miércoles, 12 de febrero de 2020

El relato policial y el filosofar.

El relato policial y el filosofar.

José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
robledomeza@yahoo.com.mx
wa: 2223703233

Filosofar es pensar en triadas (interpretación y producción de ideas originales)

El relato policial y el filosofar.
Determinar de qué manera las nociones de ignorancia y error, de método y lógica entran en juego en los procesos del filosofar y en la narración policial Seven, los siete pecados capitales es el objetivo de esta sesión.
Toda inquietud intelectual surge de la desazón que produce lo que uno ha aprendido, lo que uno conoce y lo que asume como saber, con las nuevas experiencias –en el orden del conocer o del saber- que nos sorprenden debido a que nos ponen frente a nuestra permanente e infinita ignorancia. Tal desazón nos impulsa a buscar más información, sistematizarla para con ella producir preguntas que puedan orientar nuestra búsqueda de más información y nuevas soluciones. En todo este proceso aprendemos de los errores que cometemos de manera tal que sin ellos no mejoraríamos nuestra capacidad para producir nuevas ficciones que nos permitan describir, explicar y comprender mejor la “realidad” que enfrentamos. Ficciones construidas con signos que a su vez dan cuenta de signos interpretados. No hay verdades que defender solo ficciones que están, por el momento, mejor respaldadas que otras y que definen lo que llamamos la racionalidad crítica.
La racionalidad crítica no es una facultad que pueda definirse como a-priori de una especie. No. La racionalidad crítica es un método que algunos humanes asumen en algunos respectos y en otros no.
En este documento se ha eliminado el aparato crítico. Para profundizar acudir a la bibliografía.
Pasemos ahora a las narracions policiales como ejemplos del filosofar.

El tiempo y el espacio.
El relato policial es un tipo de ficción que los humanes construyen para entrenarse en la descripción, explicación y comprensión de la realidad. Toda narración policial es un ejemplo de lo que el hombre puede hacer para producir pensamientos, ideas. Algunos de estos ejemplos destacan por su originalidad y por ello son ejemplos del filosofar. La narración policial entreteje dos series temporales: la historia del crimen y la historia de la investigación. Lo mismo ocurre en la realidad. Hay una historia fáctica –causalidad de lo que ocurre- y la historia de la comprensión de lo que ocurre. Tzvetan Todorov, en su Tipología del relato policial dice: “El relato policial superpone dos series temporales: el tiempo de la investigación que comienza después del crimen y el tiempo del drama que conduce a él.”
Drama ⇢ Crimen ⇢ Investigación
Historia del Crimen ⇢  Historia de la investigación

De esta manera, el relato policial no narra una historia sino dos: la historia de la investigación (caótica, accidentada) y la historia del crimen (lógicamente contada).
También en su Tipología del relato policial Todorov sostiene: “En el policial, el tenor de cada información está determinado por la persona que la transmite. No existe observación sin observador: por definición, el autor no puede ser omnisciente.”. Todorov insiste en el hecho de que toda observación está hecha desde un particular punto de vista: no existe observación sin observador, de la misma manera en que, no existe narración sin sujeto.

Observar
La wikipedia dice que la observación es una actividad realizada por un ser vivo (humanos, animales, etc), que detecta y asimila los rasgos de un elemento utilizando los sentidos como instrumentos principales (conocer). El término también puede referirse a cualquier dato recogido durante esta actividad.
Como técnica de investigación, consiste en "ver" y "oír" los hechos y fenómenos que queremos estudiar, y utilizarlos para conocer hechos, conductas y comportamientos colectivos (intención).
La observación en términos filosóficos es el proceso de filtrar información sensorial (conocer) a través del proceso de pensamiento. La entrada es recibida o percibida por alguno de los sentidos: auditivo, vista, olfato, gusto, o tacto para después ser analizada ya sea a través del pensamiento racional o irracional. Por ejemplo: el individuo X "ve" a un padre golpear a su hijo, entonces el individuo X "observa" y califica tal acción como buena o mala. Deducciones acerca de que las conductas son buenas o malas pueden basarse solo en preferencias y no necesariamente en la construcción de relaciones, o estudios de las consecuencias derivadas de la conducta observada. Con el paso del tiempo las impresiones almacenadas en la conciencia relativa a las observaciones, junto con las consiguientes relaciones y consecuencias, permitirán al individuo X construir un concepto acerca de las implicaciones morales de un comportamiento. En esto consiste básicamente la construcción de una cuestión.
La característica definitoria de la observación es que trata de extraer conclusiones, así como construir puntos de vista personales acerca de cómo manejar o calificar situaciones similares en el futuro, en lugar de simplemente registrar algo que ha sucedido. No se trata de una simple acumulación de conocimientos. La observación permite que la mente sea libre.
Lo que aquí nos interesa por el momento es reflexionar sobre la observación que sirve para extraer conclusiones. Si hablamos de conclusiones, entonces debemos considerar los procesos que permiten hacerlo, esto es, los argumentos. Comencemos estableciendo tres tipos de argumentos: el deductivo, el inductivo y el abductivo.

