José Antonio Robledo y Meza
¿Qué es el obradorismo?
robledomeza@yahoo.com.mx
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Solicitud de renuncia de 51
diputados a Juárez como Presidente Constitucional, 7 de septiembre de 1861,
segunda y última parte.
José Antonio Robledo y Meza
El Ejecutivo, ciudadano Presidente, no procuró extender su acción legal, benéfica y conciliadora, en los Estados y éstos, temiendo por el porvenir de las causas en favor de las que habían luchado, se han encerrado en sus propias individualidades, dando por resultado, todo ello, la rotura de los vínculos federales.
Creemos que para consumar una gran revolución no son bastantes los títulos legales, es necesario el tacto político; creemos que para mandar a un pueblo que tiene la conciencia de su fuerza no alcanza la coacción de la ley y que, en los países que han aspirado ya las auras de la libertad, el único Gobierno posible es el basado sobre el prestigio y el amor de los pueblos, prestigio y amor que desgraciadamente a perdido de todo punto el actual personal de la administración.
Lejos de nosotros la idea de imputar como un delito, como un crimen o un error, los hechos que hemos referido; nos venimos hoy con el carácter de acusadores, ni en nuestra calidad de ciudadanos queremos abrogarnos los derechos de jueces. Desagracia o más bien resultado preciso de las grandes revoluciones que devoran no sólo la vida y las haciendas de los hombres prominentes, sino también su prestigio y reputación, el hecho es que, el actual Presidente de la República, a quien nos dirigimos, no es posible que salve la situación y su separación del alto puesto que ocupa es una necesidad tan imperiosa para la salvación del país, como fue importante su presencia en él, en los primeros días de la revolución. Durante ella y en los de prueba, usando de ese poder siempre ominoso que se llama dictadura, se gastó lo mas noble que poseía, su prestigio y su poder moral en vano se ha pretendido reconquistar por medio de combinaciones ministeriales que no han hecho más que sacrificar otras tantas reputaciones, esterilizando nobles y fecundas inteligencias.
La revolución, ciudadano Presidente, necesita de éstas; necesita que el nombre de Juárez no pase a la posteridad con las notas que sobre él arrojaría la historia, si apareciera como el hombre que sofocó los gérmenes de una gran revolución; la reforma exige la vida, la acción que presta sólo al prestigio perdido hoy y que es el único centro de unión que puede reanudar los vínculos federativos ya rotos; que puede revivir los elementos de la organización social ya apagados; que puede, por último darnos la fuerza para salir airosos en los conflictos interiores y exteriores que nos amenazan. Y, en nombre de esas supremas necesidades, en nombre de la salvación de los principios políticos que profesamos, en nombre del honor y la salvación de nuestro país, ocurrimos al ciudadano que es capaz de todas las virtudes republicanas, al ciudadano que ocupa el poder, según él mismo lo ha dicho, por un acto de noble abnegación; al ciudadano que jamás hará personal la cuestión de los interese sociales y respetuosamente le pedimos se separe temporal o absolutamente de la Presidencia de la República, en la que sus virtudes son estériles y en las que sacrifica, con su propia reputación, el porvenir de la República.
Protestamos de la manera más solemne ante el ciudadano Presidente y ante el mundo entero que al elevar esta súplica no nos mueve interés alguno bastardo, sino única y exclusivamente el sagrado de la salvación del país y esperamos que, en los términos prescritos por artículo 8vo del código fundamental, se sirva mandarnos sea manifiesta su resolución.
México, 7 de septiembre de 1861.
Manuel María Ortiz de Montellano, D. Balandrano, N. Medina, I. Calvillo Ibarra, Enrique Ampudia, Víctor Pérez, Antonio Rebollar, Susano Quevedo, Braulio Carballar, Pedro Ampudia, Joaquín Escalante, Antonio C. Ávila, Pantaleón Tovar, M. de la Peña y Ramírez, Manuel López, Manuel Romero Rubio, J.R. Nicolín, Jesús Gómez, Antonio Carrión, Juan Bustamante, J.M. Castro, Antonio Tagle, Francisco Ferrer, Ignacio M. Altamirano, Juan Ortiz Careaga, Pablo Téllez, José Linares, Francisco M. Arredondo, J.M. Savorio, Agustín Menchaca, Ignacio Escala, Luis Cossío, Domingo Romero, J.M. Carbó Vicente Chico Seín, G. Aguirre, Juan González Urueña, Miguel Dondé, Manuel Castilla y Portugal, Justino Fernández, Antonio Herrera Campos, Vicente Riva Palacio, Ramón Iglesias, Francisco Vidaña, Trinidad García de la Cadena, M. Saavedra, R. Vázquez, Juan Zalce, Eufemio Rojas, J. Rivera y Río, Juan Carbó,
Fuente Jorge L. Tamayo
(Selección y notas de), 1966, Benito Juárez. Documentos, Discursos y
Correspondencia, t.5, Secretaría del Patrimonio Nacional, México, 13-15.
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Solicitud de renuncia de 51
diputados a Juárez como Presidente Constitucional, 7 de septiembre de 1861, primera de dos partes.
José Antonio Robledo y Meza
Un
grupo de diputados pide la renuncia a Juárez como Presidente Constitucional
Los que suscribimos, ciudadanos mexicanos en
ejercicio de nuestros derechos, al ciudadano Presidente de la República,
exponemos:
Que, elegidos por el libre voto de nuestros
conciudadanos para venir a representarlos en el Congreso de la Unión, en
nuestra calidad de Diputados, hemos llenado hasta hoy nuestro deber, estudiando
la situación del país, el origen de los males que lo aquejan y los medios que,
aunque escasos, sean eficaces para salvarlo y, después de un maduro examen que
ha producido en nosotros la convicción más profunda respecto de las medidas
indispensables para organizar la marcha de la causa pública y para alcanzar la
salvación no sólo de los principios políticos conquistados sino aun de la
autonomía nacional, con ella y, cumpliendo un deber indeclinable que nos impone
nuestra conciencia de ciudadanos y haciendo abstracción de nuestro carácter de
Diputados, venimos a elevar una petición respetuosa al ciudadano Presidente,
usando del derecho que nos concede el artículo 8vo del Código fundamental.
