Breve historia de las banderas de México.
José Antonio Robledo y Meza
La bandera mexicana actual es el resultado de los decretos de los presidentes Abelardo L. Rodríguez, Gustavo Díaz Ordaz y Miguel de la Madrid. Sobre la disposición de la bandera y su uso; representaron, con algunas variaciones, el expedido por el presidente Carranza. En la actualidad, nuestra bandera nacional es de forma rectangular y está dividida de manera vertical en tres partes iguales. Sus colores son, a partir del asta, el verde, el blanco y el rojo. Sobre la franja blanca lleva el escudo nacional con los elementos que lo constituyen. Al igual que en el caso del himno y el escudo nacionales, el modelo original de nuestra bandera se encuentra en el Archivo General de la Nación y en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec.
Para reforzar el uso de los símbolos patrios, en 1983 el Presidente de la República Lic. Miguel de la Madrid Hurtado, expidió la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional. Actualmente cualquier reproducción del escudo nacional debe ser fiel al modelo original, diseñado por el pintor Francisco Eppens Helguera. El escudo sólo puede usarse en monedas, medallas oficiales, sellos y papel oficial, y queda prohibido utilizarlo en documentos particulares. Únicamente puede figurar en él las palabras “Estados Unidos Mexicanos”. Simbolizando así el escudo nacional la unión de los mexicanos y nuestras raíces.
La bandera mexicana es un símbolo mestizo forjado por tres tradiciones que reúne tres historias: símbolos precolombinos y españoles, símbolos de la época colonial y símbolos de la Revolución Francesa y el pensamiento ilustrado. Dentro de los símbolos de la época colonial destacan el pendón de la Virgen de Guadalupe que tomó don Miguel Hidalgo y Costilla del Santuario de Atotonilco, Gto. El 16 de septiembre de 1810. También es digno de mencionar que en 1814, José María Morelos utilizó una bandera con un águila de perfil en un rectángulo de color azul. El águila se encontraba sobre un nopal y éstos sobre un puente formado por tres arcos con las letras VVM (Viva la Virgen María).
En Iguala, Iturbide ordenó la confección de una bandera que utilizaría el ejército trigarante la cual estaba formada por tres franjas diagonales con los colores blanco, verde y rojo con una estrella de cinco puntos en cada franja. Los colores simbolizaban las tres garantías: conservar la religión católica, la independencia bajo la forma de gobierno monárquico moderado y la unión entre europeos y mexicanos. La idea principal era emancipar al pueblo de la esclavitud española; así como para que la nueva bandera sirviera de armonía y unión en la nueva nación.
El tercer elemento que influyó en los símbolos nacionales aparece como el principio de la libertad de los pueblos y la soberanía de la nación, a éstos se unieron los de igualdad y justicia, provenientes del movimiento popular y las ideas del pensamiento político moderno.
Cuando se proclamó el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, se estrenó la primera bandera nacional, que fue confeccionada por el sastre José Magdaleno Ocampo, quien la elaboró por encargo de Agustín de Iturbide con las siguientes características: tres franjas diagonales, una de ellas roja con una estrella blanca; otra verde con una estrella roja, y la tercera blanca con una estrella verde. Bandera tricolor, cuyos elementos esenciales permanecen en la actual.
La bandera original de Iguala estaba dividida por tres barras diagonales y no verticales, y en el centro de cada banda había una estrella dorada de cinco puntas. Estas tres estrellas estaban colocadas diagonalmente, pero en sentido inverso al de las barras. Era, pues, aquella, una bandera que significaba unión y armonía, y la conservación de los colores indica que este ideal está todavía vivo en el corazón de los mexicanos. En la franja central tenía una corona imperial dorada y las palabras: “Religión, Independencia y Unión”. Fue llamada “la bandera de las tres garantías”, y representó al ejército “trigarante”.
La bandera de Iguala fue modificada en detalle por el mismo Iturbide el 2 de noviembre de 1821, pocas semanas después de consumada la independencia. Se colocaron las franjas en sentido vertical, pasando el color blanco al centro y quedando a la izquierda el verde y a la derecha el rojo. Desde aquella lejana época, la disposición de los tres colores ha permanecido inalterable hasta nuestros días. En el centro de la barra blanca campeaba un águila posada sobre un nopal en posición de tres cuartos de perfil aproximadamente, ceñida la cabeza con una corona imperial, las alas caídas, y sin serpiente en el pico. A la caída de Agustín de Iturbide desapareció la corona y posteriormente se modificó la posición del águila; sin embargo, en la época de Maximiliano se restableció la bandera el 9 de agosto de 1864 con muy ligeras variantes en lo relativo a los atributos monárquicos. Vencido el emperador Maximiliano de Habsburgo, también desapareció definitivamente esta efímera enseña.
Durante el gobierno del poder ejecutivo el soberano congreso constituyente mexicano, decretó el 14 de abril de 1823 que se conformara el símbolo patrio de acuerdo con la tradición indígena, el águila de perfil posada sobre un nopal devorando una serpiente y sin corona imperial, orlando la figura ramas de encino y laurel. A esta bandera se le agregan las ramas de encina y laurel símbolos republicanos. Al adoptar nuestro país un régimen republicano de gobierno, el 14 de abril de 1823, el Congreso Constituyente decretó que la bandera oficial debería tener tres franjas verticales, verde, blanca y roja, llevar un águila sin corona y con ramas de encina y laurel en la parte inferior. Estos elementos se han conservado desde entonces, aunque el águila ha estado en distintas posiciones: de perfil, en tres cuartos y de frente.
La bandera confeccionada durante el gobierno de Porfirio Díaz se decidió que el águila tuviera las alas abiertas, con una rama de laurel y otra de oliva, en semicírculo y eliminar la corona.
Es con Venustiano Carranza que aparece el águila de perfil, devorando una serpiente. Cuando don Venustiano Carranza tomó el mando en el país después de derrotar al usurpador Victoriano Huerta, decidió rescatar los elementos indígenas que componían originalmente el escudo nacional, por lo que el 20 de septiembre de 1916 expidió un decreto en el que se estipuló que el águila debería ser representada de perfil izquierdo, estar parada sobre un nopal que brota de una peña rodeada de agua y tener ramas de encina y laurel en la parte inferior conforme con las primeras insignias utilizadas por los defensores de la independencia. Sin embargo el decreto no llegó a entrar en vigor. El Congreso Constituyente dispuso cómo debía ser la bandera de México: tendría tres franjas verticales, cada una de diferente color, la franja pegada al asta debía ser verde, la del centro blanca y la del extremo roja. En la franja del centro se encontraría un águila de origen mexicano, sin corona, que estuviera parada sobre un nopal, el cual crecería en una peña rodeada de agua. El águila debía estar posada sobre su pata izquierda, con la derecha agarraría una serpiente en actitud de querer despedazarla con su pico. Además debía estar enmarcada por los símbolos republicanos: ramas de encino y laurel.
Fue hasta el gobierno del presidente Abelardo L. Rodríguez el 5 de febrero de 1934 en el que se conservó el águila de perfil, se estilizó su plumaje y se rectificó la posición de la serpiente. A partir de entonces su diseño fue declarado como oficial y único como emblema nacional.
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