La dialéctica entre la vulgaridad
y la discriminación
José Antonio Robledo y
Meza
Para mi amigo Juvenal
Cruz Vega
Hace algunas semanas mi
alumna Dulce Karen Capulín Arellano me dio la oportunidad de conocer su
protocolo de tesis nombrado, hasta ahora, “Análisis de las expresiones
performáticas empleadas en algunas marchas feministas del 8 de marzo de los
años 2020 y 2021 en México, como medio para la manifestación del discurso
político-estético.” Dialogando con ella me vinieron a la mente algunas lecturas
realizadas como, por ejemplo, las pinturas de Jacques-Louis David, “La muerte
de Marat,” (1793), y de Eugene Delacroix “La Libertad guiando al pueblo”, (1830), los
murales de Diego Rivera, “Sueño de una tarde dominical en la
Alameda Central” (1947), y de David Alfaro Siqueiros “Del porfirismo a la
Revolución (1957-1966) y sobre todo del cine y la música popular mexicana que
me han alimentado desde siempre. A todo lo anterior integré en mi estructura
cognitiva las lecturas de los libros de Arthur Danto “La-transfiguración-del-lugar-común”
(2002), Arthur Danto. “Que es el arte” (2013) y Ted-Gioia “Canciones de amor. La
historia jamás contada” (2015).
De todo ello, y mucho
más, me surgieron las preguntas siguientes: ¿Cómo es qué las “culturas
vulgares” se trasforman en “alta cultura”? ¿En qué se distinguen las “culturas
vulgares” de las “altas culturas”? ¿Qué procesos se desarrollan para que las “culturas
vulgares” se trasformaran en “alta cultura”?
Hoy
dedicaré mi reflexión a mostrar el triunfo que las lenguas vulgares llamadas “lenguas romances” sobre
el latín clasista. Son, a principios del siglo XXI, 38 lenguas romances las
existentes: nueve lenguas iberorromances, seis lenguas galorromances, dos lenguas
retorromances, tres lenguas occitanorromances, cinco lenguas galoitalianas, cinco
lenguas italorromances, cuatro lenguas balcorrumanas, y dos lenguas romances
insulares. Al inicio del siglo XXI, alrededor de 920 millones de personas en el
mundo son quienes hablan las lenguas romances-, principalmente en América,
África y Europa. Entre las lenguas romances más habladas actualmente están el
español, el portugués, el francés, el italiano, el rumano y el catalán. Se
reconocen también dos lenguas romances extintas: la dálmata
y mozárabes.
Períodos en la historia de la lengua latina (2,500 años)
Durante
aproximadamente 2,500 años (de 800 ane a 1,720 dne) el latín dominó, en buena
parte del mundo. Se pueden distinguir siete periodos de esta lengua latina: latín
arcaico, latín clásico, latín posclásico, latín tardío, latín vulgar o
medieval, latín renacentista y el latín científico.
Durante el periodo del latín
arcaico (Prisca Latinitas; siglo VIII ane-siglo II ane) destacaron autores como
Apio, Claudio el Ciego, Livio Andrónico, Nevio, Ennio, Plauto, Terencio. El latín
clásico (aproximadamente en los siglos siglo I ane. y siglo I dne) en una
época de profunda crisis económica, política y cultural, la élite cultural
crea, a partir de las variedades del latín vulgar, un latín estándar (para la
administración y escuelas) y un latín literario. Es la Edad de Oro de las
letras latinas, cuyos autores más destacados son Cicerón, Julio César, Tito
Livio, Virgilio, Horacio, Séneca, Catulo, Ovidio. En el periodo del latín
posclásico, la lengua hablada se va alejando progresivamente de la lengua
estándar, que la escuela trata de conservar, y de la lengua literaria. Esta
distancia creciente hará que de las diversas maneras de hablar latín nacieran las
lenguas románicas. Y la lengua escrita se transforma en el latín escolástico o
curial.
Durante la etapa del latín
tardío, los Padres de la Iglesia empiezan a abandonar el latín vulgar de
los primeros cristianos. A este período pertenecen Tertuliano, Jerónimo de
Estridón (San Jerónimo) y San Agustín. Durante el periodo del latín vulgar o
medieval (latín inconditus, cotidianus, usualis, vulgaris, plebeius,
prolectarius y rusticus) el latín como se conocía ya no es hablado; por ende,
el latín literario se refugia en la Iglesia, en la Corte y en la escuela, y se
convierte en el vehículo de comunicación universal de los intelectuales
medievales. Mientras esto último se producía, el latín vulgar continuaba su
evolución a ritmo acelerado y, con esto, posibilitando la aparición de las
lenguas romances.
El latín renacentista.
La mirada de los humanistas se vuelve hacia la Antigüedad clásica, y el uso del
latín cobra nueva fuerza. Petrarca, Erasmo de Róterdam, Luis Vives, Antonio de
Nebrija y muchos otros escriben sus obras en latín, además de en su propia
lengua Finalmente el latín científico donde la lengua latina sobrevive
en escritores científicos hasta entrado el siglo XIX. Descartes, Newton,
Spinoza, Leibniz, Kant y Gauss escribieron sus obras en latín.
Del latín vulgar a las
lenguas romances
El latín vulgar también
llamado latín popular, se aplica al idioma románico hablado por las masas con
todas sus idiosincrasias dialécticas e individuales, no necesariamente
uniforme. Era también denominado latín inconditus, cotidianus, usualis,
vulgaris, plebeius, prolectarius y rusticus. Este latín «popular» se
diferenciaba notablemente del elegante latín escrito empleado por escribientes,
autores y eruditos literarios. El latín vulgar eventualmente evolucionó en las
lenguas romances.
La diversidad que siguió
con la caída del Imperio Romano fue favorable al crecimiento de los dialectos e
idiomas especiales que derivaron del latín. A pesar de que latín vulgar era un
lenguaje hablado, puede ser reconstituido hasta cierto punto a través de
tratados de los Grammaticus romanos, la Biblia latina, manuscritos latinos
primitivos, inscripciones, colecciones de leyes bárbaras, algunos textos
literarios e históricos entre los siglos IV y VIII, así como los decretos de la
dinastía merovingia y el imperio carolingio. Después de un proceso evolutivo
que ocurrió en el lapso de tres siglos, el latín vulgar adquirió
características individuales de acuerdo a las diferentes regiones del mundo
románico en donde era hablado, y el inicio del «romance» ocurrió en el siglo
VIII. Las lenguas romances derivaron del latín vulgar que era hablado en
los territorios del antiguo Imperio Romano, pero que se diferenciaba
notablemente del latín literario.
El término «romance»
deriva de la expresión romanice del latín posclásico, que a su vez derivó de la
palabra latina romanus. Estas lenguas se denominan «romances» porque
derivan del latín vulgar hablado en los territorios del sur de Europa que una
vez formaron parte del Imperio Romano. Eran dialectos vulgos y coloquiales
hablados por soldados, colonos y comerciantes romanos que se esparcieron por
toda Europa; en contraste con las formas clásicas del latín que eran habladas
por las clases altas que tenían la particularidad de ser también lenguas
escritas. Mientras que el latín vulgar divergió progresivamente en las lenguas
romances, el latín clásico cayó en desuso y aunque hoy en día todavía se
estudia, es considerada una lengua muerta.
Celebremos en este
inicio del año 2024 el triunfo de las lenguas romances, que evolucionaron del
latín vulgar y que nos muestra una etapa de la conquista de la democracia
contra el clasismo y la discriminación.
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