Vemos en la situación actual un elemento mayor
que otro alguno de desorganización en la rotura casi absoluta de los lazos
federativos, que deberían ligar, haciendo una las diversas partes que
constituyen nuestra nacionalidad y la escisión de los Estados que tanto espanta
y con razón en la esfera de los hechos consumados, existe ya, así en el orden
administrativo como en el Legislativo y Judicial. Falta pues, la unidad
federativa y con ella faltará dentro de poco la unidad nacional, siendo
imposible, por lo mismo, todo Gobierno en el centro y quedando, cómo está
reducido a luchar estérilmente con su propia impotencia. La verdad de este
hecho tiene el carácter de la evidencia; a dónde pueda conducirnos esta
situación es demasiado fácil adivinarlo; cuál sea la causa de ella y cuál el
remedio es, pues, el asunto de que venimos a ocuparnos.
La gigantesca revolución que ha hecho triunfar
en los campos de batalla la bandera de la Reforma, no ha sido, ciudadano
Presidente, una de tantas revueltas que han agitado durante 40 años nuestro
desgraciado país; ha sido, sí, una verdadera revolución social, en que el
pueblo ha adquirido la conciencia de su fuerza y se ha puesto a la altura de
las conquistas que ha pretendido alcanzar; pero esa revolución, los combates y
las victorias no han sido, ni podido ser más que el prólogo, estando
encomendado su desarrollo y su consumación a la inteligencia política y
administrativa e importante es recordar que en esa lucha los que alcanzaron la
victoria, los que para ella sacrificaron su reposo y su hacienda, prodigando su
sangre fueron, sin duda, los pueblos del interior de la República y de la
frontera, que en el día del triunfo depusieron en el altar de la legalidad
todas sus conquistas. esperaron, con razón, el desarrollo y consumación de la
Reforma; con ella esperaron también ver curadas esas llagas que de antiguo
minan nuestra existencia social y que nos ponen bajo la dependencia de las
potencias extranjeras, que nos dominan con el título oprobiosos de acreedores;
esperaron ver organizar la administración pública sobre los elementos de
moralidad y de justicia, desterrados de ella tanto tiempo hace y, bajo el
halago de esa esperanza, quedaron ahogadas las ambiciones bastardas y por la
primera vez en la historia de nuestro país, el soldado victorioso acató la ley
y cedió el puesto al depositario del Supremo Poder de la Nación.
Mas, por desgracia, todas esas esperanzas han
salido fallidas; la revolución se ha detenido en su marcha, puesto que no ha
adelantado un solo paso en la esfera administrativa; la desmoralización se ha
entronizado en todas direcciones y luchando el Ejecutivo con la falta absoluta
de recursos, se ve el país amenazado por la guerra extranjera, devastado por
bandidos que, sin invocar un pretexto o un principio político al menos, todo lo
destrozan a su paso. Esto es porque a faltado vida y acción en el centro, que
ha visto desaparecer en menos de cien días inmensas riquezas acumuladas por el
clero en tres siglos de dominación absoluta; que no ha podido cumplir una sola
de las promesas mil que ha hecho al país; que ha tenido la desgracia de ver
levantar en la puerta de la Capital por pequeñas hordas de bandidos cadalsos en
que han perecido los hombres más prominentes de la revolución; que con el poder
omnímodo no ha podido destruir unas cuantas bandas de forajidos, ni alcanzar
siquiera asegurar la vida y las haciendas de los ciudadanos en el centro mismo
de la Capital; que, por último, se ha visto obligado a los cuatro meses de
existencia a buscar los medios de sostenerla en las fuentes mismas a que acudió
la reacción caduca y moribunda, en los últimos instantes de su agonía.
(Continuará)
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El miedo y temor al obradorismo. Primera de
dos partes.
José Antonio Robledo y Meza
Muy a
menudo la forma de una especulación filosófica es: probemos buscar por acá.
La experiencia mexicana conocida como obradorismo no solo está afectando a la sociedad mexicana, está afectando al sistema mundial -a la economía, a la política y la cultura- y es por esto, que sus opositores son polifacéticos y no solo se encuentran en México.
El obradorismo ganó en 2018 con 30,113,483 millones de votos. El PAN obtuvo 12,610,120, el PRI 9,289,853. Juntos el PAN y el PRI obtuvieron 21,899,973. Hoy día todo apunta a que la candidata obradorista gane con más votos que en 2018. ¿Cuántos votos obtendrá la coalición Fuerza y Corazón por México en el 2024? ¿Superará los 20 millones? Entre más lejos estén de esta cifra más cerca estará el Plan C (la mayoría calificada) de concretarse. Si comparamos las tendencias marcadas por las encuestas salta a la vista la enorme distancia entre las candidatas. En este escenario intentemos responder las cinco preguntas siguientes: ¿En qué consisten el miedo y el temor en torno al obradorismo? ¿Son reales o ficticios? ¿Intentan inducirlos o no? Si logran inducirlos ¿con qué propósito? ¿A qué intereses responde la difusión mundial del miedo y del temor al obradorismo? Estas preguntas las responderemos en la segunda parte de esta reflexión. Por el momento, esbozaré un panorama general como premisa.
