Misticismo y santidad en Ludwig Wittgestein
(Primera parte)
Mtro. José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
Pensar en el sentido de la vida es orar.
Creer en un Dios quiere decir ver que con los hechos del mundo no basta.
Creer en Dios quiere decir ver que la vida tiene un sentido.
Ludwig Wittgenstein
El creyente común habla demasiado acerca de su Dios, pero quienes son tocados por la deidad –los místicos– se percatan de que no es posible hacer tal cosa. Ellos aseguran que nuestro lenguaje es insuficiente para exponer o explicar sus experiencias. Los místicos chocan con los límites del lenguaje.
Ludwig Wittgenstein se interesa en los límites. En su Tractatus Logico-Philosophicus distingue entre los decible y lo indecible, o mejor, entre lo que se puede decir y lo que se puede mostrar; entre el mundo y lo que queda fuera de él; entre el sentido y el sinsentido.
En palabras de Wittgenstein, “el libro quiere, pues, trazar un límite al pensar o, más bien, no al pensar sino a la expresión de los pensamientos: porque para trazar un límite al pensar tendríamos que poder pensar ambos lados de este límite (tendríamos en suma, que poder pensar lo que no resulta pensable). Así pues, el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que reside más allá del límite será simplemente absurdo”.
Wittgenstein manifestaba que ciertas experiencias le hicieron chocar con los límites del lenguaje. ¿Existe alguna conexión entre las aseveraciones de los místicos y las aseveraciones de Wittgenstein? Mostraré dos afirmaciones:
1. Que Wittgenstein era un místico, y que su misticismo está presente en su filosofía (al menos en la filosofía que aparece en el “Tractatus”); y
2. que Wittgenstein buscaría vivir como un santo.
¿A qué me refiero cuando digo que Wittgenstein era un místico? A
que se comunicaba con Dios (con su Dios). Pero no se trataba de un monólogo. El
filósofo-místico logró un verdadero diálogo: Wittgenstein le hablaba a Dios, y
éste le respondía. Dios le comunicó a Wittgenstein cuál era el sentido de la
vida, o mejor dicho, Wittgenstein encontró el sentido de su vida en su
comunicación con Dios... Esto lleva a la otra afirmación que se mostrará.
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