martes, 22 de abril de 2025

El papa Francisco y las mujeres

El papa Francisco y las mujeres

José Antonio Robledo y Meza

 

“Un mundo en el que las mujeres son marginadas es un mundo estéril”. Papa Francisco

 

Francisco de nombre secular Jorge Mario Bergoglio (1936-2025), fue el 266 papa de la Iglesia católica. Como tal, fue el jefe de Estado y el octavo soberano de la Ciudad del Vaticano. Tras la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, fue elegido el 13 de marzo de 2013 en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave. ¿Cuál fue el lugar de la mujer en el pensamiento de Francisco?

Con algunas excepciones hasta finales del siglo XIX, a la mujer no se le permitía acceder a estudios superiores. El resultado es que la filosofía y la teología habían sido cultivadas por hombres. Estamos seguros de que, en un futuro muy próximo, la filosofía y la teología serán pensada también en femenino. Mientras tanto, la realidad es que la inmensa mayoría de los filósofos y teólogos, han sido hombres. Pues bien, a pesar de esto, el papa Francisco a diferencia del resto de los hombres del Vaticano pensó y actuó de manera distinta con respecto a las mujeres.

Desde el inicio de su pontificado en 2013, el papa Francisco insistió en la necesidad de darle mayor protagonismo a las mujeres tanto en la Iglesia como en la sociedad. Aunque su postura se mantuvo dentro de los límites de la doctrina católica tradicional, hizo importantes gestos y reformas. Impulsó una transformación paulatina pero significativa en la mirada que la Iglesia tiene sobre las mujeres. Si bien aún persisten tensiones y demandas no resueltas —como el acceso al sacerdocio o una mayor equidad de género en las estructuras eclesiásticas—, su liderazgo, su estilo cercano, su crítica al clericalismo y su apertura al diálogo con el mundo contemporáneo marcó un antes y un después en la forma en que se dialoga sobre el rol femenino en el corazón del catolicismo.

Francisco denunció con fuerza la violencia machista y la desigualdad estructural que afecta a millones de mujeres en el mundo. “Herir a una mujer es ultrajar a Dios”, dijo en una de sus homilías aludiendo a la dignidad femenina. En varias ocasiones condenó el femicidio, el abuso doméstico y la discriminación laboral que enfrentan muchas mujeres por razones de maternidad. En el plano social, el pontífice pidió que se reconozca el valor del trabajo femenino en todos los ámbitos, no solo en el hogar. “El mundo necesita que las mujeres estén presentes en todos los espacios donde se toman decisiones”, dijo en distintos foros, destacando la capacidad de las mujeres para generar comunidad, cuidado y paz.

Su gesto más audaz fue el ascenso de las mujeres a posiciones de poder dentro de la Iglesia, de nombrar a mujeres en cargos de responsabilidad dentro del Vaticano, un terreno históricamente reservado a los hombres. Figuras como Nathalie Becquart —primera mujer con derecho a voto en el Sínodo de los Obispos—, Raffaella Petrini —secretaria general del Estado Vaticano— y Francesca Di Giovanni —diplomática en la Secretaría de Estado—, marcaron un hito en la historia eclesial.

Con el nombramiento de Raffaella Petrini en febrero de 2025, una religiosa franciscana, al puesto de vicaria general del Gobernatorato del Vaticano, Francisco desmanteló una concepción profundamente arraigada en la estructura de poder de la Iglesia. La religiosa, hasta entonces desconocida para muchos, asumió un cargo de responsabilidad que ha sido ocupado históricamente por hombres. Petrini se convirtió en la primera mujer en alcanzar esa posición clave, un paso poderoso en un escenario tradicionalmente dominado por varones. Con Petrini se entreabrió una puerta que parecía estar herméticamente cerrada.

En 2021, Francisco modificó el derecho canónico para permitir que las mujeres puedan desempeñar formalmente los ministerios laicales de lectorado y acolitado. Aunque en la práctica ya lo hacían en muchas comunidades, esta modificación otorgó un respaldo legal y simbólico a su rol litúrgico. También creó comisiones para estudiar el diaconado femenino, una función con raíces históricas en la Iglesia primitiva, aunque hasta ahora sin una decisión definitiva. Sin embargo, estos nombramientos no implican una transformación real del poder clerical, que sigue reservado exclusivamente a los varones. Las mujeres continúan excluidas del sacerdocio y, por tanto, de los verdaderos espacios de toma de decisiones doctrinales. En cuanto al liderazgo, Francisco defendió que las mujeres no solo deben ser escuchadas, sino también tener voz en las decisiones importantes de la Iglesia. “Una Iglesia sin mujeres no se puede entender”, repitió en múltiples ocasiones. 

Así, la Iglesia del siglo XXI sigue enfrentando una contradicción profunda: hablar de igualdad en un sistema que sigue siendo excluyente. Su sucesión abre interrogantes profundos sobre el rumbo de esta visión y el papel de la mujer dependerá, en gran medida, del perfil del próximo papa. La puerta hacia el cambio está entreabierta, pero tras la muerte de Francisco pesa la incertidumbre sobre si esa puerta seguirá abriéndose hacia una nueva era, o si, por el contrario, alguien decidirá cerrarla de golpe.

 

robledomeza@yahoo.com.mx

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