Si pensamos en el mundo capitalista como un sistema intencional entonces debemos explicar la conducta de los actores mencionados en el primer párrafo. ¿Cómo hacerlo? A partir de atribuirle al sistema creencias y deseos. Señalemos que el sistema al que nos referimos, es el capitalismo financiero. Para llegar a establecer una predicción o situación del sistema capitalista es necesario: tener, por lo menos, algunas suposiciones acerca del diseño funcional de este sistema, independientemente de su constitución física o las condiciones de sus entrañas.
Según Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff (Esta vez es distinto, Ocho siglos de necedad financiera, 2012 ) son cinco problemas que enfrenta el capitalismo hoy día:
1) No apreciar adecuadamente los bienes públicos, aire y agua limpios y el fracaso de los esfuerzos para evitar un cambio climático global.
2) Desigualdad social. La creciente brecha es, en parte, una consecuencia de la innovación y el espíritu empresarial. La gran riqueza permite a ciertos grupos comprar poder e influencia política, que a su vez contribuye a generarles aún más riqueza.
3) Suministro de atención médica. El coste de los servicios sanitarios en proporción al ingreso ha aumentado a medida que las sociedades se han hecho más ricos y, posiblemente, superará el 30% del PIB en las próximas décadas.
4) Subestimar el futuro de las próximas generaciones que para la mayoría de las generaciones desde la Revolución Industrial esto no ha importado, gracias al continuo avance tecnológico. Por lo general, cada generación ha vivido significativamente mejor que la anterior. Pero, con la población mundial superando los 7.000 millones de habitantes, no existen garantías que demuestren que esta trayectoria es sostenible y
5) Las crisis financieras que han provocado la mayoría de los anteriores problemas. En el mundo de las finanzas, la innovación tecnológica no se ha utilizado para reducir los riesgos sino más los han magnificado.
Si el capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios de producción son privados y el mercado el mecanismo para asignar los recursos de manera eficiente y el capital sirve como fuente para generar riqueza, entonces es este sistema de creencias el que nos permite predecir el mal funcionamiento y criticar al sistema, y poder decir que existen enormes diferencias entre los objetivos propuestos como capitalistas y los logros obtenidos.
Y son estos los resultados los que hacen evidentes la irracionalidad del sistema capitalista a principios del siglo XXI. Las metas del sistema por emerger deberán estar definidas en función de las necesidades de la mayoría de los humanes y eso es lo que hace el obradorismo. Es necesario pues, construir una nueva situación intencional (el obradorismo propone una nueva república, más democrática, más justa y más amorosa, sin corrupción, sin hipocresía, sin racismo, sin clasismo… ) y esto pasa por la predicción de la conducta de un sistema adscribiéndole al mismo la posesión de cierta información y suponer que lo dirigen ciertas metas. La información puede ser considerada como creencias, y las metas y submetas como deseos. Por supuesto que el sistema capitalista no tiene realmente creencias y deseos, sino que uno debe atribuírselos para poder explicar y predecir su conducta. Al hacerlo uno se aproximaría a elaborar una “teoría de la conducta” para ese sistema.
Una pregunta que dejo para que entre todos la respondamos es ¿qué sería lo más racional que debe hacerse dadas las metas x, y, z,..., las restricciones a, b, c,..., y la información acerca del presente estado de cosas p, r, s..?
Un obstáculo a vencer es el sentido común. El sentido común tiene muchas formas de manifestarse; nos muestra que quienes lo enarbolan tienen vidas mentales de tipos confusos de prever. El sentido común no es suficiente ya que:
1) Deja sin resolver demasiados problemas apremiantes.
2) Se entrega con frecuencia a intuiciones persuasivas que se contradicen.
3) Lo que para una persona es un fundamento sólido para otro es un vestigio falsamente convincente.
4) Algunos aspectos pueden ser ilusiones cognitivas de nuestra especie, abrumadoramente persuasivas para nosotros debido a la existencia de ciertos atajos en el diseño de nuestros sistemas cognitivos.
5) Algunas versiones del sentido común no son más que versiones popularizadas y atenuadas de la ciencia de antaño.
Clasificar estos aspectos del sentido común en
verdaderos, falsos, engañosos e indignos de confianza es un buen trabajo por hacerse.
Sin embargo, no es ahora una tarea sistemática, accesible a un enfoque
puramente básico o axiomático. Más bien tenemos que arremeter cuando sea
oportuno e intentar alcanzar una visión estable oponiendo entre ellas una gama
de intuiciones, descubrimientos y teorías empíricas, argumentos rigurosos y
experimentos imaginativos del pensamiento. Esto es lo que plantea el
obradorismo y que de manera simplificada se le ha nombrado en México como el
segundo piso de la 4T
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El culto a
Juárez
José Antonio
Robledo y Meza
El culto a
Juárez comenzó dos años después de su muerte cuando Gustavo Baz publica Vida de Benito Juárez,
quien fuera calificada por Francisco Bulnes –en Juárez y las revoluciones de
Ayutla y de Reforma de 1905-, como “caramelos literarios”. En esta obra -dice
Bulnes- Baz hace de Veracruz “un nuevo Sinaí” y a Juárez un Moisés entregando a
su pueblo las Tablas de la Ley.
Las obras de Bulnes hacen responder a Justo Sierra con la obra Juárez, su obra y su tiempo (1905) donde se propone “limpiar del negror del humo” la figura del “gran indígena” convirtiendo a Juárez en “el símbolo y el alma de una obra imperecedera”.
