Los tres principios del humanismo
mexicano
José Antonio Robledo y Meza
En la mañanera del 24 de noviembre del 2022 el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunciaba que en el mensaje después de la marcha del 27 de noviembre iba a “definir qué nos inspira, de dónde venimos, lo que hemos hecho. Insistía que después de la marcha “va a haber una definición sobre el modelo en lo político, en lo económico, en lo social.”
Antes de dejar que AMLO nos dé su definición hagamos explícitos dos de los principios filosóficos que hemos considerado para entender las creencias expresadas y que nos obliga a escucharlos. Nos referimos a los principios de caridad y de humanidad. Por el primer principio -el de caridad- estamos obligados a comprender al máximo las palabras y pensamientos de los otros de manera tal que cuando los interpretemos optimicemos el acuerdo. Por el principio de humanidad, nos vemos obligados a considerar que es mejor atribuir a las creencias expuestas una falsedad explicable, que puede ser corregida, que una verdad misteriosa. Porque si se tomará sólo el principio de caridad, no se podría aceptar que una creencia está equivocada.
El presidente de México convocó el 27 de noviembre de 2022 a debatir su propuesta de llamar al modelo de gobierno que está aplicando como “humanismo mexicano”. Argumentaba que “la política es, entre otras cosas, pensamiento y acción; y aun cuando lo fundamental son los hechos, no deja de importar cómo definir, en el terreno teórico, el modelo de gobierno que estamos aplicando” y propone en llamar al modelo de gobierno “humanismo mexicano”. El por qué llamarlo así -exponía- radica en la necesidad de “buscar un distintivo” que considere y conjunte la universalidad del humanismo porque “nada humano nos es ajeno” y porque “lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.
Para explicar que entiende por humanismo mexicano, lo hace a partir de la pregunta que él mismo (el presidente) formula “¿cuáles son los principios políticos, económicos y sociales del humanismo mexicano que postulamos y que inspira a la Cuarta Transformación?”
Sus respuestas son en un triple terreno: en lo político, en lo económico y en lo social.
Principio político
“En lo político no aceptamos
el derrotismo, estamos a favor de lo que expresó el Padre de nuestra Patria,
Miguel Hidalgo y Costilla: “el pueblo que quiere ser libre, lo será”, y de
igual manera, en el terreno de la democracia, consideramos básico actuar como
el insigne presidente Francisco I. Madero, que en el Plan de San Luis llamó al
pueblo de México, el 20 de noviembre de 1910, a tomar las armas contra
dictadura porfirista, porque según sus convicciones, y lo cito textualmente
“México estaba gobernado por una tiranía que ha pretendido [sostenía]
justificarse a sí misma con el beneficio de la paz y de la prosperidad
material; pero esa paz no descansa en el derecho, sino en la fuerza, y esa
prosperidad solo beneficia a una minoría, no al pueblo ni a la nación”.
Del criterio político desprende el fundamento de política económica; “sostenemos que el progreso sin justicia es retroceso. Nuestra tesis es que no basta el crecimiento económico, sino que es indispensable la justicia. En la nueva política económica, moral y social (…) se ha desechado la obsesión tecnocrática de medirlo todo en función de indicadores de crecimiento que no necesariamente reflejan las realidades sociales (…) consideramos que lo fundamental no es cuantitativo sino cualitativo; es decir, la distribución equitativa del ingreso y de la riqueza. El fin último de un Estado es crear las condiciones para que la gente pueda vivir feliz y libre de miserias y temores (…) más allá del simple crecimiento económico, es fundamental desterrar la corrupción y los privilegios para destinar todo lo obtenido y ahorrado en beneficio de la mayoría del pueblo y de manera específica, en beneficio de los más pobres y marginados.
Principio social.
“La estrategia central del gobierno en el terreno de la política social descansa en respetar, atender y escuchar a todas y a todos, pero otorgando preferencia a los pobres y humillados (…) mi lema de campaña por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en el año 2000 que “por el bien de todos, primero los pobres”. Esta frase debiera ser la esencia de la actividad política porque es sinónimo de humanismo y una forma distinta de entender la importancia del poder, cuyo ejercicio, como lo he dicho muchas veces, solo es puro y virtuoso cuando se pone al servicio de los demás. Pero atender a los más pobres es también, por si fuese poco, ir a la segura para contar con el apoyo de muchos cuando se busca transformar una realidad de opresión y alcanzar el ideal de vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitaria y fraterna. ¿Quién defiende realmente a un gobierno democrático? El pueblo, básicamente el pueblo. (…) Ricardo Flores Magón (…) tenía una frase que me gusta mucho, y la repetí y la repetí y la sigo repitiendo, decía: “Solo el pueblo puede salvar al pueblo” y otro oaxaqueño, el presidente (…) Benito Juárez, un indígena zapoteco, decía: “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”. Por eso, ¿quién respalda la Cuarta Transformación?: el pueblo.”
El humanismo mexicano
“La auténtica política es profundamente humana en su fundamento, en su esencia y, sobre todo, cuando se practica en bien de los demás y en especial de los pobres.”
En la próxima entrega atenderemos
a la característica laica del humanismo mexicano.
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