sábado, 16 de mayo de 2020

Prólogo al análisis de la Ley de Educación en Puebla. Mayo 2020.


Prólogo al análisis de la Ley de Educación en Puebla. Mayo 2020.
José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
wa: 2223703233

Además de sus deberes políticos, el ciudadano tiene otros más importantes que llenar, los deberes del orden moral, y es obligación del gobierno atender a esta necesidad, tanto o más que a las otras. Gabino Barreda, "De la educación moral”, 1863.

Que en lo sucesivo una plena libertad de conciencia, una absoluta libertad de exposición y de discusión, dando espacio a todas las ideas y campo a todas las aspiraciones, deje esparcir la luz por todas partes y haga innecesaria e imposible toda conmoción que no sea puramente espiritual, toda revolución que no sea meramente intelectual. Que el orden material, conservado a todo trance, por los gobernantes y respetado por los gobernados, sea el garante cierto y el modo seguro de caminar siempre por el sendero florido del progreso y de la civilización. Gabino Barreda, “Oración Cívica”, 1867.

Este ensayo es una suerte de prólogo para una reflexión mayor, tanto en cantidad como en profundidad. Trátase llanamente de algunas páginas que antecede a las reflexiones por venir. Es una suerte de prólogo, digamos, presentado a vuela teclas.

Vivimos tiempo de reformas, entre las cuales están las educativas. El hecho tiene sus raíces históricas. En 1863 Gabino Barreda publicó un ensayo titulado De la educación moral y en 1867 pronunció su famosa Oración cívica; en 1910 Justo Sierra pronunció su célebre Iniciativa para crear la Universidad de México; en 1920 en el Discurso en la universidad resonaron las palabras de José Vasconcelos al asumir la rectoría de la universidad hoy conocida como Nacional Autónoma de México.

Hoy el proyecto de Nación hacia una Nueva República nos obliga a rescatar el proyecto de formación de los ciudadanos que, paso a paso, deben avanzar hacia mejores condiciones para la humanidad. Nuestro deber es fundar una tradición distinta abrevando de los olvidos de otra tradición cuyas raíces están en el siglo XIX pero cuyos frutos los encontramos a lo largo de un poco más de un siglo.

En los días que corren hemos optado por iniciar un proceso con nuestros propios recursos intelectuales y morales. La ausencia de violencia es una condición, otras el combate a la corrupción y la hipocresía… Se trata de involucrar a todos porque se trata de un proyecto democrático que avanzará atravesando fronteras y océanos. Se trata de rescatar la fuerza de nuestro pensar recuperando la fuerza de nuestro idioma porque se trata de una de nuestras mejores raíces sin olvidar la hospitalidad que hay que darle a los demás idiomas y lenguas.

Todos los esfuerzos por mejorar nuestra racionalidad crítica y plasmados en cualquier lenguaje son bienvenidos. En este sentido son mexicanos Sócrates, Beethoven, Nezahualcóyotl, Jesús, Euclides, Newton y tantos otros. Nos emparenta la justicia, la democracia, el laicismo… No somos ingenuos, el humán de ayer no es el humán de hoy y no será el de mañana, sin embargo, sus frutos son para siempre.

En este momento, me ocuparé en redactar una especie de prólogo porque hasta ahora no existe una teoría del prólogo. En la reflexión habrá omisiones que no nos afligen porque seguiremos ampliando nuestras reflexiones en ensayos consecuentes. Me inspiran los ensayos de otro mexicano llamado Michel de Montaigne…

Lo que sigue es una numeralia de la Reforma Educativa en Puebla, mayo del 2020. Son los números de un texto que aspiran y obligan a realizar posteriores análisis cualitativos. Son números al servicio de la racionalidad crítica y creativa.

Se trata de considerar los números como pistas para construir argumentos y con los argumentos construir un camino que forme a los nuevos ciudadanos que tengan el impulso para construir una mejor sociedad. Impulso que permita redactar mejores escrituras que mejoren la calidad de nuestros diálogos. El hilo de la trama de un discurso iniciado en el XIX y que nuestra mente acepta y anhela.

La Nueva Ley la componen 28,265 palabras, distribuidas en 14 partes: una exposición de motivos, 12 títulos, y ocho artículos transitorios. El total de los títulos están compuestos por 44 capítulos y estos, a su vez, por 155 artículos,

Por el número de palabras contenidas las 14 partes quedaría ordenadas de la siguiente manera:


Las palabras más usadas en la exposición de motivos (2,854 palabras) y en la Ley (25,416 palabras) son, por el número en que aparecen, las siguientes:





La Universidad, me diréis, la Universidad no puede ser una educadora en el sentido integral de la palabra; la Universidad es una simple productora de ciencia, es una intelectualizadora; sólo sirve para formar cerebrales. Y sería, podría añadirse entonces, sería una desgracia que los grupos mexicanos ya iniciados en la cultura humana, escalonándose en gigantesca pirámide, con la ambición de poder contemplar mejor los astros y poder ser contemplados por un pueblo entero, como hicieron nuestros padres toltecas, rematase en la creación de un adoratorio en torno del cual se formase una casta de ciencia, cada vez más alejada de su función terrestre, cada vez más alejada del suelo que la sustenta, cada vez más indiferente a las pulsaciones de la realidad social turbia, heterogénea, consciente apenas, de donde toma su savia y en cuya cima más alta se encienda su mentalidad como una lámpara irradiando en la soledad del espacio...
Torno a decirlo: esto sería una desgracia; ya lo han dicho psicosociólogos de primera importancia. No, no se concibe en los tiempos nuestros que un organismo creado por una sociedad que aspira a tomar parte cada vez más activa en el concierto humano, se sienta desprendido del vínculo que lo uniera a las entrañas maternas para formar parte de una patria ideal de almas sin patria; no, no será la Universidad una persona destinada a no separar los ojos del telescopio o del microscopio, aunque en torno de ella una nación se desorganice; no la sorprenderá la toma de Constantinopla discutiendo sobre la naturaleza de la luz del Tabor.
Me la imagino así: un grupo de estudiantes de todas las edades sumadas en una sola, la edad de la plena aptitud intelectual, formando una personalidad real a fuerza de solidaridad y de conciencia de su misión, y que, recurriendo a toda fuente de cultura, brote de donde brotare, con tal que la linfa sea pura y diáfana, se propusiera adquirir los medios de nacionalizar la ciencia, de mexicanizar el saber. Justo Sierra, Iniciativa para crear la Universidad de México, 1910.


En estos momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo. El pueblo ha estado sosteniendo a la Universidad y ahora ha menester de ella, y por mi conducto llega a pedirle consejo. José Vasconcelos, Discurso en la Universidad, 1920.


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