En 1906 -centenario del natalicio de Juárez- se lleva a cabo un acto de desagravio a Juárez cuando ya eran evidentes los cuestionamientos de legitimidad al gobierno de Porfirio Díaz, mediante un concurso donde fueron premiadas las obras de Rafael de Zayas Enríquez: Benito Juárez, su vida, su obra –donde Juárez es presentado como el hombre “del patriotismo puro, de la virtud acrisolada, de la energía sin desfallecimiento...”-, de Andrés Molina Enríquez: Juárez y la Reforma –quien identifica la Reforma con Juárez, de la cual es autor y no un sencillo ejecutante-, de Ricardo García Granados: La Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma en México, y de Porfirio Parra: Sociología de la Reforma –quien desarrolla expresamente la metáfora de Baz: “El, nuevo Moisés del pueblo mexicano, apoyado en la Constitución de 1857, tablas de la ley y arca de la alianza entre la nación y el progreso...”
Existieron razones políticas para desarrollar, en esa época, el culto a Juárez. La primera razón radica en legitimar la autoridad política de Porfirio Díaz, presidente cuestionado por la polémica en torno a la Constitución y la dictadura. El presidente Juárez de 1867 y 1871 parece estar más implicado en eso, que el liberal de 1859; la implícita comparación sirve de fianza para Díaz.
La segunda razón es que la energía, la
paciencia y la impasibilidad representada en Juárez, representante de la
legalidad en el momento de la Guerra de los Tres Años, de la Intervención y el
Imperio han hecho de él uno de esos estandartes vivos con los que se encariña
una historia anecdótica y altamente atractiva, uno de esos símbolos que
muestran al pueblo para agudizar su patriotismo. En esta perspectiva la epopeya
eclipsó una historia más austera, la del movimiento profundo de un pueblo en
formación.
La tercera razón está en relación con los orígenes indios de Juárez, y su fulgurante ascensión social que proporcionaron al estandarte un brillo ejemplar, hicieron de Juárez un símbolo de igualdad democrática que, al utilizarlo de forma demagógica, se acercó al alibí.
Finalmente, la visión de un México, de quien el mestizo es la esperanza, halla su justificación en el héroe Juárez tal y como lo pintan Justo Sierra (Benito Juárez, su obra y su tiempo, 1905) y Porfirio Parra (Sociología de la Reforma, 1906), pero, sobre todo, la Oración cívica de Gabino Barreda de 1867.
Quien se acerca a la obra De la educación moral de Gabino Barreda puede constatar que las prescripciones barredianas formuladas fueron aplicadas en la construcción de las figuras que fueran ejemplos de moralidad y de verdadera virtud, que fueran motivo de imitación y reverencia.
Para terminar esta colaboración enlistaré los rasgos atribuidos a Juárez por tres autores
Gabino Barreda: Benemérito, Inmaculado, Constante, Personificación del gobierno Nacional, Adalid.
Justo Sierra: Gran indígena, Símbolo y el alma de una obra imperecedera, Hombre dotado de una brillante inteligencia.
Porfirio Parra: El nuevo Moisés del pueblo
mexicano, apoyado en la Constitución de 1857, tablas de la ley y arca de la
alianza entre la nación y el progreso, Hombre
dotado de una brillante inteligencia.
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Juárez el héroe de la segunda trasformación mexicana.
José Antonio Robledo y Meza
La narrativa en torna a Juárez es, entre las narrativas políticas, la que mejor deja ver el dinamismo integrador de lo mexicano. Es en este sentido un crisol donde se amalgaman ideas de variado origen que imponen el sello inconfundible de lo mexicano y moderno.
Es en la “Oración Cívica”, pronunciada por Gabino Barreda el 16 de septiembre de 1867, que Benito Juárez García es mencionado por primera vez como héroe. Barreda lo califica como “benemérito” (digno de premio), “inmaculado” (sin mancha); “constante, personificación del gobierno Nacional” y “adalid” (guía).
¿Qué hizo Juárez para merecer tales calificativos? Para responderla dejemos hablar a Barreda, no sin antes advertir que Juárez recibe un trato especial y, sólo al principio, sorprendente, en virtud de que es calificado como héroe aun estando vivo.
La sorpresa inicial se diluye al observar que Juárez está íntimamente relacionada con el núcleo de representaciones de la narración fundadora del Estado mexicano. Juárez no podía estar por debajo de la importancia de dicha génesis. En el fondo lo que Barreda hace es construir, a través de la representación de Juárez, la representación del Ejecutivo de dicho Estado. Un ejecutivo sin mancha y, por ello, adalid. Barreda hace una defensa por vía de la “demostración” del principio de autoridad depositado en el Ejecutivo. Como la historia lo mostrará esto habrá de ser captado muy bien por Justo Sierra y Porfirio Díaz quienes son, en buena medida, responsables del culto a Juárez.
Como puede observarse al leer la “Oración Cívica”, la calificación positiva corresponde a acciones en las que está involucrada la defensa de la patria, su libertad e independencia. No es de extrañar que en una ceremonia patriótica como la del 16 de septiembre éste fuera el tema a exaltar y Barreda no deja de hacerlo. Era también una fecha en la que el homenaje al héroe significaba igualmente el culto a la sangre de los muertos, a la de los héroes y a la del pueblo. Esta identidad entre el heroísmo de unos cuantos con el heroísmo de todos se reitera. Para Barreda también el 16 de septiembre es una de las fechas sagradas porque marca el surgimiento de la nueva nación mexicana.
