sábado, 29 de abril de 2023

El derecho a la educación de los niños

El derecho a la educación de los niños

José Antonio Robledo y Meza

 

¿Cómo entender el derecho de los niños a la educación? ¿Cómo se relaciona este derecho con la democracia y con la excelencia intelectual? ¿Cómo proporcionar a los niños oportunidades para que cada uno de ellos de lo mejor de sí, para que logre algo que valga la pena y para que se sienta orgulloso de ese logro? Responder estas preguntas, entre otras, nos ayuda a definir el sentido de “derecho a la educación”.

 Debe partirse de que los objetivos de la educación pública deben ser iguales para todos y básicamente son tres: el desarrollo y el perfeccionamiento personal, mental, moral e intelectual (todos deben aspirar a sacar el máximo provecho de sus capacidades, han de poder aprovechar las oportunidades de desarrollo personal que brinda la sociedad), una preparación adecuada para asumir los deberes y responsabilidades de la ciudadanía y proporcionar las habilidades lingüísticas básicas comunes -que incluye la habilidad para estudiar- a todo trabajo (no labor) en el seno de una sociedad en permanente cambio.

Los niños están llamados a vivir y ganarse los satisfactores de sus necesidades de una manera inteligente, responsable y a disfrutar en la mayor medida posible de toda la felicidad que puede hacer plena una existencia humana.

Así pues, la educación pública debe constituirse en instrumento para orientar a los niños para las tres exigencias comunes a todos los ciudadanos: prepararlos para ganarse la vida, permitirles entender las exigencias y modos de actuar en una sociedad tecnológicamente desarrollada y familiarizarlos con el trabajo intelectual. Para ello la igualdad y la excelencia en educación deben formar parte de la intencionalidad del sistema educativo mexicano.

La igualdad en la educación es predicada bajo la creencia de que en una democracia todos los ciudadanos tienen derecho a los instrumentos necesarios para una activa y bien reflexionada ciudadanía. La excelencia en la educación viene de un compromiso con el aprendizaje, que va de la adquisición de las capacidades básicas de leer, escribir, solucionar problemas, pensar creativa y críticamente.

La igualdad no significa que todos los niños aprendan las mismas cosas de la misma manera, aunque si requiere mínimos márgenes comunes de comprensión. Requiere que las diferencias de capacidad para aprender, de intereses y de propósitos no sean utilizadas para disminuir las oportunidades de aprender o de tener acceso al conocimiento.

Exagerar la desigualdad y desatender la excelencia sirven para minar uno de los más importantes propósitos de la educación de los niños para una ciudadanía inteligente y activa basada en habilidades y conocimientos compartidos. La excelencia de solo algunos no debe obtenerse a expensas de otros. Aceptar la desigualdad corrompe el compromiso con el aprendizaje.

Buscar la igualdad es alentar que los estudiantes exploten todas sus capacidades de aprendizaje y buscar la excelencia. Al buscar la excelencia se le da contenido a la igualdad ya que hacemos un compromiso con la calidad.

Buscar la igualdad y la excelencia implica proporcionar oportunidades para que cada niño de lo mejor de sí, para que logre algo que valga la pena y para que se sienta orgulloso de ese logro. Esto es lo define el sentido de “derecho a la educación”.

 

robledomeza@yahoo.com.mx

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sábado, 22 de abril de 2023

La aventura de leer. Lectores de signos y productores de significados

La aventura de leer. Lectores de signos y productores de significados

José Antonio Robledo y Meza

 

23 de abril Día Internacional del Libro

 

¿Qué hace del lector un detective, un cazador al acecho de los indicios que le permitirán dar sentido a un texto? ¿Cómo lograr que se optimicen los procesos cognitivos? ¿Cómo mejorar la calidad de los aprendizajes de los niños y adultos? Estas son las interrogantes que se plantean quienes trabajan en educación. ¿Puede la lectura aspirar a conformar un paradigma epistemológico que reúna las condiciones de rigor y precisión? ¿Puede la lectura aspirar a convertirse en un arte?

