Filosofar
sobre Dios
José
Antonio Robledo y Meza
WA:
2223703233
Estudiar
filosofía implica acopiar información sobre la disciplina y
sistematizarla. Comprender la filosofía es, entre otras cosas, saber
filosofar. Los siguientes son ejercicios donde tendrás la
oportunidad de mostrar tus habilidades como aprendiz de filósofo.
En
el primer ejercicio intentarás filosofar sobre Dios y el segundo a
tratarás de comentar un fragmento del Tractatus
de Wittgenstein.
Aquí
vamos.
Primer
Ejercicio
¿Dios
existe? Para el creyente, si; para el ateo, no, la respuesta es una
cuestión de decisión o creencia personal. Así que contestar si o
no es irrelevante para el filósofo. Lo que el filósofo busca son
pruebas o evidencias empíricas o argumentos; la fe no es prueba. Lo
que debemos buscar son pruebas al margen de lo que creamos. Como
sabes no es suficiente que todo el mundo crea algo para que sea
verdad o falso.
Así
pues, el ejercicio consiste en que analices el siguiente argumento
donde se relaciona la existencia de Dios con la existencia del
Universo y se expresa así.
La
mejor evidencia de que Dios existe está frente a tus ojos, la estás
viendo: el universo existe.
¿Cómo
es posible que el universo exista?
Hay
dos posibilidades:
1)
o ha existido siempre
2)
o ha llegado a ser.
3)
Y si llegó a ser, debe de haber una explicación; y esta explicación
es Dios.
La
primera cosa que haremos es hacer explícito el argumento el cual
queda de la siguiente manera:
ARGUMENTO:
1)
Algo existe.
2)
Si algo existe, entonces hubo un primer evento.
3)
Todo debe tener una causa.
4)
Debe de haber una causa del primer evento.
5)
La única causa posible del primer evento es Dios.
Por
lo tanto, Dios existe.
El
siguiente paso es formalizarlo. El argumento queda de la siguiente
manera:
1)
A
2)
A
B
3)
C
4)
B
C
5)
B
E
Por
lo tanto, E
Como
puedes demostrar (hazlo) este argumento es lógicamente válido.
Ahora la pregunta es: ¿son verdaderas las premisas?
Primer
intento:
Tal
vez la premisa más inquietante sea la tercera. 3) Todo debe tener
una causa.
Razonemos
a su favor:
Debe
haber una causa siempre debido a que la cadena no puede continuarse
hasta el infinito ya que una cadena infinita de causas no puede
explicar los acontecimientos actuales. Es como tener un infinito
número de deudas que ningún dinero podría pagar. Por consiguiente,
tiene que haber un primer evento.
Pero
la explicación ¿logra realmente justificar la segunda premisa?
La
debilidad de este argumento a favor de la segunda premisa es para
concluir que una cadena infinita de causas no puede explicar los
eventos en el presente, se apoya en una analogía.
Sin
embargo, podría argumentarse que la serie infinita de
acontecimientos pasados, como un todo, debe tener una causa, y que la
única causa posible de esta serie infinita es Dios.
Segundo
intento:
Quizá
la premisa más débil es la quinta. 5) La única causa posible del
primer evento es Dios.
Observemos
la premisa y encontraremos dos tipos de problemas:
1)
¿Podemos pensar en otra posible causa del primer evento?
Se
advierte que esta premisa no
afirma: la causa del primer evento es Dios. Puesta así, esta premisa
sería una petición de principio. La frase “Dios es la causa del
primer evento”, asume que Dios existe, y por eso no presenta
ninguna evidencia para la conclusión que afirma. Es un argumento
circular: concluimos que Dios existe, sólo porque lo presuponemos.
Para
refutar la premisa tenemos que mostrar que aparte de Dios, hay otras
posibles
causas del primer evento. Si hay otras posibles causas del primer
evento, entonces la premisa es falsa. Y en efecto hay otras posibles
causas: el universo mismo.
2)
¿Podemos refutar que Dios es posible causa del Universo?
¿Qué
es el Universo? Posiblemente la definición correcta sea: todo lo que
existe. Si Dios existe, entonces esta definición implica que Dios
forma parte del Universo y, en este caso, no podemos explicar el
Universo apelando a Dios como causa, aún si Dios existe.
Ya
que estamos en este tipo de análisis veamos un segundo argumento.
