jueves, 8 de diciembre de 2022

El humanismo mexicano es laico.

El humanismo mexicano es laico.

José Antonio Robledo y Meza

 

“Amor” y “conocimiento” son conceptos fundamentales del humanismo mexicano. En la Edad Media, cuando había peste en algún lugar, los santos humanistas aconsejaban a la población que se congregase en los templos y rezase a Dios pidiendo que los librase de la peste; el resultado era que la infección se extendía con extraordinaria rapidez entre las masas de los suplicantes. Este es un ejemplo de amor sin conocimiento. Las últimas guerras son ejemplos de conocimiento sin amor. En cada caso, el resultado es el mismo: la miseria y la muerte en gran escala.

El “laicismo mexicano” es un concepto político asociado a la segunda trasformación -identificada con Juárez-, que permite comprender la parte secular de la vida política de la cultura mexicana. El laicismo mexicano ha estado asociado a la promoción de los valores y virtudes que deben prevalecer en los ciudadanos de la república y del Estado para permitir la perdurabilidad del pacto social, definido por el Pueblo Soberano en la Constitución, y es garante de la cohesión social. Estos valores y virtudes están determinados en los principios (no dogmas) contenidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que es la expresión de la voluntad del Pueblo Soberano. Estos principios definen los sentimientos de sociabilidad, los cuales hacen posible la condición de ser un buen ciudadano capaz de amar con sinceridad las leyes y la justicia al que alude la primera trasformación impulsada por Hidalgo y Morelos.

La práctica del laicismo permite la creencia personal de los individuos (religión, por ejemplo), con la condición de que no renuncien a su estatus de ciudadanos, de personas humanas conscientes de sus derechos y deberes. Esto da sentido a la democracia asociada a la tercera trasformación y a Madero.

Para mantener el equilibrio entre el laicismo y la creencia personal es que existen los cuatro principios contenidos en la Constitución: 1) la Soberanía del Pueblo, 2) la creencia de que la vida humana puede mejorarse por las acciones de los ciudadanos, 3) la recompensa de la virtud y el castigo del vicio y 4) la exclusión de la intolerancia religiosa.

La relación entre el laicismo y el humanismo mexicano.

El amor y el conocimiento son fundamentales para el laicismo y, por lo tanto, para el humanismo mexicano.

Aunque el amor y el conocimiento son necesarios, el amor es más importante, ya que impulsará a las personas a buscar conocimientos –mediante el filosofar (estudio y la investigación)-, con el fin de beneficiar a los que aman. Como el amor es extensibles indefinidamente su límite es el amor al universo. El fin último del humanismo mexicano es el amor y el conocimiento universal.

Si la gente no es inteligente, porque no estudia e investiga, se contentará con creer lo que han dicho y dicen, y estos decires pueden hacer mucho daño a pesar de la benevolencia más genuina. El Dante aseveró que camino al infierno estaba empedrado de buenas intenciones.

Lo que el mundo necesita no son dogmas, sino una actitud de estudio e investigación científica, combinada con la creencia de que el dolor de millones no es deseable. Si los humanes no cambiamos muchas de nuestras costumbres, a la humanidad sólo le queda la guerra y la miseria. Creo que la decadencia de muchas creencias dogmáticas sólo puede hacer bien. Para tender a la vida buena, hay que considerar los límites de la posibilidad es humanas.

Cuando se habla de conocimiento como de uno de los ingredientes de la vida buena no debe pensarse en el conocimiento ético, sino en el conocimiento científico y el conocimiento de los hechos particulares. No creo que exista, hablando en puridad, el conocimiento ético. Si deseamos lograr algún fin, el conocimiento puede mostrarnos los medios, y este conocimiento puede pasar como ético. Pero no creo que se pueda decidir la conducta buena o mala como no sea por referencia a sus consecuencias probables. Si nos proponemos un fin, la ciencia es la que tiene que descubrir los medios para lograrlo. Todas las reglas morales tienen que ser probadas examinando si realizan los fines deseados. Digo los fines que deseamos, no los fines que debemos desear. Lo que «debemos» desear es simplemente lo que otra persona desea que deseemos. Generalmente es lo que las pseudoautoridades desean que deseemos. Si alguien me dice «debe hacer esto y lo otro», la fuerza motriz de la advertencia reside en mi deseo de obtener su aprobación, junto, posiblemente, con premios o castigos unidos a su aprobación o reprobación.

Así pues, en el tema del humanismo mexicano se trata de responder dos cuestiones: uno, acerca del lugar del hombre en el Universo y dos, la naturaleza de la vida buena. Estas dos cuestiones deben responderse estudiando e investigando científicamente y aplicar todo el tiempo el principio de racionalidad crítica para las creencias y conductas. En el campo de las creencias requerimos de métodos para pensar bien y en el campo de las conductas el juicio práctico para vivir mejor. Para ello se requiere una visión laica. Ni el Universo ni la vida buena es obra de un Poder Supremo ajeno al hombre como tampoco aquél es la fuente última de las leyes naturales y la moral.

El humanismo mexicano debe considerar que dos son las virtudes más importantes:  la inteligencia (que es obstaculizada por dogmas) y la bondad (inhibida por la idea de pecado y castigo). Lo que el mundo necesita no son dogmas sino una actitud de estudio científico e investigación científica y la creencia de que la miseria de millones no es deseable.

El humanismo mexicano deberá desarrollar una visión que relacione filosóficamente una concepción del Universo (cosmología), una concepción de la Naturaleza (ciencias naturales), y una concepción del Hombre (ciencias sociales). El humanismo mexicano debe superar los humanismos ingenuos –religiones cósmicas- presentados como filosofías cósmicas que descansan en posturas optimistas o pesimistas injustificables-.

Ni el Universo ni la vida buena son obras de un poder ajeno al poder humano como tampoco es la fuente última de la ley natural y moral y el mejor criterio para pensar bien para vivir mejor, es el racionalismo crítico.

El racionalismo crítico será la cuestión que abordaremos en la próxima reflexión.

 

robledomeza@yahoo.com.mx

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