¿Qué es un argumento deductivo?
Es un tipo de argumento en que la ley prescribe la coexistencia absoluta de las premisas y de la conclusión garantizando que esta última esté representada en las premisas. Es un signo que dicta su objeto a todo interpretante. Por ejemplo, si encontramos el cartel que advierte sobre la presencia del fuego; el cartel representa la certeza absoluta de comunicar el fuego en el bosque con todo objeto inflamable. Todo interpretante está obligado a llegar a esa conclusión, inclusive el piromaníaco quien, incitado por las imágenes de las llamas, verá reconfortados sus oscuros propósitos.
Tomemos el ejemplo siguiente. Las premisas son las siguientes: (analizar las características del silogismo)
Todas las canicas de esta bolsa son blancas (premisa mayor)
Estas canicas provienen de esta bolsa (premisa menor)
y la conclusión es evidente (modo de expresar la certeza absoluta)
por lo tanto, estas canicas son blancas.

Este caso como el precedente es un argumento deductivo necesario. Se distingue también la deducción probable en la que la conclusión no es segura pero en la que se está seguro de que, si la situación representada por las premisas se reiterara un gran número de veces, la proporción de los casos en los que premisas y conclusión coexistirían se acercaría a una frecuencia determinada. Es el razonamiento que, por ejemplo, puede hacer un comerciante que, al instalarse en un barrio en el que el 60% de la población tiene un bajo ingreso, arma su stock con un 60% de artículos de baja calidad.
Las matemáticas y los modelos hipotético-deductivos sólo admiten la deducción necesaria; la estadística es el dominio privilegiado de la deducción probable (modelos estocásticos). 

¿Qué es un argumento inductivo? 
Es un tipo de argumento en el que la ley prescribe la coexistencia probable de las premisas y de la conclusión garantizando que esta última esté plausiblemente representada en las premisas. Es un signo que preconiza su objeto a todo interpretante.
Tomemos el siguiente ejemplo:

Premisas: - Estas canicas provienen de esta bolsa
Estas canicas son blancas

Conclusión: 

Todas las canicas de esta bolsa son blancas.

Las premisas garantizan que una parte de la bolsa está representada por un símbolo dicente bajo la relación de color de sus constituyentes lo que queda implícitamente afirmado en la conclusión, que enuncia lo mismo para todo. En este sentido se dice que la conclusión está representada en las premisas. La plausibilidad consiste en admitir que todo puñado que pudiera sacarse de esa bolsa hasta agotar las canicas sólo contendría canicas blancas. El argumento por inducción es, en consecuencia, una predicción general según la cual un símbolo dicente continuará representando un hecho si las circunstancias de su producción son idénticas (lo que en materia científica se enuncia mediante la expresión: "mientras lo restante se mantenga igual"). Queda claro que la puesta en marcha de este tipo de argumento no da ninguna seguridad en cuanto a lo que se producirá realmente en el futuro y que la persona o la comunidad que lo utiliza sólo lo conserva (es decir, acepta su objeto) en la medida en que ningún hecho lo desdiga. Queda claro también que esta aceptabilidad se vincula con la naturaleza de los objetos representados en las premisas (tamaño y modo de constitución de las muestras, características de la población estudiada, etc...). 

¿Qué es un argumento abductivo? 
Es un tipo de argumento en el que la ley prescribe la coexistencia posible de las premisas y de la conclusión garantizando que esta última esté potencialmente representada en las premisas. Es un signo que sugiere su objeto a cualquier interpretante. 
Tomemos el siguiente ejemplo. Premisas:

Todas las canicas de esta bolsa son blancas
Estas canicas son blancas

Conclusión: 

Estas canicas provienen de esta bolsa.

