José Antonio
Robledo y Meza
Colegio de
Filosofía, FFyL-BUAP
wa: 2223703233
Comencemos con un
ejemplo: el ajedrez. Nadie puede negar que el ajedrez exige una capacidad
especial que no todos tienen y mejoran. ¿Es una capacidad útil? Por supuesto
que sí pero estrecha porque sólo se aplica en una gama de circunstancias
asociadas al ajedrez.
Por el contrario,
las capacidades para leer, escribir, estudiar, hablar, argumentar y el uso de
las matemáticas son capacidades amplias y abiertas porque se aplican en una variedad
amplia de circunstancias. Estas capacidades no se dominan totalmente pero hay
un criterio de que alguien las tiene; dará pasos que no se le enseñó a dar. “Hacer
lo inesperado, hacerlo bien, con eficiencia y en el momento preciso” es la
adquisición de actuar con inventiva. Una
persona habrá comenzado a adquirir una capacidad abierta, diferente de una
cerrada cuando comience a sentir algún placer en su logro.
Del hecho de que
la práctica hábil de las capacidades abiertas depende del dominio de
capacidades cerradas no se desprende que es necesario enseñar estas últimas primero.
¿Existen métodos
en la enseñanza de capacidades abiertas? La respuesta es sí. ¿Cuáles son? La corrección,
la alabanza y la advertencia. Pero por encima está el mostrar cómo se hace
algo. El ejemplo adquiere la función de inspirar, generar un tipo de excitación
especial; ser un ejemplo es cosa distinta a dar un ejemplo. De esta manera la
instrucción adopta la forma de una
exhortación “esperar lo inesperado”.
Las capacidades cerradas.
Estas capacidades
permiten un dominio total; pueden convertirse en rutinas y se aprenden, por
ejemplo, en casa: vestirse, comer, etc.; en la escuela: restar, sumar...; en el
mundo: encontrar el camino a casa, el lugar donde vive, se come, se ora…
Estas capacidades
varían mucho por su complejidad.
En el nivel
inferior están las “competencias” como pelar una
manzana, leer el reloj, usar el calendario.
En el nivel
superior están el dominio de técnicas
relativamente elaboradas y el aplicar una capacidad cerrada sobre otras como resolver
ecuaciones complejas, pintar una perspectiva correcta, manejar una maquina
complicada…
El aprendizaje de
una capacidad cerrada puede exigir de los estudiantes largos períodos de
preparación, una concentración, una vigilancia y paciencia considerables.
La enseñanza de
capacidades cerradas es por medio del adiestramiento y la práctica dirigida;
también es posible que se puede practicar de manera equivocada. Por eso es que el
maestro debe enseñar “cómo” se hace algo, instruir: muestra que hacer y
corrige; ayuda a ver por qué se cometen errores; alaba al hacer saber al aprendiz que ha hecho
correctamente las cosas. También advierte al disuadir al aprendiz de actuar de
aquellos modos que le impedirán adquirir la capacidad en cuestión.
Corregir, alabar
y advertir son también tres métodos aplicables a la enseñanza de las
capacidades abiertas.
El docente debe
entender que el adiestramiento en capacidades cerradas es, en sí, una capacidad
abierta.
De todas las
capacidades amplias la de aprender es la fundamental desde el punto de vista
educativo. Las escuelas aunque no crean esa capacidad pueden hacer mucho por
desarrollarla.
Por lo dicho, una
competencia está en el nivel inferior de las capacidades cerradas.
Las capacidades amplias y abiertas.
Hemos dicho que las
capacidades para leer, escribir, estudiar, hablar, argumentar y el uso de las
matemáticas son capacidades amplias y abiertas porque se aplican en una
variedad amplia de circunstancias.
La capacidad
matemática significa estar en posibilidades de adquirir muchas otras
capacidades; leer y escribir son medios importantes de aprender y de
comunicar lo aprendido.
Consideremos las
supuestas OBJECIONES que algunos “teóricos”
de la educación han enarbolado contra la enseñanza sistemática de las
tres capacidades anteriores: leer, escribir y usar las matemáticas.
Primera objeción:
son una reliquia del pasado y carentes de valor en la actualidad como caminos
reales de aprendizaje. Contraargumento: estas capacidades no son suficientes:
hay que enseñar al aprendiz a aprender escuchando, mirando y discutiendo de
manera crítica y efectiva.
Segunda objeción:
el maestro debe concentrarse en desarrollar la personalidad del alumno. Contraargumento:
ninguna de esas capacidades se contrapone al desarrollo de la personalidad del
alumno (cualquier cosa que eso signifique).
Tercera objeción:
enseñar esas capacidades equivale a imponer a los aprendices valores de la
clase media. Contraargumento: no aprenderlas los condena a no distinguir
valores.
En otra ocasión
trataré el tema de las capacidades didácticas (comunicar, formular y responder preguntas) y las capacidades lógicas:
extraer conclusiones de las premisas y formular hipótesis a partir de la
información disponible.
Conclusión general: la escuela debe orientar buena parte de sus
energías a la promoción de capacidades amplias y abiertas, no solo
competencias. En nuestro medio debe comprometerse a usar las matemáticas,
hablar y escribir en un correcto español antes que nada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario