El relato policial y el ensayo filosófico
José Antonio Robledo y Meza
Determinar de qué manera las nociones de ignorancia y error, de método y lógica, participan en los procesos del filosofar y en las narraciones policiales es el objetivo de esta reflexión. Tomaremos como ejemplo la narración borgiana La muerte y la brújula.
Toda inquietud intelectual surge de la desazón que produce lo que uno ha aprendido, lo que uno conoce y lo que asume como saber, y por otra parte, las nuevas experiencias –en el orden del conocer o del saber- que nos sorprenden debido a que nos ponen frente a nuestra infinita ignorancia.
Tal desazón nos impulsa a buscar más información, sistematizarla para con ella producir preguntas que puedan orientar nuestra búsqueda de soluciones. En todo este proceso aprendemos de los errores que cometemos de manera tal que sin ellos no mejoraríamos nuestra capacidad para producir nuevas ficciones que nos permitan describir, explicar y comprender mejor la “realidad” que enfrentamos. Ficciones construidas con signos que a su vez dan cuenta de signos interpretados.
No hay verdades que defender solo ficciones que están, por el momento, mejor respaldadas que otras y que definen lo que llamamos la racionalidad humana. La racionalidad humana no es una facultad que pueda definirse como a-priori de una especie. La racionalidad es un método que algunos humanes asumen en algunos respectos y no en otros.
El tiempo y el espacio.
“La muerte y la brújula” como ejemplo del filosofar.
El relato policial es un tipo de ficción que los humanes construyen para entrenarse en la descripción, explicación y comprensión de la realidad. Toda narración policial es un ejemplo de lo que el hombre puede hacer para producir pensamientos, ideas. Algunos de estos ejemplos destacan por su originalidad y por ello son ejemplos del filosofar.
Dos series temporales están entretejidas en toda narración policial: la historia del crimen y la historia de la investigación. Lo mismo ocurre en la realidad. Hay una historia fáctica –causalidad de lo que ocurre dramáticamente- y la historia de la comprensión de lo que ocurre. Así también ocurre en la producción de un ensayo filosófico. Una es la historia de la producción del ensayo (drama) y otra es la historia contenida en el ensayo.
Tzvetan Todorov, en su Tipología del relato policial
señala que el relato policial superpone dos series temporales: el
tiempo de la investigación que comienza después del crimen y el tiempo del
drama que conduce a él.
Drama à Crimen à Investigación
Historia del Crimen à Crimen à Historia de la investigación
De esta manera, el relato policial no narra una historia sino dos: la historia de la investigación (caótica, accidentada) y la historia del crimen (lógicamente contada). Describir como se llegó a la pregunta objeto del ensayo filosófico es una historia dramática y otra muy distinta es cómo se llegó a las respuestas de dicha pregunta.
En La muerte y la brújula, la historia de la investigación es narrada desde el punto de vista de Lönnrot (el detective) y la historia del crimen es narrada desde el punto de vista de Scharlach (el criminal). Ambas historias están contenidas en el relato construido por Borges. En este relato, ambas historias resultan ser una sola, sólo que narradas desde dos puntos de vista diferentes. Analizaremos aquí cómo cada una de las historias se va construyendo a partir de la otra, planteando todo un juego de simetrías a partir de las cuales Borges arma la estructura de su texto.
“La quinta de Triste-le-Roy abundaba en inútiles simetrías y repeticiones maniáticas: a una Diana glacial en un nicho lóbrego correspondía en un segundo nicho otra Diana; un balcón se reflejaba en otro balcón; dobles escalinatas se abrían en doble balaustrada. Un Hermes -el dios griego mensajero del cielo y conductor de las almas al submundo, su nombre significa “intérprete”. Hermes es también el dios de los caminos, de las posibilidades, de doble naturaleza, de allí sus otros nombres de “Rebis” (cosa doble) o “monstrum hermaphroditus”. (Cirlot, Diccionario de símbolos, 1991) de dos caras proyectaba una sombra monstruosa.”
El detective, en la búsqueda de su objeto, entra en la casa y la explora, pero en el interior asistimos a una perturbadora multiplicación de los ángulos de la visión y de los puntos de vista, a partir de espejos y reduplicaciones. Una experiencia similar al que ofrecen algunas peluquerías. “Subió por escaleras polvorientas a antecámaras circulares; infinitamente se multiplicó en espejos opuestos; se cansó de abrir o entreabrir ventanas que le revelaban, afuera, el mismo desolado jardín desde varias alturas y varios ángulos.”
Todorov sostiene: “En el policial, el tenor de cada información está determinado por la persona que la transmite. No existe observación sin observador: por definición, el autor no puede ser omnisciente”. Todorov insiste en el hecho de que toda observación está hecha desde un particular punto de vista: no existe observación sin observador, de la misma manera en que, no existe narración sin sujeto.
Por lo dicho, el ensayo filosófico
¿debe reproducir la mirada del criminal o del investigador, o de ambos?
Para leer:
Jorge Luis Borges, La muerte y la
brújula.
https://ciudadseva.com/texto/la-muerte-y-la-brujula/
Para escuchar:
Jorge Luis Borges La muerte y la
brújula (Ficciones). cuento en audiolibro
Carlos Soto Murrugarra, La Muerte
Y La Brújula
WA: 2223703233
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