Segundo
argumento: el diseñador.
¿Sabes
algo del ADN? Es una molécula extraordinariamente compleja y no
parece probable que una cosa así ocurra por azar. Visto de esta
manera, esto parece ser evidencia suficiente de que el universo ha
sido diseñado, y la única cosa que podría diseñar el universo es
Dios.
Argumento:
El
Universo tiene un orden.
Si
tiene un orden, entonces debe haber un diseño.
Si
hay un diseño en el Universo, entonces debe haber un diseñador.
El
único diseñador posible del Universo es Dios.
Dios
existe
Simbolicemos
el argumento:
1)
A
2)
A
B
3)
B
C
4)
C
D
D
El
argumento es válido y sólo vale preguntar ¿lo son las premisas?
Objetemos
la cuarta premisa al igual que hicimos con la quinta del primer
argumento. Así el argumento no es sólido.
Analicemos
la segunda premisa.
El
razonamiento oculto en esta premisa es que el orden que vemos en el
universo es muy improbable, y que, en consecuencia, no puede ser sólo
cuestión de azar: lo más probable es que haya un plan. Aquí
aparecen dos problemas.
1)
la premisa sólo nos ofrece dos alternativas para explicar el orden:
diseño o azar. Seguramente, éstas no son las únicas posibilidades.
Si no lo son, entonces la premisa nos ofrece una dicotomía falsa.
Otra opción es que el orden en el universo se deba en parte a leyes
causales. Por ejemplo, la ley causal newtoniana (Fuerza = masa x
aceleración), que explica mucho el orden que vemos.
2)
La suposición oculta de esta segunda premisa es que el orden no se
debe al azar. Pero esa parece ser una afirmación injustificada.
Supongamos que ustedes tienen un dado con un billón de lados. Lo
tiran y aparece el número 597, 659, 812 y entonces exclama “Válgame
Dios, ¿se da cuenta de que la probabilidad de que aparezca ese
número es de un billón a uno?¡Esto no puede ser mero azar!” Pero
por supuesto, es puro azar y ustedes habrían exclamado lo mismo con
relación a cualquier otro número que hubiese salido. Así este
argumento falla al igual que el primero.
Analicemos
ahora un argumento en contra de la existencia de Dios.
Tercer
argumento: argumento tradicional de la no
existencia de Dios.
He
aquí el argumento:
Si
Dios existe, entonces es omnipotente, omnisciente y todo bondadoso.
Si
existiera un ser omnisciente y todo bondadoso, entonces no habría
ningún sufrimiento malo o innecesario (SIN)
Hay
sufrimiento malo o innecesario
Dios
no existe
Simbolicemos
el argumento
1)
A
B & C & D
2)
B & C
~ E
3)
E
~
A
El
sufrimiento es malo cuando hay una razón concluyente para evitarlo,
y es innecesario cuando no es requisito para alcanzar un propósito
de importancia definitiva. Se puede pensar que estas definiciones son
insatisfactorias y preliminares, pero no necesitamos una teoría
completa de los valores para poder sostener que hay algún
sufrimiento malo o innecesario. ¿Según qué criterios el
sufrimiento es malo o innecesario? No necesitamos tener una gama de
criterios que nos permita poner cada ejemplo de sufrimiento en las
categorías bueno y malo. Basta con tener un ejemplo de sufrimiento
malo o innecesario.
Si
analizamos el argumento anterior encontraremos que éste es válido.
Si la segunda y tercera premisas son verdaderas entonces la primera
debe ser falsa. En otras palabras, este argumento implica que, si
afirmamos que Dios existe, entonces tenemos que cambiar la definición
de Dios. Tenemos que concebir a Dios de otra manera.
La
segunda premisa es verdadera porque, si Dios es omnisciente, entonces
conoce el sufrimiento malo o innecesario, si lo hay. Si es
omnipotente, podría cambiarlo. Si es todo-bondadoso, entonces lo
cambiaría. Obviamente, Dios no eliminaría el sufrimiento que no es
malo o innecesario, pero debería eliminar el sufrimiento malo o
innecesario. Esto significa que, si Dios es omnisciente, omnipotente
y todo-bondadoso, ningún sufrimiento real puede ser.
Segundo
Ejercicio
2)
Comentar el siguiente texto de Wittgensteisn.
