El Dios de Spinoza
José Soto
Pérez.
En el año de
1929, se le preguntó a Albert Einstein si creía en Dios. Su respuesta a esta
interrogante es muy frecuentemente citada: “Yo creo en el Dios de Spinoza,
quien se revela en la ordenada armonía del mundo, no en un Dios que está
preocupado con los destinos y los pormenores de la humanidad.” Esta afirmación
ha sido repetida una y otra vez, incluidos personajes científicos célebres como
Carl Sagan y Neil DeGrasse Tyson, quienes parecen haber encontrado algo valioso
en aquello percibido como el Dios de Spinoza.
Pero, ¿en qué
consiste el Dios de Spinoza que hizo que Einstein se refiriera a él y qué tan
precisas son estas discusiones en nuestros días?
Les agradezco
a todos los aquí presentes, escuchando esta presentación, desde el ángulo de un
físico, que es sólo un aficionado a esto que los demás denominan filosofía, y
que es un fan de este personaje tan singular como lo es Baruch Spinoza.
Nuestro
personaje vivió en los Países Bajos durante el siglo XVII E. C. y
frecuentemente es visto como uno de los filósofos más significativos, no sólo
del período moderno, sino de todos los tiempos. Sus ideas acerca de temas tales
como Dios y la filosofía hasta nuestros días. Él nació en Ámsterdam en 1632
dentro de la comunidad intelectual judía sefardita. Spinoza demostró ser una
joven promesa. Provenía de una familia modesta y como joven, ayudaría a su
familia con su negocio de importaciones.
Sus intereses
intelectuales comenzaron pronto, a principios de su vida adulta, causando
revuelo y controversia dentro de la comunidad y sus autoridades. En el año de
1656, a la edad de 23 años, recibió el anatema de su comunidad, conocido como cherem:
“[…] desde hace mucho [se tenía] noticia de las equivocadas opiniones y
errónea conducta de Baruch Spinoza y por diversos medios y advertencias, han
tratado de apartarlo del mal camino. Como no obtuvieron resultado alguno […]
resolvieron […] que éste fuera […] expulsado del pueblo de Israel, según el
siguiente decreto […]: […] expulsamos, execramos y maldecimos a Baruch de
Spinoza […] ante los Santos Libros de la Ley con sus [seiscientas trece]
prescripciones, con la excomunión con que Josué excomulgó a Jericó, con la
maldición con que Eliseo maldijo a sus hijos y con todas las execraciones
escritas en la Ley. Maldito sea de día y maldito sea de noche; maldito sea
cuando se acuesta y maldito sea cuando sale y maldito sea cuando regresa. Que
el Señor no lo persone. Que la cólera y el enojo del Señor se desaten contra
este hombre y arrojen sobre él todas las maldiciones escritas en el Libro de la
Ley. […]
Ordenamos que nadie mantenga con él comunicación oral o escrita, que
nadie le preste ningún favor, […] que nadie lea nada escrito o trascripto por
él.”[1]
Mucho se ha
especulado acerca de los motivos por los que fue expulsado y desterrado de sus
“horrendas” y “abominables” “herejías” y varios afirmarán que esto tuvo algo
que ver con las ideas que después expondrá en sus escritos filosóficos.
Debido a este
hecho, Spinoza abandonó a Ámsterdam y vivió periódicamente en varios lugares en
los Países Bajos antes de asentarse por el resto de su corta vida en La Haya,
dedicándose a desarrollar sus ideas filosóficas.
Escribió
varias de sus obras literarias y ejerció como docente personal usando el nombre
de Benedicto o Benedictus. Entre sus obras se cuentan el “Tratado
Teológico-Político” y una exposición sobre los principios de filosofías de
Descartes, los cuales eran controversiales en su época. Sin embargo su obra
maestra, por lo cual sería conocido en el mundo, es el de “Ética”, escrita
entre los años de 1661 y 1675. Se publicó de manera póstuma en 1677, siendo
reconocido como su obra maestra, estando dividida en cinco partes.
En la primera
parte, Spinoza presenta sus argumentos y sus ideas sobre Dios, que ha inspirado
a incontables personas a lo largos de los siglos. Sin embargo, las ideas de
Espinoza sobre Dios pueden ser bastante complejos y no siempre son tan simples
como podrían parecer a primera vista cuando se le asocia con una posición
filosófica o teológica conocida como panteísmo (donde pan significa todo y
theos significa Dios), por lo que la idea de que todo es Dios o que Dios es
todo. Esto se debe a que existe el malentendido ampliamente extendido que
identifica a Dios con la Naturaleza misma, lo cual vamos a abordar
posteriormente. Ahora bien, esto no es del todo incorrecto.
No obstante,
existe mucha mayor complejidad e insinuaciones que hacen que Spinoza resulte
algo difícil de interpretar, por lo que existen varios puntos de vista en la comprensión
de lo que realmente quiso decir.
