Platón el cómplice.
José Antonio Robledo y Meza
Colegio de Filosofía, FFyL-BUAP
cel: 2223703233
Este ensayo está precedido por el de “Sócrates el delincuente”
Por pertenecer al primer periodo de la producción de la obra de Platón la Apología, según los especialistas, Platón se habría atenido a retratar de manera más o menos fiel a su maestro, con su personalidad característica, su fina ironía, sus rasgos algo zafios y su modo de dialogar. Su interés se centra en asuntos morales y la búsqueda de definiciones. Sus preocupaciones éticas están plenamente influidas por Sócrates.
Buscar definiciones es proponer una incógnita por resolver. Sócrates y Platón está contrayendo un compromiso con el lector. Los filósofos están conscientes de que el planteamiento de una pregunta garantiza una mayor expectación, las preguntas sin respuesta hacen que el lector avance con avidez en la lectura y conservan el interés a lo largo de párrafos que, por sí solos, podrían no tener ningún atractivo. Es perfectamente plausible que el filósofo muestre mayor interés en la búsqueda -estudio e investigación- que la respuesta a la pregunta planteada. Las dudas e incertidumbres lo eximen de formular respuestas categóricas. Los filósofos -Sócrates y Platón- están definiendo las reglas del juego, del filosofar.
Así pues, el filosofar es una propuesta de juego. Y esta propuesta no se ha perdido en su evolución hacia lo científico. El filosofar es un hecho lúdico.
Como ya dijimos, en el filosofar ambos desórdenes, el conceptual y el social, están entrelazados.
El atractivo de Sócrates no radica en su físico. Platón lo presenta como un héroe porque es el depositario de los valores sociales, morales y jurídicos de una colectividad por venir. Sócrates es presentado como un individuo excepcional cuyo poder radica en las expectativas de los que sufren la fealdad del presente. De ahí las ocupaciones éticas de construir mundos posibles. Sócrates es así, ejemplo de una sociedad por venir, es un individuo en estado de gracia frente a individuos que tienen la culpa de vivir alimentados por la desidia, la fealdad, la injusticia y la mentira.
Sócrates es un excéntrico, un extraño en su propia ciudad porque no participa de lo que son las relaciones aceptadas. Por eso, Sócrates es un delincuente. Es un personaje en primera persona que da la impresión, ofensivamente altanera, que no busca los aplausos. Sus ironías devastadoras suelen inhibir respuestas. Su condición de filósofo lo hace insoportable para muchos al grado de no solo desear su muerte sino provocarla.
La principal actividad de Sócrates es rigurosamente intelectual, su poder y su placer proviene de este tipo de facultades. El analista goza con esa actividad intelectual que se ejerce en el hecho de desentrañar prejuicios y creencias injustificadas sin modestia alguna. Se regodea en presentar una cadena de ideas como si fuera cualquier cosa, pero que son el resultado de tres habilidades; experiencia, observación y razonamiento para inferir nuevas ideas.
Producir nuevas ideas es actuar al margen de la ley. Son ideas que no pretenden tranquilizar frente a la violencia real. De ahí que la habilidad de formular preguntas que conduzcan a nuevas ideas sea considerada un delito junto con los ingredientes que lo acompañan: la libertad e independencia con la que actúan a fin de desplegar todo su equipaje de genialidades. Los resultados por anormales, imprevistos rompen con las soluciones aprendidas.
Sócrates destaca por asociar viejos signos para producir nuevos mensajes. Es portador de futuros valores colectivos, superiores a los existentes que se atreve a recomponer destinos. Sócrates era percibido como un médico brujo, capaz de detectar el mal que corrompía a su sociedad. Que ayudara a los jóvenes a adquirir estas habilidades fue calificada como corrupción.
Además, el héroe es protagonista, es decir, el personaje principal y decisivo de la trama. Sobre él de forma explícita girará la acción. De forma implícita la trama también descansa sobre el oculto o desconocido culpable, pero globalmente es el detective el que aporta el rasgo pertinente de lo policíaco: la investigación. A partir de él, la narración se mueve, se despliega, desarrolla, avanza, retrocede, aclara o confunde, se lía o se resuelve. Es además el personaje narrativo, aquel que tras sus pasos nos lleva de una secuencia a otra de la narración. Literariamente es el testaferro del autor y el intermediario entre el autor y el lector. El detective persigue al culpable; el lector persigue al detective. Es un perseguidor perseguido. El detective ha de descubrir al culpable y al tiempo despistar al lector. Ha de encontrar las claves y ocultarlas; encontrar y diseminar. Su trabajo no es nada fácil. Demasiado muchas veces para un solo personaje. No es bueno, podríamos decir, que el detective esté solo. Poe, como de tantas otras cosas, se dio cuenta y encontró la solución: era necesario darle un compañero.
La virtud de Sócrates es ver de forma distinta. Es por ello por lo que su mirada es fundamental ya que dará la coherencia y el significado necesarios a los distintos signos que aparecen en el diálogo para darle sentido a la narración y conducirla a la elucidación de las interrogantes que puedan plantearse. El diálogo tiene el poder de presentar diferentes lecturas de los distintos signos propuestos.
Para esto era necesario que Sócrates estuviera acompañado y que su compañero diera cuenta de sus inagotables habilidades. Este papel lo ocupa Platón quien presenta a su maestro y es, por eso, cómplice de sus delitos y que éstos se sigan replicando.
Pistas adicionales:
¿Cómo están organizados los diálogos de Platón?
Hay varias hipótesis.
1) El canon antiguo. Según el testimonio de Diógenes Laercio, Aristófanes de Bizancio director de la Biblioteca de Alejandría en el s. III a.C., dispuso los diálogos en trilogías. En el caso de la Apología la trilogía está compuesta por Teeteto, Eutifrón, Apología. También Diógenes Laercio atribuye a Trasilo (aprox. S. I dne) el orden de los diálogos en tetralogías, imitando el orden en que presentaban sus obras los poetas trágicos en las fiestas dionisíacas —esto es, tres tragedias y un drama satírico—. Los nombres de la lista que ofrece están acompañados de subtítulos que explicarían el tema de cada diálogo; en el caso de la Apología la tetralogía estaría compuesta por: Eutifrón o De lo santo, Apología de Sócrates, Critón, Fedón o Del alma.
2) Criterio cronológico. Según acuerdo generalmente aceptado por los especialistas la Apología es un diálogo que pertenece al primer período: Apología, Critón, Laques, Lisis, Cármides, Eutifrón, Hipias Menor y Mayor, Protágoras, Gorgias, Ion. Este grupo, además de la diferencia de estilos, estaría dominado por el interés en asuntos morales y la búsqueda socrática de definiciones.
3) Según los acontecimientos biográficos de Platón. Se suele considerar que la influencia del Sócrates histórico fue decisiva en lo que se refiere a un primer período conformado por los diálogos Ion, Hipias Menor, Protágoras, Cármides, Lisis, Laques, Eutifrón, Critón. Platón se habría atenido aquí a retratar de manera más o menos fiel a su maestro, con su personalidad característica, su fina ironía, sus rasgos algo zafios y su modo de dialogar.
4) Según otras periodizaciones y combinando los datos y los distintos criterios presentados anteriormente, la prestigiosa edición de Les Belles Lettres la Apología sería el tercer diálogo escrito por Platón; le antecedieron: Hipias menor y Alcibíades. Se caracterizan por sus preocupaciones éticas. y están plenamente influidos por Sócrates.
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