domingo, 10 de marzo de 2019

Universidad Mexicana - Luis Rivera Terrazas


In Memoriam

Luis Rivera Terrazas
(21 de diciembre de 1912 - 20 de marzo de 1989)

El próximo 20 de marzo de 2019 se cumplirán 30 años de la muerte de Luis Rivera Terrazas. Para recordarlo rescato su texto de 1975 “La Universidad Mexicana” que se convirtió en la fuente de “ideas fuerza” de la conocida “Universidad Crítica, Democrática y Popular”.


Tres documentos –a los que se irán agregando otros- del proyecto “Pensar para discutir la BUAP” que estamos impulsando desde este blog de “México el árbol de los mil frutos”.

Luis Rivera Terrazas  fue rector de la UAP de 1975 a 1981. Tuve la oportunidad de conocerlo como profesor de la materia de cálculo diferencial e integral en el Colegio de Filosofía durante el año de 1975 (el plan de estudios del colegio era harto diferente al actual), también en la mesa de negociación entre UAP y SUNTUAP –él como rector y yo como representante sindical- a finales de la década de los 70s. Fui invitado por él para formar parte de una comisión de revisión y transformación de los Planes y Programas de Estudio de las Escuelas Preparatorias de la UAP durante sus dos últimos años como rector.

Luis Rivera Terrazas era ingeniero civil y maestro de educación básica. Trabajó como astrónomo en el Observatorio Nacional Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANT). Fue académico y fundador de la Facultad de Física en la Universidad Autónoma de Puebla.

El texto que presentamos ha sido retirado pero se puede encontrar una copia en

LA UNIVERSIDAD MEXICANA
LUIS RIVERA TERRAZAS
Ingeniero Civil, Rector de la Universidad Autónoma de Puebla.

Contenido del Artículo:
Introducción
Democrática, Crítica y Popular
Universidad e Independencia
La Autonomía Universitaria
Universidad y Partidos Políticos

INTRODUCCIÓN

La universidad es producto y expresión de la sociedad mexicana, es parte integrante de la superestructura social y expresa las contradicciones inherentes a la sociedad en que vivimos.

Así, inscrita en una determinada formación económico-social, obedece a los intereses de la clase en el poder y es una institución al servicio del régimen social del cual es su producto.

De esta manera contribuye al mantenimiento de las actuales relaciones de producción, formando los cuadros técnicos y profesionales que el régimen necesita y reproduciendo, en parte o en todo, la ideología de la clase dominante.
Todo proceso social contiene en sí mismo su contradicción. La universidad mexicana coadyuva al desarrollo de las fuerzas productivas, cuando, por una parte, impulsa la ciencia, la técnica y la cultura y, por otra, genera en su seno los movimientos universitarios que desarrollan objetivos y tareas revolucionarias al lado de los trabajadores mexicanos.

Todo esto hace que la universidad sea un nudo de contradicciones donde se refleja, en manera objetiva, la lucha de clases exteriores y se genera una actitud crítica, aguda, respecto de la problemática nacional que con frecuencia la conduce al enfrentamiento ideológico con el régimen.

Ahora bien, el nudo de contradicciones da como primeros resultados la crisis en la cual se debate la universidad mexicana. Esta afirmación, planteada por las fuerzas democráticas del país, se ha convertido en una verdad evidente para todos los sectores políticos y sociales de México.

Los rasgos más importantes de la crisis educativa que señalamos en esta ocasión son los siguientes:

La masificación creciente de la universidad, como resultado de agudos problemas sociales.

La insuficiencia creciente de recursos financieros y de condiciones materiales indispensables para el quehacer universitario.

La ineficiencia y prominencia de métodos y formas obsoletas de enseñanza tradicional para resolver los problemas que entraña la educación masiva.

La existencia, en muchas universidades, de estructuras político-jurídicas, de gobierno autoritario y la ausencia de democracia.

En cuanto al contenido de la enseñanza, en ellas se manifiesta una clara desvinculación entre la teoría y la práctica y presenta los siguientes rasgos:

La enseñanza profesional sigue siendo su actividad principal, aun cuando en los últimos años se han hecho intentos por desarrollar la extensión universitaria y la investigación científica.

La enseñanza está organizada en estancos impermeables (planes de estudio verticales, cátedras sin ninguna relación entre sí, escuelas separadas por fronteras infranqueables, etc.).

