In Memoriam
Luis Rivera Terrazas
(21 de diciembre de 1912 - 20 de marzo
de 1989)
El pasado 20 de marzo de 2021 se cumplieron 109 años
del natalicio de Luis Rivera Terrazas. Para recordarlo rescato su texto de 1975
“La Universidad Mexicana” que se convirtió en la fuente de “ideas fuerza” de la
conocida “Universidad Crítica, Democrática y Popular”.
Este documento se integra a otros dos discursos: el de
Justo Sierra “Inauguración de la Universidad Nacional” de 1910 y el “Discurso en la Universidad” de José Vasconcelos de 1920.
Tres documentos –a los que se irán agregando otros- del proyecto “Pensar para discutir la BUAP” que estamos impulsando desde este blog de “México el árbol de los mil frutos”.
Luis Rivera Terrazas fue rector de la UAP de 1975
a 1981. Tuve la oportunidad de conocerlo como profesor de la materia de cálculo
diferencial e integral en el Colegio de Filosofía durante el año de 1975 (el
plan de estudios del colegio era harto diferente al actual), también en la mesa
de negociación entre UAP y SUNTUAP –él como rector y yo como representante
sindical- a finales de la década de los 70s. Fui invitado por él para formar
parte de una comisión de revisión y transformación de los Planes y Programas de
Estudio de las Escuelas Preparatorias de la UAP durante sus dos últimos años
como rector.
Luis Rivera Terrazas era ingeniero civil y maestro de educación básica. Trabajó como astrónomo en el Observatorio Nacional Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANT). Fue académico y fundador de la Facultad de Física en la Universidad Autónoma de Puebla.
El texto que presentamos ha sido
retirado pero se puede encontrar una copia en
LA UNIVERSIDAD MEXICANA
LUIS RIVERA TERRAZAS
Ingeniero Civil, Rector de la Universidad Autónoma de Puebla.
Contenido del Artículo:
Introducción
Democrática, Crítica y Popular
Universidad e Independencia
La Autonomía Universitaria
Universidad y Partidos Políticos
INTRODUCCIÓN
La universidad es producto y expresión
de la sociedad mexicana, es parte integrante de la superestructura social y
expresa las contradicciones inherentes a la sociedad en que vivimos.
Así, inscrita en una determinada
formación económico-social, obedece a los intereses de la clase en el poder y
es una institución al servicio del régimen social del cual es su producto.
De esta manera contribuye al
mantenimiento de las actuales relaciones de producción, formando los cuadros
técnicos y profesionales que el régimen necesita y reproduciendo, en parte o en
todo, la ideología de la clase dominante.
Todo proceso social contiene en sí
mismo su contradicción. La universidad mexicana coadyuva al desarrollo de las
fuerzas productivas, cuando, por una parte, impulsa la ciencia, la técnica y la
cultura y, por otra, genera en su seno los movimientos universitarios que
desarrollan objetivos y tareas revolucionarias al lado de los trabajadores
mexicanos.
Todo esto hace que la universidad sea
un nudo de contradicciones donde se refleja, en manera objetiva, la lucha de
clases exteriores y se genera una actitud crítica, aguda, respecto de la
problemática nacional que con frecuencia la conduce al enfrentamiento
ideológico con el régimen.
Ahora bien, el nudo de contradicciones
da como primeros resultados la crisis en la cual se debate la universidad
mexicana. Esta afirmación, planteada por las fuerzas democráticas del país, se
ha convertido en una verdad evidente para todos los sectores políticos y
sociales de México.
Los rasgos más importantes de la
crisis educativa que señalamos en esta ocasión son los siguientes:
La masificación creciente de la
universidad, como resultado de agudos problemas sociales.
La insuficiencia creciente de recursos
financieros y de condiciones materiales indispensables para el quehacer
universitario.
La ineficiencia y prominencia de
métodos y formas obsoletas de enseñanza tradicional para resolver los problemas
que entraña la educación masiva.
La existencia, en muchas
universidades, de estructuras político-jurídicas, de gobierno autoritario y la
ausencia de democracia.
En cuanto al contenido de la
enseñanza, en ellas se manifiesta una clara desvinculación entre la teoría y la
práctica y presenta los siguientes rasgos:
La enseñanza profesional sigue siendo
su actividad principal, aun cuando en los últimos años se han hecho intentos
por desarrollar la extensión universitaria y la investigación científica.
La enseñanza está organizada en
estancos impermeables (planes de estudio verticales, cátedras sin ninguna
relación entre sí, escuelas separadas por fronteras infranqueables, etc.).
