La construcción de un espacio de trabajo.
Mtro. José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, BUAP.
Al SUNTUAP por obtener la toma de nota luego de 20 años de lucha
sindical.
El lema de nuestra universidad reza “Pensar bien, para vivir mejor”. Como tal, el enunciado establece las normas que regulan -o deben hacerlo- la conducta de los miembros de la BUAP. Por decirlo de alguna manera son nuestra contraseña. Pues bien, a todos los interesados en el restablecimiento de la democracia sindical nos interesa no sólo saber qué consecuencias puede tener nuestra actividad como trabajadores de la BUAP sino nos interesa que esas consecuencias sean las más adecuadas a nuestros intereses cuando dejemos de tener las energías que hoy nos motivan a desarrollar nuestras actividades.
Las razones
Cuando digo las más adecuadas a nuestros intereses estoy señalando algo básico: las consecuencias deben ser coherentes con nuestro personal plan de vida que puedo resumir en la segunda parte de nuestro lema: vivir mejor. Nadie que esté en sus cabales puede fijarse como resultado de una vida de trabajo un deterioro en lo que resta de su vida eso sería actuar alienadamente. Para que ello no suceda es preciso tomar en cuenta lo que alude la primera parte del lema: pensar bien.
Ya que he aludido a la acción alienada voy hacer algunas precisiones que me permiten distinguir al trabajo verdadero de la mera labor[1]. El autor P. Herbst, consultado se apoya en la tesis de Ana Arendt expresada en La condición humana, que afirma que la educación es trabajo, más que labor, y que educar es trabajar, así como enseñar a la gente a trabajar. Es indudable que la postura de Arendt se inscribe en el marco de las teorías de la acción humana. Para fines de la brevedad expositiva expondré en unas listas lo que a mi juicio son las diferencias que Herbst ve entre trabajo y labor.
Características de la labor.
1) Tiende
a la alienación o enajenación.
2) Es rudo
empeño y esfuerzos penosos.
3) Algunas
labores nos producen placeres. El placer de laborar (en caso de que exista) es
siempre extrínseco a la labor.
4) La labor
está relacionado contingentemente con su producto; el proceso de producción y
el producto son conceptualmente distintos. Muchos de quienes laboran en un
proceso ni siquiera saben para qué producto sirve su labor.
5) No tiene
un objeto con el que el laborante esté necesariamente de acuerdo y un propósito
con el cual pueda identificarse.
6) La
frustración (cuando no es diluida por la publicidad moderna) del laborar se origina,
tanto de la falta de normas de excelencia a
que pueda aspirar el laborante, como de la falta de un objetivo verdadero en el
laborar.
Características del trabajo.
1) Acción
no enajenada.
2) Sus productos son obras. Obra es la
finalidad del trabajo de quien trabaja.
3)
Para trabajar
bien, el trabajador necesita amar o valorar aquello en lo que trabaja.
4) La excelencia de una obra se distingue
tajantemente de su bondad instrumental y en particular de su propensión a
procurar satisfacción a los consumidores, ya que esta satisfacción no es medida
de la excelencia de un producto.
5) El trabajo no tiene que darnos placeres, es
un placer; el placer consiste en hacer el trabajo; no en alguna consecuencia,
ni estado mental producidos por el trabajo.
6) La felicidad consiste en realizar
actividades: no la constituyen placeres producidos por las actividades.
7) El trabajo no está relacionado
contingentemente con su producto. La descripción del proceso y la descripción
del producto son parte de un mismo esquema conceptual; la calidad del trabajo y
la excelencia de su producto se juzgan juntas.
8) Debe tener un objeto con el que el
trabajador esté de acuerdo y un propósito con el cual puede identificarse. Tiene
que haber un empeño en que se produzca una obra de alguna clase, sujeta a
normas de excelencia para esa clase de obra, y tal, que el trabajador desee
producir esa clase de obra conforme a una descripción tal, que esas normas de
excelencia sean las propias del caso y las cuales acepte él, en todas circunstancias.
9) El que trabaja siente amor por su obra, y tendrá una razón para proceder en ésta y no en otra manera, en términos de las cualidades y excelencias hacia las que apunta en el producto acabado.