Vemos en este ejemplo que las premisas no garantizan nada aunque la conclusión se afirme. A primera vista no hay ninguna razón lógica que sostenga ese argumento (no está fundada en la razón); otras conclusiones son posibles. Sin embargo el mismo se fundamenta en el hecho de que esas otras conclusiones estarían, podría decirse, aún menos fundamentadas ya que su posibilidad no estaría fehacientemente asegurada en las premisas. Si hubiese, por ejemplo, otras bolsas acerca de cuya composición no se sabe nada, es decir que las canicas provienen de una de esas bolsas estaría aún menos fundamentado. El argumento abductivo consiste en prescribir la hipótesis más razonable teniendo en cuenta aquello que se sabe gracias a las premisas y la necesidad de enunciar una conclusión en circunstancias problemáticas.
El argumento abductivo evidentemente es débil pero puede ser perfectamente válido, lo que lo sitúa en la teoría de la inferencia y no en la psicología. No es una idea que germina aleatoriamente en una mente sino una operación de la mente que coloca razonablemente si bien no racionalmente una regla o una ley por encima de un hecho. El argumento abductivo pertenece al orden de la invención, de la creación autocontrolada de conocimientos nuevos. Por él se efectúan todos los progresos y se lo encuentra en el orígen de todo saber nuevo. Claro está que puede validarse por inducción (verificaciones experimentales por ejemplo) a través de sus consecuencias necesarias obtenidas por deducción.

Signos y argumentos

Los Signos.
Según Peirce, los signos son cosas que representan de alguna forma otra cosa, de tal manera que sirven para llevar al conocimiento de otra cosa partiendo de éstos. A su vez cada signo se compone de una relación de tres entidades: el objeto, el representamen y el interpretante. Estas partes del signo pueden ser vistas también como signos. Todo tipo de signo “transmite a la mente una idea sobre una cosa”, lo que los diferencia es el tipo de relación que tiene el representamen del signo con el objeto.
La primera categoría dentro de la semiótica de Peirce es la de los íconos o semejanzas
Un icono representa a un objeto en cuanto a que, siendo una cosa percibida, excita una idea naturalmente unida a la idea excitada por el objeto al que se refiere. De esta forma, esta clase de signos se basan en una semejanza con el objeto al que representan. De alguna manera la función del icono parte del hecho de que comparte ciertas cualidades con el objeto que representa y, es en virtud de esto que logra llamar la atención de la mente hacia cualidades semejantes del objeto. Aunque esta clase de signos no tiene conexiones reales con el objeto, su semejanza con éste en ciertas cualidades lo convierte en su representación. De esta manera el interpretante interfiere al dar él la condición de lo que es la “semejanza”. Un buen ejemplo propuesto por Peirce son los diagramas porque éstos, aunque no personifiquen todas las características particulares del objeto, si despiertan en la mente la idea que se tiene de estos. En la película Seven, un ejemplo de este tipo de iconos es el tablero que tienen los detectives en la estación de policía donde está escrita la lista de los siete pecados capitales. Los pecados que ya han sido identificados en los homicidios ocurridos están tachados. Este es, sin duda, un icono que representa la hipótesis formulada por Somerset. En el tablero está representada ya la serie de los homicidios sucedidos y por suceder, y los motivos de éstos. Este icono representa la relación establecida entre los hechos que conciernen a la investigación.
Un uso más general de los iconos es el descrito al ver este tipo de signos como una fotografía compuesta, o lo que es lo mismo, como una idea o concepto. De esta forma las ideas que tenemos se refieren a clases enteras de cosas, y aunque estén compuestas a partir de particulares percibidos en la experiencia, contienen todo lo que hay en común entre los casos. Cuando John Doe, en la última escena, le dice a Mills: “¡Conviértete en la Ira!”, se hace evidente que el propósito de que Mills lo mate es que se materialice el último de los pecados capitales, la Ira. Al igual que los otros asesinatos, el propósito era crear un icono de un pecado, que una muerte en ciertas condiciones representara, por su semejanza, a uno de los pecados capitales.
Dentro de la segunda categoría de la semiótica de Peirce se encuentran los índices que son signos que representan un objeto por virtud de una conexión real con éste, y por esto dirigen la atención de la mente forzosamente hacia tal objeto. La conexión física entre el índice y su objeto los convierte en “un par orgánico”, donde “la mente que lo interpreta no tiene nada que ver con esa conexión, excepto observarla después de que se ha establecido”.
La característica de esta clase es que los índices se basan en la experiencia, y de esta forma la identificación de su espacio-temporalidad es lo que establece la existencia de la conexión real con el objeto. A diferencia del índice, en el icono el requisito “no es la experiencia, sino la capacidad para la experiencia” para que la semejanza pueda presentarse a los sentidos. El índice se usa en muchos casos como medio para conectar dos experiencias, y como tales tienen que estar enmarcadas en el tiempo y el espacio. De tal forma es que el representamen en éste caso debe estar físicamente conectado con el objeto que representa.
El ejemplo más intuitivo que encuentro es la evidencia en general recogida a lo largo de la investigación presentada en Seven. Un ejemplo de esto son los moretones en la parte de atrás de la cabeza que tenía la víctima del primer asesinato (Gula). Estos moretones indicaban, por su forma circular, que habían presionado fuertemente una pistola contra su cabeza. Hay una conexión física entre los moretones y el hecho de que le hubieran presionado el cañón de la pistola; los moretones representan este hecho. De la misma forma las manos y pies atados indican, llevan forzosamente la atención al hecho de que la víctima no se hubiera muerto por causas naturales, sino que había sido asesinado. Los pedazos de plástico encontrados en su estómago indicaban que hacía falta descubrir más pistas, y por eso es que Somerset vuelve a la escena del crimen para descubrir la nota dejada por el asesino. A través de todos los homicidios dos iconos se repiten, las fotografías (que son la manera de conservar intacta la evidencia) y los letreros que indican que pecado está relacionado con cada asesinato. Los letreros indican directamente lo que significan, dicen explícitamente lo que representan: el propósito del asesinato, el icono que representa. Las fotografías tienen una conexión física directa con los objetos, representan forzosamente los elementos del crimen. En el caso de la fotografía de las esposa de la segunda víctima, en la que tiene los ojos marcados con sangre, se da que es un índice en cuanto a que la fotografía físicamente representa el hecho de que la esposa debe ver algo en la escena del crimen. Por otra parte, también tiene parte icónica en cuanto a que los círculos hechos alrededor de los ojos de la esposa en la fotografía sólo se asemejan a la idea que tenemos en mente acerca de cómo resaltamos “lo que alguien ve”.
Por último, los símbolos se clasifican como los signos generales asociados a su significado por el uso que se le da. Los símbolos son signos compuestos normalmente por iconos e índices. Según Peirce, el símbolo es el signo naturalmente adecuado para mostrar que ciertos objetos, que son a su vez representados por índices, están representados por un icono asociado a éstos. El símbolo está conectado al objeto a través de una idea en la mente, la cual a su vez es producto de un proceso de repetición del objeto y el símbolo. Como lo explica Peirce, en la antigüedad la palabra símbolo estaba relacionada con el concepto de hacer un contrato o un acuerdo, y según Aristóteles a los signos convencionales se les llama símbolos. De esta manera un símbolo es algo que, debido al uso o la idea que normalmente está relacionada a la clase de cosas que se refiere, se puede asociar con una cosa particular. El símbolo más evidente en Seven es el número siete: la película se llama “Seven”, se trata de los siete pecados capitales, y transcurre en los siete días de la semana. El significado del número siete en la Biblia es muy claro, éste representa además de otras cosas a Dios. De tal forma que el uso antiguo de este número le da un carácter religioso, lo sostiene como un símbolo religioso. De esta forma este símbolo funciona como un icono que representa la importancia del tema religioso en el transcurso de la película. 
En Seven es claro como cada homicidio está simbolizando un pecado capital. Somerset, a partir de su investigación acerca de las creencias católicas, le explica a Mills como los siete pecados capitales han sido usados como herramientas de enseñanza. De esta forma vemos como, por ejemplo, en el segundo asesinato (avaricia) infieren que la víctima está en acto de atrición (pidiendo perdón) porque está arrodillado. El índice acá es precisamente ese cuerpo en esas circunstancias, en cual relacionamos con el icono que tenemos de “un acto de arrepentimiento”, y todo esto puede ser simbolizado por la idea o enseñanza que a todos los católicos nos han inculcado: “cada hombre paga por sus pecados”. La parte indicial de estos símbolos es más evidente en el asesinato relacionado con la lujuria. La prostituta muere en el acto de su pecado, directamente por su pecado; hay una conexión física entre su pecado y su muerte. De igual manera, al ver la actitud de John Doe (arrodillado, con los ojos cerrados, como rezando) en el momento en que Mills le apunta con la pistola a la cabeza, es claro que lo que se representa es la enseñanza que dejan las narraciones de los pecados capitales: “los pecadores se arrepentirán”. Como afirma Somerset, toda la serie de homicidios, el conjunto de las representaciones de los pecados capitales, representan una “gran obra” que no tiene otro propósito sino la predicación.