Los planes y programas de estudio, en la mayoría de los casos, son un simple agregado de materias con una orientación anticientífica y reproductora de valores que fortalecen nuestra dependencia cultural, científica y técnica.

La educación sigue siendo, en lo esencial, informativa y basada en la transmisión oral del conocimiento.

Por otro lado, el papel que hasta hace pocos años venía desempeñando la universidad como mecanismo de promoción social que permitía realizar una alianza entre la pequeña burguesía y la clase dominante, se ha visto minada por la situación contradictoria que origina por un lado la proletarización de un trabajo intelectual y por otro la estrechez del mercado profesional que arroja al desempleo a millares de egresados de las universidades, pero que son, dentro de una perspectiva más amplia, un porcentaje mínimo dentro del cuadro general del desempleo y subempleo que afecta, hoy por hoy, a más de nueve millones de mexicanos.

Para superar lo anterior algunos órganos oficiales han hecho suyos los pronunciamientos de una parte del sector privado en el sentido de que la educación superior no debe significar una carga para el estado, y por diversos mecanismos se ha tratado de implementar el sistema de becas-crédito con objeto de evitar el contenido popular de la educación superior y mediatizar el contenido crítico que pudiera dársele a la educación en algunas universidades.



DEMOCRATICA, CRITICA Y POPULAR

Por su parte, en el programa de Reforma Universitaria de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) elaborado, discutido y aprobado por profesores, estudiantes y trabajadores universitarios en 1975 y que sirvió de plataforma a la elección de rector, se presenta una salida justa a la crisis educativa antes señalada. Esta solución quedó plasmada en el concepto de una universidad democrática, crítica y popular y desde ese año toda nuestra actividad ha estado dirigida hacia la realización de esa tesis.
Por universidad democrática entendemos aquella en la que tanto su estructura como todas sus formas de gobierno sean la expresión de la voluntad de las mayorías universitarias.

Por universidad crítica entendemos aquélla basada en una concepción científica del universo, que abarque tanto al mundo de la naturaleza como al hombre y la sociedad que éste constituye.

Una universidad crítica es aquélla que sabe utilizar el pensamiento racional y aplicarlo a los problemas fundamentales de la sociedad, formulando análisis y propuestas para promover los cambios estructurales que promuevan un reparto justo de la riqueza y que tienda a hacer desaparecer la explotación del hombre por el hombre, y a establecer la democracia en todos los ámbitos de la vida social.

Por universidad popular entendemos aquélla ligada a las mejores causas del pueblo de México: sus luchas por la liberación de los obreros, campesinos y sectores populares.
También una universidad popular es aquella que mantiene sus puertas abiertas a los grandes sectores de la población y que da oportunidad de estudio a decenas de miles de jóvenes que de otra manera quedarían totalmente marginados.

La Universidad Autónoma de Puebla, al defender su existencia como institución, ha desempeñado un papel importante en la lucha por las libertades democráticas, dentro y fuera de la institución, lo cual la ha enfrentado a violentas represiones como la masacre de jóvenes estudiantes acribillados por la policía el 1° de mayo de 1973 y como el asesinato de nuestros compañeros Joel Arriaga y Enrique Cabrera, en 1972. Los atentados terroristas y las campañas calumniosas contra profesores y trabajadores de la universidad; la infiltración de provocadores y el impulso a la corrupción; la protección de pandilleros y la introducción de drogas han sido algunas de las formas con las que se ha intentado detener el proceso democratizador de esta universidad.

Sin embargo, todos estos intentos han fracasado, y hoy día la Universidad Autónoma de Puebla se plantea nuevas metas y objetivos, y de esta lucha ha ido surgiendo, cada vez con mayor claridad, la imagen de una nueva universidad cuyos rasgos fundamentales son su carácter democrático, crítico y popular.



UNIVERSIDAD E INDEPENDENCIA

La Universidad Autónoma de Puebla, como cualquier otra institución de educación superior, tiene la obligación de producir profesionales, científicos, artistas, etc., de muy alto nivel académico, pero no sólo en función de los intereses y necesidades de la clase que se beneficia de las actuales estructuras económicas del país, sino además en función de los grandes problemas que afronta México, tales como salud, educación popular y vivienda, que afectan a la inmensa mayoría de mexicanos, y también en función de la independencia económica, política, científica y tecnológica de nuestro país.

