Génesis de los partidos políticos en México
José Antonio Robledo y Meza
Las diferencias y escisiones dieron por resultado a las dos grandes tendencias políticas o “partidos” que iban a cortar en tres al México del siglo XIX: las diferencias existentes entre las clases poseedoras y el resto de la población y dos escisiones, la primera entre el Estado y la Iglesia y la segunda entre el centro y las provincias.
La proclamación de Iturbide como Emperador obligó al surgimiento del movimiento antiiturbidista. Este último se dividió rápidamente en “borbonistas” y “republicanos”. Las élites dirigentes se confrontaron con vehemencia. Oficiales del ejército, profesionistas y clérigos, comerciantes y terratenientes se dividieron en dos tendencias políticas: “monarquistas” y “republicanos”.
El “Partido monárquico” o “borbonista” estuvo formado por los miembros del alto clero, algunos oficiales del ejército, los terratenientes y los miembros de la burguesía que controlaban el comercio y la minería. El “Partido republicano” agrupó de su lado al clero bajo y medio, a los profesionistas y a una facción del ejército.
Estas dos tendencias se agruparían en las primeras organizaciones políticas de México: las logias masónicas. El primero en nacer fue, en 1813, el “Partido escocés”. En su mayoría eran peninsulares y desarrollaron sus actividades con el concurso particular de los oficiales de las fuerzas armadas que constituyeron, de hecho, su principal sostén.
En España, desde 1812, el término “liberal” empiezó a formar parte del lenguaje político de las cortes de Cádiz, para distinguirse del partido servil, y en la literatura, con Madame de Stäél y Sismondi, para indicar una nueva orientación ético-política que se estaba consolidando. De esta manera desde el inicio del siglo XIX el adjetivo “liberal” era acompañado por otros términos políticos que algunas veces negaban o limitaban su contenido. Hubo partidos monárquicos-liberales, liberales-nacionales, católicos-liberales, protestantes-liberales, liberales-democráticos, liberales-librecambistas, liberales-estatalistas.
El término “conservador” aparece en el año de 1818 en su uso político moderno. Se originó con Chateubriand y Lammenais, quienes fundaron juntos un diario llamado Le Conservateur para combatir a los partidarios de la Revolución francesa. En 1820 nace, en Francia, el positivismo europeo quien repudia los principales elementos de la teoría liberal.
El conservadurismo mexicano nace y se desarrolla durante los años 1821-1857 y con él los sinónimos de conservador: tradicionalistas, serviles, iturbidistas, escoceses, novenarios, imparciales, aristócratas, bustamantistas, clericales, monarquistas, centralistas, santanistas, etc.
Durante cincuenta años (1820-1870) se manifestaron varios fenómenos políticos que marcarían el desarrollo del Estado por nacer en México: conflictos ideológicos, confusión política y modificaciones de las doctrinas clásicas del liberalismo. Los años posteriores al 70, con Juárez primero y con Díaz después, fueron de consenso político al mismo tiempo que se manifestaría un conflicto teórico entre el liberalismo clásico o doctrinario y el “positivismo”.
La Constitución de Cádiz se restablece en 1820. Según José María Luis Mora (Revista política de las diversas administraciones de la República mexicana que ha tenido hasta 1837) a mediados de este año se empezaron a manifestarse dos tendencias: una que pretendía cambios políticos radicales y otra que los repudiaba y quería mantener el estado de cosas vigente. Los partidarios de cambios comenzaron por sustituir la palabra Imperio, como denominación del país, por el de República y más tarde agregaron el concepto Federal. Estas tendencias fueron calificadas por Mora de “extra-constitucionales”.
Básicamente tres son las versiones de la historia política del México decimonónico. Estas se han diferenciado por dos aspectos: su compromiso ideológico y el uso político de la historia. Las dos visiones tienen su origen en las luchas ideológicas del siglo XIX: la que tiene como origen a Lucas Alamán y la liberal-oficial. La escuela alamanista está representada por José Vasconcelos, Mariano Cuevas y José Bravo Ugarte. La escuela liberal-oficial predominante tiene como representantes más destacados a Justo Sierra, Emilio Rabasa, Jesús Reyes Heroles y Francisco López Cámara. Estas dos escuelas fueron establecidas por las pugnas de los mismos contrincantes de la primera generación después de la independencia y reproducidas posteriormente. En el centro de cada una existió un creciente interés por forjar una nación. Es así que el nacionalismo y el conflicto ideológico han sido los principales determinantes en la historiografía política mexicana.
La tercera versión, iniciada a mediados del siglo XX, autodenominada crítica o no oficial -desconfiaba de la versión oficial y alertada a lo dicho por los representantes de la escuela alamanista y sus estudiosos- está representada por Cosío Villegas, Reyes Heroles, González Navarro, Allan Knight, Charles Hale y Josefina Vázquez.
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