Elección ilegal convierte a la BUAP en una institución sin autoridad.
C. Mtro. José Antonio Robledo y Meza
Col. De Filosofía, FFyL-BUAP
robledomeza@yahoo.com.mx
cel: 2223703233
El Consejo Universitario es la máxima autoridad de la BUAP y está conformado por un presidente que es el rector de la institución y representantes de la comunidad: alumnos, profesores y trabajadores. Para constituirse en autoridad debe comportarse ciñéndose escrupulosamente a lo definido en la ley.
Su autoridad no debe confundirse con autoritarismo; para que ello no ocurra es necesario que su comportamiento se lleve a cabo rigurosamente conforme a lo establecido en la ley –Constitución, Ley de la BUAP, estatuto orgánico y su propio reglamento-. Violar la ley le quita su carácter de autoridad representativa de la comunidad universitaria ya que la ley expresa la voluntad de los universitarios y de los ciudadanos que la reconocen como institución pública y autónoma. Violar la ley es atentar contra su carácter público y autónomo, es estar fuera del régimen republicano y democrático, es violatorio a los derechos humanos y contrario a la justicia ya que favorece la impunidad. Una autoridad no puede violar la ley y ampararse con el número de votos.
El presidente del Consejo violó el reglamento del consejo y quienes prorrogaron su condición de consejeros fuera de lo establecido por la ley lo avalaron lo que convirtió al juramento que los consejeros pronuncian al tomar el cargo, en un mero remedo de compromiso. Juran velar por el cumplimiento de la ley con la intención de no cumplir. Eso hizo el presidente, que pronto dejará el cargo, dejara como precedente, que quien lo relevará, haga lo mismo, al fin y al cabo, todos los consejeros simulan el mismo juramento.
¿Qué otras violaciones seguirán con el aval de otras autoridades?
No basta que quien violó la ley diga que no lo hizo. Necesita demostrarlo fácilmente. Su comportamiento fue conforme a lo establecido, si así fuere no habría problema; si no fue así entonces se actuó ilegalmente. Esto último es lo que se ha argumentado sin existir refutación alguna.
El resultado de una elección, no objeta la
invalidez de su convocatoria.
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