La disputa por la
soberanía
José Antonio Robledo y
Meza
El Universo es inagotable, infinito. Si se quiere saber sobre él hay que ponerse a pensar. Profundizar en Él se hace tanto más complicado cuanto más se avanza. Así nació y se desarrolló el frondoso árbol del saber y conocer humano. Árbol robusto pero frágil a la vez.
Pero ¿de dónde procede la fascinación por el conocer y el saber?
Hay Universo para cubrir todos los intereses, deseos, gustos e inclinaciones. Existe tanta información, tantos libros y tantas webs sobre el Universo que resulta sorprendente admitir que siempre es posible encontrar algo nuevo sobre Él.
La conciencia que hoy se tiene sobre el Universo es resultado de la autoconciencia de la infinita ignorancia que siempre acompañará a los humanos. Esto último también sorprende.
Esta autoconciencia ha llevado a dar un lugar privilegiado al estudio, al filosofar y a la investigación científica. Sorprende que animales tan aparentemente frágiles hayan sobrevivido a ambientes hostiles, no solo naturales sino también por los producidos por ellos mismos.
Frente al caos se han construido visiones ordenadas del Universo y de la sociedad como parte de Él. A partir del politeísmo se construyó el monoteísmo y los sistemas axiomáticos. Y todo con instrumentos tan frágiles como sus constructores, el habla, el lenguaje, la lógica, la matemática (por supuesto todo lo inmediatamente anterior en plural).
De la visión providencialista se avanza hacia la visión laica de la Soberanía Popular. El tránsito no será fácil, pero si inevitable.
La organización social basada en el orden laico es lo que tratan de evitar las fuerzas que se auto justifican en la discriminación, el clasismo y el racismo y que han sustituido al Dios del providencialismo por el dinero.
Sin embargo, en el horizonte aparece una
humanidad organizada en una República democrática construida por el Pueblo
Soberano.
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