6.432
Cómo sea el mundo es completamente indiferente para lo que está más
alto. Dios no se revela en el mundo.
6.4321
Los hechos pertenecen todos sólo al problema, no a la solución.
6.44
No es lo místico cómo sea el mundo, sino que sea el mundo.
6.45
La visión del mundo sub
specie aeterni
es su contemplación como un-todo–limitado. Sentir el mundo como un
todo limitado es lo místico.
6.5
Para una respuesta que no se puede expresar, la pregunta tampoco
puede expresarse. No hay enigma. Si se puede plantear una cuestión,
también se puede responder.
6.51
El escepticismo no es irrefutable, sino claramente sin sentido si
pretende dudar allí en donde no se puede plantear una pregunta. Pues
la duda sólo puede existir cuando hay una pregunta; una pregunta,
sólo cuando hay una respuesta, y ésta únicamente cuando se puede
decir algo.
6.52
Nosotros sentimos que incluso si todas las posibles cuestiones
científicas pudieran responderse, el problema de nuestra vida no
habría sido más penetrado. Desde luego que no queda ya ninguna
pregunta, y precisamente ésta es la respuesta.
6.521
La solución del problema de la vida está en la desaparición de
este problema. (¿No es ésta la razón de que los hombres que han
llegado a ver claro el sentido de la vida, después de mucho dudar,
no sepan decir en qué consiste este sentido?).
6.522
Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo;
esto es lo místico.
6.53
El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no
decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las
proposiciones de la ciencia natural -algo, pues, que no tiene nada
que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo
de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a
ciertos signos en sus proposiciones. Este método dejaría
descontentos a los demás -pues no tendrían el sentimiento de que
estábamos enseñándoles filosofía-, pero sería el único
estrictamente correcto.
6.54
Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me
comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el
que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Debe,
pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido).
Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del
mundo.
7.
De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.
Tres
cosas están relacionadas con el comentario filosófico de textos:
1)
Identificar la estructura del texto. (Esta identificación es también
una base para el resumen).
2)
Ofrecer una explicación del texto.
3)
Finalmente, contextualizar el texto.
Te
daré algunas pistas para que puedas desarrollar el comentario.
Para
la identificación de la estructura observa que el texto se divide en
dos partes fundamentales. La primera se desarrolla entre las
afirmaciones 6.432 y el 6.522.
La
segunda comprende las afirmaciones que van desde la 6.53 a la 7.
(Para una mejor comprensión de esta segunda parte consulta las
proposiciones 4.00 y 4.1 del mismo texto de Wittgenstein).
¿De
qué trata cada una de estas dos partes?
Unas
pistas más. En la primera parte Wittgenstein se ocupa de desplegar
la problemática sobre
el sentido y valor de la vida.
En
la segunda parte se expone la comprensión que Wittgenstein tiene de
las “proposiciones” filosóficas en general (6.53) y de las del
Tractatus
en particular (6.54).
El
primer conjunto de afirmaciones desarrollan la temática que
define la parte final del Tractatus
y que aparece bajo la denominación de lo
místico.
En ellas se despliega la problemática sobre
el sentido y valor de la vida
mostrando toda la “miseria” de nuestro lenguaje (razón): el
sentido y el valor no es del mundo (6.432: “Dios
no se revela en el mundo”).
Los eternos problemas del hombre, los problemas de la vida, ni tan
siquiera alcanzan a ser rozados por lo que podemos decir (las
proposiciones de la ciencia). Por eso el sentido y valor de la vida
no es un problema, no es algo que quepa resolver con una descripción
adecuada o correcta de los hechos, del mundo. El sentido de la vida
está en lo ético (bondad y felicidad), lo estético (belleza) y lo
religioso (Dios y lo divino), esto es lo místico, pero no se puede
expresar, sólo es objeto de intuición o sentimientos. El valor está
en una mirada al mundo tan eterna como muda, y es esta
inexpresabilidad de las cuestiones de la vida y de su solución
lo que le hace derivar a lo místico y establecerlo con rotundidad:
“Ciertamente
existe lo inexpresable. Esto se muestra,
es lo místico”
(6.522).
