jueves, 20 de mayo de 2021

El Dios de Spinoza

El Dios de Spinoza

José Soto Pérez.


En el año de 1929, se le preguntó a Albert Einstein si creía en Dios. Su respuesta a esta interrogante es muy frecuentemente citada: “Yo creo en el Dios de Spinoza, quien se revela en la ordenada armonía del mundo, no en un Dios que está preocupado con los destinos y los pormenores de la humanidad.” Esta afirmación ha sido repetida una y otra vez, incluidos personajes científicos célebres como Carl Sagan y Neil DeGrasse Tyson, quienes parecen haber encontrado algo valioso en aquello percibido como el Dios de Spinoza.

Pero, ¿en qué consiste el Dios de Spinoza que hizo que Einstein se refiriera a él y qué tan precisas son estas discusiones en nuestros días?

Les agradezco a todos los aquí presentes, escuchando esta presentación, desde el ángulo de un físico, que es sólo un aficionado a esto que los demás denominan filosofía, y que es un fan de este personaje tan singular como lo es Baruch Spinoza.

Nuestro personaje vivió en los Países Bajos durante el siglo XVII E. C. y frecuentemente es visto como uno de los filósofos más significativos, no sólo del período moderno, sino de todos los tiempos. Sus ideas acerca de temas tales como Dios y la filosofía hasta nuestros días. Él nació en Ámsterdam en 1632 dentro de la comunidad intelectual judía sefardita. Spinoza demostró ser una joven promesa. Provenía de una familia modesta y como joven, ayudaría a su familia con su negocio de importaciones.

Sus intereses intelectuales comenzaron pronto, a principios de su vida adulta, causando revuelo y controversia dentro de la comunidad y sus autoridades. En el año de 1656, a la edad de 23 años, recibió el anatema de su comunidad, conocido como cherem:

“[…] desde hace mucho [se tenía] noticia de las equivocadas opiniones y errónea conducta de Baruch Spinoza y por diversos medios y advertencias, han tratado de apartarlo del mal camino. Como no obtuvieron resultado alguno […] resolvieron […] que éste fuera […] expulsado del pueblo de Israel, según el siguiente decreto […]: […] expulsamos, execramos y maldecimos a Baruch de Spinoza […] ante los Santos Libros de la Ley con sus [seiscientas trece] prescripciones, con la excomunión con que Josué excomulgó a Jericó, con la maldición con que Eliseo maldijo a sus hijos y con todas las execraciones escritas en la Ley. Maldito sea de día y maldito sea de noche; maldito sea cuando se acuesta y maldito sea cuando sale y maldito sea cuando regresa. Que el Señor no lo persone. Que la cólera y el enojo del Señor se desaten contra este hombre y arrojen sobre él todas las maldiciones escritas en el Libro de la Ley. […]

Ordenamos que nadie mantenga con él comunicación oral o escrita, que nadie le preste ningún favor, […] que nadie lea nada escrito o trascripto por él.”[1]

Mucho se ha especulado acerca de los motivos por los que fue expulsado y desterrado de sus “horrendas” y “abominables” “herejías” y varios afirmarán que esto tuvo algo que ver con las ideas que después expondrá en sus escritos filosóficos.

Debido a este hecho, Spinoza abandonó a Ámsterdam y vivió periódicamente en varios lugares en los Países Bajos antes de asentarse por el resto de su corta vida en La Haya, dedicándose a desarrollar sus ideas filosóficas.

Escribió varias de sus obras literarias y ejerció como docente personal usando el nombre de Benedicto o Benedictus. Entre sus obras se cuentan el “Tratado Teológico-Político” y una exposición sobre los principios de filosofías de Descartes, los cuales eran controversiales en su época. Sin embargo su obra maestra, por lo cual sería conocido en el mundo, es el de “Ética”, escrita entre los años de 1661 y 1675. Se publicó de manera póstuma en 1677, siendo reconocido como su obra maestra, estando dividida en cinco partes.

En la primera parte, Spinoza presenta sus argumentos y sus ideas sobre Dios, que ha inspirado a incontables personas a lo largos de los siglos. Sin embargo, las ideas de Espinoza sobre Dios pueden ser bastante complejos y no siempre son tan simples como podrían parecer a primera vista cuando se le asocia con una posición filosófica o teológica conocida como panteísmo (donde pan significa todo y theos significa Dios), por lo que la idea de que todo es Dios o que Dios es todo. Esto se debe a que existe el malentendido ampliamente extendido que identifica a Dios con la Naturaleza misma, lo cual vamos a abordar posteriormente. Ahora bien, esto no es del todo incorrecto.