Lo dicho anteriormente cobra importancia cuando lo unimos a las características que la sociedad va adquiriendo desde el último tercio del siglo XX. ¿Cuáles son estas características? Las profundas y constantes mutaciones tecnológicas y culturales. Los cambios económicos, sociales, políticos, ideológicos y culturales mutuamente influyentes anuncian la entrada a una nueva sociedad. Tales características plantean la necesidad en la formación de ciudadanos capaces de asociarse en base a ideas y proyectos y contar con una educación no dependiente solamente de las necesidades productivas.
El desarrollo de la robótica y la informática nos dan pistas sobre las posibilidades de que en el futuro disminuyan de una manera muy importante las horas de labor en el sistema económico y aumente el papel del tiempo libre. Lo más importante no es sólo que las computadoras, la robótica, estén remplazando a bastantes trabajadores en puestos de labor concretos, sino que están desplazando su papel social global, están presionando para que dejen de ser el soporte fundamental de los sistemas productivos como agentes sociales básicos en la realización de labores directos.
Las máquinas inteligentes tienden a reducir el tiempo de labor, de forma que el tiempo de labor “disponible” se convierte en un bien escaso. Y si las labores se están convirtiendo en un bien escaso, no hay más opción que repartirlo y proponer en su lugar la realización de un trabajo. Lo que implica la necesidad de un cambio profundo de las relaciones laborales y culturales.
La revolución técnica, la mutación tecnológica que estamos viviendo deberá cambiar nuestro concepto de labor por el concepto más amplio de trabajo -no vinculado al sistema económico-, dando relevancia a actividades como la cultura, el deporte, la ciencia, la protección del medio ambiente, la asistencia social.
Nos encontramos ante una verdadera contradicción social que exige meditemos y discutamos soluciones posibles. Por una parte, la revolución tecnológica está contribuyendo eficazmente a crear riqueza, pero al tiempo, al generar un paro estructural, está fracasando en la distribución de la riqueza que crea.
Para un gran número de personas, su puesto de trabajo, su carrera o su profesión han dejado de ser la dimensión más importante de su vida. Las personas, liberadas en gran parte de ese trabajo “para ganarse la vida”, tenderán a dar más valor y a identificarse más con otras actividades privadas o públicas que llenen su tiempo disponible. Si se considera que el disponer de más tiempo es más valioso que contar con más dinero, “el paradigma económico sobre el cual se asienta el capitalismo quedará obsoleto”, y se podrá decir, como que ha comenzado la edad post-económica, con sus valores post económicos. (Gorz)
Ahora les presento las conclusiones a las que llega José Félix Tezanos en su artículo “Transformaciones en la estructura de clases en la sociedad tecnológica avanzada”[2]. El autor establece a partir de los datos de la tabla cómo en algunos países a lo largo de los años ochenta del siglo pasado, se habían producido las siguientes tendencias:
1.- Un aumento apreciable en la proporción de profesionales, técnicos, directivos y empleados de cuello blanco en general. Estos sectores ocupacionales en su conjunto se aproximan al 60% del total de la población activa más ocupada, habiendo aumentado en todos los casos en más de 4 puntos.
2.- Una reducción o un estancamiento en la proporción de trabajadores agrícolas y de personal de servicios.
3.- Una reducción importante en la proporción de los trabajadores manuales no agrícolas, que tienden a situarse por debajo del 30% de la población activa.
Y concluye que en su conjunto las sociedades desarrolladas tienden a configurarse cada vez más en mayor grado como sociedades de clase media
Dicho lo anterior a continuación, daré cuenta de lo que son mis pensamientos acerca de lo que debe distinguir a las propuestas del SUNTUAP de las existentes para los trabajadores de la BUAP y sus jubilados. En tan corto espacio explicitaré de manera general y abstracta mi propuesta que espero cumpla las siguientes características: ser coherente, viable y razonable.
Los seres humanos somos entes muy complejos que nos distinguimos unos de otros por nuestras necesidades, intereses, deseos, ganas, inclinaciones, las formas de alcanzar estados de bienestar y placenteros, etc.
Si todo ello tiene que ver con las diferencias entre seres humanos los universitarios también nos distinguimos por nuestros compromisos académicos. Como académicos formamos parte de la BUAP que no es otra cosa que una sociedad científica, literaria y artística establecida con autoridad pública.
Dicho de otra manera, los académicos además de los intereses comunes asumimos como propios los intereses de quienes han cultivado la ciencia, las humanidades y las artes en instituciones como la nuestra. ¿Qué hacen las mejores instituciones con sus miembros cuando están activos y cuando alcanzan una elevada edad o adquieren una condición que los incapacita para seguir trabajando normalmente?, ¿se les margina?, ¿se les maltrata?