Habiendo separado Juárez a la Iglesia del Estado se necesitaba un nuevo sustento ideológico y éste debía surgir a partir de la historia. Se trataba de crear un nuevo carácter nacional, laico, que modificase las costumbres, los hábitos mentales y aun los valores de los mexicanos. Los relatos históricos, moralizantes y edificantes para la juventud, jugarían ahora el papel que antes habían jugado los religiosos. Sería a través de la historia patria que los educandos conocerían su herencia y reverenciarían a sus héroes, quienes asumían así el lugar del santoral. Sólo a través de la historia se podía exaltar el amor a la patria y enaltecer a sus hombres eminentes por sus virtudes, los cuales evidentemente eran los liberales. A partir de aquel momento, la historia nacional empezó a convertirse en un mito político unificador.
La lucha por la unidad nacional, es donde los héroes despliegan su ejemplaridad, lucha que había sido librada por la Independencia, es decir, la que confrontaba a los mexicanos patriotas con otras potencias que querían su sujeción. En el discurso de Barreda se mencionan, en primer lugar, la guerra contra España (insurgencia) y el segundo evento es la intervención francesa. Sobre esta última, Barreda afirma que los invasores estaban encabezados por un personaje cuyas únicas dotes eran la astucia y la falsía, que se movía con el objetivo de exterminar a las instituciones republicanas en América. Por ello, el combate que libraron los mexicanos fue no sólo salvar a su patria sino el porvenir de toda la humanidad. La salvación de México fue proyectada por Barreda como el inicio de un inmejorable porvenir para toda la humanidad. Con esto quedaba asegurado el carácter cosmológico del mito liberal.
La línea argumental de Barreda revela la fuerza de su premisa mayor al introducir la coyuntura mexicana en un contexto más amplio que es el porvenir de la humanidad. Lo que Barreda ofrece es una pieza, que no termina de ser comprendida en su caracterización de las etapas de la historia mexicana, sin considerar a la contraparte de los héroes que encarnan tendencias, ellos son los traidores, los apátridas: Juan Nepomuceno Almonte, José María Gutiérrez Estrada, Antonio López de Santa Anna, Leonardo Márquez. Se trata de los hombres identificados con el servilismo y no por la independencia. No son otra cosa -dice Barreda-, que “mexicanos degradados”.
Barreda también dedica un espacio a Napoleón III a quien acudieron “los mexicanos extraviados que, en el vértigo del despecho, no vieron el tamaño de su crimen.” Así, “en manos de ese verdugo de la república francesa entregaron una nacionalidad, una independencia y unas instituciones que habían costado ríos de sangre y medio siglo de sacrificios y de combates.” El objetivo de Napoleón III junto con los traidores, significaba no sólo un modelo de gobierno, sino también, matar la autonomía y la libertad de un continente entero.
Así pues, en la “Oración cívica” se narran las heroicas luchas de varias historias del pueblo mexicano encabezado por sus héroes en aras de su emancipación mental y científica, política y religiosa. En este discurso, los actores de la crisis revolucionaria no son solamente individuos, héroes o traidores, sino también actores colectivos. A lo largo de la crisis, los actores colectivos tradicionales (clero y ejército) fueron acompañados por nuevos actores: los partidos políticos.
De esta manera, Juárez, “que se había abrazado al pabellón nacional” y que era la personificación del gobierno nacional, lo era por tener las cualidades más sublimes: preclaro, patriota, indomable y constante, hábil político, el héroe viviente tras el que están los hombres del triunfo, sin apelativo ni calificación, con fe en el porvenir. En una palabra “inmaculado”.
La figura de Juárez es relevante en el discurso de Barreda y tiene claros objetivos políticos. Juárez está asociado al fortalecimiento de la idea del poder republicano y al engrandecimiento del ejecutivo. En ambos casos hace referencia directa a la legitimación y consolidación del nuevo poder. La figura de Juárez adquiere la importancia de trascender su vigencia nacional y se proyecta universalmente. Su recorrido por todo el norte del país adquiere marcado carácter simbólico. Así pues, desde entonces, Juárez está asociado en el imaginario colectivo como símbolo de liberación.
Juárez es inmortal, nos dice Barreda, por ser auténtico mexicano, por
sacar adelante la bandera de la libertad. Sus armas fueron las Leyes de Reforma
y la Constitución de 1857, las armas con las que contaban los civiles para
sustituir las armas de los militares.
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Católicos liberales versus católicos
conservadores
José Antonio Robledo y Meza
En junio de 1870 el diario liberal El Monitor Republicano publicó varios artículos firmados por Roberto A. Esteva que explicaban el plan de los católicos liberales. El programa consistía en: aceptar sin reservas la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, también demandaban organizar un nuevo partido conservador. Estos católicos que se llamaron a sí mismo “unionistas” intentaron adaptar a los católicos de la Sociedad Católica al estado liberal (Adame, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos, 1867-1914). La idea del grupo fue tomada de la “Unión Católica española”.
El diario México y Europa se convirtió desde 1871 en el órgano del nuevo grupo; anunciaba que representaba a la "mayoría ilustrada del partido conservador" (La Voz de México, 10 de junio de 1874 y 22 al 30 de enero de 1871).
Los unionistas mexicanos alcanzaron en las elecciones de 1872 algunos escaños en la Cámara de Diputados, pero nada pudieron hacer ahí, dada la inmensa mayoría de diputados liberales. (ver Diario de los Debates del Séptimo Congreso Constitucional de la Unión, correspondiente al segundo periodo de sesiones ordinarias del año 1874, sesiones de los días 16 y 20 de noviembre.
Los católicos contrarios a los unionistas criticaron a éstos, por haber aceptado sin aclaraciones la libertad de enseñanza, por excluir la religión como fundamento del orden social para poner en su lugar la "moral práctica" y por dar su consentimiento al sistema de "separación" entre la Iglesia y el Estado.