En ocasiones
se le han etiquetado de ateo, debido a su supuesta reducción a las leyes de la
Naturaleza. Por el otro lado, los románticos alemanes lo han tildado de ser un
hombre intoxicado por Dios. Estas dos caracterizaciones son completamente
opuestas, pero son parcialmente legítimas, dependiendo de la perspectiva que
uno elija para analizarlo.
Sin mayor
preámbulo, entremos entonces en materia. Ya he mencionado que existen varias
discrepancias y maneras de entender en cómo debería leerse el bosquejo general.
Spinoza habla de algo llamado sustancia, que es un concepto que incluso
antecede a Aristóteles y que ha sido empleado por los filósofos hasta nuestros
días.
Se puede
decir que la sustancia es algo que es independiente, algo que no requiere de
otra cosa para su existencia y cito, “por sustancia entiendo lo que es en sí
mismo y lo es concibe a través de sí mismo.”
De acuerdo
con la mayoría de los filósofos, incluyendo aquellos contemporáneos con
Spinoza, existen muchas sustancias en el mundo. Yo tengo una sustancia. Un
perro tiene sustancia. Sin embargo, para Spinoza, existe sólo una Sustancia,
que es la esencia perfecta infinita[2]
con un número infinito de atributos, en los que todas las cosas en el Universo
son sólo modos finitos[3]
de esta Sustancia[4]
consistiendo de una infinidad de atributos, cada uno de los cuales expresa una
esencia eterna e infinita.
Por esto
mismo podemos considerar a Spinoza como “monista” o en cierto sentido, que cree
en una “Sustancia monista”, lo cual, hasta cierto punto, es una evolución
natural del pensamiento originado desde el Rambam (el Rabí Moisés bin
Maimónides).
Para Spinoza,
sólo existe una esencia unificada que es Dios o Naturaleza, que es la sustancia
de todas las cosas. Sin embargo, no debemos ver a la sustancia de la misma
forma en que veríamos la esencia de una mesa. En vez de esto, se podría ver a
la sustancia como la realidad subyacente de algo o, en este caso, de todas las
cosas, la sustancia o de Dios que en sí no es finito, sino infinito, existiendo
más allá de todas las sustancias, incluyendo el aspecto material.
De hecho, incluye
a este como uno de sus atributos infinitos, aunque no esté limitado a él y
debido a que sólo hay una Sustancia Divina, esto implica obviamente que no hay
alguna otra Sustancia. Esto lo demuestra Spinoza por el método de reducción al
absurdo.
Esto implica
que todo objeto es, de alguna manera, una parte de Dios y esta faceta panteísta
de su pensamiento llevó a algunos a concluir que todo lo que existe, existe en
Dios y nada puede ser o concebirse por fuera de Dios (lo cual insinúa una
discusión a cuatro bandas: todo vs. Todo, nada vs. Nada, todo vs. Nada y Todo
vs. Nada).
Lo que esto
quiere decir es que todo pertenece (en el sentido de la operación lógica de la
teoría de conjuntos) a Dios; i. e., todos los objetos simplemente son partes de
un todo, un Todo que es Dios en la manera en que se ocupa este significado en
este durante siglos.
Sin embargo,
parece ser claro que Spinoza sí hace la diferencia entre Dios y sus atributos,
por un lado, y el mundo por el otro, al afirmar que el primero es básicamente
idéntico, mientras que el mundo se describe como los modos de los atributos de
Dios y cito: “de la necesidad de la naturaleza divina se sigue que hay un
número infinito de muchos objetos en un número infinito de modos, debido a que
ya hemos visto que Dios es infinito en su esencia y tiene un número infinito e
ilimitado de atributos, los cuales son todos idénticos a la esencia de Dios, pero
que expresan su infinita naturaleza en diferentes maneras y que los modos que
conforman al Universo son expresiones de aquellos atributos.
Spinoza
afirma que los modos son las afecciones de los atributos o modos de Dios en los
que los atributos de Dios son expresados de una cierta y determinada manera. En
otras palabras, la Sustancia Absoluta Infinita, que es Dios, está expresada en
una forma finita limitada[5]
a través de los modos del Universo.
De esta
manera, todo[6] es
Dios, como lo mencionamos anteriormente. Él identifica a Dios con la
Naturaleza, con lo cual estoy de acuerdo. La Naturaleza y sus leyes son
simplemente expresiones directas de la Naturaleza Divina y Spinoza considera
que existen dos aspectos o vertientes a la Naturaleza:
-
El primero lo define como natura naturans,
el principio activa que es la causa de todo lo demás y que es directamente
idéntica a Dios.
-
El segundo lo establece con el nombre de natura
naturata, que es resultado del primer aspecto, el cual es producido por el
aspecto activo.
