domingo, 9 de marzo de 2025

Superar la crisis de la BUAP, una tarea de largo aliento

Superar la crisis de la BUAP, una tarea de largo aliento

José Antonio Robledo y Meza

 

“Pensar bien, para vivir mejor” –el excelente lema de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP)- es una estrategia perfecta para pensar un mejor futuro para la BUAP y la sociedad que la alberga. Para ello se requiere pensar, pensar mucho, discutir, analizar, crear escenarios y evaluarlos, investigar, estudiar, enseñar con el ejemplo... Profundicemos un poco más.

La estrategia básica consistirá en construir una universidad propensa a la solución de problemas. Problemas que debe resolverse de inmediato son el de la reorganización de sus estructuras académica y político-administrativa además el de darles voz a los ciudadanos, Si esas son las principales cuestiones, entonces es necesario abrir la discusión, y con ello abrir el potencial para la formulación de problemas que nos permita la búsqueda de soluciones. Es injustificable seguir pensando en unas estructuras que divorcian a la comunidad –sistema de facultades- y sanciona el disenso y la discusión, cuando el desarrollo del conocimiento apunta a la interdisciplinariedad, cuando el desarrollo de la sociedad apunta hacia la democracia, cada vez más democracia.

No olvidemos algo importante: la universidad debe resolver problemas y la solución de problemas pasa por la propuesta de audaces soluciones provisionales, sujetas a la crítica y a la eliminación de errores, seguidas por la crítica y a su vez por una auténtica posibilidad de cambio a la luz de la misma. No es posible exista una buena universidad sin cultivo del talante crítico. No es posible vivir bien sin mejorar nuestro pensamiento por medio de la crítica. No es posible ayudar a mejorar a la sociedad sin excelencia académica y esta pasa por la crítica.

La BUAP es en estos momentos la universidad pública de los poblanos. Y los poblanos sienten que no los atiende como es debido ya que por momentos hace caso omiso de los principios básicos que constituyen las políticas públicas. Veamos esto.

El principio general de las políticas públicas es: “Reducir al mínimo el sufrimiento evitable”. Tal es el sentido de la proferencia “Por el bien de todos primero los pobres” y de las políticas en salud y pensiones y becas. Tal postura tiene el efecto inmediato de llamar la atención sobre los “problemas”. Si, por ejemplo, las autoridades educativas pretenden aumentar al máximo las oportunidades de los jóvenes que están bajo su responsabilidad, pueden tener, comprensiblemente, dudas sobre el mejor medio de conseguirlo. Si, por el contrario, se propone “minimizar las desventajas”, su atención se verá inmediatamente dirigida a las escuelas peor acondicionadas, y se dará prioridad a estos problemas. En lugar de fomentar la construcción de utopías, pretende la localización y solución de males sociales específicos, por los que están sufriendo determinados seres humanos. De este modo, se trata de un punto de vista práctico, ante todo, y consagrado a los cambios. Empieza con la preocupación por los seres humanos, y lleva consigo una activa y permanente voluntad de renovación de instituciones. “Reducir al mínimo la infelicidad” no es simplemente una formulación negativa de la máxima utilitaria “aumentar al máximo la felicidad”. Hay una asimetría lógica, pues no sabemos cómo hacer feliz a la gente, pero sí sabemos cómo aminorar su infelicidad. En lugar de la mayor felicidad para el mayor número, debería exigirse la menor cantidad de sufrimiento para todos. Un ejemplo concreto aplicado a nuestra propia situación consiste en resolver el problema de demanda de miles de familias que quieren que sus hijos puedan continuar sus estudios. Por supuesto, la solución no es cerrarles la puerta.

El segundo principio de política pública es: “aumentar al máximo la libertad de los individuos para vivir como quieran”. Esto requiere una subvención y promoción masiva de la educación, las artes, la vivienda, la sanidad y todos los aspectos de la vida social -pero siempre con el efecto de extender el margen de elección, y, por lo tanto, de libertad, al alcance de los individuos-. Este principio nos debe obligar a pensar en soluciones que enfrentan los jóvenes de hoy: cada día hay menos carga horaria laboral y cada día se incrementa el tiempo de ocio.

Es inmediata la necesidad de que los viejos universitarios ventilen estas cuestiones con los jóvenes; esta comunicación sólo puede arrojar resultados fructíferos si se hace en un ambiente de convivencia democrático. Por la democracia es que se puede conseguir y mantener mejores niveles de vida para todos. Una sociedad con instituciones libres está prácticamente destinada a tener más éxito que otra cualquiera, tanto en el plano material como en otros. La democracia no es un lujo de sociedades de vida elevado sino la causa en la consecución y mantenimiento de altos niveles de vida. Una forma para instrumentalizar la democracia y aspirar a una mejora de la calidad de vida de los universitarios y, por ende, de los ciudadanos es definir políticas de gobierno racionales y críticas. Esto vale para la sociedad como para la universidad. Es momento de reorganizar democráticamente la BUAP para caminar por el sendero de la justicia social y la excelencia intelectual. En fin, de lo que se trata es de “Pensar bien, para vivir mejor”.

 

robledomeza@yahoo.com.mx

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