El fondo de los argumentos de los católicos antiunionistas era el Syllabus (documento publicado por Pío IX en 1864, junto con la encíclica Quanta cura) en el que definen y condenan los errores del racionalismo y del derecho nuevo. El Syllabus definía como errores contrarios al dogma y doctrina católicos, entre otros, los principios liberales de soberanía popular (Prop. 60), la libertad de cultos (Prop. 15, 77, 78), la separación de la Iglesia y el Estado (Prop. 65), la desamortización (Prop. 26, 27), la educación laica (Prop. 45, 47, 48), matrimonio civil (Prop. 73) y otros.
La declaración del dogma de la infabilidad dio más fuerza a los textos y declaraciones pontificias, al grado de que se estableció como extremos irreconciliables la fe con el liberalismo, el Syllabus con la Constitución de 1857.
La división entre católicos "conservadores" y "liberales" se definía por dos diferencias: el Syllabus y la participación política de los católicos mexicanos. Los "conservadores" consideraron el Syllabus como un documento infalible que ningún católico podía contradecir sin comprometer su conciencia. Los "liberales" insistían en separar los principios políticos de los principios religiosos, el Estado y la Iglesia, y declaraban obedecer al papa en materia religiosa y a la Constitución en materia política. Los conservadores recomendaban la abstención de los católicos en materia política mientras no hubiera posibilidades de triunfo. Y los liberales querían que los católicos mexicanos participaran activamente en la política y colaboraran con el gobierno establecido.
El Syllabus y su definición de los errores tocantes a la sociedad civil considerada en sí misma o en sus relaciones con la Iglesia
Esta definición de los errores se encuentra en el parágrafo VI del Syllabus que contiene las proposiciones que van de la XXXIX a la LV un total de 11.
A continuación, señalaremos algunos de estos errores definidos por la Iglesia y que tienen ver con la postura laica y la subordinación de la Iglesia al Estado.
Para la iglesia considera errores
1) Es
bien que la Iglesia sea separada del Estado y el Estado de la Iglesia. (Prop.
LV)
2) que el
Estado, sea considerado como origen y fuente de todos los derechos, goza de
cierto derecho completamente ilimitado. (Prop XXXIX)
3) En
caso de colisión entre las leyes de una y otra potestad debe prevalecer el
derecho civil. (Prop XLII)
4) Los Reyes y los Príncipes no sólo están exentos de la jurisdicción de la Iglesia, pero también son superiores a la Iglesia en dirimir las cuestiones de jurisdicción. (Prop. LIV)
Con relación
a la educación la iglesia definió como errores:
5) Todo
el régimen de las escuelas públicas, en donde se forma la juventud de algún
estado cristiano, a excepción en algunos puntos de los seminarios episcopales,
puede y debe ser de la atribución de la autoridad civil; y de tal manera puede
y debe ser de ella, que en ninguna otra autoridad se reconozca el derecho de
inmiscuirse en la disciplina de las escuelas, en el régimen de los estudios, en
la colación de los grados, ni en la elección y aprobación de los maestros.
(Prop. XLV)
6) La
óptima constitución de la sociedad civil exige que las escuelas populares,
concurridas de los niños de cualquiera clase del pueblo, y en general los
institutos públicos, destinados a la enseñanza de las letras y a otros estudios
superiores, y a la educación de la juventud, estén exentos de toda autoridad,
acción moderadora e ingerencia de la Iglesia, y que se sometan al pleno
arbitrio de la autoridad civil y política, al gusto de los gobernantes, y según
la norma de las opiniones corrientes del siglo. (Prop. XLVII)
7) Los católicos pueden aprobar aquella forma de educar a la juventud, que esté separada, disociada de la fe católica y de la potestad de la Iglesia, y mire solamente a la ciencia de las cosas naturales, y de un modo exclusivo, o por lo menos primario, los fines de la vida civil y terrena. (Prop. XLVIII)
Como puede apreciarse, en el fondo de todo esto está la lucha por establecer la máxima autoridad política, esto es la Soberanía política. La opción radicaba en la disyunción siguiente: o es el Estado o es la Iglesia. En México se decidió, en la Leyes de Reforma, fuera el Estado. Las Leyes de Reforma se dictaminaron del 12 de julio al 11 de agosto de 1859. Estas leyes son desde entonces, las normas proclamadas y en donde queda definida la separación de la Iglesia y el Estado, y la subordinación de aquella a éste.
Para continuar
leyendo:
Syllabus complectens praecipuos nostrae aetatis errores (Índice de los principales errores de nuestro siglo ya notados en las Alocuciones Consistoriales y otras Letras Apostólicas de Nuestro Santísimo Padre Pío IX
Jorge
Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos
(1867-1914), 1981
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Los
fundamentos filosóficos de la visión laica de la política mexicana.
José Antonio
Robledo y Meza
En esta colaboración explicitaremos brevemente los postulados epistemológicos, éticos, metafísicos y políticos que han permitido a los mexicanos construir una visión laica de la política mexicana. La base de esta visión es el principio de la Soberanía del Pueblo. Si el Pueblo Soberano, dice, hace y manda es porque el Pueblo Soberano es la máxima autoridad en el terreno de la política.
Epistemología
Los mexicanos hemos aprendido que el método por excelencia es el estudio-investigación y la discusión porque cualquier respuesta que demos a cualquier pregunta es provisional porque solemos errar y hemos aprendido a que no puede ser de otra manera. Hemos aprendido que es insuperable la condición de ignorancia y falibilidad y que lo que nos permite sobrevivir, como especie, es nuestra condición crítica y creativa; lo que nos expone a la extinción es la subordinación acrítica e irracional.