Los Argumentos:
Según Peirce, los argumentos, y por lo tanto las inferencias a las que llevan están clasificados en dos grupos, los analíticos y los sintéticos. Dentro del primer grupo sólo se encuentra la deducción. Se dice que este tipo de inferencia es analítica porque en su conclusión no se añade nada adicional a lo ya contenido en las premisas. La forma silogística general de la deducción es la siguiente: concluye el resultado a partir de una regla y un caso particular aplicado a ésta. En otras palabras, se establece el resultado luego de aplicar la regla al caso. La inferencia por deducción se relaciona con el uso de los iconos, pues al interpretar el icono en una oración, ésta debe tener un “sentido potencial”, entendiéndose que la existencia del objeto es sólo potencial. Esto se refiere a que base del icono es que existe la capacidad para la experiencia, pero no necesariamente la experiencia como tal (como en el índice). Para identificar los iconos dentro de una inferencia deductiva es necesario reconocer el uso de la semejanza dentro de ésta. Para aplicar la regla a un caso debemos tomar el caso como un icono de la regla, debido a que, por su semejanza con el conjunto de objetos incluidos en la regla, éste la representa. En este tipo de inferencia puede que haya una conexión física entre el caso y los objetos de la regla, pues al aplicar la regla al caso la conclusión llegaría directamente. El problema es que esta relación se da casi siempre por una semejanza, y no por una conexión real.
En la película, un ejemplo evidente de deducción es el diálogo que Mills sostiene con el policía que está a la entrada de la casa donde se dio el primer homicidio. Mills le pregunta al policía que si han comprobado si el hombre está realmente muerto. La respuesta del policía es que “obviamente” está muerto. Luego explica que lo sabe, aunque no lo diga, porque lo dedujo. Partió de la regla de que ningún hombre vivo sería capaz de quedarse días sentado en sus excrementos. Como en este caso el hombre lleva días sentado allí en su excremento sin tratar de pararse, entonces infiere que el hombre no puede estar vivo. Se ve claramente cómo el policía infiere el resultado a partir de la regla y del caso. La mayoría de inferencias hechas por el Detective Mills al comienzo de la película acerca de la motivación del asesino es puramente deductiva. Toma como regla, como supuesto personal, el hecho de que alguien capaz de cometer crímenes tan retorcidos implica que el asesino está tan demente que no tiene propósito alguno más que matar a su víctima. Toma el caso particular al que se enfrenta, y reconoce que esos homicidios se asemejan a los crímenes retorcido que un demente llevaría a cabo. De tal forma, sin ver el cuadro completo, como sí lo hace Somerset, llega a concluir que esos homicidios fueron hechos por un demente que no sabe lo que hace y no tiene más propósito que matar. Como explicaré a continuación, Mills no llega a su supuesto arbitrariamente, sino inductivamente, pues como se sabe, él ya ha tenido varios años de experiencia como policía.
Dentro de las inferencias sintéticas encontramos la inducción y la hipótesis. La inducción básicamente es “cuando generalizamos a partir de un número de casos de los que algo es verdad, e inferimos que la misma cosa es verdad de una clase entera”. Este proceso puede ser visto como una variante del silogismo deductivo. En este argumento se parte del caso y del resultado para concluir la regla. En este tipo de inferencia “concluimos que hechos similares a los hechos observados son verdaderos en casos no observados”. De esta forma, explica Peirce, con la inducción se clasifican los particulares en una ley general. La ley se debe referir entonces a un icono que represente el conjunto de esos particulares, debe existir una fotografía compuesta que los represente según la semejanza que todos comparten.
Como había mencionado anteriormente, el supuesto que sigue Mills para deducir que el asesino no es más que un demente sin motivos, proviene de su experiencia como policía. 
A partir de todos los casos de homicidios retorcidos, en los que los criminales no han sido más que lunáticos asesinos que matan sin querer dar a entender algún mensaje, Mills ha llegado a inferir por inducción su supuesto. Por otro lado Somerset, que tiene muchísima más experiencia, se ha enfrentado a casos de todo tipo, a asesinos con y sin creencias. Por eso es capaz de advertir que el supuesto de Mills es demasiado ingenuo, y por lo tanto su razonamiento deductivo es errado: en algunos casos los homicidios tienen un propósito superior al de matar a la víctima.