Este segundo
aspecto deriva en uno de los puntos principales en los que los estudiosos no se
ponen de acuerdo, que es en si Spinoza identifica a Dios sólo con la naturaleza
en la Naturaleza o si Dios también es idéntica a la naturaleza producida (el
segundo de los aspectos.
Esto tiene
relevancia para saber si se le debe entender a él como un panteísta o no.
¿Acaso Dios está separado del Universo como siendo al menos la causa del
Universo y el Universo siendo los modos o expresiones de los atributos de Dios,
aunque permaneciendo en cierto sentido separado, o si se le identifica
completamente con el Universo manifestado? Esta última interrogante es la que
algunos estudiosos usan para sostener que Spinoza identifica completamente a
Dios con el mundo creado y que Dios simplemente es un sinónimo de la
Naturaleza, avalando aquellos que lo califican como ateo.
Otros están
de desacuerdo, señalando a varias secciones en su libro “Ética,” en donde hace
una distinción más clara entre los dos. Dios es la causa de la cual proviene el
Universo, pero para él, existe una cierta diferencia debido a que el Universo
sólo es un conjunto finito de expresiones o manifestaciones; es decir, los
modos de los atributos infinitos de Dios, aunque Dios mismo, al ser infinito, sigue
siendo mayor que esta manifestación o expresión limitada.
¿Puede
Spinoza ser entonces calificado como panteísta si seguimos a la segunda teoría
y también definimos al panteísmo como la completa identificación de Dios con el
mundo creado o la totalidad del mundo?
Ahora bien,
yo no afirmo ser un experto en la filosofía, y menos en la de Spinoza en
particular y no deseo responder a esta interrogante en este momento, pero si me
parece que resulta claro que Spinoza coloca a Dios como una parte central de su
sistema filosófico y que el propósito completo de su libro “Ética” lleva a la
conclusión de que uno deberá vivir en constante amor y admiración de Dios.
Luego
entonces, teniendo todo esto en cuenta, ¿por qué se le califica tan
frecuentemente como un ateo? Esto es debido a que hay ciertos aspectos en su
teología que colisionan directamente con la teología clásica expresada en las
religiones abrahámicas.
Spinoza
rechaza completamente la idea de una deidad personal. Para él, Dios no es aquel
que juzga o que le importa si comes o no, o si rezas o no. Ni siquiera creó al
mundo de manera deliberada, sino por la necesidad de su Naturaleza. Esta es una
negación directa a la deidad que responde a los rezos o que habla en la forma
de escrituras sagradas.
Spinoza
incluso niega a la existencia de los milagros, ya que todo en el mundo deberá
seguir las leyes de la Naturaleza. Recuerden que Dios es idéntico (en el
sentido de la operación lógica) a la Naturaleza, por lo que, si existiese algo
que quebrantara estas leyes, sería equivalente a afirmar que Dios va en contra
de sí mismo, lo cual sería un absurdo.
Además, se
desprende de su teología que la creencia en cualquier divinidad personal que
interfiere en el mundo o que le importa lo actuado por la humanidad es vil y
llana superstición.
El Dios de
Spinoza es una abstracción filosófica impersonal. Es por esto que sus puntos de
vista han suscitado tanta controversia, siendo calificado como ateo debido a
que niega que haya un Dios personal, lo cual representa, de acuerdo con la mayoría,
uno de los supuestos centrales de la creencia religiosa y que afirman que
resulta equivalente a afirmar que no cree en Dios alguno.
Esto es lo
que hace tan atractiva la postura de Spinoza para el marco estructural de los
científicos modernos y por lo que es tan perseguido por los ministros de culto
de las religiones abrahámicas.
En mi
opinión, su teología plantea nuevas oportunidades para conocer a la realidad y
rompe esquemas que permiten imaginarse al mundo de otras formas. Sin embargo,
creo que los conceptos de lo finito e infinito no están correctamente definidos
por cuestiones históricas y del avance del lenguaje matemático. El que tendría
oportunidad de hacerlo es Cantor, pero eso estaba a casi un cuarto de milenio
en el futuro, por lo que sería injusto y anacrónico señalarlo por estas
impresiones.
Les agradezco
a todos su paciencia y atención. Me encantaría saber qué opinan ustedes al
respecto.
[1] Barylko, Jaime (1977). Introducción
al Judaísmo. Fleisman & Fischbein, p. 100.
[2] Para Spinoza, el término “infinito”
es sólo en el sentido literal, un “sin fin”. En su época no estaba definido de
manera formal. Esto sólo sucedió hasta la llegada de Cantor, en la segunda
mitad del siglo XIX.
[3] Primer error conceptual, aunque sólo
lo es de manera anacrónica.
[4] A lo cual refiero usando mayúsculas,
al referirme a los atributos de Dios, por consistencia y para evitar
confusiones.
[5] Paradoja de cardinalidad, es decir,
de comparación de diferentes órdenes de infinito.
[6] ¿Todo, así, con mayúsculas?
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