domingo, 5 de enero de 2025

La Cuarta Trasformación un mitologema eficaz.

La Cuarta Trasformación un mitologema eficaz.

José Antonio Robledo y Meza

 

Tanto en esta como en la posterior reflexión abordaremos el tema de las creencias míticas y su relación con los comportamientos políticos en México. Durante las últimas tres elecciones electorales presidenciales (2012, 2018 y 2024) el Movimiento de Renovación Nacional (MORENA) incrementó su votación a más del doble, al mismo tiempo que, los partidos opositores la disminuyeron significativamente. En esta dialéctica entre MORENA y opositores destaca el hecho de que el abstencionismo se ha sostenido en aproximadamente el 38%.

Es a partir del 2018 que se empezó en México, y a través de “las mañaneras”, la trasformación del lenguaje político y por ende del lenguaje cotidiano. Frases emblemáticas fueron, por ejemplo, “por el bien de todos, primero los pobres”, “el pueblo pone y el pueblo quita”, “austeridad republicana”, “economía social”, “humanismo mexicano”. Se habló de “trasformación” en lugar de “revolución” y específicamente se empezó a dialogar en torno a la “Cuarta Trasformación (4T)”. A lo largo del 2024 se impulsó el “Plan C” Con la formulación de estas expresiones lingüísticas se inició el proceso de construcción de un nuevo mito unificador en México cuyo fundamento teórico es la “Soberanía del Pueblo”, la perspectiva ética es una “Nueva República” y la propuesta política es la construcción de la 4T.

Dicho lo anterior, una interrogante a responder es, ¿qué es lo que persigue la Cuarta Trasformación? Ya lo hemos dicho arriba: persigue la construcción de un Nueva República. Ahora bien, nuestro problema no tiene que ver con la verdad o no de las creencias en torno al mitologema de la 4T, sino sobre su eficacia. Así las cosas, nuestro referente no estará localizado en la dimensión gnoseológica de los conocimientos (proposicionales, prácticos o performativos, o directos) sino en la dimensión social-funcional de ciertos saberes expuestos narrativamente. Así las cosas, nuestro interés no es el mitologema como conocimiento sino como causa de una acción colectiva y social, esto es, el mitologema como acción política, como saber social. De esto último se habla cuando se discute sobre la 4T como parte de una “batalla cultural”.

El saber político está expresado en conductas culturales que existen como resultado de un trabajo colectivo. Por tanto, este tipo de creencias-comportamientos son algo más que la suma de creencias-comportamientos individuales.

Cuando los mitologemas se relacionan con las ideas, su análisis se enfoca en su génesis, sobre cómo aparecen, y la discusión se centra en la relación entre mitologema y verdad, sobre el valor epistemológico (o no) del mitologema. Cómo hemos dicho esta línea no la vamos a seguir aquí. ¿Por qué? Porque los mitologemas ya no son ideas -ideas sometidas a la jurisdicción de la lógica y el tamiz de la verificación-, sino más bien “ideas convertidas en palancas sociales”, ideas convertidas en utopías o ideales dirigidos a la acción. Los mitos, sus contenidos, no deben ser tratadas con fines epistemológicos, sino que, por el contrario, deben considerarse por su poder de persuasión (con fines de praxis). Esto es así porque si los mitos son ex-ideas (ideas-que ya-son no-ideas), es porque son “ideas que ya no son pensadas”, entonces se pone en evidencia la vinculación entre mito y conducta. Es en el contexto del mito-creencia donde mejor se entiende la estructura y la función del mito. Por estructura entenderemos el cómo creemos y por función entenderemos la eficacia, la efectividad de la creencia, esto es, la puesta en práctica de lo indicado por el mito.

Un mito es una subclase del “sistema de creencias” y un mitologema es una subclase del mito. Mientras que el “sistema de creencias- de una persona remite en efecto a un sistema político-religioso-filosófico-científico, etc.”, un “mito” es una estructura total y difusa; es así que el mito denota únicamente la parte política de un sistema de creencias que aquí bastará con definir como el sistema de orientación simbólica que se encuentra en cada individuo que forma parte de una colectividad (en nuestro caso MORENA) y que orienta su navegación en el mar de la política. El estado de creencia subordinado a un mito es un mitologema.

Así pues, un mitologema no es una idea ni una opinión. Las opiniones denotan un nivel epidérmico y voluble del discurso. Las ideas obligan a pensar, pertenecen al discurso del raciocinio y al nivel de la autoconciencia. Por el contrario un mitologema es creído, son creencias tenidas por ciertas y  que se dan por descontadas, y, por lo tanto, ampliamente exoneradas de inspección y revisión. Son creencias enraizadas en el subconsciente cuya función es la de economizar el pensar.

En este sentido el mitologema conocido como 4T está caracterizado por una ausencia de límites. Es un conjunto de creencias que “están juntas” en un cierto tipo de forma de concatenación y coagulación. Las creencias aglutinadas bajo el nombre de 4T no son ni deben ser coherentes ya que este es un atributo lógico mal aplicado al mitologema. Pueden ser incluso contradictorias. Basta una cierta forma de vínculo y de interdependencia funcional. Por ejemplo el éxito funcional del mitologema conocido como “Plan C” se manifestó al proporcionar a un grupo de mexicanos dos cosas: una identidad que produjo la unidad que lo llevó a la contundente victoria política-electoral del 2024, y que abrió la puerta para el segundo piso de la 4T.

En la siguiente reflexión abordaremos las características de la estructura del mitologema de la 4T.

 

robledomeza@yahoo.com.mx

2223703233

 

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