José Antonio Robledo y Meza
El presente artículo está íntimamente vinculado a la interpretación de “la cuestión de la mujer” en la obra de Nicolás Maquiavelo que se llevó a cabo desde principios de la década de 1980. Básicamente son dos las autoras a considerar: Hanna Pitkin y Arlene Saxonhouse que representan los dos grandes paradigmas hermenéuticos alrededor de los planteamientos “feministas” en la obra del florentino. Estas propuestas hechas por Pitkin y Saxonhouse hicieron pasar a Maquiavelo “de macho chovinista extremo a «protofeminista», o al menos «defensor de las mujeres»”.
El feminismo radical, desde principios de la década de 1970, proclamó la consigna “lo personal es político”, que aparecería como cristalización de la identificación de autoras como Kate Millet o Nancy Henley de que la participación de toda práctica social, por privada o íntima que fuera, es una relación de dominación, tratando con ello de borrar la frontera trazada entre el Estado (público, político) y la sociedad (relaciones sociales, familia, vida privada) que, aun con sus orígenes teóricos en la Roma de Cicerón y la cristianización de la teología de Aristóteles hecha por Tomás de Aquino en el siglo XIII, se consolidaba en términos de pensamiento político con el liberalismo del siglo XVII.
A inicio de la década de 1980 se analizaron el papel de la mujer en la obra de Maquiavelo en relación a la dicotomía mujer-esfera privada/ hombre-esfera pública, y la idea de la guerra de los sexos bajo el prisma psicoanalítico. McIntosh (The Modernity of Machiavelli, 1984) describirá por vez primera la relación entre los conceptos de virtù y fortuna en Maquiavelo como sorprendentemente sexualizada. Guiado por una actitud hacia la fortuna que, para McIntosh, “combina el narcisismo fálico con el sadismo primario” Maquiavelo aparecerá encarnado en una modificación de la inversión del aforismo de Clausewitz según el cual “política era la continuación del sexo por otros medios”.
Fue en la década de 1980 que la contribución de Maquiavelo a “la cuestión de la mujer” suscitaría un fervoroso interés a raíz de la entrada del feminismo en la historia del pensamiento político. Cabría inscribir aquí las relecturas feministas de la obra de Maquiavelo al calor de la irrupción de la mujer, en tanto que mujer como sujeto político y dentro de la reacción del llamado feminismo de segunda ola, que se opuso a la separación y hermetismo entre la esfera privada -a la que tradicionalmente había sido relegada la mujer- y la publico-institucional en que son llevadas a cabo las decisiones políticas, que históricamente estaban reservadas a los hombres.
Si bien existieron textos que abrieron el camino en lo que a la interpretación de la obra de Maquiavelo desde el prisma de la mujer se refiere, serán los textos de Hanna Pitkin (1984) y de Arlene Saxonhouse (1985) los que operarán como los dos paradigmas hermenéuticos principales en torno a los cuales se articularán los estudios subsiguientes.
Un paradigma parte de nociones esencializadas del género que se consolidó con la obra de Pitkin Fortune Is a Woman. Gender and Politics in the Thought of Niccolò Machiavelli (1984), y el otro paradigma denominado protoconstructivista que surgiría en el libro Women in the History of Political Thought (1985) de Saxonhouse.
Definida como esencialista la corriente capitaneada por Pitkin ya que la mujer, la feminidad y el género son esencializadas; a corriente la iniciada por Saxonhouse fue definida como constructivista, del género, en que la masculinidad o la feminidad, fruto de la educación y de las prácticas, se entrelazarán en la particular mezcla que en cada sujeto cristalice.
Termino esta pequeña reseña para invitar a tod@s nuestr@s lectores a acercarse a las obras antes mencionadas, a casi cincuenta años de publicadas, para discutir y llevar a Maquiavelo más allá de él mismo y, sobre todo, para comprender mejor la función de las mujeres a lo largo de la historia.
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