en la fuerza. Una revolución rápida como pocas, sin grandes esfuerzos
ni notables hechos de armas, casi sin encontrar resistencias, dio al traste con
el principio y lanzó al emperador del territorio nacional. En menos de un año,
los pueblos habían perdido la fe en el derecho y el respeto a la fuerza, y con
la eficacia de las lecciones de la experiencia habían aprendido a burlarse de
las promesas del uno y a despreciar las amenazas del otro.” (Rabasa, Emilio:
1968 (1912). La constitución y la dictadura. México, Porrúa, 5-6)
[4] Héroe. (Del lat. heros, -ois, y éste del gr. heros.) m. Entre los
antiguos paganos, el nacido de un dios o una diosa y de una persona humana,
como Heracles (Hércules). II Varón famoso por sus hazañas o virtudes. II El que
lleva a cabo una acción heroica. II Persona principal de todo poema, drama,
ópera, novela o película en que se representa una acción, aventura edificante o
gesta. II Cualquiera de los personajes de carácter elevado en la epopeya.
HEROICO, CA. (Del lat. heroicus, y éste del gr. heroikós.) adj.
Aplícase a las personas famosas por sus hazañas o virtudes, y por ext., dícese
también de las acciones. II Perteneciente a ellas. II Aplícase también a la
poesía en que se narran hechos memorables.
[5] Insurgentes y muertos por su participación en la insurgencia.
[6] Firmaron el acta de independencia.
[7] Vinculados con la Reforma.
[8] Carlos Salazar (1829-1865) combatió la invasión estadunidense
(1847), fue liberal en la revolución de Ayutla (1854) y en la guerra de los
tres años (1858-1860), luchó contra la invasión francesa y el Imperio.
Participó en la batalla del 5 de mayo. Acompañó a Juárez en su viaje hacia el
norte. Fue fusilado por los proimperialistas.
[9] José María Arteaga (1827-1865). Combatió la invasión
norteamericana, fue fusilado por tropas imperialistas.
[10] Leonardo Márquez.
[11] Maximiliano de Habsburgo.
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