Los planes y programas de estudio, en
la mayoría de los casos, son un simple agregado de materias con una orientación
anticientífica y reproductora de valores que fortalecen nuestra dependencia
cultural, científica y técnica.
La educación sigue siendo, en lo
esencial, informativa y basada en la transmisión oral del conocimiento.
Por otro lado, el papel que hasta hace
pocos años venía desempeñando la universidad como mecanismo de promoción social
que permitía realizar una alianza entre la pequeña burguesía y la clase
dominante, se ha visto minada por la situación contradictoria que origina por
un lado la proletarización de un trabajo intelectual y por otro la estrechez
del mercado profesional que arroja al desempleo a millares de egresados de las
universidades, pero que son, dentro de una perspectiva más amplia, un
porcentaje mínimo dentro del cuadro general del desempleo y subempleo que
afecta, hoy por hoy, a más de nueve millones de mexicanos.
Para superar lo anterior algunos
órganos oficiales han hecho suyos los pronunciamientos de una parte del sector
privado en el sentido de que la educación superior no debe significar una carga
para el estado, y por diversos mecanismos se ha tratado de implementar el
sistema de becas-crédito con objeto de evitar el contenido popular de la
educación superior y mediatizar el contenido crítico que pudiera dársele a la
educación en algunas universidades.
DEMOCRATICA,
CRITICA Y POPULAR
Por su parte, en el programa de
Reforma Universitaria de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) elaborado,
discutido y aprobado por profesores, estudiantes y trabajadores universitarios
en 1975 y que sirvió de plataforma a la elección de rector, se presenta una
salida justa a la crisis educativa antes señalada. Esta solución quedó plasmada
en el concepto de una universidad democrática, crítica y popular y desde ese
año toda nuestra actividad ha estado dirigida hacia la realización de esa
tesis.
Por universidad democrática entendemos
aquella en la que tanto su estructura como todas sus formas de gobierno sean la
expresión de la voluntad de las mayorías universitarias.
Por universidad crítica entendemos
aquélla basada en una concepción científica del universo, que abarque tanto al
mundo de la naturaleza como al hombre y la sociedad que éste constituye.
Una universidad crítica es aquélla que
sabe utilizar el pensamiento racional y aplicarlo a los problemas fundamentales
de la sociedad, formulando análisis y propuestas para promover los cambios
estructurales que promuevan un reparto justo de la riqueza y que tienda a hacer
desaparecer la explotación del hombre por el hombre, y a establecer la
democracia en todos los ámbitos de la vida social.
Por universidad popular entendemos
aquélla ligada a las mejores causas del pueblo de México: sus luchas por la
liberación de los obreros, campesinos y sectores populares.
También una universidad popular es
aquella que mantiene sus puertas abiertas a los grandes sectores de la
población y que da oportunidad de estudio a decenas de miles de jóvenes que de
otra manera quedarían totalmente marginados.
La Universidad Autónoma de Puebla, al
defender su existencia como institución, ha desempeñado un papel importante en
la lucha por las libertades democráticas, dentro y fuera de la institución, lo
cual la ha enfrentado a violentas represiones como la masacre de jóvenes
estudiantes acribillados por la policía el 1° de mayo de 1973 y como el
asesinato de nuestros compañeros Joel Arriaga y Enrique Cabrera, en 1972. Los
atentados terroristas y las campañas calumniosas contra profesores y
trabajadores de la universidad; la infiltración de provocadores y el impulso a
la corrupción; la protección de pandilleros y la introducción de drogas han
sido algunas de las formas con las que se ha intentado detener el proceso
democratizador de esta universidad.
Sin embargo, todos estos intentos han
fracasado, y hoy día la Universidad Autónoma de Puebla se plantea nuevas metas
y objetivos, y de esta lucha ha ido surgiendo, cada vez con mayor claridad, la
imagen de una nueva universidad cuyos rasgos fundamentales son su carácter
democrático, crítico y popular.
La Universidad Autónoma de Puebla,
como cualquier otra institución de educación superior, tiene la obligación de
producir profesionales, científicos, artistas, etc., de muy alto nivel
académico, pero no sólo en función de los intereses y necesidades de la clase
que se beneficia de las actuales estructuras económicas del país, sino además
en función de los grandes problemas que afronta México, tales como salud,
educación popular y vivienda, que afectan a la inmensa mayoría de mexicanos, y
también en función de la independencia económica, política, científica y
tecnológica de nuestro país.