Ética
En México la soberanía política emana del Pueblo Soberano. El Pueblo Soberano es omnipotente y, por ello es la autoridad política máxima. Este principio ético justifica la especulación y discusión de los mexicanos hacia dónde queremos ir y que queremos ser. Esto último, nos permite que mediante la crítica y la creatividad aspirar a una condición mejor.
Metafísica
Los mexicanos hemos construido una identidad mediante estudios e investigaciones filosóficas y científicas. Estos resultados no han sido ni serán nunca definitivos. En la construcción de esta identidad siempre prevalecerá la incertidumbre, la duda, el asombro. Estudiamos e investigamos por qué estamos aquí, de dónde venimos, especulamos y discutimos hacia dónde queremos ir.
Política
Los mexicanos hemos aprendido que para que la sociedad funcione, para hacer posible la coordinación de esfuerzos y el logro de objetivos, es necesario establecer relaciones racionalmente críticas de autoridad política y hemos convenido que cualquier poder político estará subordinado a la autoridad del Pueblo Soberano.
Visión
Con estos
postulados epistemológicos, éticos, metafísicos y políticos los mexicanos hemos
construido una visión laica de la sociedad. Si el Pueblo Soberano, dice, hace y
manda es porque el Pueblo Soberano es la máxima autoridad en el ámbito político
y, como hemos afirmado, el Pueblo Soberano se expresa en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.
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La construcción de las visiones de la historia
de México
José Antonio Robledo y Meza
Charles Hale historiador especialista en el México decimonónico reduce a tres las versiones de la historia de México, desde el punto de vista ideológico: la escuela alamanista (Lucas Alamán), la escuela liberal y la escuela crítica.
La escuela alamanista está representada por José Vasconcelos, Mariano Cuevas y José Bravo Ugarte, quienes han visto el materialismo, el anticlericalismo y la influencia de los Estados Unidos como fuerzas extranjeras y subversivas contra las cuales la nación debe mantenerse en defensa continua; y las variadas interpretaciones oposicionistas de la revolución del siglo XX. Esta escuela ha visto al proceso político desde 1810 como una sucesión de varios esfuerzos por destruir las tradiciones hispánicas, por sustituir ideas y valores extranjeros y, al hacer esto, condenar al país a la anarquía perpetua, a la dictadura y a la corrupción moral. Esta escuela furiosamente nacionalista identificó a la nación mexicana con la herencia hispánica y reveló nostalgia por la paz y la aparente prosperidad de la Nueva España y, en particular, por el papel que la Iglesia católica desempeñó en la sociedad colonial. Esta escuela conservadora es la menos importante, pero ha mantenido su vitalidad y quizá últimamente se haya fundido con las variadas interpretaciones oposicionistas de la revolución del siglo XX.
La escuela liberal es la predominante y está representada por Justo Sierra, Emilio Rabasa, Jesús Reyes Heroles y Francisco López Cámara. Esta escuela al igual que la alamanista fueron inicialmente establecidas por las pugnas de los mismos contrincantes de la primera generación después de la independencia y reproducidas posteriormente. En el centro de cada una ha existido un creciente interés por forjar una nación. Así, el nacionalismo y el conflicto ideológico han sido los principales determinantes en la historiografía política mexicana.
La escuela crítica está representada por Daniel Cosío Villegas y sus colaboradores. Dentro de esta escuela Josefina Zoraida Vázquez nos hace un somero recuento de las principales interpretaciones no oficiales sobre la historia decimonónica mexicana en torno a los liberales -Reyes Heroles, González Navarro, Alan Knight y Hale- que compara con la suya propia. Su estudio se centra en el liberalismo precursor a la Reforma y conecta al liberalismo mexicano con el contexto ideológico estrictamente novohispano -la política “protoliberal” borbónica y el constitucionalismo gaditano-, y algunos aportes externos como la ilustración del XVIII, las revoluciones norteamericana y francesa, y la intervención napoleónica en México. La interpretación de Josefina Zoraida nos permite reconstruir el proceso ideológico que va de finales de la época colonial a finales del siglo XIX.
Siendo lo anterior importante, el estudio de Vázquez tiene un mérito mayor al alertarnos contra algunos vicios historiográficos como considerar a los reaccionarios y centralistas personificados por los grandes propietarios, la Iglesia y el ejército, como enemigos del liberalismo. Si ambas corporaciones reflejaron la amplia gama ideológica de la sociedad, es absurdo tratar a la Iglesia y al ejército como instituciones monolíticas. Josefina Vázquez muestra lo inadecuado de intentar explicar la política decimonónica con la fórmula reduccionista liberal-conservadora. Tanto entre los llamados liberales como entre los conservadores existieron gamas políticas distintas que la investigación histórica está descubriendo.
Los estudios sobre el conservadurismo mexicano
En la línea de considerar el pensamiento conservador, un serio análisis de la importancia de éste y de sus fuentes es el realizado por Alfonso Noriega (El pensamiento conservador y el conservadurismo mexicano, 1972). Dos hechos hacen significativa la obra de Noriega: aparece el mismo año que el estudio de Hale sobre el liberalismo del Dr. Mora y rompe el silencio de la historiografía oficial acerca de la importancia de los conservadores en las definiciones políticas hasta hoy imperantes. En esta obra se ensaya una visión de los conservadores más allá de la oficialista en su pretensión de reducirla a simples defensores de la tradición hispánica, centralista, corporativa, clerical, militarista y monárquica. Según Noriega tanto en México como en los Estados Unidos el complejo de doctrinas que se conocen como positivismo “dieron forma y sustancia a una nueva versión del conservadurismo.” Esta observación de Noriega da pauta para investigar más a fondo las relaciones entre positivismo y liberalismo conservador, entre Barreda y Sierra para con ello mostrar la íntima relación entre el liberalismo moderado, el conservadurismo y el triunfante liberalismo conservador que posibilitó la consolidación del México como nación.