El lector como cazador.

El signo de reconocimiento en la lectura remite al mismo modo de conocimiento que la huella, el indicio, la impronta, la firma y todos esos otros signos que permiten identificar a un individuo o reconstruir un evento. El modelo de ese tipo de conocimiento abductivo es el arte del cazador que descifra el relato del paso de un animal por las huellas que ha dejado. Este reconocimiento secuencial conduce a una identificación fundada sobre indicios tenues y marginales.

Al lado de la caza, el reconocimiento tiene también un modelo cuasi-sagrado, el de la adivinación, como construcción del futuro y no ya como reconstrucción del pasado. El cazador y el adivino, se distinguen por sus procedimientos del lógico y del matemático, y su inteligencia práctica de las cosas se aproxima a la mètis griega, encarnada en Ulises, como inducción fundamentada en detalles significantes recogidos en las márgenes de la percepción: el arte del detective, del conocedor (el crítico de atribución en historia del arte) y del psicoanalista depende del paradigma cinegético.        

Quizás la idea misma de narración nació por primera vez, en una sociedad de cazadores, de la experiencia del desciframiento de indicios mínimos. El cazador habría sido el primero en ‘relatar una historia’ porque era el único capaz de leer, en las huellas mudas (signos imperceptibles) dejadas por su presa, una serie coherente de eventos.

Las preguntas formuladas arriba adquieren una importancia fundamental, por cuanto la actividad lectora es desarrollada por un lector que es un elemento particular, único, irrepetible. Para un texto existen “n” lectores y, por lo tanto, se exige una justificación que haga viable el objetivo de que la lectura pueda realizarse siguiendo ciertas regularidades de manera que permitan formular recomendaciones de validez universal.

¿Existe una forma para alcanzar mejores resultados en la práctica de la lectura? Lo que sigue es una propuesta que consiste en instancias en las cuales los lectores, a partir de un texto leído y analizado cuidadosamente, establecen una conversación profunda generándose una comunidad de aprendices en un ambiente de respeto mutuo y alto nivel intelectual. Junto a lo anterior intentaremos aplicar dichas regularidades y aproximar el gusto por la lectura a los niños y adultos, para hacer de ellos lectores “detectives”, lectores “cazadores” al acecho de los indicios que le permitan dar sentido a los textos y a su vida. Lo haremos apoyándonos en algo parecido al método crítico de Giovanni Morelli, al método criminológico de Sherlock Holmes, o al método clínico de Sigmund Freud que a su vez se ajustan al milenario paradigma indiciario del cazador. Se trata del atávico “paradigma de los indicios” o “paradigma indiciario”, al que los cazadores y rastreadores primitivos han recurrido desde la noche de los tiempos.

El método está asociado al razonamiento de la abducción: se trata de observar los menores indicios, aquellos que permanecen invisibles para la mayoría de las miradas inexpertas y, a partir de ellos, reconstruir una realidad a la que el lector tendrá acceso sólo si hace un esfuerzo inteligente. Por ejemplo, el lector deberá descubrir usando una cronología el asunto en cuestión (tema o problema), su autor (biografía) y su móvil (objetivo, propósitos). Al igual que los cazadores, los lectores no tienen contacto con su objeto de estudio. El observador debe utilizar los menores indicios dejados por la presa durante su huida -una rama rota, una huella en el lodo, la corteza de un árbol desgarrada- para reconstruir una realidad de la que no fue testigo. Los resultados concretos suelen ser sorprendentes: los más hábiles cazadores son capaces de rastrear el paso de su víctima aún en ámbitos en los cuales, la mayoría de los mortales, serían incapaces de percibir algo fuera de lo común. De la manera en que lo hace el rastreador, el lector deberá encontrarse con el profundo significado de un texto siguiendo las huellas del autor, de un concepto, de una proposición o de una argumentación (teorías), por distintos lugares (mapas) y tiempos (historia).