Por lo que se refiere a planes y programas de estudio, ha sido una preocupación nuestra que éstos sean sometidos a un examen crítico. Podemos decir que se ha dado un gran paso hacia adelante, cuando cada escuela o ha realizado un congreso interno para tratar este tipo de problemas o está preparándolo para una fecha futura próxima.
En el marco de la participación conjunta de profesores y estudiantes pretendemos dar a la enseñanza un contenido eminentemente social, de modo que los planes y programas que se implanten sean estructurados en esta dirección y nos conduzcan a una educación con las características siguientes:

Científica, es decir, sustentada en la comprensión de las leyes generales que rigen el curso de la naturaleza y de la historia.

Integral, globalizadora del conocimiento y de la verdad; la verdadera especialización no debe convertirse en parcialización del conocimiento, en la mutilación de la totalidad, propiciadora de tecnócratas.

Activa, que tenderá a superar la relación vertical profesor alumno que coloca al estudiante como sujeto pasivo, para integrarlo al proceso de aprendizaje.

Desalienante, encaminándola al encuentro del hombre consigo mismo.

Democrática, dando cabida a todas las corrientes del pensamiento y de la cultura universal, exceptuando las concepciones fascistas, fanático-religiosas retrógradas, ligadas a los intereses de los grupos monopólicos tanto nacionales como extranjeros.

Nacionalista, orientada a preservar y desarrollar nuestra identidad y nuestro patrimonio cultural e histórico.

Popular, es decir, dará preferencia a la clase trabajadora y tenderá a romper el elitismo característico de la universidad burguesa.



LA AUTONOMIA UNIVERSITARIA

Queremos hacer especial mención al problema de la autonomía universitaria, que hoy por hoy se encuentra en el centro de los debates nacionales.

Para nadie es un secreto que en las universidades se ha conquistado un cierto espacio democrático en donde la posibilidad de disentir y actuar en un clima de libertad contrasta con la intolerancia, el autoritarismo y la represión que se manifiesta en otras esferas de la vida social y política del país.

Aplastar esta posibilidad parece ser el objetivo de esta nueva escalada en la que coinciden tanto los defensores del statu quo, como aquellos que piensan que la transformación radical de la sociedad puede ser el resultado de un simple estado de ánimo o de un acto de voluntad.

Los universitarios de Puebla vemos con preocupación la dimensión que ha adquirido ya este proceso y reiteramos nuestra convicción de que, en momentos como éste, es imprescindible la defensa de la autonomía de nuestras instituciones. Debemos rechazar las prácticas que se han venido imponiendo en la solución de los conflictos universitarios. El respeto, el tratamiento político de los problemas y las soluciones democráticas deben prevalecer en las relaciones entre los universitarios, al igual que en las relaciones entre el Estado y las universidades. Por estas razones nos manifestamos en contra tanto de las soluciones de fuerza como de la adopción de soluciones a espaldas de los universitarios en condiciones que violan flagrantemente la autonomía, como ha sucedido en algunos de los conflictos que se han suscitado.

Somos partidarios de que la autonomía se convierta en una garantía constitucional, de manera tal que la universidad cuente con un instrumento jurídico que sirva para restaurar la autonomía violada por el Estado, siempre y cuando dicha legislación no se convierta en un instrumento de restricciones y limitador de la misma, puesto que su mantenimiento es condición necesaria para la consecución y fortalecimiento de la Reforma Universitaria.

En una universidad democrática, crítica y popular concurren a la defensa de la autonomía universitaria profesores, trabajadores y estudiantes. Los dos primeros organizados en sindicatos y los últimos en agrupaciones estudiantiles que concurren al gobierno universitario.

Respecto a la sindicalización y la ley laboral, en numerosas oportunidades las autoridades universitarias hemos manifestado nuestro repudio categórico a cualquier legislación, que, como lo pretende el proyecto de modificación del Artículo 123 de la Constitución General de la República, tienda a establecer relaciones que en el fondo pueden resultar lesivas a la independencia de los sindicatos y atentatorias, en última instancia, de la autonomía universitaria.

Estamos plenamente convencidos de que es el Artículo 123, sin agregados ni enmiendas, el que debe regir las relaciones entre los sindicatos, las instituciones de educación superior y el Estado.

