sábado, 19 de febrero de 2022

Mentira y Verdad.

Mentira y Verdad.

Mtro. José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP

Los hombres son tan simples y se someten a tal punto a las necesidades presentes, que quien engaña encontrará siempre a quien se deje engañar. Maquiavelo, El Príncipe.

 

Son muchos más los engañados que los advertidos: prevalece el engaño y júzganse las cosas por fuera... La mentira es siempre la primera en todo; arrastra necios por vulgaridad continuada. La verdad siempre llega la última, y tarde, cojeando con el tiempo. Baltasar Gracián. Oráculo manual y arte de prudencia.

 

O digo la verdad o digo una mentira. No mentir, ¿significa decir la verdad? jarm

 

La pandemia nos ha dado la oportunidad para reflexionar en torno a la mentira dentro de la cultura global y mexicana en particular. Por doquier hay acusaciones mutuas de decir mentiras. En realidad, no existe un concepto estable de mentira. Todos los días cambia en razón de tres aspectos: la experiencia social, la interpretación y la puesta en práctica del mentir. La sociedad cambia, se multiplican los intérpretes y los mentirosos perfeccionan sus métodos. Todo se mueve.

La mentira en el mundo ha tenido una historicidad práctica, social, política y técnica que la ha transformado, y marcado por rupturas. La mentira se autotrasforma.

Suele identificarse -la mentira- con falso testimonio, perjurio, simulación dolosa, astucia, error, engaño, fraude, invención poética, ficción, fábula… Esto no es correcto.

Las creaciones poéticas no conciernen ni a lo verdadero, ni a lo falso, ni a lo veraz, ni a lo falaz. Se emparentan más bien con una especie de simulación o de virtualidad. No son en sí mismos verdades o enunciados verdaderos, pero tampoco son errores, engaños, falsos testimonios o perjurios.

La mentira tampoco es un error. Se puede estar en un error sin tratar de engañar y, por consiguiente, sin mentir.

La mentira supone la construcción deliberada de una ficción, pero no todas las ficciones y fábulas son mentiras.

No decir falsedades es tanto una norma ética y religiosa como de convivencia cívica; sin embargo, no siempre conviene decir la verdad. Existe una hipocresía sana que también garantiza una convivencia aceptable. Hay partidarios de la simulación dolosa cuando el engaño es jocoso, hermoso y divertido y piadoso cuando beneficia también al engañado.

Mentira

La mentira para existir debe decirse y responder a una intención: engañar a alguien.

Juan le mintió a María, significa que alguien (Juan) dijo una mentira a alguien (María). Esquemáticamente quedaría así: A dijo una mentira a B. Representemos a la mentira por @ y nuestro esquema quedaría de la siguiente manera:

A @ a B.

Las premisas del mentir son cuatro:

La mentira es una acción que se da en un contexto de comunicación empleando métodos.

1) la mentira es una acción que se realiza entre humanos; hay un agente -el que engaña-, hay un paciente -el engañado- y el proceso de mentir. Para que la mentira se dé, es necesario que el agente crea que algo es verdad y afirme su negación con la intención de engañar y ejecute actividades (lingüísticas o no) con ese propósito.

2) la mentira se da en un contexto, acotado por el tiempo y el espacio;

3) la mentira se da en una comunicación de supuestos conocimientos y saberes;

4) los métodos empleados son persuasivos más que demostrativos.

La acción de mentir

De manera esquemática la acción de mentir debe considerar, al menos, los siguientes siete elementos:

1) el que miente (A),

2) el engañado (B),

3) Contenidos, informaciones de todo tipo: histórica, metodológica, teórica (@),

4) Espacio (s),

5) Tiempo, (t),

6) Evaluación (el que califica) (E),

7) Intención (I).

Todos estos elementos interactúan para construir significados de la experiencia que modifican conocimientos, sentimientos y conductas.

La mentira no es un hecho o un estado: es un acto intencional, un mentir.

No hay mentiras, hay decires o ese querer decir al que se llama mentir: mentir será dirigir a otro (pues sólo se miente a otro, uno no se puede mentir a sí mismo, salvo a sí mismo como otro) un enunciado o una serie de enunciados (constatativos o realizativos) que el mentiroso sabe, en conciencia, en conciencia explícita, temática, actual, que constituyen aserciones total o parcialmente falsas; en esto consiste la pluralidad, la complejidad y la heterogeneidad del mentir.

Tales actos intencionales están destinados a un otro o a otros, para engañarlos, para hacerles creer en lo que se ha dicho, cuando por lo demás, se supone que el mentiroso, ya sea por un compromiso explícito, un juramento o una promesa implícita, dirá toda la verdad y solamente la verdad. Lo que aquí cuenta, en primero y en último lugar, es la intención.

Mentir es querer engañar al otro, y a veces aun diciendo la verdad. Se puede decir lo falso sin mentir, pero también se puede decir la verdad con la intención de engañar, es decir mintiendo.

No se miente si se cree en lo que se dice, aun cuando sea falso. Al declarar que cualquiera que enuncie un hecho que le parezca digno de ser creído o que en su opinión sea verdadero, no miente, aunque el hecho sea falso.

Esta intención, que define la veracidad o la mentira en el orden del decir, del acto de decir, es independiente de la verdad o de la falsedad del contenido, de lo que se dice. La mentira tiene que ver con el decir y con el querer decir, no con lo dicho: no se miente al enunciar una aserción falsa que uno cree verdadera y se miente, enunciando una aserción verdadera que uno cree falsa. Pues es por la intención que hay que juzgar la moralidad de los actos.

 

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