Acerca del segundo tipo de inferencia sintética, la hipótesis, Peirce explica que ésta “se da cuando encontramos alguna circunstancia muy curiosa, que se explicaría por la suposición de que fuera un caso de cierta regla general, y en consecuencia adoptamos esa suposición”. En otras palabras, al hacerse un argumento hipotético lo que se hace es la inferencia de un caso a partir de la regla y el resultado. A diferencia de la inducción, con la hipótesis se concluye la existencia de un hecho particular, y no una regla general. Lo que se concluye es un caso especial, algo distinto a lo observado. Esta inferencia trata de dar explicaciones, partiendo del efecto a la causa. Las hipótesis están muy relacionadas con los índices en la medida en que éstos representan los efectos de los cuales se infiere la causa (el caso particular). De esta forma, en virtud de que los iconos dirigen la atención forzosamente hacia ciertos objetos, se hace posible que se infiera “de hechos de una clase hechos de otra distinta”.
El ejemplo más claro de una hipótesis en Seven es cuando Somerset, luego del segundo asesinato y de haber descubierto el letrero de “gula” detrás de la nevera en la escena del primer crimen, le presenta su inferencia a Mills y al jefe de policía en la estación. Desde que se presentó el primer asesinato Somerset comenzó a formular la hipótesis de que este hecho debía tener un significado oculto, pues el asesino tuvo una motivación especial ya que su propósito no era el simple hecho de matar a su víctima. Esto lo infiere del hecho que el acto del homicidio fue un proceso largo y lleno de dedicación, lo cual indican los dos recibos que encuentran y el hecho de que la investigación del forense muestra que a la víctima la hicieron comer hasta morir. Plantea una débil hipótesis, pues no tiene suficientes indicaciones, de que este homicidio es parte de algo más grande, que este es sólo el principio del caso. Por esta razón es que pide que a él y a Mills los asignen a otro caso. Somerset, a partir de las indicaciones similares aportadas por el segundo homicidio (los letreros encontrados en los dos homicidios, los fragmentos de textos, y la forma como mueren las víctimas) ya tiene la suficiente información para plantear su gran hipótesis: los homicidios son representaciones (indican) de los pecados capitales; según la literatura acerca de ese tema éstos son una herramienta de enseñanza, por lo tanto en este caso la serie de homicidios representa un propósito ulterior del asesino.
La investigación a partir de este punto se convierte en una forma de corroborar la inferencia hipotética de Somerset. Peirce explica que “la hipótesis proporciona el elemento afectivo del pensamiento”, queriendo decir que al llevar a cabo una inferencia hipotética se da la formación de una emoción intensa y peculiar debido a la forma en que se excita al sistema nervioso. Este hecho se ve claramente cuando Mills, luego de haber encontrado las huellas detrás del cuadro en la oficina de la segunda víctima, le dice a Somerset que él vio la emoción o la descarga afectiva que tuvo cuando encontraron las nuevas pistas que los hacían avanzar más en la investigación, y además que daban más apoyo a su hipótesis.
Cuando los detectives entran en el apartamento de John Doe, Mills finalmente acepta el hecho de que el asesino está predicando. Los libros, los cuadernos, las fotos, todo indica que los homicidios tienen un propósito, que el asesino los usa como medio para predicar una enseñanza. Comprenden entonces que los homicidios representan los siete pecados capitales, ya sean como iconos o como índices.
A su vez estos hacen parte de un uso religioso, los cual hace evidente que los siete homicidios, la serie como un todo, simboliza el acto de dar una enseñanza. Este símbolo, que es el caso supuesto en la hipótesis de Somerset, es confirmado finalmente en el diálogo que se dan entre los detectives y John Doe cuando están manejando hacia el desierto. John Doe les explica que lo que él pretendía era que la gente escuchara, que “imponer el pecado al pecador” llamase la atención de la gente para acabar con la apatía y la indiferencia ante la ocurrencia constante del pecado. Esta es pues su “gran obra”, el gran acto que hará que la gente comprenda algo: una serie de asesinatos brutales que simbolizan el mensaje de la necesidad de que la sociedad contemporánea se desprenda de su indiferencia hacia el pecado.
La película en su totalidad tiene el mismo significado de la “gran obra” de John Doe. De esta forma puede llegar a ser analizada como un símbolo, que a partir de iconos e índices representa el mismo mensaje que el asesino quería transmitir. Al ver algunos de los comentarios hechos por Arnold Kopelson (uno de los productores de la película), se vislumbra el punto al que me refiero: “Esta es una película que dará una sacudida eléctrica. Ésta es una película que disturbará. Ésta es una película que te clavará absolutamente. La gente que va a esta voluntad de la película camina hacia fuera atontado, entumecido, e impaciente discutir esta película). Yo creo que estos comentarios son una buena representación de la opinión de la mayoría de gente que se ha visto esta película. Lo que pretende la película es impactar, y de ésta forma cuestionar. Lo mismo que John Doe pretendía: predicar una enseñanza (quizá a través del medio menos adecuado).