Es importante que la BUAP hasta donde sea posible involucren a sus miembros que así lo desean a seguir colaborando proporcionándoles los medios más adecuados y excepcionales que así se requieran.
Es importante que aquellos trabajadores que quieran y deseen conservar sus actividades académicas cotidianas encuentren las condiciones necesarias para continuar haciéndolo. Esas actividades que le procuran placer, bienestar y que responden a sus intereses.
Es de primerísima importancia que la BUAP ofrezca las condiciones para trabajar académicamente. El trabajo en la BUAP debe ser un elemento para aspirar a un vivir mejor.
En la BUAP las condiciones de trabajo académico se han deteriorado al grado que las condiciones de mera labor se han incrementado. Tú haces esto y aquello porque te voy a pagar tanto, te plazca o no. Las actividades placenteras de estudiar, investigar, enseñar, difundir sólo se encuentran en algunos individuos, pero no responden a una política de las administraciones universitarias. La vida universitaria nunca ha estado más expuesta que cuando se “padecen” administraciones miopes e insensibles a las motivaciones de los académicos que no han planeado su vida para enriquecerse.
La ausencia de un plan coherente y razonable de quienes han administrado a la BUAP se manifiesta en el tratamiento que le están dando al “problema” de los trabajadores y las jubilaciones.
No quiero manifestarme simplemente como una voz quejumbrosa y
desde estas premisas que he formulado voy a hacer mis propuestas:
Propuestas
1.- Convocar a una discusión no coyuntural donde se discutan las propuestas sobre las condiciones de trabajo –no de labor- de los miembros de la comunidad universitaria.
2.- Reconocer mediante una legislación adecuada que las condiciones de trabajo no terminan cuando comienza la jubilación, sino que continúan a lo largo de la vida del universitario. Ello significa reconocer que la actividad intelectual de un jubilado es tan valiosa como el de un académico en activo y que, por lo tanto, es necesario iniciar los trabajos tendientes a la apertura de una sección en la universidad donde participen los trabajadores jubilados junto con aquellos otros miembros de la comunidad o ajenos a ellos que quieran conocer sus experiencias en cursos, proyectos de investigación, seminarios, etcétera, diseñados por ellos y desarrollados en las instalaciones de la BUAP.
3.- Que se reconozca la necesidad de que los trabajadores intelectuales con más experiencia pueden ayudar a formar a los nuevos trabajadores mediante el sistema de asistentes y auxiliares.
4.- En vez de que le paguen a un jubilado partir de la edad marcada en adelante por un periodo de completa inactividad que continuará hasta que muera, por qué no reconocerle el derecho a continuar trabajando de acuerdo a su capacidad.
Es necesario imaginar una salida de la “universidad basada en la labor” hacia una donde sean preponderantes las actividades orientadas por el trabajo.
En fin, de lo que se trata en esta coyuntura es que los académicos trascendamos los límites de las propuestas coyunturales para ejercer día con día el derecho a vivir mejor, garantizar en la medida de lo posible una vida y vejez tranquila y segura y no abandonar el derecho de incrementar nuestros conocimientos y saberes hasta la sepultura. Debemos manifestar que esos son nuestros intereses, necesidades, deseos e intenciones y luchar para que ello sea una realidad para todas las generaciones.
No otra cosa es lo que nos impone nuestro lema “Pensar Bien Para
Vivir Mejor”.
Bibliografía
Herbst, P., “Trabajo,
labory educación universitaria”, en R. S. Peters, 1977, Filosofía de la educación, México,
F.C.E, 111-140.
Félix
Tezanos, José, “Transformaciones en la estructura de clases en la sociedad
tecnológica avanzada”, en El Socialismo del Futuro, Revista de Debate
Político, Madrid, Fundación Sistema, 1992, 65-84. Ponencia del Encuentro sobre
El Futuro del Trabajo, Sevilla, 14 y 15 de septiembre de 1992.
[1] Herbst, P., “Trabajo, labor y educación universitaria”, en R. S.
Peters, 1977, Filosofía de la educación, México, F.C.E, 111-140.
[2] en El Socialismo del Futuro, Revista de Debate
Político, Madrid, Fundación Sistema, 1992, 65-84. Ponencia del Encuentro sobre
“El Futuro del Trabajo, Sevilla, 14 y 15 de septiembre de 1992
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