El
segundo conjunto de afirmaciones se expone la comprensión que
Wittgenstein tiene de las “proposiciones” filosóficas en general
(6.53) y de las del Tractatus
en particular (6.54). Ambas cuestiones, que ya habían sido tratadas
anteriormente (en las proposiciones 4.00 y 4.1), desarrollan la nueva
comprensión que Wittgenstein tiene de la filosofía. Sólo se puede
decir
lo que se puede decir:
las proposiciones de la ciencia; la filosofía no puede otra cosa que
aclarar su sentido y denunciar las interferencias metafísicas
infundadas y los equívocos lógicos que pueden colarse en el
lenguaje. Por eso ella misma no es una teoría (no tiene un lenguaje
propio), sino una actividad cuyo fin es la aclaración lógica del
lenguaje (6.53). Pero así, delimitando el campo de lo que se puede
decir
(ciencia, mundo), muestra
la otra cara, la que mira al misterio de la vida. Este es el valor de
las proposiciones del Tractatus:
al decir que no pueden decir nada, que carecen de sentido, levantan
el misterio que aparece en el silencio. Silencio místico que,
alcanzado, ya no tiene camino de retorno, y así )para qué querremos
ya la escalera? (6.54)...aquí “mejor
es callarse”
(7).
Para
iniciar la explicación del texto toma en consideración lo
siguiente:
Podríamos
describir todo el Tractatus
como el análisis lógico en el que se va presentando la progresiva
autodisolución del “decir”
del lenguaje y la apertura al “mostrar”
de lo
místico,
es decir, como el camino que va de la lógica a la mística, o del
mundo a la vida, o del lenguaje al silencio.
Así
pues, intenta explicar lo siguiente:
a)
¿Cuál es el camino del pensar en el Tractatus?
Pista:
este camino es el camino de la filosofía para Wittgenstein, quien
señala al final del texto: no es lenguaje, ni teoría, sino método
y actividad crítica del lenguaje y la teoría que se da en esos
campos, un instrumental metodológico y análisis y crítica del
lenguaje.
Y
el texto que comentamos se situaría precisamente en el momento en el
que se da remate a ese proceso. Entenderlo adecuadamente exige pues
atender, aunque sea brevemente, a los hitos fundamentales de este
camino.
En
la constitución del Tractatus
la parte central y más primitiva son las proposiciones que van de la
3 a la 6, en las que se desarrolla un análisis lógico del lenguaje
y se presentan sus fundamentos: la teoría figurativa del lenguaje y
su concepción de la lógica (en particular, su teoría de las
funciones veritativas). Este desarrollo culmina al llegar a la forma
general de la proposición, en la que pondrá la esencia única común
al lenguaje y al mundo (5.4711). Por lo tanto, desde los fundamentos
lógicos del lenguaje al despliegue de la estructura del mundo,
(proposiciones de la 1 a la 2.1): la ontología del Tractatus,
en la que se despliega el “atomismo lógico” que compartió con
Russell. Y de la esencia metafísica del mundo pasará a plantear su
sentido místico (proposiciones de la 6.4 a la 7). Lógica,
metafísica y mística. Ese es el camino del pensar en el Tractatus.
Y eso mismo será la filosofía para Wittgenstein, como señala al
final del texto: no lenguaje, ni teoría, sino método y actividad
crítica del lenguaje y la teoría que se da en esos campos, un
instrumental metodológico y análisis y crítica del lenguaje.
b)
Explica la idea básica que Wittgenstein tiene en esta primera obra
(que coincide con la de B. Russell): la lógica conecta con la
ontología (estructura de la realidad) a través del análisis del
lenguaje. Es la lógica la que determina la estructura del lenguaje y
por eso también la estructura del mundo, ya que se afirma el
principio de isomorfía (es decir, de identidad o correlación
estructural) entre lenguaje y realidad.
Por
eso puede decir Wittgenstein que la lógica es la imagen del mundo en
un espejo (6.13). Dada esta concepción general, el mundo
queda reducido a la totalidad de hechos (estados de cosas existentes)
en el espacio lógico (en el conjunto de todas las posibilidades), y
el lenguaje
a la totalidad de proposiciones que pueden descomponerse en
proposiciones elementales, es decir, en configuraciones de nombres
que sólo significan los objetos que son su referencia, proposiciones
que dicen que relaciones entre ellos se dan y no se dan. Un lenguaje
reducido a la “referencia” en su semántica y al uso descriptivo
en su pragmática: es decir, un lenguaje que es mera sintaxis lógica.