Por lo que se refiere a planes y
programas de estudio, ha sido una preocupación nuestra que éstos sean sometidos
a un examen crítico. Podemos decir que se ha dado un gran paso hacia adelante,
cuando cada escuela o ha realizado un congreso interno para tratar este tipo de
problemas o está preparándolo para una fecha futura próxima.
En el marco de la participación
conjunta de profesores y estudiantes pretendemos dar a la enseñanza un
contenido eminentemente social, de modo que los planes y programas que se
implanten sean estructurados en esta dirección y nos conduzcan a una educación
con las características siguientes:
Científica, es decir, sustentada en la
comprensión de las leyes generales que rigen el curso de la naturaleza y de la
historia.
Integral, globalizadora del conocimiento y de
la verdad; la verdadera especialización no debe convertirse en parcialización
del conocimiento, en la mutilación de la totalidad, propiciadora de
tecnócratas.
Activa, que tenderá a superar la relación
vertical profesor alumno que coloca al estudiante como sujeto pasivo, para
integrarlo al proceso de aprendizaje.
Desalienante, encaminándola al encuentro del hombre
consigo mismo.
Democrática, dando cabida a todas las corrientes
del pensamiento y de la cultura universal, exceptuando las concepciones
fascistas, fanático-religiosas retrógradas, ligadas a los intereses de los
grupos monopólicos tanto nacionales como extranjeros.
Nacionalista, orientada a preservar y desarrollar
nuestra identidad y nuestro patrimonio cultural e histórico.
Popular, es decir, dará preferencia a la clase
trabajadora y tenderá a romper el elitismo característico de la universidad
burguesa.
Queremos hacer especial mención al
problema de la autonomía universitaria, que hoy por hoy se encuentra en el
centro de los debates nacionales.
Para nadie es un secreto que en las
universidades se ha conquistado un cierto espacio democrático en donde la
posibilidad de disentir y actuar en un clima de libertad contrasta con la
intolerancia, el autoritarismo y la represión que se manifiesta en otras
esferas de la vida social y política del país.
Aplastar esta posibilidad parece ser
el objetivo de esta nueva escalada en la que coinciden tanto los defensores del
statu quo, como aquellos que piensan que la transformación radical de la
sociedad puede ser el resultado de un simple estado de ánimo o de un acto de
voluntad.
Los universitarios de Puebla vemos con
preocupación la dimensión que ha adquirido ya este proceso y reiteramos nuestra
convicción de que, en momentos como éste, es imprescindible la defensa de la
autonomía de nuestras instituciones. Debemos rechazar las prácticas que se han
venido imponiendo en la solución de los conflictos universitarios. El respeto,
el tratamiento político de los problemas y las soluciones democráticas deben
prevalecer en las relaciones entre los universitarios, al igual que en las
relaciones entre el Estado y las universidades. Por estas razones nos
manifestamos en contra tanto de las soluciones de fuerza como de la adopción de
soluciones a espaldas de los universitarios en condiciones que violan
flagrantemente la autonomía, como ha sucedido en algunos de los conflictos que
se han suscitado.
Somos partidarios de que la autonomía
se convierta en una garantía constitucional, de manera tal que la universidad
cuente con un instrumento jurídico que sirva para restaurar la autonomía
violada por el Estado, siempre y cuando dicha legislación no se convierta en un
instrumento de restricciones y limitador de la misma, puesto que su
mantenimiento es condición necesaria para la consecución y fortalecimiento de
la Reforma Universitaria.
En una universidad democrática,
crítica y popular concurren a la defensa de la autonomía universitaria
profesores, trabajadores y estudiantes. Los dos primeros organizados en
sindicatos y los últimos en agrupaciones estudiantiles que concurren al
gobierno universitario.
Respecto a la sindicalización y la ley
laboral, en numerosas oportunidades las autoridades universitarias hemos
manifestado nuestro repudio categórico a cualquier legislación, que, como lo
pretende el proyecto de modificación del Artículo 123 de la Constitución
General de la República, tienda a establecer relaciones que en el fondo pueden
resultar lesivas a la independencia de los sindicatos y atentatorias, en última
instancia, de la autonomía universitaria.
Estamos plenamente convencidos de que
es el Artículo 123, sin agregados ni enmiendas, el que debe regir las
relaciones entre los sindicatos, las instituciones de educación superior y el
Estado.