No obstante, existe mucha mayor complejidad e insinuaciones que hacen que Spinoza resulte algo difícil de interpretar, por lo que existen varios puntos de vista en la comprensión de lo que realmente quiso decir.

En ocasiones se le han etiquetado de ateo, debido a su supuesta reducción a las leyes de la Naturaleza. Por el otro lado, los románticos alemanes lo han tildado de ser un hombre intoxicado por Dios. Estas dos caracterizaciones son completamente opuestas, pero son parcialmente legítimas, dependiendo de la perspectiva que uno elija para analizarlo.

Sin mayor preámbulo, entremos entonces en materia. Ya he mencionado que existen varias discrepancias y maneras de entender en cómo debería leerse el bosquejo general. Spinoza habla de algo llamado sustancia, que es un concepto que incluso antecede a Aristóteles y que ha sido empleado por los filósofos hasta nuestros días.

Se puede decir que la sustancia es algo que es independiente, algo que no requiere de otra cosa para su existencia y cito, “por sustancia entiendo lo que es en sí mismo y lo es concibe a través de sí mismo.”

De acuerdo con la mayoría de los filósofos, incluyendo aquellos contemporáneos con Spinoza, existen muchas sustancias en el mundo. Yo tengo una sustancia. Un perro tiene sustancia. Sin embargo, para Spinoza, existe sólo una Sustancia, que es la esencia perfecta infinita[2] con un número infinito de atributos, en los que todas las cosas en el Universo son sólo modos finitos[3] de esta Sustancia[4] consistiendo de una infinidad de atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.

Por esto mismo podemos considerar a Spinoza como “monista” o en cierto sentido, que cree en una “Sustancia monista”, lo cual, hasta cierto punto, es una evolución natural del pensamiento originado desde el Rambam (el Rabí Moisés bin Maimónides).

Para Spinoza, sólo existe una esencia unificada que es Dios o Naturaleza, que es la sustancia de todas las cosas. Sin embargo, no debemos ver a la sustancia de la misma forma en que veríamos la esencia de una mesa. En vez de esto, se podría ver a la sustancia como la realidad subyacente de algo o, en este caso, de todas las cosas, la sustancia o de Dios que en sí no es finito, sino infinito, existiendo más allá de todas las sustancias, incluyendo el aspecto material.

De hecho, incluye a este como uno de sus atributos infinitos, aunque no esté limitado a él y debido a que sólo hay una Sustancia Divina, esto implica obviamente que no hay alguna otra Sustancia. Esto lo demuestra Spinoza por el método de reducción al absurdo.

Esto implica que todo objeto es, de alguna manera, una parte de Dios y esta faceta panteísta de su pensamiento llevó a algunos a concluir que todo lo que existe, existe en Dios y nada puede ser o concebirse por fuera de Dios (lo cual insinúa una discusión a cuatro bandas: todo vs. Todo, nada vs. Nada, todo vs. Nada y Todo vs. Nada).

Lo que esto quiere decir es que todo pertenece (en el sentido de la operación lógica de la teoría de conjuntos) a Dios; i. e., todos los objetos simplemente son partes de un todo, un Todo que es Dios en la manera en que se ocupa este significado en este durante siglos.

Sin embargo, parece ser claro que Spinoza sí hace la diferencia entre Dios y sus atributos, por un lado, y el mundo por el otro, al afirmar que el primero es básicamente idéntico, mientras que el mundo se describe como los modos de los atributos de Dios y cito: “de la necesidad de la naturaleza divina se sigue que hay un número infinito de muchos objetos en un número infinito de modos, debido a que ya hemos visto que Dios es infinito en su esencia y tiene un número infinito e ilimitado de atributos, los cuales son todos idénticos a la esencia de Dios, pero que expresan su infinita naturaleza en diferentes maneras y que los modos que conforman al Universo son expresiones de aquellos atributos.

Spinoza afirma que los modos son las afecciones de los atributos o modos de Dios en los que los atributos de Dios son expresados de una cierta y determinada manera. En otras palabras, la Sustancia Absoluta Infinita, que es Dios, está expresada en una forma finita limitada[5] a través de los modos del Universo.

De esta manera, todo[6] es Dios, como lo mencionamos anteriormente. Él identifica a Dios con la Naturaleza, con lo cual estoy de acuerdo. La Naturaleza y sus leyes son simplemente expresiones directas de la Naturaleza Divina y Spinoza considera que existen dos aspectos o vertientes a la Naturaleza:

-          El primero lo define como natura naturans, el principio activa que es la causa de todo lo demás y que es directamente idéntica a Dios.

-          El segundo lo establece con el nombre de natura naturata, que es resultado del primer aspecto, el cual es producido por el aspecto activo.