Ahora
bien, las proposiciones de tal lenguaje (que el Tractatus
dice que es nuestro lenguaje ordinario), aun cuando pueden
representar la realidad entera (es decir, la totalidad de estados de
cosas posibles), no pueden representar lo que han de tener en común
con ésta para poder representarla: la
forma lógica,
pues ésta ya está siempre presupuesta en toda representación. En
cuanto que este representar es lo que Wittgenstein llama decir,
la
forma lógica no se puede decir.
Entonces )cómo sabemos de ella?. Porque las proposiciones la
muestran
en lo que dicen. Así queda introducido el concepto de mostrar
que Wittgenstein contrapone al concepto de decir,
concepto especialmente ligado al de lo
místico,
pues lo místico no puede ser dicho (representado, descrito), pero se
muestra.
c)
Explica como Wittgenstein se aleja de B. Russell con el concepto del
mostrar.
Wittgenstein
con este concepto se refiere a dos cosas: por una parte, a la
lógica
(que se muestra en lo que podemos decir), por otra, a lo
místico
(que se muestra en lo que no podemos decir).
Y
esa imposibilidad de decir, que se corresponde con lo que se muestra,
también apunta en dos direcciones:
*
Por
una parte las “proposiciones” lógicas que son sin-sentido
*
Por otra, las falsas proposiciones filosóficas que son sinsentido.
Ambas
se contraponen a las únicas proposiciones con
sentido:
las proposiciones de la ciencia natural (6.53).
d)
Explica que entiende Wittgenstein por lo
místico
y la imposibilidad
de decirlo.
Pista:
el elemento que nos abre a ellos será precisamente el tratamiento
que le da a la lógica: a diferencia del resto de las proposiciones
de las ciencias, las proposiciones de la lógica, las tautologías y
contradicciones, no
dicen
nada, no son una representación de la realidad pues no describen
ninguna situación posible en ella. Y no la describen porque las
describen todas.
Las
tautologías carecen de condiciones de verdad, porque son compatibles
con cualquier situación y, así, dejan abierta la totalidad del
espacio lógico; y las contradicciones porque son incompatibles con
toda situación posible, cierran la totalidad del espacio lógico.
Por eso son proposiciones sin-sentido,
pues no apuntan en un sentido determinado al establecer la totalidad
de las posibilidades. Pero no son absurdas o sinsentido, pues su
pertenencia a lo lógico les da una función rigurosa: mostrar las
propiedades lógico-formales del lenguaje y del mundo (6.12). Por eso
la lógica es anterior a lo que sucede, al mundo, a que las cosas
sean de tal o cual manera (de la que sea), pues establece las
condiciones de su posibilidad, de su realidad. Es lo que expresa
Wittgenstein diciendo que la lógica es transcendental (6.13). Pero
no es anterior a que haya cosas o a que suceda algo, la lógica es
anterior al “cómo” del mundo, pero no a “que el mundo sea”
(6.44). Lo único que necesita la lógica para comenzar su discurso
transcendental es presuponer que los nombres tienen significado (en
el Tractatus:
los objetos que constituyen su referencia) y las proposiciones
sentido (en el Tractatus:
la representación isomorfa de un hecho posible en el espacio
lógico); así pues, en realidad sólo requiere presuponer que existe
un mundo (el que sea), que este se puede decir y entender y que
inevitablemente se entiende y se dice como
ella muestra. El hecho mismo del lenguaje y de sus condiciones
formales (es decir: la lógica), así como su independencia absoluta
de un
sujeto determinado,
es decir, su ser
el decir de cualquiera,
muestra
que hay un mundo) ¿De qué iba a hablar el lenguaje si no hubiera
mundo?
e)
Explica porque para Wittegenstein la lógica parece asentarse en lo
místico del mundo:
que
el mundo sea, que algo exista (6.44). Si la lógica precede al mundo
como su límite transcendental, a la lógica le precede el valor y
sentido de la vida.
El
propio hecho de la existencia nos remite a lo místico: “Dios
no se revela en el mundo”
(6.432). Así la disolución del decir en el mostrar lógico (todo
lenguaje dice porque muestra) se revela en el fondo como la seducción
de su contrario: sea el mundo como sea, más allá de toda lógica,
la vida en
el mundo es mística. Hay otra
cosa,
sí, pero aquí el asombro nos dejará toda su melancolía: aquí
impera el silencio. Porque más allá (o más acá, es lo mismo) de
lo lógico que se muestra en lo que decimos, se encuentra “lo
que se muestra
a sí mismo; esto es lo místico”.
