viernes, 17 de mayo de 2019

De la ignorancia al pensar

José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
Cel. 2223703233


Todo problema como tal nace cuando el espíritu se halla en una situación intermedia entre la ignorancia y el saber. No hay problema para el ignorante, como tampoco lo hay para el sabio. La noción misma de problema va unida a la de filosofía, es decir, de deseo o amor a la sabiduría.
Bréhier E. en El problema en filosofía contemporánea.



¿Qué debe saber hacer un estudiante que egresa de una universidad se le enseñe o no? La respuesta depende de la intención del estudiante en cuestión. ¿Quiere un certificado? ¿Quiere ser profesor? ¿Quiere aprender a pensar? De esta última cuestión me ocuparé.
Los humanes sabemos muchas cosas, tenemos información que nos interesa de muchos tipos: de valor histórico, de interés intelectual, de importancia práctica (tecnología) de profundo conocimiento teorético (filosofía, teología, geometría, matemáticas y ciencia) que nos procuran comprensión del mundo y el Universo; pero también reconocemos que es infinita nuestra ignorancia. Adquirimos conciencia de nuestra ignorancia por: a) el conocimiento adquirido en la vida cotidiana y en el campo de las ciencias; b) la reflexión que a cada paso que damos en la solución de un problema nos permite descubrir nuevos problemas incluso ahí donde creíamos estar en terreno firme.
¿Cómo adquirimos saberes y conocimientos? Al estudiar aprendemos; adquirimos saberes y conocimientos, y, con esto, desarrollamos las condiciones para formular nuevos problemas ya que el estudio al mismo tiempo que nos abre las puertas de los saberes y conocimientos, nos da conciencia de nuestra ignorancia. El estudio hace posible que adquiramos distintas habilidades y capacidades -como las de dudar y sorprendernos y la creatividad-. El estudio al ayudarnos a formular problemas nos conduce a pensar, a investigar. Por lo dicho, los humanes reconocemos que día a día crecen nuestros saberes y conocimientos pero al mismo tiempo que nuestra ignorancia es casi infinita. Y esta tensión entre saber e ignorancia se mantiene todo el tiempo.
Todo saber es para el pensador una fuente de problemas y es con problemas que se mantiene vivo el pensar. Son los problemas -la tensión entre saber, conocer e ignorar lo que le dan sentido al pensar. Después sigue el análisis del problema y los ensayos de solución y su correspondiente argumentación.
Una fuente del pensar nos lo proporcionan las contradicciones contenidas en nuestros saberes y conocimientos; otra son las contradicciones presentadas entre los saberes y los hechos a los que se pretende dar cuenta. Sea uno u otro el caso el problema es conceptual ya que si el problema viniera del mundo práctico esto nos obligaría a meditar, teorizar, especular, dando con ello lugar a conceptualizaciones.
Continuemos con un par de ejemplos. Imaginemos que nos preguntamos ¿Qué es la vida humana? Antes de ir por la respuesta es necesario saber qué tipo de pregunta se está uno haciendo. Y la pregunta que nos hacemos es conceptual ya que la pregunta: ¿Qué es la vida humana? exige una definición del concepto "vida humana". Y aquí surgen más preguntas. ¿Por qué puede uno preguntarse tal cosa? ¿Por qué es uno capaz de preguntarse tal cosa? ¿Eso tiene el sentido de por qué es necesario preguntarse tal cosa? La legitimidad de la pregunta es epistémica ya que el hombre siempre se ha mostrado como un animal curioso que sabe muchas cosas pero que también ignora muchas más. Otra pregunta derivada de la original sería: ¿Uno tiene el derecho de saber que es la vida humana? Esta pregunta apunta por la necesidad biológica de saberlo. ¿Es necesario saberlo? Esta pregunta apunta por las razones, esto es, por la necesidad de explicar por qué hay vida humana.