Este segundo aspecto deriva en uno de los puntos principales en los que los estudiosos no se ponen de acuerdo, que es en si Spinoza identifica a Dios sólo con la naturaleza en la Naturaleza o si Dios también es idéntica a la naturaleza producida (el segundo de los aspectos.

Esto tiene relevancia para saber si se le debe entender a él como un panteísta o no. ¿Acaso Dios está separado del Universo como siendo al menos la causa del Universo y el Universo siendo los modos o expresiones de los atributos de Dios, aunque permaneciendo en cierto sentido separado, o si se le identifica completamente con el Universo manifestado? Esta última interrogante es la que algunos estudiosos usan para sostener que Spinoza identifica completamente a Dios con el mundo creado y que Dios simplemente es un sinónimo de la Naturaleza, avalando aquellos que lo califican como ateo.

Otros están de desacuerdo, señalando a varias secciones en su libro “Ética,” en donde hace una distinción más clara entre los dos. Dios es la causa de la cual proviene el Universo, pero para él, existe una cierta diferencia debido a que el Universo sólo es un conjunto finito de expresiones o manifestaciones; es decir, los modos de los atributos infinitos de Dios, aunque Dios mismo, al ser infinito, sigue siendo mayor que esta manifestación o expresión limitada.

¿Puede Spinoza ser entonces calificado como panteísta si seguimos a la segunda teoría y también definimos al panteísmo como la completa identificación de Dios con el mundo creado o la totalidad del mundo?

Ahora bien, yo no afirmo ser un experto en la filosofía, y menos en la de Spinoza en particular y no deseo responder a esta interrogante en este momento, pero si me parece que resulta claro que Spinoza coloca a Dios como una parte central de su sistema filosófico y que el propósito completo de su libro “Ética” lleva a la conclusión de que uno deberá vivir en constante amor y admiración de Dios.

Luego entonces, teniendo todo esto en cuenta, ¿por qué se le califica tan frecuentemente como un ateo? Esto es debido a que hay ciertos aspectos en su teología que colisionan directamente con la teología clásica expresada en las religiones abrahámicas.

Spinoza rechaza completamente la idea de una deidad personal. Para él, Dios no es aquel que juzga o que le importa si comes o no, o si rezas o no. Ni siquiera creó al mundo de manera deliberada, sino por la necesidad de su Naturaleza. Esta es una negación directa a la deidad que responde a los rezos o que habla en la forma de escrituras sagradas.

Spinoza incluso niega a la existencia de los milagros, ya que todo en el mundo deberá seguir las leyes de la Naturaleza. Recuerden que Dios es idéntico (en el sentido de la operación lógica) a la Naturaleza, por lo que, si existiese algo que quebrantara estas leyes, sería equivalente a afirmar que Dios va en contra de sí mismo, lo cual sería un absurdo.

Además, se desprende de su teología que la creencia en cualquier divinidad personal que interfiere en el mundo o que le importa lo actuado por la humanidad es vil y llana superstición.

El Dios de Spinoza es una abstracción filosófica impersonal. Es por esto que sus puntos de vista han suscitado tanta controversia, siendo calificado como ateo debido a que niega que haya un Dios personal, lo cual representa, de acuerdo con la mayoría, uno de los supuestos centrales de la creencia religiosa y que afirman que resulta equivalente a afirmar que no cree en Dios alguno.

Esto es lo que hace tan atractiva la postura de Spinoza para el marco estructural de los científicos modernos y por lo que es tan perseguido por los ministros de culto de las religiones abrahámicas.

En mi opinión, su teología plantea nuevas oportunidades para conocer a la realidad y rompe esquemas que permiten imaginarse al mundo de otras formas. Sin embargo, creo que los conceptos de lo finito e infinito no están correctamente definidos por cuestiones históricas y del avance del lenguaje matemático. El que tendría oportunidad de hacerlo es Cantor, pero eso estaba a casi un cuarto de milenio en el futuro, por lo que sería injusto y anacrónico señalarlo por estas impresiones.

Les agradezco a todos su paciencia y atención. Me encantaría saber qué opinan ustedes al respecto.



[1] Barylko, Jaime (1977). Introducción al Judaísmo. Fleisman & Fischbein, p. 100.

[2] Para Spinoza, el término “infinito” es sólo en el sentido literal, un “sin fin”. En su época no estaba definido de manera formal. Esto sólo sucedió hasta la llegada de Cantor, en la segunda mitad del siglo XIX.

[3] Primer error conceptual, aunque sólo lo es de manera anacrónica.

[4] A lo cual refiero usando mayúsculas, al referirme a los atributos de Dios, por consistencia y para evitar confusiones.

[5] Paradoja de cardinalidad, es decir, de comparación de diferentes órdenes de infinito.

[6] ¿Todo, así, con mayúsculas?

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