Pero esto es lo
inexpresable
(6.522).
f)
Explica la siguiente afirmación: “todas
las proposiciones valen lo mismo”
(6.4).
Esto
es: en cuanto descripciones de hechos posibles, todos igualmente
contingentes (casuales y no necesarios), no puede haber jerarquía ni
diferencias de valor entre las proposiciones con sentido: pues o bien
el sentido y valor de los hechos es parte del mundo, en cuyo caso
será un hecho más entre los hechos, y no se ve de qué modo un
hecho puede ser el sentido de los demás, o bien el sentido está
fuera del mundo, es decir, no es un hecho, y entonces el lenguaje no
puede hablar de él, no puede decirlo.
Esta es la alternativa que desarrolla Wittgenstein con lo
místico:
de nada de lo que da sentido a la vida puede tratar el lenguaje. Por
lo tanto el conocimiento del mundo (de los hechos que se dan) no
contribuye a dar sentido al mundo, el enigma vital no se esconde en
los hechos del mundo (6.52). Y esta comprensión equivale a sentir
el mundo como un todo,
que es tanto como contemplarlo en la perspectiva de una mirada eterna
(sub
specie aeterni)
(6.45): cuando el mundo se nos convierte en vida. Pero aquí ya no
tiene sentido hablar, donde las palabras faltan (o sobran, es lo
mismo) el decir es un decir sinsentido, absurdo, insignificante. Mas
esto no significa sólo que no pueden resolverse ciertos problemas o
contestarse determinadas preguntas. Es que el problema o la pregunta
no tienen sentido, es decir, no apunta a ningún hecho del mundo (6.5
- 6.51): cuando de la vida se trata no nos enfrentamos a un problema
o a una pregunta, sino a un misterio. Cualquier pregunta con sentido
tiene una respuesta igual, la que sea y como sea, pero siempre según
las reglas del cálculo lógico, siempre significando un punto en el
espacio lógico que se da o no se da. Pero esto ¿aclara algo qué
vale?
g)
Explica lo siguiente: Las grandes cuestiones de la vida no surgen en
un contexto racional, lógico, por eso no son problemas. La cuestión
ahora no es el mundo, sino yo y mi mundo, yo limitando al mundo,
totalizándolo en mi sentimiento (6.45).
Por
eso no se trata de dar una teoría que explique cuál es el sentido
de la vida, sino de la propia vida consciente de su falta de sentido
al margen de la mirada eterna que soy, si no dejo de sentir e intuir
mi propia responsabilidad o mi asombro para con un mundo que es mío,
no de cualquiera. (¿Acaso no hemos traspasado el mundo, no lo hemos
disuelto, cuando una cosa o una persona pasan a ser todo mi mundo en
un instante?)
h)
Explica: la filosofía como actividad crítica es crítica
del lenguaje
(4.0031). Por lo tanto, desde este punto de vista, la filosofía no
tiene ni un lenguaje, ni un contenido propio, es simplemente una
actividad crítica ocupada en guardar la lógica del lenguaje que
dice el mundo.
Wittgenstein
comienza señalando que el auténtico método de la filosofía sería
propiamente “no decir nada, sino aquello que se puede decir”,
pero recordando lo dicho en 4.11, lo que se puede decir, las
proposiciones con sentido y significado, son las proposiciones de las
ciencias. Y como señala el texto, precisamente esto es algo que no
tiene nada que ver con la filosofía, pues las afirmaciones
filosóficas siempre han pretendido “decir” lo que está más
allá de los hechos. Por eso, para Wittgenstein, son
pseudoproposiciones (proposiciones sinsentido, sólo tienen la
apariencia de proposiciones). La razón de este diagnóstico se sitúa
en la teoría de la proposición que ha desplegado el Tractatus:
una proposición es una representación figurativa de la realidad,
una descripción de un estado de cosas (4.01). ¿Qué hechos
describen las proposiciones filosóficas? No se trata de que las
proposiciones filosóficas sean falsas, sino de que no tienen
sentido, no señalan la posibilidad de ningún hecho del mundo y su
absurdo proviene de un mal entendimiento de la lógica del lenguaje.
