Hacia la
constitución de un Sistema de Educación. Un sistema para todos.
Mtro. José
Antonio Robledo y Meza
Mtra. Karla
Rodríguez Pérez
Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla
Cel: 2223703233
El tema
fundamental de la discusión en torno a la educación es el de construir una comunidad
emocional que une a los individuos en su vida cotidiana, unidos por la experiencia
de un pasado común, al sentimiento que acepta la lealtad suprema del individuo
a la Nación-Estado y tener aspiraciones comunes para el futuro. La propuesta
avalada por el resultado de las elecciones del 1 de julio de 2018 se resume en
la divisa “El Pueblo Soberano como base, la Nueva República (nuevo proyecto de
nación) como fin y la Cuarta Transformación como medio”.
Varios son los
factores operan a favor de esta intención: 1) un gobierno común (legal y
legítimo); 2) Contacto estrecho entre los mexicanos a través de la cultura y el
idioma español; 3) el interés común de mantener vigente a la Nación-Estado en
el contexto internacional y 4) cierto grado de sentimiento y de voluntad de
llevar a cabo tareas comunes: aportar valores universales al resto del mundo,
coadyuvar a la cultura de paz entre las naciones y desarrollar una conciencia
de que los humanes formamos parte de una comunidad.
El objetivo de la propuesta es participar en
el diálogo en torno a la construcción de un sistema dónde se establezcan las
relaciones necesarias entre los distintos niveles del sistema escolar para que
funcione como tal (sustituir los enfoques individualista y holista por un
enfoque sistémico). Se trata de convertir al sistema escolar en un recurso que
acompañe permanentemente a las autoridades legítimas y legalmente constituidas
que representan la voluntad del Pueblo Soberano en la tarea de unir a los mexicanos
por medio de la construcción y difusión de las “ideas fuerza” necesarias para
posibilitar, en esta coyuntura, la reconciliación política y con esto avanzar
en la construcción de una Nueva República.
Interpretar los resultados del pasado 1 de
julio del 2018 como el deseo de los mexicanos de promover los fundamentos y
objetivos de la “Nueva República” nos obliga éticamente a impulsar los cambios
sistémicos necesarios para que la sociedad cambie dirigida por tres ideas
fuerza: Pueblo Soberano (PS), Nueva República (NR) y Cuarta Transformación
(4T).
Si la divisa de los tiempos por venir es
considerar al Pueblo Soberano como base, la Cuarta Transformación como medio y
la Nueva República como fin es fácil advertir la importancia del sistema
escolar como recurso en la formación de los nuevos ciudadanos que hagan posible
la construcción de la Nueva República. En esta tarea el sistema escolar será
-junto con las nuevas tecnologías- el recurso insustituible en los próximos años
porque su tarea fundamental será la de participar en la educación de los
mexicanos y convertirlos en la energía para lograr la concreción de los
mandatos definidos por libre voluntad de los mexicanos el 1 de julio del 2018.
La reforma educativa –como parte de la Cuarta
Transformación- debe entenderse entonces como un cambio planificado que nos debe
conducir de las circunstancias actuales hacia la Nueva República. Por lo tanto,
si la reforma educativa cambia las circunstancias sociales que la alojan debe
concebirse a la reforma educativa como un instrumento en permanente cambio y es
coherente con el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación.
Si el objetivo es caminar hacia una Nueva Republica
entonces se debe hablar de modificar las relaciones hasta ahora existentes
entre los tres subsistemas básicos de la sociedad: el cultural, el político y
el económico. Esta modificación deberá ser radical y básica utilizando la
racionalidad mostrada en las elecciones pasadas convenciendo no imponiendo.
La educación de los nuevos ciudadanos debe estar
directamente vinculada a la búsqueda de una reconciliación entre los mexicanos.
La voluntad del Pueblo Soberano manifestada el
1 de julio del 2018 y expresada en la reforma del 3° constitucional está
motivada por la idea de un nuevo proyecto de nación.
Se ha considerado
que lo mucho de lo positiva y de lo negativo que hay en la personalidad del
mexicano tiene relación con el aprendizaje de la historia nacional y su enfoque
en conceptos básicos como “amor”, “justicia”, “belleza”, “verdad”, “laicidad”,
“democracia”, “derechos humanos”, “dignidad de la persona”, “estudio”,
“investigación”, “capacidades”, “creatividad” y “criticismo”, “bienestar”,
“excelencia”, “equidad”, “formación intelectual”, “información”, “honestidad”,
“integralidad”, “inclusividad”, “libertad”, “paz”, “educación pública”,
“respeto”, “solidaridad”, “universal”, “valores”, “virtudes”.
