José Antonio Robledo y Meza
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Todo símbolo y todo escrito tiene al menos dos sentidos: el aparente, aplicable al mundo percibido, y el más profundo, que no se percibe y que se refiere al mundo de los conceptos y emociones; pero no solamente…
“México el árbol de lo mil frutos” es una expresión que supera esta significación. Aparentemente el sentido profundo no tiene nada que ver con el contexto. Es solo apariencia ya que uno de los sentidos tiene que ver con la conocida expresión de buscar tres pies al gato. Todo mundo sabe que no hay que buscarle tres pies al gato, sino cuatro, del mismo modo que no hay que buscar tres sentidos a la expresión “México el árbol de lo mil frutos” sino, al menos, cuatro. Los sentidos literal, moral, alegórico e íntimo.
Y en definitiva no hay que buscarle cuatro, sino siete, pues “el gato y la mujer, siete almas suelen tener”. Para encontrar más allá del séptimo sentido hay que tener el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos para escuchar los frutos de Vida. En esto consiste el árbol de la vida, del conocimiento, del intelecto; árbol que proporciona el fruto del idioma que nos permite apreciar el perfume de la Racionalidad; el idioma que permite el alfabeto, el alefato u olfato que permite oler de los frutos del árbol.
Consumir los frutos del Árbol de los mil frutos abre los ojos y los oídos del intelecto para asociar conceptos y producir nuevos frutos. Las mil posibilidades que ofrecen los frutos del Árbol de lo mil frutos está registrado en la expresión “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”; cobija tejida con ideas, emociones, experiencia…
El Árbol de lo mil frutos produce buenos frutos y está en permanente verano, en la Edad de Oro. La expresión “mil frutos” también significa “mil veranos”. Quienes se alimentan de los frutos de este árbol parecen árboles que caminan.
Quién se acerca al árbol, tiene al animal alado que lo orientará al buen futuro, la buena aventura, al saeculum venturum.
Estar cerca del Árbol de los mil frutos ayuda a comprender el mundo; comprensión que requiere no solo entender literalmente. Hace falta humor y alegría. Sin la risa el mundo es incomprensible.
La lluvia de las artes es necesaria para hacer crecer los frutos del Árbol de lo mil frutos.
En 1961 yo -Toño Robledo y Meza- tenía 10 años y escuchaba la siguiente rola que fue el himno de los chavales de aquella época...
Las rolas de cuando tenía 10 años en 1961
Puebla, Pue. Paseo de las Fuentes, 23 de agosto de 2019
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