De este modo, Wittgenstein contrapone la filosofía a la ciencia
natural, pero también a la ciencia formal: lógica y matemáticas,
pues las proposiciones lógicas, aunque también son
pseudoproposiciones, no son sinsentido, sino simplemente sin-sentido:
no contienen afirmaciones sobre el mundo, pero sí muestran las
propiedades formales del lenguaje y del mundo, las condiciones que
permiten al lenguaje decir el mundo, y al mundo ser dicho por el
lenguaje. Pero, el sinsentido filosófico es total. Y como la vida,
reducida la filosofía al silencio, se convierte en actividad,
una actividad crítica de clarificación. La filosofía,
consecuentemente, no produce como resultado proposiciones, sino la
clarificación lógica de las proposiciones (4.112): cuando alguien
pretenda decir algo metafísico, es decir, decir el qué del mundo
más allá de los hechos (más allá del cómo), “mostrarle que no
ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones”,
mostrarle que su pretendido “decir” es palabrería sinsentido.
Entonces
¿cómo lleva a cabo la filosofía esta actividad crítica y
aclaratoria? Poniendo límites a lo que se puede decir (pensar). Pero
estableciendo claramente lo que se puede decir, la filosofía señala,
negativamente, lo inexpresable, lo que no se puede decir. Y en este
sentido, la filosofía como actividad crítica es crítica
del lenguaje
(4.0031). Por lo tanto, desde este punto de vista, la filosofía no
tiene ni un lenguaje, ni un contenido propio, es simplemente una
actividad crítica ocupada en guardar la lógica del lenguaje que
dice el mundo. Y todo arremeter contra tal lenguaje, todo intento de
pensar más allá de la lógica, de pensar ilógicamente (?), es
desvió metafísico. Porque se puede vivir ilógicamente, pero no
pensar al margen de la lógica, pues el pensamiento también es una
representación del mundo, precisamente aquella representación que
es meramente lógica (3).
Así
nos encontramos ante el último giro que el rigor wittgensteniano nos
obliga a dar: ¿cuál es el estatus de la “proposiciones” que
aparecen en el Tractatus?,
porque lo que parece evidente es que ni son proposiciones
científicas, ni tautologías lógicas. Y el propio Wittgenstein no
deja lugar a muchas dudas: sus proposiciones son “carentes de
sentido (sinsentido)” y “deben ser superadas” (6.54). El propio
Wittgenstein acaba encerrándose, y encerrándonos, en una brillante
paradoja donde señalando que no ha dicho nada (no ha descrito ningún
hecho) pretende estar “mostrándonos” todo. Sin duda alguna estas
palabras finales, donde se esconde ese impulso a no callar, a
intentar, a pesar de todo, decir lo que no se puede decir, y donde
recordamos los ecos de la “ilusión transcendental” de Kant,
deben unirse a aquellas iniciales del prólogo del Tractatus:
“Quizás este libro sólo puedan comprenderlo aquellos que por sí
mismos hayan pensado los mismos o parecidos pensamientos a los que
aquí se expresan.” Las “proposiciones” del Tractatus
son tan absurdas como las de la metafísica, sólo cumplen una tarea
aclaratoria sobre su propio sinsentido, y así son como peldaños de
una escalera que hay que olvidar, pues quien cruza el abismo entre
lógica y mística, o mundo y vida, o lenguaje y silencio, ya no le
quedan naves para regresar al descubrir qué poco hemos resuelto con
lo que se puede decir, con la más completa descripción del mundo.
De
ahí el final del Tractatus,
que como si de un reproche se tratara a este último y didáctico
final, como siempre que nos entendemos, nos convoca al método
filosófico que sería “el único estrictamente correcto”, el
silencio.