Estos conceptos
deberán orientar no solo la formulación de las leyes secundarias en materia
educativa sino las prácticas y objetivos del sistema educativo en sus tres
niveles: básico, medio y superior.
Por todo lo dicho
la Ley General de la Educación deberá establecer que:
1) La educación es un derecho de toda persona para
alcanzar su bienestar y desarrollo intelectual. El Estado garantizará la
educación en las niñas, niños, jóvenes y ciudadanos…
2) La educación que se imparta en el país,
deberá incluir en sus planes de estudio la promoción de las destrezas, las
habilidades, los conceptos, las normas, valores y virtudes racionalmente
pertinentes, el conocimiento de la historia, el
filosofar, la geografía, la cultura… medio ambiente.
3) Pondrá especial énfasis en el uso del
español[1], sin
menoscabo de las otras lenguas originarias, como el recurso prioritario de la
comunicación en las escuelas así como impulsar las capacidades para leer,
escribir, estudiar, hablar, argumentar y el uso de las matemáticas porque se
aplican en una variedad amplia de circunstancia, además impulsará las
capacidades didácticas (comunicar, formular y responder preguntas) y las
capacidades lógicas (extraer conclusiones de las premisas y formular hipótesis
a partir de la información disponible).
4) El Estado establecerá directrices y medidas
tendientes a expresar los propósitos comunes, el pluralismo, el deseo de
igualdad y excelencia educativa además de garantizar la equidad de la educación… la expresión
imaginativa y del pensamiento crítico porque son la llave de la inteligencia
flexible.
[1] Peculiaridades del español. La
mayoría de hispanohablantes se encuentran en Hispanoamérica. De todos los
países con una mayoría hispanohablante sólo España y Guinea Ecuatorial están
situados fuera de América. A principio del siglo XXI México
es el país con el mayor número de hablantes (casi una cuarta parte del total).
Al nivel nacional, el español es la lengua oficial de Argentina, Bolivia
(cooficial el quechua, el aymara y el guaraní), Chile, Colombia, Costa Rica,
Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México
(cooficial con las lenguas indígenas de cada territorio), Nicaragua, Panamá,
Paraguay (cooficial el guaraní), Perú (cooficial con las lenguas indígenas de
cada territorio), Uruguay y Venezuela. El español también es la lengua oficial
en Puerto Rico (cooficial el inglés). Se estima que, para el año 2050, Estados Unidos, cuya lengua
oficial es la inglesa, será el primer país hispanohablante del mundo.
El español tiene una larga historia en los Estados Unidos (muchos estados y
accidentes geográficos fueron nominados en ese idioma) y se ha fortalecido por
la inmigración proveniente del resto de América. El español, además, es la
lengua más enseñada en el país. Estados Unidos es el quinto país con mayor
número de hispanohablantes. Se encuentra una realidad lingüística singular en
Estados Unidos, debido al avance progresivo del bilingüismo, especialmente en
ciudades cosmopolitas como Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Miami, Houston,
San Antonio, Denver, Baltimore, Seattle.
Idiomas como el francés o el alemán son monopolares. El inglés y
el portugués son bipolares. Inglaterra y Portugal, por ser cunas del idioma
respectivo, tienen en las decisiones un peso mucho mayor de lo que podría
sugerir la importancia comparativa de sus economías y poblaciones frente a
Estados Unidos y Brasil. El español es la única lengua multipolar del mundo.
México tiene más población que cualquier otro país; la economía de España es
más fuerte; países como Argentina o Colombia tienen tradiciones culturales muy
potentes; países pequeños como Chile o Guatemala dan premios Nóbel como Neruda
o Asturias; la diminuta Nicaragua ofreció al idioma y al mundo un genio como
Rubén Darío. En ese contexto, lo lógico sería que cada uno de esos países
importantes desarrollara sus propias normas y las tratara de imponer a los
demás, y que a la larga imperara el caos cuando no nos aviniéramos. Eso no ha
ocurrido. Los castellanohablantes tenemos una ortografía unitaria, una
gramática sin fisuras y apenas diferencias léxicas y de uso de algunas palabras.
El español goza de tan buena salud que puede soportar sin mella alguna que
determinados hablantes nieguen la unidad del idioma.
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