La pionera obra de Noriega abrió brecha para otros estudios como el de Jorge Adame-Goddard, (El pensamiento político y social de los católicos mexicanos (1867-1914)), quien aborda las características del partido conservador. La obra de Adame nos proporciona información sobre uno de los intentos de los católicos por participar en la res publica dirigida por los liberales. Estos católicos -que a sí mismos se llamaban “unionistas”- hicieron un esfuerzo de adaptación, en 1871, al estado liberal.
Junto con Adame los estudios de Manuel Ceballos Ramírez (El catolicismo social: un tercero en discordia, Rerum Novarum, la cuestión social y la movilización de los católicos mexicanos (1891-1911)) nos informan sobre los líderes políticos e ideológicos de los católicos, acerca de la herencia del partido conservador al movimiento católico, el significado de las reformas liberales para los católicos y las razones de la búsqueda de una opción "netamente católica" frente a la tradicional subordinación de los católicos a los conservadores. Al ilustrarnos este autor sobre las estrategias fundamentales de los católicos en un régimen republicano podemos investigar de qué manera influyeron en la definición de Justo Sierra del liberalismo conservador.
De liberalismo conservador nos ocuparemos en otra ocasión.
En el primer párrafo de esta colaboración
citamos a Charles Hale (1995), "Guerra, crisis nacional y el conflicto
ideológico".
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¿Quién ganará la
presidencia en el 2024?
José Antonio Robledo y
Meza
Conforme al estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018, coordinado por la Dirección Ejecutiva de Organización Electoral del INEy dado a conocer el 19 de julio del 2019, los porcentajes de participación en las cuatro últimas elecciones presidenciales -2000, 2006, 2012, 2018-fueron respectivamente el 64%, 58%, 63.1% y 63.4%. El promedio de participación en estas cuatro elecciones fue del 62.27%.
¿Cuánto ha valido cada punto porcentual?
De acuerdo a los resultados oficiales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y Diario Oficial de la Federación, ¿cuál ha sido el valor de cada punto porcentual en las elecciones mencionadas?:
En el año 2000 el candidato ganador fue Vicente Fox Quesada quien obtuvo 15,989,636 votos, el porcentaje de votación fue del 42.52% de una votación total de 37,601,618; el valor de cada punto porcentual fue de 376,016 votos, esto es, cada punto equivalió a 376,016 votos emitidos.
En el 2006 el candidato ganador fue Felipe de Jesús Calderón Hinojosa quien obtuvo 15,000284 votos, su porcentaje de votación fue del 35.89% de un total de 41,791,322 de votos emitidos; cada punto porcentual tuvo un valor de 417,913 votos.
En el 2012 el candidato ganador Enrique Peña Nieto quien obtuvo 19,158,592 votos, su porcentaje de votación fue del 38.20% de un total de 50,143,616 votos emitidos; cada punto porcentual tuvo el valor de 501,436 votos.
Finalmente, en 2018 el candidato ganador fue Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo 30,110,327 votos, su porcentaje de votación fue del 53.20% de 56,601,874 votos emitidos; cada punto porcentual tuvo el valor de 566,018 votos.
Proyección para 2024
Conforme al INE para el 2024 -con corte el 29 de febrero de 2024- la lista nominal de electores es de 99,023,975 mexicanos. Esta listade potenciales electores está compuesta por 51,399, 566 millones de mujeres (51.906%), 47,624,306 millones de hombres (48.09%) y 103 no binarios (0.0001%). Sobre esta lista, una participación del 62.27% - que es el promedio de participación en las últimas cuatro elecciones- equivaldría a 61,662,229 votantes potenciales. Cada punto porcentual valdría 616,622 sufragios potenciales.
De acuerdo al Observatorio Electoral 2024, del Colegio de Especialistas en Demoscopía y Encuestas (CEDE) y con información recuperada el jueves 7 de marzo de 2024 la intención de voto para presidente de la república (promedio mensual de febrero 2024) arroja los siguientes datos:
- La coalición MORENA-PT-PVEM tiene el 62.7% (36,662,199 millones de sufragios potenciales).
- La coalición PAN-PRI-PRD, tiene el 32.1% (19,783,500 millones de sufragios potenciales)
- MC tiene el 5.2% (3,206,434 millones de sufragios potenciales).
De acuerdo con el observatorio mencionado la probable votación a favor de Claudia Sheinbaum será de 38,662,199 millones de votos (62.7%); la votación a favor de Xóchitl Gálvez sería de 19,793.566 millones de votos (32.1%) y para Jorge Álvarez Maynes habría 3,206,434 (5.2%) de sufragios a su favor.
La diferencia porcentual de Claudia Sheinbaum sobre su más cercana competidora es de 30.6%.
Faltando 12 semanas para elecciones, para que este porcentaje se reduzca sería necesario, entre otros escenarios que:
- Claudia pierda 18, 868,633 millones de votos (recuerden que cada punto vale 616,622 sufragios potenciales). Con esta pérdida, Xóchitl empataría la elección. Este escenario es muy improbable.
- Xochitl gane 18, 868,633 votos. Con esta ganancia la votación se empataría. Este escenario es también muy improbable.
- Que se combinaran pérdidas y ganancias diarias durante los 84 días que faltan para la elección (del 9 de marzo al 1 de junio del 2024).
Así las cosas, es muy
improbable que pueda darse un empate y mucho menos que el triunfo cambie de
bando.
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Las mujeres y las luchas por sus derechos José Antonio Robledo y Meza Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la Cámara de Dipu...