3)
Para contextualizar el texto tome en consideración lo siguiente:
a)
La biografía de Wittgenstein (1889-1951).
b)
El Tractatus
fue la única publicación en vida del autor.
c)
Preguntarnos por los problemas a los que esta obra trata de dar
solución y que no son ajenos a la vida y obra de nuestro autor. No
debe extrañarnos, en este sentido, la problemática que desarrolla
el texto, ya que el planteamiento de esa pelea con uno mismo en que
consiste siempre el filosofar fue siempre para Wittgenstein
conscientemente místico (ético, estético o religiosos).
d)
Destacar que Wittgenstein, antes de conocer la obra de Frege y
Russell, había sido formado en los patrones de la Viena de finales
del siglo XIX. Desde la perspectiva de este contexto cultural en el
que se formó inicialmente, de una manera por otra parte bastante
autodidacta en lo referente a la filosofía, el Tractatus
puede interpretarse como el intento de establecer una fundamentación
teórica definitiva de la separación entre las esferas de los hechos
y de los valores, de la ciencia y de la moralidad, con el fin de
despejar toda posibilidad de seguir tratando lo moral (lo místico en
general) como si de una teoría se tratase, los valores, como si de
hechos se tratase. En este sentido, filosóficamente el referente
explícito para Wittgnstein es Kant y su recepción por parte de
Shopenhauer y Kierkegaard. Kant había disitinguido el “uso
teórico” del “uso práctico” de la razón, Schopenhauer separó
“el mundo como representación” del “mundo como voluntad”,
Kierkegaard completó esa disociación entre la razón y el sentido
de la vida con la paradoja del “salto al absurdo”. A pesar de
todas las importantes diferencias hay una coincidencia definitiva: el
rechazo de cualquier fundamento teórico para la moralidad que pueda
ser extraído del mundo de los hechos. Así frente, pero sin duda en
su estela (como pone de manifiesto el uso que el Tractatus
hace de los conceptos de “transcendental” y “a priori”), al
original intento kantiano de delimitar la razón en dos ámbitos
dispares de ejercicio racional, el Tractatus
viene
a sumarse a esa clara negación de la competencia de la razón en la
esfera de los valores.
e)
No hemos de olvidar el trasfondo de crisis social, política y
cultural que afecta todo el comienzo del siglo XX. Así encontramos
tanto la nueva revolución científica que marcan la Física de la
relatividad y la Física cuántica, la aparición de nuevas
geometrías no euclidianas, la crisis de fundamentos de la matemática
y los nuevos desarrollos de la lógica formal. Y, por otra parte,
toda la convulsión política y social que supuso la Primera Guerra
Mundial, en la que Wittgenstein participa mientras escribe el
Tractatus.
No es extraño ver como Wittgenstein participa de la conciencia
propia de ese contexto cultural vienés de fin y principio de siglo
de que el arte y la formación estética es la mejor educación para
la moralidad. Ni tampoco la profunda huella que en el deja el
pesimismo de Shopenhauer y Kierkegaarg sobre las posibilidades de la
razón para “salvar” la vida de los hombres.
f)
Y si las condiciones de las que surge la problemática tratada en el
Tractatus
fueron producto de estas tradiciones, la metodología con la que la
desarrollará le será proporcionada por Frege y Russell. Ya en la
Viena de fin de siglo, en torno a músicos (Wagner, Strauss,
Schönberg), poetas (Rilke, Hoffmansthal), arquitectos (Loos), se
había comenzado a debatir sobre los límites de toda representación
de la realidad. En ese contexto polémico se dio la posibilidad de
realizar, al modo como Kant había hecho con la razón pura, una
crítica del lenguaje que señalase con claridad lo que puede ser
dicho con sentido, así como lo indecible, lo que supera todo el
sentido lingüístico. Así se conecta Wittgenstein con la búsqueda
de un lenguaje lógicamente perfecto que había iniciado Frege y que
fue desarrollada por Russel. Vemos, en el Tractatus,
surgir lo místico de un compulsión lógica, vemos que lo místico
está en la base de lo lógico, aunque metodológicamente el análisis
lógico sea primero.
g)
No debes olvidar que el Tractatus
determinó muchos de los elementos básicos de la corriente
neopositivista y de la primera etapa de lo que se llamó el análisis
lógico, de gran influencia en el panorama filosófico hasta la II
Guerra Mundial, las Investigaciones
Filosóficas
producirán lo que se ha venido en denominar Filosofía
Analítica,
que desde la década de los 50 del siglo XX sigue estando en lo más
influyente del debate filosófico contemporáneo.
Espero
que dediques un tiempo para ocuparte de manera apasionada al
filosofar utilizando la lógica y comentando un texto. Espero tus
resultados para comentarlos y discutirlos.
jarm
Dios existe aunque estamos tratando de darle una explicación filosófica, continuamos buscándola
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