La construcción de
las nuevas soberanías en América. Inicio del fin de la influencia hegemónica
de Estados Unidos.
José Antonio
Robledo y Meza
El escenario geopolítico a finales del 2022 es muy distinto al de principios del siglo XIX en América y el Caribe de progresiva independencia política de las metrópolis colonialistas de España, Reino Unido, Francia, Portugal y Países Bajos en los siglos XIX y XX.
En 1823 fue formulada durante la presidencia de James Monroe la llamada «Doctrina Monroe». Establecía que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos de América. La doctrina fue concebida como una proclamación de los Estados Unidos de su oposición al colonialismo frente a la amenaza que suponía la restauración monárquica en Europa y la Santa Alianza tras las guerras napoleónicas. Theodore Roosevelt fue, en el siglo XX, uno de los primeros en darle un nuevo sentido a la Doctrina Monroe en su famoso y conocido Corolario Roosevelt, pronunciado el 6 de diciembre de 1904 a raíz del bloqueo naval que sufrió Venezuela entre 1902 y 1903 por parte de los Imperios británico, alemán y el Reino de Italia, exigiendo el pago inmediato de deudas contraídas por el gobierno del entonces presidente de la nación suramericana Cipriano Castro. El objetivo era justificar la hegemonía norteamericana en América Latina y legitimar su intervencionismo en los asuntos de las repúblicas independientes de la región. Dicho documento, marcó una nueva etapa del imperialismo norteamericano llamada “El gran garrote” (The Big Stick), que se caracterizaba por combinar la persuasión diplomática con la violencia, alternando la firma de pactos y convenios con intervenciones militares. Durante esta etapa, se inició en América Latina un periodo de dominio político y económico estadounidense que se justificada en la marcada extensión del «derecho» de Estados Unidos a intervenir en asuntos de otros países. Ejemplos de la aplicación de la política del Gran Garrote son: el apoyo estadounidense a la Separación de Panamá de Colombia (3 de noviembre de 1903), la ocupación militar de Cuba entre 1906 y 1909, la ocupación militar de la República Dominicana entre 1916 y 1924, y la ocupación militar de Haití desde 1915 hasta 1934. Básicamente la Doctrina Monroe afirmaba que Estados Unidos actuaría a fin de evitar cualquier intervención extra-continental, esencialmente de los países europeos. La expresión «América para los americanos», aludía en realidad, a la idea de «América para los estadounidenses».
Actualmente América está compuesta de 35 naciones. América Latina y el Caribe cuentan con 661 millones de habitantes.
A partir de la geometría izquierda-derecha la composición americana quedaría de la siguiente manera en este año de 2022.
Izquierda
13 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Perú, San Vicente y las Granadinas y Venezuela. 568 millones de habitantes corresponden a esta coloración geométrica que equivale al 86% de la población de América Latina y Caribe.
Centro-izquierda
11 países (excolonias de Reino Unido y Países Bajos) Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Grabad, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, Surinam y Trinidad y Tobago.
Centro-derecha
6 países: Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay, República Dominicana, y Uruguay.
Marginales
El Salvador, Guatemala y Haití.
EU y Canadá completan el paquete continental.
En este contexto interamericano, el opositor venezolano Juan Guaidó perderá a otro de los países que, desde enero de 2019, le reconocieron como presidente interino o encargado de Venezuela y desconocieron a Maduro como gobernante legítimo.
Así mismo, las
luchas políticas en México y Latinoamérica y el Caribe están marcada por la
opción soberanía nacional o subordinación a la hegemonía estadounidense.
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