viernes, 20 de septiembre de 2019

Einstein y la autonomía


Einstein y la autonomía
José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
wa: 2223703233

Estaba por terminar la clase cuando las preguntas de Paulina y Julio me hicieron iniciar una reflexión en torno a la función de una institución de educación superior. Saltó casi de inmediato una paradoja. La formularé en forma de pregunta ¿cómo puede una institución ser autónoma si sus miembros se siente cómodos con su condición de subordinados?
Los tres pronto caímos en la cuenta de la coexistencia de dos cosas: la libertad y la subordinación. Dos hilos que entretejen el gris existente. Se mencionaron las tres artes liberales que conforman el trívium y sobre todo de la necesaria presencia de la lógica en nuestra necesidad de comprender en mundo y de compartir nuestros hallazgos. ¿Por qué la obligación de ser claro en nuestras comunicaciones? Y nos percatamos que esta claridad buscada es una intención muchas veces fracasada. Y así es la vida. La búsqueda de la claridad nos damos cuenta del valor de las penumbras. Exceso y ausencia de luz provocan lo mismo: ceguera.
La violencia actual es una guerra contra la racionalidad pretendida.
Siendo la violencia contemporánea un asunto feo, sucio, egoísta y sin gloria, hay algo peor: ¡el estado de subordinación!
En nombre del orden se defiende la subordinación en contra de la autonomía personal aun cuando esto sea un aval de la violencia.
La violencia se prefiere a la esclavitud de la mente.

Remato con una reflexión de Albert Einstein, La libertad (1940). Extrañas palabras escritas casi ochenta años atrás.

La evolución de la ciencia y de las actividades creadoras del espí­ritu en general, reclama otro modo de libertad que puede calificarse de libertad interior. Esa libertad de espíritu consiste en pensar con inde­pendencia sobre las limitaciones y los prejuicios autoritarios y sociales así como frente a la rutina antifilosófica y el hábito embrutecedordel ambiente. Esta libertad interior es un raro privilegio de la naturaleza y un propósito digno para el individuo. Empero, la comunidad puede realizar también mucha labor de estímulo en este sentido, por lo menos al no poner trabas a la labor intelectual. Las escuelas y los sistemas de enseñanza obstaculizan a veces el desarrollo de la libertad interior con influencias autoritarias o cuando imponen a los jóvenes cargas espiri­tuales excesivas; las instituciones de enseñanza pueden, por otra parte, favorecer esta libertad si fomentan el pensamiento independiente. Úni­camente si se prosigue con constancia y conciencia la libertad interior y la libertad externa es posible el progreso espiritual y el conocimiento y así mejorar la vida general del hombre en todos sus aspectos.


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