Otra de las fuerzas que poderosamente concurren a la defensa de la universidad es el movimiento estudiantil, que ha sido uno de los factores fundamentales y un impulsor importante de las transformaciones en la UAP. Pero no podemos dejar pasar inadvertida la posibilidad de emitir un juicio sobre el ultraizquierdismo de que el estudiante es tan proclive y que ha sido el marco supuestamente teórico para agredir a otras universidades.

Las actividades ultraizquierdistas representan posiciones aventureras que diluyen el movimiento estudiantil y provocan la agresión externa y el estancamiento, si no es que la destrucción, de los procesos democráticos en las universidades. Una de las formas para combatir el ultraizquierdismo es la participación de todos los estudiantes en la toma de las decisiones que afecten el interés de la universidad. Sólo así abierta y públicamente se puede frenar este tipo de manifestaciones que tan negativos resultados ha dado en otras instituciones.



UNIVERSIDAD Y PARTIDOS POLITICOS

Es una tesis largamente sostenida, y no de ahora, que la presencia de los partidos políticos siempre ha sido una realidad y que éstos forman parte de la democratización universitaria, ya que fortalecen la actitud crítica, se convierten en parte integrante de la vida universitaria y son una expresión de su economía.

Aquélla no se concibe sin lucha ideológica, sin posiciones combativas y críticas que sólo se manifiestan a través de la existencia de grupos organizados políticamente.
En un país tan profundamente despolitizado como México, la presencia absolutamente libre de partidos políticos en las universidades se convierte en una necesidad.

Por eso debemos estimular la presencia de partidos políticos en nuestras filas, a través de su organización, de sus plataformas, de sus programas y de su actuación en las tareas universitarias.

También queremos establecer con claridad que no existe el dilema entre lo académico y lo político; que plantear que existe una oposición irreductible entre la vida académica y la política en una universidad es colocarse en franca posición política negativa que sólo favorecería, como en el pasado, a la acción antidemocrática de un solo partido, el gubernamental, en detrimento de la vida democrática universitaria.

Debemos enfatizar que sólo a través de la claridad política es como se puede alcanzar claridad respecto a los problemas académicos, y que a la etapa de un seudoapoliticismo, debe suceder la etapa de una militancia política consiente, responsable.

Por ejemplo: ¿cómo es posible superar nuestros niveles académicos y adecuarlos a la problemática de nuestro país si no tenemos previamente una posición política que explique la integración de la universidad a la vida real y concreta de México y a la lucha de nuestro pueblo por la plena soberanía e independencia nacional?

Por esta razón vemos con simpatía la presencia de diversos grupos encuadrados dentro de partidos políticos nacionales, con programas políticos propios y pugnando por extender su influencia a masas cada vez mayores, lo que implicará, en lo futuro, la posibilidad de una militancia partidista de todos los universitarios de acuerdo con su personal punto de vista.

Desde luego, esto implica que la Universidad Autónoma de Puebla permitirá el libre juego de ideas, que estimulará el derecho a la organización de todos los partidos políticos que, desde luego, no levantan la bandera del fascismo y la ideología del imperialismo, pues contra estas fuerzas oscuras del presente nuestro pueblo, a través de su historia, ha luchado denodadamente y esta universidad no puede sustraerse a las obligaciones que ha contraído con el pueblo mexicano.

Pero en este contexto es pertinente hacer la siguiente observación:

Aunque es bien cierto que nosotros enfatizamos la importancia de la militancia política en partidos y que estimularemos su desarrollo, también es cierto que ningún partido debe estar por encima de la propia universidad.

Finalmente, y fuera del marco del problema anterior, queremos dejar sentada nuestra opinión respecto a la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior (ANUIES).

Es nuestra opinión que actualmente la ANUIES realiza una tarea fecunda de gran envergadura en el ámbito de las relaciones universitarias a nivel nacional, proporcionando ayuda a diversas instituciones, como en nuestro caso, y coordinando multitud de actividades de diversa índole. Es deseable que esta institución mantenga su independencia respecto al Estado.

Quisiéramos que ciertos rasgos de su actual estructura se reforzaran en beneficio de la universidad mexicana en donde necesitamos formar ciudadanos con una conciencia crítica y una conducta democrática. Necesitamos formar hombres cada vez más plenos, conscientes de su vida y de su época, cuyo fundamento moral sea la lucha por el progreso social, y que contribuyan a la construcción de una sociedad futura más justa.

Fuente: anuies.mx

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