Morelli, Doyle, Freud, el rastreador primitivo y los lectores, tienen en común un mismo paradigma: la postulación de un método interpretativo basado en lo secundario, en los datos marginales considerados reveladores, que permiten reconstruir con un elevado grado de plausibilidad una realidad sobre la que el lector no tiene acceso directo: el desesperado escape de una presa, el atelier de un falsificador, la ejecución de un crimen, lo profundo del inconsciente humano, el significado de un texto. Con sus limitaciones y posibles fracasos, estas actividades logran resultados de innegable valor: muchos rastreadores logran dar alcance a sus perseguidos, muchos cuadros falsos son detectados, muchos criminales son descubiertos, muchos secretos inconscientes salen a la luz definitivamente, muchos textos revelan sus secretos. En ninguno de estos casos se ha recurrido al paradigma científico-matemático de las ciencias duras. En ninguno de estos casos se trata de predecir con eficacia absoluta, de formular leyes, de detectar generalidades y repeticiones, de medir con precisión. El paradigma indiciario no es un paradigma de lo universal sino un paradigma de lo particular.


robledomeza@yahoo.com.mx

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miércoles, 19 de abril de 2023

Numeralia en torno a la iniciativa de “Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación”

Numeralia en torno a la iniciativa de “Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación”

José Antonio Robledo y Meza

 

En la iniciativa de Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (HCTI) se tomaron en cuenta 49 iniciativas, incluida la reforma de la Ley de Ciencia y Tecnología del 6 de noviembre de 2020, así como la iniciativa presentada el 17 de agosto de 2022 por el Diputado Juan Carlos Romero Hicks.

Se revisaron

a) 31 informes, estudios y documentos oficiales de carácter internacional.

b) 5 leyes y exposiciones de motivos en la materia.

c) 23 análisis legislativos.

d) 27 estudios de política comparada.

e) 6 memorias de eventos relevantes de la materia.

f) 55 diagnósticos y observaciones temáticas.

g) 44 reflexiones interdisciplinarias.

Se tomaron en cuenta

a) 135 actividades de consulta y participación del sector público,

b) 224 propuestas y aportaciones generadas en la plataforma de consulta de la institución,

c) 26 actividades independientes de la comunidad de HCTI,

d) 22 reuniones de trabajo con diversos actores del Sistema Nacional,

e) 174 cuestionarios dirigidos a instituciones y expertos en la materia,

f) 3 propuestas de Ley de particulares,

g) 14 opiniones emitidas por distintas Secretarías de Estado y

h) 6 opiniones al documento realizadas por otras instituciones públicas y asociaciones civiles.

Además, el Conacyt elaboró

a) una investigación de carácter comparativo sobre la legislación de CTI en el mundo,

b) un estudio sobre el derecho humano a la ciencia y sus estándares internacionales.

Con todo lo anterior se elaboró la iniciativa de “Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación” con una estructura con los seis títulos siguientes:

a) Del derecho humano a la ciencia como fundamento de la política pública.

b) De la política pública.

c) Del sistema nacional y las bases de coordinación.

d) Del fomento y financiamiento público de las humanidades, las ciencias, las tecnologías y la innovación.

e) Del consejo nacional.

f) Del sistema nacional de centros públicos.

En esta iniciativa

a) se reconoce el derecho constitucional de toda persona a gozar de los beneficios del desarrollo científico y la innovación tecnológica como fundamento de la política pública en materia de HCTI y reconoce su potencial para garantizar otros derechos humanos.

b) se establece como fines de la potica pública en la materia contribuir al avance del conocimiento universal, al fortalecimiento de la soberaa nacional, al desarrollo integral y sostenible del país, al bienestar de las generaciones presentes y futuras, a la preservación, restauración, protección y mejoramiento del ambiente, y a la consecución de los objetivos constitucionales del Estado mexicano.

c) se garantiza la libertad de investigación, incluida la libertad de cátedra y expresión, así como la autonomía que reconozca la ley a las universidades e instituciones de educación superior.

 

robledomeza@yahoo.com.mx

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