Otra de las fuerzas que poderosamente
concurren a la defensa de la universidad es el movimiento estudiantil, que ha
sido uno de los factores fundamentales y un impulsor importante de las
transformaciones en la UAP. Pero no podemos dejar pasar inadvertida la
posibilidad de emitir un juicio sobre el ultraizquierdismo de que el estudiante
es tan proclive y que ha sido el marco supuestamente teórico para agredir a
otras universidades.
Las actividades ultraizquierdistas
representan posiciones aventureras que diluyen el movimiento estudiantil y
provocan la agresión externa y el estancamiento, si no es que la destrucción,
de los procesos democráticos en las universidades. Una de las formas para
combatir el ultraizquierdismo es la participación de todos los estudiantes en
la toma de las decisiones que afecten el interés de la universidad. Sólo así
abierta y públicamente se puede frenar este tipo de manifestaciones que tan
negativos resultados ha dado en otras instituciones.
UNIVERSIDAD Y
PARTIDOS POLITICOS
Es una tesis largamente sostenida, y
no de ahora, que la presencia de los partidos políticos siempre ha sido una
realidad y que éstos forman parte de la democratización universitaria, ya que
fortalecen la actitud crítica, se convierten en parte integrante de la vida
universitaria y son una expresión de su economía.
Aquélla no se concibe sin lucha
ideológica, sin posiciones combativas y críticas que sólo se manifiestan a
través de la existencia de grupos organizados políticamente.
En un país tan profundamente
despolitizado como México, la presencia absolutamente libre de partidos
políticos en las universidades se convierte en una necesidad.
Por eso debemos estimular la presencia
de partidos políticos en nuestras filas, a través de su organización, de sus
plataformas, de sus programas y de su actuación en las tareas universitarias.
También queremos establecer con
claridad que no existe el dilema entre lo académico y lo político; que plantear
que existe una oposición irreductible entre la vida académica y la política en
una universidad es colocarse en franca posición política negativa que sólo favorecería,
como en el pasado, a la acción antidemocrática de un solo partido, el
gubernamental, en detrimento de la vida democrática universitaria.
Debemos enfatizar que sólo a través de
la claridad política es como se puede alcanzar claridad respecto a los
problemas académicos, y que a la etapa de un seudoapoliticismo, debe suceder la
etapa de una militancia política consiente, responsable.
Por ejemplo: ¿cómo es posible superar
nuestros niveles académicos y adecuarlos a la problemática de nuestro país si
no tenemos previamente una posición política que explique la integración de la
universidad a la vida real y concreta de México y a la lucha de nuestro pueblo
por la plena soberanía e independencia nacional?
Por esta razón vemos con simpatía la
presencia de diversos grupos encuadrados dentro de partidos políticos
nacionales, con programas políticos propios y pugnando por extender su
influencia a masas cada vez mayores, lo que implicará, en lo futuro, la
posibilidad de una militancia partidista de todos los universitarios de acuerdo
con su personal punto de vista.
Desde luego, esto implica que la
Universidad Autónoma de Puebla permitirá el libre juego de ideas, que
estimulará el derecho a la organización de todos los partidos políticos que,
desde luego, no levantan la bandera del fascismo y la ideología del
imperialismo, pues contra estas fuerzas oscuras del presente nuestro pueblo, a
través de su historia, ha luchado denodadamente y esta universidad no puede
sustraerse a las obligaciones que ha contraído con el pueblo mexicano.
Pero en este contexto es pertinente
hacer la siguiente observación:
Aunque es bien cierto que nosotros
enfatizamos la importancia de la militancia política en partidos y que
estimularemos su desarrollo, también es cierto que ningún partido debe estar
por encima de la propia universidad.
Finalmente, y fuera del marco del
problema anterior, queremos dejar sentada nuestra opinión respecto a la
Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior
(ANUIES).
Es nuestra opinión que actualmente la
ANUIES realiza una tarea fecunda de gran envergadura en el ámbito de las
relaciones universitarias a nivel nacional, proporcionando ayuda a diversas
instituciones, como en nuestro caso, y coordinando multitud de actividades de
diversa índole. Es deseable que esta institución mantenga su independencia
respecto al Estado.
Quisiéramos que ciertos rasgos de su
actual estructura se reforzaran en beneficio de la universidad mexicana en
donde necesitamos formar ciudadanos con una conciencia crítica y una conducta
democrática. Necesitamos formar hombres cada vez más plenos, conscientes de su
vida y de su época, cuyo fundamento moral sea la lucha por el progreso social,
y que contribuyan a la construcción de una sociedad futura más justa.
Fuente: anuies.mx