¿Qué es un interpretante? 
El interpretante es a la vez una norma social o un hábito colectivo ya-instalado y la determinación aquí y ahora de una mente que interiorice esta norma. En la primera concepción, vincula el signo a su objeto de manera abstracta, instituída; en la segunda, lo hace de manera concreta, aquí y ahora, en acto; la tríada queda constituída a partir del momento en que aparece esta última como una particularidad de la primera.
La noción de interpretante es la expresión de una relación dialéctica entre 1) el mundo real, un ya- instalado codificado mediante relaciones institucionales, interiorizado por los individuos (a través de la inculcación pedagógica que ejerce la sociedad "instructora") y 2) esos mismos individuos que las actualizan en sus determinaciones concretas. Esta es la razón por la que el interpretante debe distinguirse rigurosamente del intérprete. Este último es un individuo singular que es, en alguna medida, el lugar, el soporte de esta dialéctica. En tanto que ser social es portador de los valores dominantes de la sociedad y en particular de las significaciones colectivamente acordadas a las cosas puesto que está obligado a utilizarlos, aunque más no sea en sus comunicaciones cotidianas. En tanto que individuo particular al tener su psicología y sus propios modos de reacción, reacciona de manera específica ante los estímulos que determinan sus estados de conciencia en la que lo social y lo psicológico se encuentran sintetizados, ("interfaseados"), fundidos. Esta fusión es el fundamento mismo de la triáda constitutiva del fenómeno semiótico.
Queda claro, por otra parte, que en el momento de su determinación particular en la mente de un intérprete la norma social no siempre se reproduce exactamente, ya que intervienen otras determinaciones. El cambio social modifica especialmente el modo de reacción de los individuos y la inculcación pedagógica no se produce de manera homogénea en el cuerpo social. Estos factores de erosión producen, por acumulación, cambios en las normas y hábitos colectivos. Puede constatárselos en todos los dominios. En la lengua, por ejemplo, con la desaparición de los arcaísmos y la aparición de neologismos. Numerosos signos se modifican o aparecen bajo el efecto del cambio de las relaciones sociales y de los cambios tecnológicos. Tener teléfono era un signo de distinción social hace veinticinco años; poseer un automóvil con un sistema de antibloqueo de frenos o mejor de anti-patinaje de las ruedas motoras es un signo de búsqueda de seguridad (y también de holgura financiera), etc...
Gracias a esta concepción del interpretante una de las ventajas del signo peirceano es poder seguir la dinámica social y esto se produce en su construcción misma. La concepción significante-significado no puede dar cuenta de la misma si no es con la condición de hacer intervenir, como lo proponía Saussure respecto de la lengua, una misteriosa fuerza social que modificaría esa relación desde el exterior.
Veamos la película “Seven” como un ejemplo de lo dicho hasta ahora.

Bibliografía
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Peirce, Charles S. ¿Qué es un signo? Traducción castellana de Uxía Rivas (1999).
Peirce, Charles S. Deducción, Inducción e Hipótesis. Traducción castellana de Juan Martín Ruiz-Werner (1970).
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