Hemos repetido varias veces el por qué tal o cual cosa lo que equivale a preguntarse por las causas de la vida humana, o en otras palabras, la vida humana es efecto de qué circunstancias. Finalmente podemos preguntarnos por las características de la vida humana ¿Cómo se manifiesta? ¿De qué manera? ¿En qué forma? ¿Qué sería un ejemplo de vida humana?
Ahora hagamos un pequeño ejercicio. Supón que eres astronautas, y que tu nave espacial cae en un planeta desconocido para ti. ¿Qué es lo que harías una vez recobrado el conocimiento? Lógicamente, las cuatro primeras preguntas que un humán haría en tales circunstancias serían: ¿dónde estoy?, ¿cómo lo sé?, ¿qué debo hacer?, ¿cómo le hago? Estas preguntas, fundamentales para el estudio de la existencia y por ende, para la supervivencia humana, son respondidas por las cuatro primeras ramas de la filosofía: metafísica (¿dónde estoy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?), epistemología (¿cómo lo sé?), ética (¿qué debo hacer?) y política (¿cómo le hago?).
¿Dónde estoy? Los aportes del pensar no me dirán si estoy en Cholula o en Ámsterdam o en otro lugar (aun cuando me dará las herramientas necesarias para averiguarlo); sin embargo, ayudará a comprender el dilema: ¿estoy en un mundo gobernado por leyes estables, firmes, cognoscibles, absolutas? ¿O estoy en un caos incomprensible? ¿Las cosas a mí alrededor son reales, o son sólo una ilusión? ¿Existen independientemente de mi voluntad o son creadas por mi mente? ¿Puedo cambiarlas según mi voluntad o no? De estas preguntas se ocupa la Metafísica, que es el estudio de la naturaleza de la existencia como tal.
¿Cómo lo sé? Como el humán no es omnisciente ni infalible, debe descubrir el mundo, averiguar qué es el conocimiento y cómo probar la validez de sus conclusiones al respecto. ¿Adquiere saber por un proceso racional o por una súbita revelación, o por instintos, o por acto reflejo? ¿Es la razón competente para descubrir la realidad o el humán posee alguna otra facultad superior o paralela a la razón? ¿Puede estar seguro de algo o está condenado a vivir en una duda perpetua? De todo ello se ocupa la epistemología, que estudia el conocimiento y el medio de adquirirlo.
¿Qué debería hacer? Las investigaciones a las dos primeras preguntas determinarán la respuesta a la tercera. ¿Qué es bueno y malo para el humán, y por qué? ¿Su preocupación debería ser alcanzar la felicidad o huir del sufrimiento? ¿Debería perseguir sus propias metas, o subordinarse a las de los demás? De ello se ocupa la ética, rama del pensar que estudia el modo en que un hombre debería comportarse.
A su vez, la respuesta que da la ética determina cómo el humán debería tratar con otros humanes, lo que involucra la cuarta rama de la filosofía, la política, directamente basada en las primeras tres, que define los principios de un sistema social adecuado.
Analiza cada pregunta y te percatarás que algunas tienen tanto componentes teóricos como prácticos. Lo dicho hasta aquí nos permite inferir que:
1) No hay problema sin ignorancia.
2) No hay problema sin conocimientos y saberes.
3) No hay pensar sin ignorancia.
4) No hay pensar sin conocimientos y saberes.
5) No hay pensar sin problemas, i.e., sin ignorancia y conocimientos y saberes.
Si retomamos la pregunta inicial ¿Qué debe saber hacer un estudiante que egresa de una universidad se le enseñe o no? concluyo que es el reconocimiento de que la ignorancia nos pone en el camino del estudio y de los problemas, y son el carácter y la cualidad de éstos -los problemas- juntamente con su análisis, la audacia y singularidad de las soluciones propuestas lo que determina el valor o falta de valor del pensar. Y una forma de problematizar es formulando preguntas así que un estudiante que aspire a formarse como pensador no debe conformarse con repetir soluciones sino, por el contrario, debe habilitarse como un formulador de preguntas.

Puebla, Pue., Plazas de Guadalupe
16 de mayo del 2019

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